En el ámbito de la investigación científica y la producción de artículos sobre atención sanitaria, a menudo existen costumbres o presiones para incluir a autores que han realizado contribuciones mínimas o nulas al contenido científico de un artículo y, sin embargo, se les coloca en una posición destacada, como la primera autoría. Esta práctica se conoce como autoría honoraria, que implica a personas que no han contribuido en modo alguno al trabajo descrito en el manuscrito, pero que se incluyen entre los autores por su antigüedad, rango o posición dentro de la institución u organización. Esto plantea un importante problema ético en el ámbito de la investigación, ya que la autoría honoraria socava los principios de integridad y autenticidad académicas1.
El Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (International Committee of Medical Journal Editors, ICMJE) ha establecido criterios específicos de autoría para los manuscritos presentados a revistas biomédicas (2): 1) Contribuciones sustanciales a la concepción o el diseño del trabajo, o a la adquisición, el análisis o la interpretación de los datos para el trabajo; 2) redacción del trabajo o revisión crítica del mismo para determinar su contenido intelectual importante; 3) aprobación final de la versión que se publicará; y 4) acuerdo para responsabilizarse de todos los aspectos del trabajo a la hora de garantizar que las cuestiones relacionadas con la exactitud o la integridad de cualquier parte del trabajo se investiguen y resuelvan adecuadamente El ICMJE afirma que deben cumplirse estos cuatro criterios antes de conceder la autoría2.
El uso de la autoría honoraria puede clasificarse en tres modalidades o subtipos distintos, cada uno de los cuales refleja una motivación o justificación diferente para su aplicación3. Una de estas modalidades es la autoría de regalo (gift authorship), en la que una persona figura como autora como expresión de respeto o gratitud hacia la persona en cuestión4. Esta práctica suele emplearse con la expectativa de que el autor honorario corresponda reconociendo al autor original en futuras publicaciones. Otra modalidad es la autoría de invitación (guest authorship), en la que se invita a un autor conocido a ser coautor con el objetivo de mejorar la calidad percibida del artículo u ocultar la participación de la industria en un estudio añadiendo un autor académico3,4. Por último, la autoría coercitiva (coercive authorship) se produce cuando un investigador senior obliga a un investigador junior a incluirlo como autor invitado o de regalo3. Esta forma de desviación de la autoría es la más grave, ya que no sólo implica la inclusión de un autor que no ha contribuido a la investigación, sino que también incorpora la diferencia de poder entre autores senior y junior4. Aunque estas modalidades pueden solaparse, todas tienen en común la incorporación de la participación de un actor externo en una investigación a la que no ha contribuido.
Los autores de las modalidades descritas reconocen la existencia de dinámicas de poder y los beneficios asociados a ellas. Por ejemplo, invitar a un autor conocido a contribuir a una publicación puede aumentar la probabilidad de ser citado, lo que beneficia tanto al autor real como al invitado5. Además, es habitual que los grupos de investigación o los jefes de grupo intercambien autorías en forma de regalos recíprocos6. Los nuevos investigadores de un centro o grupo de investigación también pueden sentirse presionados a incluir como autores a investigadores senior para retribuirles el empleo, el cargo, la supervisión o la financiación6,7. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la supervisión de investigadores noveles suele formar parte de las funciones de un investigador senior y no implica necesariamente cumplir los criterios de autoría para figurar como autor en el artículo elaborado por el investigador novel.
La autoría honoraria se ha convertido en un problema común en la publicación académica. Un estudio realizado en 2020 tuvo como objetivo determinar la prevalencia de autorías honorarias y fantasmas en las revisiones Cochrane de 2016 a 2018. Un total de 666 primeros autores fueron evaluados, y el 41 % había participado en la autoría honoraria. Además, el 15 % de los autores desconocían los criterios de autoría del ICMJE. El estudio también reveló que la autoría honoraria se asoció significativamente con una falta de familiaridad con las directrices del ICMJE, un aumento en el número de autores y que al primer autor se le había ofrecido previamente una autoría inapropiada en su carrera académica8.
La autoría honoraria ha engendrado una plétora de consecuencias perjudiciales que van más allá del incumplimiento poco ético de los criterios establecidos por la comunidad investigadora internacional. La confianza del público en la ciencia y en los investigadores es crucial para facilitar la comprensión científica y permitir opiniones informadas sobre cuestiones tecnológicas y científicas. Las violaciones de la integridad científica, incluida la autoría honorífica, erosionan esta confianza en los expertos9. Además, afecta negativamente a los investigadores porque las contribuciones de los autores genuinos quedan ocultas entre los autores honorarios, a los que se concede inmerecidamente una ventaja competitiva en términos de producción científica y citas, lo que les permite acceder a la financiación de la investigación u obtener posiciones más altas dentro de las jerarquías institucionales10. Las propias instituciones también se ven perjudicadas, ya que esta práctica perpetúa un círculo vicioso en el que los autores colaboran con los autores honorarios para mejorar sus carreras y esperan lo mismo de los investigadores noveles, a menudo motivados por la misma institución para aumentar las citas u obtener financiación para la investigación, pero a costa de comprometer la integridad científica de todas las partes implicadas4.
Abordar la cuestión de la autoría honoraria es esencial para todas las partes implicadas en la investigación científica. En primer lugar, deben realizarse más investigaciones para evaluar las consecuencias de tales prácticas en nuestro entorno, con el objetivo de identificar los sectores más afectados y aplicar medidas para reducir estos casos. En segundo lugar, es imperativo incorporar una formación específica en ética de la investigación en los planes de estudio de los jóvenes investigadores y estudiantes de medicina. Por último, las autoridades responsables dentro de las instituciones, departamentos o grupos de investigación deben conocer las directrices más recientes relativas a la autoría y esforzarse por garantizar que estos criterios se respeten en todas las investigaciones realizadas dentro de sus respectivas áreas de jurisdicción. De este modo se romperá el círculo vicioso existente y se garantizará que los verdaderos autores reciban el debido reconocimiento por su contribución al avance del conocimiento científico.