Introducción
Una sexta parte de la población en el mundo está constituida por adolescentes y es sabido que en general conviven en buen estado de salud, aunque la mortalidad prematura, las enfermedades y lesiones constituyen hasta hoy un problema relevante, porque estas últimas socaban las posibilidades de su desarrollo integral1. Entre las lesiones que las afectan, aquellas producidas en accidentes de tránsito representan la más importante causa de muerte en adolescentes, aparte del suicidio, la violencia, el VIH Sida y otras enfermedades como las diarreicas y trastornos de salud mental que no se identifican ni tratan a tiempo1,2.
En el mismo marco de la problemática, es importante señalar el estudio de Mayorga realizado en Madrid, España, con 466 adolescentes escolarizados de ambos sexos, señalando la evidencia que quienes percibían conflictos entre los padres, eran más proclives a presentar problemas de conducta que los que no3. Los autores remarcaron el hallazgo de una asociación entre conflictos parentales y problemas independientemente de la estructura familiar3.
También en España un estudio en 1510 adolescentes de ambos sexos escolarizados de nueve centros de enseñanza, mostró como problemática, agresión hacia los iguales, sintomatología depresiva, estrés percibido y soledad y bajo nivel de autoestima, satisfacción con la vida y empatía4.
Tomando en consideración el panorama mundial y los estudios en España sobre los problemas de salud integral de adolescentes, la perspectiva de la problemática en América Latina se puede visualizar en otros estudios. Al respecto, en un trabajo realizado en Manizales-Colombia con población adolescente escolarizada5 se encontró un factor de riesgo suicida de 16,5 %, y como factores asociados, acoso o intimidación escolar (bullying), disfuncionalidad familiar, baja autoestima, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, consumo de cigarrillo, dependencia alcohólica y consumo de sustancias psicoactivas5. En la misma línea, otra investigación realizada en Santa Marta, Colombia, en estudiantes de secundaria con bajo rendimiento escolar mostró que los mismos presentaban factores psicológicos negativos que los afectaban en su rendimiento y aprendizaje escolar, pero principalmente su salud mental y bienestar psicológico6.
En el mismo orden de ideas, datos relevantes de una investigación llevada a cabo por Fernández en la Plata, Argentina con 120 pacientes adolescentes de ambos sexos en un Hospital Especializado en Drogodependencia y Alcoholismo, encontró que el 63% se inició en el consumo de sustancias entre los 12 y 15 años7. Y sigue citando el autor el hallazgo de otras conductas de riesgo que se encontraron en contexto de abandono, indiferencia, marginalidad, ausencia de una figura de autoridad en el vínculo entre padres e hijos7.
Respecto a la problemática del consumo adolescente de drogas en Paraguay, la Dirección de Prevención Integral y la Dirección de Desarrollo Alternativo aplicó encuestas sobre esta problemática en adolescentes del interior del país8. Los resultados parciales correspondientes al Departamento de Alto Paraná revelaron que el inicio del consumo de cigarrillos y alcohol en estudiantes se da a partir de los 13 años. Un alto número de jóvenes se inicia con las drogas lícitas siendo aún menores de edad y en etapa en que deberían estar bajo el cuidado de sus padres o tutores8.
El presente estudio se propuso analizar las problemáticas, situaciones de riesgo y vivencias traumáticas que experimentaron adolescentes de escolar básica y educación media durante el último año.
Metodología
Estudio descriptivo, retrospectivo9 de adolescentes de 56 colegios de Alto Paraná. El muestreo fue probabilístico y trietápico, cuyo desarrollo fue el siguiente: En la primera etapa fueron seleccionados los colegios en forma sistemática, con arranque aleatorio y probabilidad proporcional al tamaño de cada colegio. En la segunda etapa fueron electos los cursos dentro de cada colegio en forma sistemática con arranque aleatorio y probabilidad aproximada al tamaño de cada curso. En la tercera etapa, fueron seleccionados los alumnos con igual probabilidad de inclusión, en base a la lista proporcionada por el Ministerio de Educación y la Supervisión de cada ciudad.
Respecto al cálculo del tamaño muestral se utilizó el paquete Epidat (Organización Panamericana de la Salud, Junta de Salud de Galicia y Universidad CES de Colombia) para establecer la proporción esperada de adolescentes con distintas problemáticas en 0,50, con un error de muestreo p=0,04 y un nivel de confianza 95 %, el tamaño de la muestra es de 600, a lo que se agregó un excedente de tomas, en previsión de invalidaciones y reemplazos. La muestra fue cerrada en 661 casos para su procesamiento estadístico9.
Se completó un cuestionario auto-administrado, estructurado, anónimo previa autorización de los padres. Se solicitó a estudiantes a participaren de forma voluntaria, proporcionándoles información necesaria sobre la administración de los resultados y los objetivos de la investigación. Como instrumento se utilizó un cuestionario adaptado del Plan de Acción de Desarrollo y Salud de Adolescentes y Jóvenes en las Américas de la Organización Panamericana de la Salud10 con variables de problemáticas, situaciones de riesgo y traumáticas que pudieran haber vivido en el transcurso del año anterior. Se incluyeron además variables socio demográficas (sexo, grupo etario, escolaridad, tipo de colegio, actividad laboral remunerativa, personas con quienes vive).
Control de calidad de los datos: como método de control de calidad, el instrumento de campo fue sometido a prueba piloto con una muestra de 50 estudiantes de Alto Paraná que fueron excluidos posteriormente en la aplicación definitiva. Posterior a este paso, se elaboró la versión final. Se realizó la crítica a cada cuestionario a fin de detectar inconsistencias. Posteriormente fueron preparados para su digitalización.
Consideraciones Éticas: en los meses previos a la implementación, se obtuvo una autorización del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) que declaró de interés el desarrollo del estudio. Posteriormente, desde cada Institución (56 colegios) se envió una Nota a padres y madres para solicitar su autorización. La participación de los/las adolescentes fue voluntaria, proporcionándoles información suficiente y clara sobre la utilización de los datos y fines de la investigación. En todos los casos se guardó escrupulosamente la confiabilidad de las informaciones obtenidas.
Los autores declaran que no tienen conflictos de interés comercial. El presente estudio no cuenta con financiación, independientemente del Incentivo a Investigadores PRONII.
Resultados
Del total de la población de estudiantes (661), 343 (51,9 %) se identificó con el sexo femenino, 318 (48,1 %) con el masculino; 281 (42,5 %) perteneció al grupo de edad de 12 a 15 años, 254 (38,4 %) de 16 a 17 años y 122 (18,5 %) 18 a 19 años; se encontraban cursando la Escolar Básica 346 (52,4 %) estudiantes y el Bachillerato 308 (46,5 %); pertenecían a Colegios Públicos 428 (64,8 %) y a Colegios Privados 187 (28,2 %); se hallaban trabajando 147 estudiantes (22,3 %) (Tabla 1).
Al momento del estudio vivían con los padres 493 (74,6 %) estudiantes, con la madre 86 (13,0 %), con parientes 38 (5,7 %), con el padre 18 (2,7 %) y con el encargado no pariente 16 (2,4 %), el resto corresponde a amigos o compañeros.
Sexo | Frecuencia | Porcentaje |
Masculino | 318 | 48,1 |
Femenino | 343 | 51,9 |
Grupo de edad | ||
12 a 15 años | 281 | 42,5 |
16 a 17 años | 254 | 38,4 |
18 a 19 años | 122 | 18,5 |
No responde | 4 | 0,6 |
Escolaridad | n | % |
Escolar Básica | 346 | 52,4 |
Bachillerato | 308 | 46,5 |
No contesta | 7 | 1,1 |
Tipo de Colegio | ||
Colegio Público | 428 | 64,8 |
Colegio Privado | 187 | 28,2 |
No responde | 46 | 7,0 |
Trabaja actualmente | ||
Sí | 147 | 22,3 |
No | 514 | 77,7 |
Entre los problemas o dificultades sobresalen discusiones con mamá/papá 44,6 % (295), notas bajas en el colegio 43,1 % (285), mal comportamiento y desobediencia en casa 35,1 % (232), problemas de carácter-temperamento 25,4 % (168) y consumo de alcohol 21,0 % (139). De las situaciones vividas personalmente o por algún miembro de su familia, el 33,1 % (219) se sintió triste o nervioso(a) todo el tiempo, 17,4 % (115) se involucró en peleas o riñas alguna vez, 16,6 % (110) intentó quitarse la vida alguna vez, 16,0 % (106) recibió golpes o maltrato; 10,9 % (72) consultó por problemas emocionales alguna vez y 6,5 % (43) fue víctima de abuso sexual.
Discusión
Cerca de la mitad de los/as adolescentes escolarizados del estudio manifestó como principales problemas o dificultades en el último año, haber tenido discusiones con su padre/madre y notas bajas en el colegio, a lo que le siguió en importante porcentaje, mal comportamiento y no obediencia a padres. Problemas de carácter y temperamento y consumo de alcohol tuvo un cuarto del grupo estudiado. La evidencia encontrada es coincidente con los resultados de la investigación de Rueda en Bucaramanga-Colombia, donde uno de cada siete estudiantes presentó problemáticas de consumo abusivo de alcohol y como factores asociados la influencia de amigos, la familia, la edad y el comportamiento antisocial11,12.
Los resultados del presente estudio también mostraron que un tercio del grupo padeció tristeza y nervios en forma permanente, y casi un quinto del grupo se involucró en peleas y riñas, intentó quitarse la vida alguna vez y recibió golpes y maltrato. Sólo una décima parte consultó por problemas emocionales alguna vez. También autores como Chávez y Hernández en 2017 señalaron situaciones similares en una investigación realizada en México13) con problemas familiares (sentirse enojados, tristes, solos), deprimidos e incomprendidos. Resultados afines mostraron el estudio del Quindio-Colombia, donde un tercio de los estudiantes escolarizados afirmó padecer tristeza todo el día durante el último mes y exteriorizaron riesgo suicida moderado y alto14.
Otros elementos encontrados fueron ideas de que su futuro es vago/incierto, problemas para satisfacer necesidades, desconfianza ante el apoyo de otros, y desesperanza ante cosas que ansían14. En Ecuador, Moreta señaló en su estudio con adolescentes escolarizados riesgo elevado en la dimensión escolar, aspectos asociados a conductas problemáticas como repetición del año, dificultades en el aprendizaje o indiferencia y en la dimensión familia, problemas emocionales, conflictos con el sistema parental y desaprobación social15.
En relación a la problemática del abuso sexual y el hallazgo de 43 casos en el presente estudio, se encontraron evidencias similares en la investigación de Àlape Zuluaga16 realizada en una institución educativa de Manizales, Colombia. Resaltó en ésta el abuso sexual frecuente en población escolar (1 de cada 3 en niños, 1 de cada 5 en niñas) en edades comprendidas entre 12 y 14 años16.
Respecto a la relación con el agresor se aprecia que la pequeña proporción de abuso intrafamiliar se localiza en el de alta sintomatología. Aunque la mayoría son abusados por integrantes de su familia, estos resultados sugieren que el abuso intrafamiliar estaría asociado a menor sintomatología de estrés postraumático. La mayor proporción de víctimas de abuso crónico se agrupó en el conglomerado de baja sintomatología. Los adolescentes de los 3 grupos no se diferenciaron mayormente en edad, tipo de abuso sexual sufrido, lapso de tiempo transcurrido desde el último episodio, latencia de la revelación, violencia utilizada por el agresor y existencia de otros sucesos traumáticos en los últimos 2 años16.
El trabajo investigativo en adolescentes escolarizados de la ciudad de Necochea, Prov. de Buenos Aires, realizado por Di Rico, puso también en evidencia relaciones existentes entre riesgo suicida y factores interpersonales de soledad, aislamiento social y apoyo social percibido. El análisis de las correlaciones entre riesgo suicida y las dimensiones interpersonales reveló asociaciones significativas prácticamente en todos los casos, las de mayor magnitud con soledad y apoyo social percibido17. La variable soledad, es decir la vivencia de insatisfacción -real o percibida- en las relaciones interpersonales, presentó las correlaciones positivas de mayor magnitud con los factores de riesgo baja autoestima, desesperanza, soledad y aislamiento e ideaciones suicidas, y también con riesgo suicida17.
En cuanto al apoyo social percibido, se observan las asociaciones más elevadas con la presencia de ideaciones suicidas, el aislamiento social y el potencial de riesgo de suicidio. Los resultados indicaron que el apoyo social de los padres ejercería como un factor protector directo, y el que pareciera ejercer mayor efecto alude al acompañamiento parental activo en la vida del adolescente y ser fuente donde los jóvenes pueden buscar consejo y apoyo de sus elecciones17.
Las causas que aluden los adolescentes para realizar tentativas suicidas son el inicio del desapego familiar y el ingreso al contexto colectivo. Los problemas familiares cumplen un papel fundamental en el riesgo suicida13 y deben ser tomados en cuenta en instituciones educativas que pueden tener una mirada importante hacia las situaciones problemáticas padecidas por los y las jóvenes, detectadas o identificados en el contexto socioeducativo.
Como limitación del estudio se puede mencionar el hecho de ser retrospectivo, por lo que, la información respecto a las problemáticas visualizadas por adolescentes y las experiencias vividas pueden no corresponderse con la situación de hoy día. Políticas públicas enmarcadas en la atención integral a la adolescencia desde el Ministerio de la Niñez y la Adolescencia, así como desde el Ministerio de educación pueden ayudar a tener esta mirada del contexto micro y macro social de adolescentes. Políticas que brinden oportunidades de desarrollo y una vida digna a la población en general y a jóvenes en particular, con sus distintos contextos familiares.