Cada vez que nuestra mente entra en contacto con ideas que se oponen a las ideas a las que estamos acostumbrados, entra en conflicto. El conflicto, lo resuelve a través atajos mentales que se adquieren a través de la cultura, de lo aprendido y de lo vivido. Pero, ¿Qué sucede cuando el conflicto está en la cultura, en lo aprendido o en lo vivido? O ¿Qué sucede cuando el sentir hacia personas del mismo sexo es el conflicto?
Ocultar de las personas lo que uno siente como reprochable evita el castigo social y la discriminación. Castigamos transgresiones morales de otros para mejorar nuestra reputación social1 y, hoy día, las redes sociales amplifican y magnifican el castigo. A la hora de señalar esta indignación moral, las personas lo hacen más bien para cuidar su reputación que buscando comprender, tolerar y aceptar. Entonces, si trasgresiones morales son castigadas y sometidas al proceso de humillación, es entendible que la orientación sexual se oculte.
Se ha explorado la relación entre emociones y prejuicio, en la que ciertas creencias ampliamente aceptadas, pero no necesariamente acertadas, pueden desencadenar estados afectivos en ciertas personas2 y reducir el umbral para el prejuicio, esto puede ir más allá cuando la homonegatividad puede ser evocada solamente con la imaginación3. Solo hace falta tener una conversación sobre un tema, en un contexto con ideas opuestas a las de uno para que estas se repriman y que esto se repita en otros contextos hasta el punto en que sea uno mismo el que rechace estas ideas y genere un conflicto intrapsíquico4.
En esta edición de la Revista “Medicina Clínica y Social”, se presenta un estudio realizado en la Facultad de Ciencias Médicas de Universidad Nacional de Asunción5, que señala que el encubrimiento de la orientación sexual de las personas no se da solamente en ambientes fuera del académico, si no que en la misma unidad académica formadora en la que “salir del closet” puede ser un reto aun mayor, si el hecho repercute sobre su futuro.
Utilicemos una muralla como analogía al punto sobre si expresar o no la orientación sexual. Si consideramos que la cultura, el entorno académico o laboral, la familia y las redes primarias de apoyo van a marcar la altura de la muralla, ¿qué tan alta es la muralla en la que usted vive, trabaja o estudia? ¿Qué podemos hacer nosotros como sociedad? y ¿Qué pueden hacer las instituciones para hacerlas más bajas?