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Academo (Asunción)

versión On-line ISSN 2414-8938

Acad. (Asunción) vol.6 no.1 Asuncion jun. 2019

https://doi.org/10.30545/academo.2019.ene-jun.10 

ARTÍCULO DE REVISIÓN

Las nuevas creencias de la ciudadanía europea ante el terrorismo

The new beliefs of European citizenship in the face of terrorism

José Carlos Vázquez Parra1 

1 Tecnológico de Monterrey, Escuela de Humanidades y Educación. Campus Guadalajara, México. E-mail: jcvazquezp@itesm.mx


RESUMEN

El terrorismo en la última década parece tener una clara escalada, no solo en los daños generados o en las víctimas afectadas, sino también, en la cada vez más usual presencia de este tipo de ataques en algunas ciudades europeas. Lo que antes se presentaba cada década, ahora es un común que parece repetirse cada año. Esto trae consigo una clara modificación en el comportamiento de las personas, quienes ahora ven la necesidad de construir su actuar diario, sobre la posibilidad de ser presas de un atentado terrorista. El presente artículo busca hacer una reflexión sobre el nuevo comportamiento europeo ante el terrorismo, concluyendo que muchas de las creencias que argumentan el actuar de los europeos pudieran no ser racionales, dando pauta a comportamientos inciertos o incluso contradictorios.

Palabras clave: Jon Elster; argumentos; terrorismo; violencia; racionalidad

ABSTRACT

In the last decade, terrorism apparently has had a clear growth not only in the damages generated or in the victims affected, but also in the uncommon frequency of attacks in some European cities. The events which, in the past, happened every decade now are repeating every year. This shows a clear change in people’s behaviors; they now build their lives around the possibility of being victims of a terrorist attack. This article reflects on the new European reaction in the face of terrorism, it evaluates how the European beliefs and actions may not be rational and even lead to uncertain and contradictory reactions.

Keywords: Jon Elster; arguments; terrorism; violence; rationality

INTRODUCCIÓN

No cabe duda que poder siquiera plantear la posibilidad de una interiorización de creencias sobre el terrorismo pudiera resultar bastante riesgoso, ya que esto afectaría la noción misma que tenemos de este tipo de ataques como algo esporádico y sorpresivo. Sin embargo, en los últimos años, parece que estos actos de violencia se están convirtiendo en situaciones que cada vez causan menos impacto en la población de ciertas ciudades europeas, quienes viven con el estrés constante de ser víctimas del siguiente atentado.

Desde el 11 de septiembre del 2001 con los atentados en las Torres Gemelas y el Pentágono en los Estados Unidos, parece haberse abierto una caja de pandora de ataques terroristas cada vez más constantes (20min.es, 2008). El ataque en Bali del 2002 (Indo.com, 2003), seguido por Casablanca y Estambul en el 2003 (ABC.es, 2006; País, 2003), solo fueron el preámbulo de las que podrían ser las décadas más mortíferas del terrorismo. El 11 de marzo del 2004 mueren 192 personas en el ataque a cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid (Labari, 2004), a las que se sumarían otros 56 civiles el 7 de julio del 2005 con el atentado de cuatro bombas en el Sistema de Transporte Publico de Londres (BBCNEWS, 2005).

Lamentablemente, conforme fueron pasando los meses, estos atentados cada vez se hicieron más usuales, llegando, en los últimos años, a una constante agresión de la que la población no consigue recuperarse. París, fue violentamente sacudida durante el 2015 con los ataques de Charlie Hebdo en enero y la Sala de Conciertos Bataclan en noviembre (Bronstein, 2015). En el 2016 se dieron los ataques al aeropuerto de Bruselas en marzo, a la ciudad de Niza en Julio y a Berlín en diciembre (Carnicero, 2017). Y en el 2017, la agresión a militares en las cercanías del Museo del Louvre en París en febrero, el ataque a agentes de seguridad en el aeropuerto de Orly (Parrondo, 2017) y hacia una multitud en el puente de Westminster en Londres en marzo (BBC, 2017), el atentado suicida en el metro de San Petersburgo y el ataque a peatones de Estocolmo en abril (Silva, 2017), así como las explosiones a la salida de una sala de conciertos de Manchester a finales de mayo (Guimón, 2017).

Sin embargo, ¿Por qué parece causarnos tanto conflicto leer de esta creciente presencia de atentados terroristas cuando en regiones del mundo como medio oriente esto lleva décadas repitiéndose?, además, ¿Por qué resultan tan desafiantes los últimos años, cuando durante las décadas de los 70 y 80 el promedio de muertos por terrorismo en Europa ascendía a más de 150 personas por año? Claro está que este artículo no pretende menospreciar la gravedad de los actuales atentados, sino únicamente poner en una perspectiva lo que viene sucediendo en las últimas décadas y como esto ha impactado en el comportamiento de los europeos.

La reducción del turismo, la cancelación de espectáculos masivos e incluso, el miedo hacia ciertos grupos poblacionales, parecen estar enmarcando un nuevo escenario de elecciones, decisiones y acciones, y lo que en un momento podría haberse visto como una psicosis colectiva, con actuaciones de protección exageradas, hoy por hoy parecen estarse convirtiendo en una reacción de autoprotección con considerables argumentos, ante una realidad cada vez más desafiante e incierta (Vázquez & Amézquita, 2016).

Según la teoría Elsteriana de la racionalidad, toda acción para ser considerada racional debe sustentarse en dos elementos básicos; un deseo racionalmente autónomo y creencias racionales que se basen en evidencia óptima (Elster, 2010). Entonces, ¿Qué sucede cuando esta constante de ataques de terror consiguen generar argumentos que sustenten acciones que en algún momento podrían clasificarse como paranoicas?, ¿Qué acciones pueden calificarse como racionales dentro de una población que por medio de un proceso deliberativo hace parte de sus creencias una visión del ambiente como un entorno violento, peligroso y amenazante?, ¿Qué tan irracionales podemos considerar las acciones de una población asustada, cuando la sensación de amenaza se convierte en una constante de vida?

El presente artículo busca responder a estos cuestionamientos, tratando de esclarecer la posibilidad de una nueva estructuración de creencias del terrorismo en la población europea, lo cual podría a la larga, dar cabida a una disposición de argumentos que respalden racionalmente el actuar de la población, por medio de comportamientos de aislamiento, rechazo o incluso violencia ante aquello que le resulta amenazante. El abordaje se dará desde dos enfoques; primeramente, un análisis histórico del fenómeno del terrorismo en Europa, para posteriormente reflexionar sobre el impacto que puede llegar a tener esta nueva racha de atentados en la población joven que no vivió durante las violentas décadas del siglo pasado.

Visión conceptual del terrorismo

Según los Ministros de Justicia e Interior de la Unión Europea (citado por Carrasco, 2010), un terrorista es aquel que intimida gravemente a la población y obliga indebidamente a los poderes públicos o a una organización internacional a hacer o abstenerse de hacer algo, por medio de un acto que busca causar destrucción masiva, poniendo en peligro vidas humanas y produciendo perdidas económicas considerables.

De una manera general, la Real Academia de la Lengua Española (RAE, 2015), propone una noción que se adecua muy bien a los anteriores planteamientos al señalar que el acto terrorista es aquella actuación criminal que reiteradamente y de modo indiscriminado, pretende crear una alarma social e infundir terror en la población, principalmente con fines políticos.

Sin embargo, es importante considerar que aunque en el presente el terrorismo se muestra como una clara amenaza internacional, este fenómeno debe verse desde sus dos objetivos; uno que es el de producir terror y otra el de aprovechar esa situación para conseguir algo (Zuinaga, 2011). Wilkinson (1981), plantea que el mayor impacto del terrorismo es efectivamente el generar incertidumbre, ya que esto es el estado inicial para la intimidación de las masas.

Considerando lo anterior, es que en 1999 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (citado por la Avilés, 2010), valorando la gravedad del tema, resolvió que el terrorismo era:

Cualquier acto destinado a causar la muerte o lesiones corporales graves a un civil o a cualquier otra persona que no participe directamente en las hostilidades en una situación de conflicto armado, cuando el propósito de dicho acto sea intimidar a una población u obligar a un gobierno o una organización internacional a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo (p.10).

Sea cual sea el objetivo buscado, el terrorismo incluye cualquier tipo de comportamiento que tiene la intención de generar un clima de miedo e inseguridad en la población hacia sus gobernantes, las instituciones e inclusive, el resto de la población (Bordes, 2000). De esta manera, uno de los puntos más relevantes de los actos terroristas se centra en la reacción que llega a generar en los ciudadanos, ya que podría cuestionarse la gravedad de un acto que realmente no llega a generar terror (Díaz, 2007). Por ello es que hablar de una normalización o interiorización de este tipo de creencias, pudiera cuestionar el sentido mismo del terrorismo, afectando su noción, pero no reduciendo su gravedad. ¿Qué tan irracional es el actuar de alguien con miedo en comparación a alguien que se prepara para este tipo de situaciones violentas?, ¿Se podrá en algún momento justificar racionalmente las decisiones de una población acostumbrada al terrorismo, aun cuando sus actos hoy puedan verse sin argumentos? Pues bien, parte de esta respuesta se encuentra en la historia misma del terrorismo en Europa, situación que no resulta tan nueva como se llega a creer por las nuevas generaciones.

Una visión histórica del terrorismo europeo

Existen múltiples situaciones históricas que muestran acciones de tipo terrorista, como por ejemplo los sicarii en el siglo I, quienes aprovechaban los grandes festivales del pueblo judío para asesinar a sus víctimas, consiguiendo desaparecer entre la multitud aterrorizada (Burleigh, 2008). Sin embargo, y para los fines del presente artículo, este texto se enfocará en aquellos que tuvieron lugar en el continente europeo.

Como se señaló con anterioridad, el terrorismo no es una noción nueva, ya que desde el reinado del terror en Francia se tenía una idea de que cualquier acto que tuviera por fin la generación de miedo, debería ser considerado como algo indebido y con su propia clasificación. Gustave Le Bon (Citado por Laqueur, 2003), señalaba que el terrorismo siempre se ha usado en las revoluciones, buscando impresionar a los enemigos sobre el poder que se puede tener sobre los otros.

Durante los 11 meses que duró el reinado del terror (1773-1774) los Jacobinos usaron la violencia y las ejecuciones en masa como una forma de intimidar a sus enemigos y obligar a la obediencia del estado. Se podría decir que el termino terrorista nació a partir de este tipo de acciones, ya que lo que en gran medida pretendían era sembrar el terror para conseguir sus objetivos políticos (Schmid & Jongman, 1988).

Esta misma línea de acción es lo que dio pauta a la visión terrorista del siglo XIX, en la cual se empleaba como blanco los espacios de consumo masivo que permitieran sentar un precedente de la fuerza o las posibilidades que tenía cierto grupo radical (Simonsen & Spindlove, 2000). Ejemplo de ello es lo realizado por la Hermandad Republicana Irlandesa, la cual, con la intensión de detonar un movimiento independentista en Irlanda, llevó a cabo múltiples actos de violencia durante 1881 y 1885. Algo semejante es lo que realizaban distintos grupos anarquistas rusos, los cuales fueron desde las matanzas de opositores hasta el uso de dinamita, como el atentado en el que murió el Zar Alejandro II en 1881 (Calleja, 2002).

Durante este siglo, diferentes agrupaciones fueron gestando múltiples actos, como la bomba lanzada a la Cámara de Diputados francesa en 1893, el asesinato del presidente Marie Francois Sadi en 1894, del ministro Antonio Cánovas en 1897 y de la emperatriz Isabel de Baviera en 1898 (Burleigh, 2008).

A inicios del siglo XX, este tipo de atentados continuó una línea más o menos semejante, como los realizados por el movimiento Sufragio Femenino en Reino Unido entre 1905 y 1913, el asesinato del Rey Umberto I de Italia en 1900, el del ministro Pyotr Stolypin en 1911 e incluso, el del archiduque Francisco Fernando de Austria en 1914 por la organización serbia Mano Negra y que condujo la I Guerra Mundial (Laqueur, 2003).

El antecedente más parecido de lo que hoy se comprende por terrorismo comenzó con la fundación del Ejército Republicano Irlandés (IRA), quienes a partir de 1916 llevaron a cabo múltiples ataques a símbolos británicos (Calleja, 2002).

Durante los años de post guerra el régimen Nazi y el estado Soviético llevaron a cabo prácticas muy parecidas al régimen del terror francés, utilizando el terrorismo de estado de manera sistemática y de forma masiva para tener un mayor control sobre la población y sus posibles opositores (Aulestia, 2005).

Aunque muchos de estos ataques cesaron durante el periodo de la guerra, bastaron unos años posteriores a la misma para que estos grupos volvieran a aparecer. Durante la década de los 60, se fundaron grupos nacionalistas como ETA (Euskadi Ta Askatasuna) y reactivaron actividades otros como IRA (Calleja, 2002).

ETA de manera particular tuvo una actividad muy intensa durante varias décadas en las que realizó múltiples atentados dirigidos funcionarios del gobierno español como al presidente Luis Carreno, al líder del Partido Popular José María Aznar, e inclusive, la planeación del asesinato del rey Juan Carlos (Alonso, Domínguez, & Rey, 2010). Por su parte, IRA llevó a cabo una campaña armada que incluía ataques bomba, asesinatos y atentados a la población civil. En 1972 se dio el llamado viernes sangriento con 9 víctimas y más de 130 heridos. Para finales del siglo XX, grupos separatistas Chechenos se sumaron a los ataques en el viejo continente, siendo el más significativo el que realizaron en el hospital Budionnovsk en el que tuvieron más de 1000 rehenes, siendo asesinados 105 civiles y más de una veintena de soldados rusos (Burleigh, 2013).

Aunque parece ser que los antecedentes resultan ser cada vez más usuales, la frecuencia no era alta y los ataques muy enfocados, por lo que muchos de estos sucesos eran vistos como actos aislados por parte de la ciudadanía (Jenkins, 1975). Sin embargo, mucho de esto vino a cambiar al comenzar el siglo XXI, en el cual no ha pasado un solo año sin tener alguna situación de este estilo (Burleigh, 2013). A diferencia de los anteriores, ahora gran parte de los ataques son realizados por grupos extremistas externos, quienes usan este tipo de sucesos como una queja o rechazo al apoyo de naciones europeas a las intervenciones en sus propios países (Jenkins, 1975).

En lo que va del 2000 al 2018 se han dado más de 100 atentados catalogados como posibles actos de terrorismo en diferentes países de Europa que han tenido miles de víctimas mortales (Tabla 1). A continuación, se ha realizado una tabla con los 60 más significativos por sus características, daños o pérdidas humanas.

Tabla 1 Selección de 60 atentados terroristas en Europa (2000-2018). 

Fecha País Atentado Víctimas
22 de julio del 2003 España Bombas en dos hoteles de Alicante y Benidorm 14 heridos
15 y 20 de noviembre del 2003 Turquía Coches bomba en dos sinagogas, un banco y el consulado de Reino Unido 58 muertos y 700 heridos
11 de marzo del 2004 España Ataques bomba a cuatro estaciones de trenes en Madrid. 193 muertos y 2000 heridos
7 de julio del 2005 Inglaterra 4 bombas en el transporte público de Londres 56 muertos y 700 heridos
30 diciembre del 2006 España Coche bomba en la Terminal 4 del aeropuerto de Madrid 2 muertos y 20 heridos
22 de mayo del 2007 Turquía Ataque suicida en centro comercial 6 muertos 121 heridos
22 septiembre del 2008 España Coche bomba frente al patronato militar de Santoña 1 muerto
29 de julio del 2009 España Atentado contra la casa cuartel de la guardia civil de Burgos 60 heridos
27 de noviembre del 2009 Rusia Bomba en las vías del tren de alta velocidad Nevsky Express entre Moscú y San Petersburgo 27 muertos y 95 heridos
25 de diciembre del 2009 Países Bajos Intento de ataque del vuelo 253 de Northwest Airlines con ruta Ámsterdam-Detroit. 3 heridos
29 de marzo del 2010 Rusia Ataques suicidas con bombas en el metro de Moscú 40 muertos y 102 heridos
11 de diciembre del 2010 Suecia Bombas en el centro de Estocolmo 1 muerto y 2 heridos
24 de enero del 2011 Rusia Ataque suicida en el aeropuerto internacional de Moscú 35 muertos y 100 heridos
11 de abril del 2011 Bielorrusia Bomba en el metro de Minsk 11 muertos
22 de julio del 2011 Noruega Bomba y tiroteo en las isla de Utoya 76 muertos y 100 heridos
19 de mayo del 2012 Italia 3 bombas de fabricación casera frente a la escuela Morvillo Falcone en Brindisi. 1 muerto y 5 heridos
18 de julio del 2012 Bulgaria Ataque suicida en autobús de pasajeros en el aeropuerto de Burgas 8 muertos y 32 heridos
11-19 de marzos del 2012 Francia Tiroteo en las ciudades de Montauban y Toulouse 8 muertos y 5 heridos
21 de octubre del 2013 Rusia Ataque suicida en el centro del Oblast de Volgogrado 8 muertos y 36 heridos
19 y 30 de diciembre del 2013 Rusia Ataques suicidas en el centro de Volgogrado 36 muertos y 86 heridos
24 de mayo del 2014 Bélgica Tiroteo en el Museo Judío de Bélgica 4 muertos
20 de diciembre del 2014 Francia Atentado a la estación de policía de Tours 1 muerto y 3 heridos
21 de diciembre del 2014 Francia Atropellamiento a peatones en cinco áreas de la ciudad de Dijon. 11 heridos
22 de diciembre del 2014 Francia Atropellamiento a peatones en un mercado navideño de la ciudad de Nantes 1 muerto y 10 heridos
6 de enero del 2015 Turquía Atentado suicida con bomba en el distrito de Sultanahmet en Estambul 2 muertos y 1 herido
7 de enero de 2015 Francia Tiroteo en el diario sabatino Charlie Hebdo 12 muertos y 11 heridos
9 de enero del 2015 Francia Toma de rehenes en Porte de Vincennes en París 5 muertos y 4 heridos
14 y 15 de febrero del 2015 Dinamarca Tiroteo en la ciudad de Copenhague 3 muertos y 5 heridos
20 de julio del 2015 Turquía Ataque suicida con bomba en el Centro Cultural Hube Amado de Suruc 32 muertos y 104 heridos
11 de octubre del 2015 Turquía Ataques suicidas con bombas en la ciudad de Ankara 128 muertos y 246 heridos
15 de octubre del 2015 Rusia Bomba en el vuelo 9268 de Kogalymavia de Egipto a San Peterburgo. 224 muertos
13 de noviembre del 2015 Francia Atentados suicidas en diferentes puntos de París que incluyeron tiroteos y bombas 137 muertos y 350 heridos
12 de enero de 2016 Turquía Ataque suicida con bomba en el hipódromo de Constantinopla en Estambul 11 muertos y 15 heridos
17 de febrero del 2016 Turquía Coche bomba contra transportes militares 29 muertos y 61 heridos
13 de marzo del 2016 Turquía Coche bomba contra autobuses de civiles. 37 muertos y 122 heridos
19 de marzo del 2016 Turquía Ataque suicida en una calle peatonal de Estambul 5 muertos y 36 heridos
22 de marzo del 2016 Bélgica Atentado en el aeropuerto y la red del metro de Bruselas 35 muertos y 340 heridos
28 de junio del 2016 Turquía Bombas en el aeropuerto internacional Ataturk en Estambul 45 muertos y 239 heridos
14 de julio del 2016 Francia Atropellamiento en el Paseo de los Ingleses en Niza 87 muertos y 434 heridos
22 de julio del 2016 Alemania Tiroteo en el Centro Comercial Olympia en Múnich 10 muertos y 35 heridos
24 de julio del 2016 Alemania Ataque suicida en Ansbach 1 muerto y 12 heridos
26 de julio del 2016 Francia Situación de rehenes en la Iglesia Saint Etienne du Rouvray 3 muertos y 2 heridos
20 de agosto del 2016 Turquía Ataque suicida en una boda Kurda en Gaziantep 51 muertos y 94 heridos
10 de diciembre del 2016 Turquía Ataque bomba alrededor de un estadio de futbol en Estambul 38 muertos y 166 heridos
19 de diciembre del 2016 Suiza Tiroteo en Centro Islámico en Zúrich 3 heridos
19 de diciembre del 2016 Alemania Atropellamiento masivo en un mercado navideño en Berlín 12 muertos y 56 heridos
5 de enero del 2017 Turquía Coche bomba en Esmirna 4 muertos y 10 heridos
16 de enero del 2017 Turquía Coche bomba en Diyarbakir y Sirnak 4 muertos y 7 heridos
29 y 30 de enero del 2017 Rusia Tiroteo en Khasavyurt y Shalí 8 muertos
3 de febrero del 2017 Francia Ataque con cuchillo en el museo de Louvre 1 herido
17 de febrero del 2017 Turquía Coche bomba en Viransehir 2 muertos y 17 heridos
18 de marzo del 2017 Francia Atentado con arma en el aeropuerto de Orly 1 muerto y 4 heridos
22 de marzo del 2017 Reino Unido Ataque con cuchillo a un policía y atropellamiento en el Puente de Westminster. 6 muertos y 50 heridos
3 de abril del 2017 Rusia Bomba casera en el metro de San Petersburgo 16 muertos y 64 heridos
8 de abril del 2017 Suecia Atropellamiento en el centro de Estocolmo 5 muertos y 14 heridos
20 de abril del 2017 Francia Tiroteo en el área de los Campos Elíseos en París 2 muertos y 3 heridos
22 de mayo del 2017 Reino Unido Atentado suicida en concierto en Manchester 23 muertos y 116 heridos
3 de junio del 2017 Reino Unido Atropellamiento y apuñalamiento en el mercado de Borough 11 muertos y 48 heridos
17 de agosto del 2017 España Atropellamiento en la Rambla de Barcelona, ataque en Cambrils y explosión en Alcanar 24 muertos y 150 heridos
1 de octubre del 2017 Francia Apuñalamiento de dos mujeres en la estación de Marsella 2 heridos

Fuente: Creación propia a partir de: Barón, 2001, BBC, 2017, Bronstein, 2015, Calleja, 2002, Carnicero, 2017, Guimón, 2017, Mercado, González, & Olvera, 2009, Parrondo, 2017, Romero & Durán, 2010 y Silva, 2017.

Como es posible apreciar en la anterior tabla, la característica del terrorismo en el presente siglo no solo muestra una tendencia a la periodicidad entre un ataque y otro, sino también, el hecho de que son atentados dirigidos en gran medida en contra de la población civil. Esta situación, parece estar desatando una sensación de inseguridad cada vez más argumentada en la ciudadanía europea, quienes no saben si al ir a un evento masivo, estar en una iglesia o simplemente caminando por la calle, pudieran ser las próximas víctimas.

Una aproximación a la construcción de creencias sobre los atentados terroristas

El análisis de las reacciones y respuestas ante un atentado terrorista ha sido ampliamente analizado por la psicología, como los estudios en Alemania durante los 80 a grupos afectados por la Fracción del Ejército Rojo o bien los de Martha Crenshaw (2011) sobre testimonios autobiográficos de ex miembros y miembros de IRA. Sin embargo, lo que si resulta novedoso es el ver cómo estas reacciones pueden llegar a normalizar cierto tipo de comportamientos a partir de la interiorización y adopción de creencias que, aunque en su momento pudieran considerarse irracionales, puedan llegar a argumentarse ante una situación de terror y miedo.

Según la teoría amplia de la racionalidad del comportamiento, el actuar humano se gesta a partir de decisiones que, como agentes libres, realizamos en nuestra vida. Estas elecciones y posteriores decisiones, se construyen con base en los deseos que motivan al agente y las creencias que se tienen acerca de cómo sería más adecuado actuar (Elster, 1999). Por ende, el comportamiento responde en gran medida a las situaciones concretas que se van presentando, pudiendo en cierto momento ser lo más racional actuar de una forma, pero que, en una situación distinta, dicho comportamiento no sería el adecuado. Así, lo que se cree que responde de mejor manera a una situación, y la argumentación que respalda dicha creencia, es lo que marca la diferencia entre la racionalidad o irracionalidad de una acción (Vázquez Parra, 2015).

Cabe señalar, que cuando una situación se sale del contexto natural de alternativas, las acciones pudieran responder a aquello que se cree es lo adecuado, aunque los motivadores no necesariamente tengan argumentos precisos. Cuando alguien apunta con un arma a alguien, o cuando se ve gente correr, son situaciones que pueden llevar a que un individuo reaccione, en lugar de un proceso racional de toma de decisiones.

Como se ha comentado anteriormente, la presencia cada vez más usual de ataques contra la población civil en algunas ciudades de Europa, ha llevado a que cada vez, de forma más usual, las personas implementen prácticas poco usuales o que no eran vistas como algo normal hace una década. El fenómeno de abrir tu puerta a los transeúntes durante una situación de peligro, se hizo un gesto usual en las ciudades que ya han sufrido de este tipo de atentados, generándose incluso aplicaciones móviles que avisan a los ciudadanos de aquellos lugares en donde pueden refugiarse para evitar estar en un lugar riesgoso (Tribouillard, 2015).

Redes sociales como Facebook implementaron alertas para avisar a los contactos personales el estado de las personas ante una situación de riesgo, mismas que se activan en el momento en que están dándose el suceso (Junca, 2018). Todo esto viene a complementar las reacciones que la población de manera personal parece adoptar.

Después de los atentados terroristas en Madrid, muchas personas evitaron el transporte público, ya que temían el que el mismo fuera nuevamente atacado. Tras el ataque en Manchester, durante el concierto de Ariana Grande, padres de familia evitaron que sus hijos fueran a algún evento masivo, por considerar que estos serían posibles puntos de riesgo (Rivas, 2017). Incluso, los bienes y raíces en zonas céntricas o cercanas a embajadas o edificios públicos se han visto afectadas en ciudades como París, Londres o Madrid, por creer que son más susceptibles a un atentado (Valdés, 2017). Este tipo de reacciones han venido acompañadas por un rechazo muy marcado a ciertos grupos étnicos, creencias religiosas y nacionalidades. Sin embargo, ¿Qué tanto podemos hablar de reacciones ante una situación estresante, cuando esto se alarga en el tiempo por más de una década?

Así como sucede con una persona de una población rural, que se acostumbra a una gran ciudad, su ritmo, sus riesgos y sus peligros, parece ser que los ciudadanos europeos han comenzado a adoptar algunos de estos comportamientos reactivos, modelando su actuar diario conforme a parámetros que durante la anterior década resultan ser beneficiosos (Vázquez Parra, 2012). A diferencia de una reacción, ahora la población parece ver que ciertos comportamientos restrictivos, como no acudir a eventos masivos o visitar ciertas zonas de sus ciudades, pudieran ser acciones prudentes ante la nueva realidad que les rodea.

Lógicamente, esto viene aparejado a una reacción cada vez menos alterada ante este tipo de atentados, lo cual es fácilmente medible con la cobertura de los medios y la opinión pública. Mientras ataques como los del metro de Madrid o Londres causaron un alto nivel de reacción que duró por semanas, los atropellamientos en España, Reino Unido y Suecia del 2017 tuvieron una cobertura de pocos días. Por si esto fuera poco, el temor de ciertas ciudades a alarmar al turismo del cual reciben muchas divisas, también ha contribuido a que los atentados sean “suavizados”, con el fin de evitar tener un impacto mayor del que ya por naturaleza se tiene después de este tipo de situaciones.

De esta manera, un nuevo abanico de comportamientos parece estar siendo adoptado por las personas en ciertas capitales europeas, en donde aquellas acciones que antes podían parecer paranoicas, hoy por hoy encuentran elementos para justificarse, convirtiéndose en parte del actuar y vivir en un entorno vulnerable al terrorismo.

Sin embargo, ¿Cuántas de estas acciones realmente llegan a ser racionales y cuantas se basan más en el temor o el miedo sembrado por la violencia?, ¿Realmente se tiene evidencia de que las nuevas actuaciones resultan ser más óptimas?

Para Jon Elster (2010), la optimalidad de las evidencias que argumentan una creencia es una situación fundamental al momento de calificar un acto de racional o irracional, ya que, si no se cuenta con información confiable, podría ser que lo que se adopta como nuevo comportamiento sea más perjudicial que seguir actuando de la anterior forma.

Según la Oficina de la Policía Europea, la Islamofobia en Europa ha crecido alarmantemente en la presente década, dando pauta a muchos discursos de odio y actos de violencia hacia cualquier persona de países relacionados comúnmente con el islam (Romero & Durán, 2010). Sin embargo, algo que también ha señalado es que solo el 0.7% de los ataques terroristas frustrados y completados son realizados por islamistas. El 99.3% de los atentados terroristas de la última década han sido realizados por otros grupos o bien, por ciudadanos europeos con creencias extremistas (Telesur, 2016).

Por otro lado, es curioso, si se analiza la tabla 1, el ver que no siempre los atentados se dan en las ciudades más grandes o en los centros de las mismas, ya que como se puede apreciar, algunos de los tiroteos y ataques con cuchillo se han dado en distritos periféricos, así como en ciudades de diferente tamaño y características. Según el manual Terrorism: How to Respond del investigador Richard English (2009), la amenaza de un atentado de esta índole no es solo el peligro limitado de muerte y destrucción, sino también, la respuesta imprudente, extravagante y contraproducente que puede generarse por parte del Estados y la población.

Algo interesante, es que este tipo de reacciones no se vieron en la población que vivió los atentados de ETA o IRA durante el siglo XX, ya que, en su momento, la ciudadanía comprendía que estos eran actos criminales que no debían politizarse, ya que esto era lo que efectivamente buscaban estos grupos (Crenshaw & Pimlott, 1997). Sin embargo, hoy por hoy parece ser que las nuevas generaciones ven las cosas desde un enfoque más individualista, desde el cual, la obligación del Estado de protegerlos no se está cumpliendo, así que es cuestión de cada quien, el hacerse de lo necesario para estar seguro.

Lamentablemente, y como se ha apreciado en este apartado, la capacidad de juicio de alguien que ha sufrido este tipo de atentados, pudiera no ser un parámetro adecuado para tomar decisiones futuras, ya que se llegan a gestar comportamientos alejados de la realidad y claramente irracionales. Este fallo entre la relación de evidencia realidad, da pauta a que se interioricen comportamientos verdaderamente cuestionables, comprometiendo la seguridad que se pretende alcanzar, viendo la diversidad como una situación de riesgo y poniendo en entredicho la convivencia pacífica de los europeos con otros grupos poblacionales.

CONCLUSIONES

Según Elster (1997), la falta de evidencias óptimas que respalden las nuevas creencias de un agente puede poner en claras dificultades o en situaciones de vulnerabilidad a la persona, ya que su comportamiento pudiera percibirse de adecuado, aunque estuviera plagado de inconsistencias. Se hace hincapié en que uno de los objetivos de los atentados terroristas es efectivamente sembrar miedo, con el fin de aprovechar la confusión y el estado de fragilidad en el que el individuo es puesto, ya que es en este momento en que es más factible ceder ante la presión o la amenaza. Por ende, es necesario que como agentes que buscan siempre la racionalidad de sus actos, las personas no estructuren sus futuras actuaciones a partir de las reacciones gestadas en este estado, ya que esto puede gestar un conjunto de respuestas poco realistas.

El presente artículo buscaba hacer una reflexión sobre la posible normalización e interiorización de comportamientos reactivos ante las amenazas terroristas de la última década en Europa, considerando que la forma en que se están estructurando las creencias, pudieran no resultar ser lo más adecuado a mediano y largo plazo. Desde una perspectiva racional, se ha intentado clarificar que, bajo un proceso de argumentación de decisiones, la información y la forma en que se percibe la realidad puede resultar ser algo determinante entre actuar de manera óptima o simplemente comportarse de manera reactiva.

Como reflexión final, se puede señalar que el objetivo de este texto era argumentar por qué la modificación de los comportamientos a partir de una década de actividades terroristas es un tema importante de ser explicado y comprendido, ya que esto puede dar cabida a múltiples decisiones tanto de carácter personal y privado, hasta incluso elecciones públicas y con impacto gubernamental. Por ende, aunque se reconoce lo limitado que puede ser hablar de este tema únicamente desde este enfoque, se percibe que la riqueza del texto es arrojar luz sobre la posibilidad de nuevas discusiones académicas. Se deja abierta una línea de análisis que puede ser abordada desde diferentes disciplinas de corte psicológico, social y de análisis humanista.

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Recibido: 19 de Junio de 2018; Aprobado: 28 de Septiembre de 2018

Correspondencia: jcvazquezp@itesm.mx

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