La crisis sanitaria declarada en el mundo por la apa rición del SARS-CoV-2 a inicios del año 2020 ha generado niveles elevados de producción y consumo de información por parte de la ciudadanía a nivel global. Con el aislamiento y distanciamiento físico los medios de comunicación, en especial las redes sociales e internet desempeñan un importante rol de mantener in- formadas y conectadas a las personas.
La información sobre la Covid-19 y su desarrollo en el mundo son contenidos que se han multiplicado en estos medios y diseminados con rapidez y facilidad, creando una sobreabundancia de información o infoxicación.
La Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas han declarado que la pandemia de la Covid-19 es acompañada de una cantidad excesiva de información que dificulta el acceso a fuentes confiables y orientación fidedigna. Esta situación ha denominado infodemia1.
Parte de la abundancia informativa que a través de los medios tecnológicos se difunde con facilidad y a gran escala puede ser errónea o engañosa creando así desinformación y perjuicios a la salud física y mental de las personas. Puede causar sensación de ansiedad y estrés ante una gran cantidad de información imposible de digerir y crear una dependencia a medios de comunicación y redes sociales.
Para evitar estas consecuencias es necesario que se desarrolle una cultura informacional, elemento de gran valor en la sociedad de información y el conocimiento. A partir de este elemento se adquiere habilidades para acceder, manejar, distribuir y hacer el mejor uso posible de la información2. Las instituciones educativas, científicas, gubernamentales y los medios masivos de comunicación deben instruir a los usuarios como verificar la calidad de la información que encuentran en internet y en las redes sociales promoviendo el uso de sitios oficiales de manera a evitar datos erróneos e in- formación engañosa.
Las Naciones Unidas ha realizado llamados a los medios de comunicación y a las plataformas de las redes sociales a difundir información precisa y fidedigna y a prevenir la difusión de información errónea y falsa1.
Las herramientas tecnológicas que hoy nos permiten alcanzar una comunicación global casi instantánea que décadas atrás no existía también generan desinformación si no se le da un uso adecuado. Las redes sociales deben funcionar como un espacio de información equilibrado que no cause más daño físico, mental o social del que ya ha causado la pandemia.