INTRODUCCIÓN

Fueron cuantiosos los abordajes que se labraron sobre el tópico de la inseguridad ciudadana (^{Moriconi, 2013}; Solís y Torre, 2015; Sotelo, 2016). Aproximaciones materializadas, fundamentalmente, entorno a extensas alocuciones proselitistas, informes de prensa, declaraciones de funcionarios públicos, quejas vecinales y/o análisis académicos. El tema ha importado, convirtiéndose en una preocupación tangible y latente en la estructura comunitaria (Buvinic, 2008, p. 39).

La problemática no fue presentada desde una mirada coyuntural, esporádica o pasajera; ha sido, en contrapartida, exhibida en las dimensiones de un flagelo constante que debiera ser solucionado lo más rápido posible. En marzo de 2017 se refería el intelectual argentino Carlos Malamud, “que no se ha sabido lidiar con el drama por culpa de los dirigentes de turno” (p. 3). Así, el azote de hoy, “se ha visto representado por bandas criminales, narcotráfico, altos índices de robos, asesinatos y secuestros, en todas las modalidades existentes” (Ibíd., p. 4).

En este preciso punto, de manera automática, ha nacido la intuición que motivó la realización de la investigación ahora versada. Sea cualquiera el caso, pareciera que se la ha ensayado en una dificultad de: a) buen gobierno: de características políticas; y b) accionares policiacos: que no han conseguido combatirla y erradicarla en las operaciones callejeras y de comisarías. En definitiva, si en la actualidad se ha estado peor, la razón se encontró en la inoperancia de los dos actores antes citados -en la literatura científica se ha denominado como “el discurso técnico-organizacional”- (^{Moriconi, 2011}, p. 619).

Paraguay no fue un país exento de aquella tendencia simplista y unificadora de concebir al fenómeno. En septiembre de 2018 se publicaba, por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), un estudio de percepción en el cual, para los nacionales encuestados, la mayor atención del nuevo gobierno electo -el de Mario Abdo Benítez-, se debería concentrar en reducir las tasas de inseguridad ciudadana -72%- (p. 3). Análogamente, se exteriorizaba el aciago contexto a una ineficacia de las autoridades -64%- y, además, a unas fuerzas corruptas y escasamente preparadas -81%- (Ibíd., p. 4).

A lo dicho, vale reflexionar: ¿la inseguridad ciudadana solo sería una contrariedad a causa de la administración oficial?

A lo planteado, se ha dado apertura al presente trabajo. El mismo tomó la postura cognoscitiva de que la inseguridad ciudadana no fue un fenómeno fácil, de una definición única y concreta. En la edificación de ella participaron alternos agentes, más allá de los políticos y policías, complejizándola en un saber, que se disputó en el terreno del establecimiento de las verdades, en virtud a unos quehaceres específicos según sea el grupo inmerso.

Se ha tomado la posición teórica de razonar acerca de la inseguridad ciudadana desde los dominios del saber, y en lo que ello implicaría dentro de las dimensiones que Michel Foucault atribuyó a tal palabra. En definitiva, primeramente, el fenómeno no se dio por un orden natural, o taxativo de concebir a las manifestaciones del delito, o el crimen en general. Ha sido, en contrapartida, un constructo pugnado por diversos agentes que han exhibido poderes aplicados y, quizás lo más importante, ciertas tareas determinadas (^{Foucault, 2000}, p. 68).

En un segundo estadio, se ha admitido como precepto válido que esa disputa ha sido llevada, principalmente, por cuatro actores clave: a) los políticos y sus decisiones -saber-pensar-; b) los policías y sus accionares -saber-hacer-; c) los académicos y sus exploraciones -saber-estudiar-; y, d) los medios de comunicación y sus narraciones -saber-decir- (^{Galvani et.al., 2010}, p. 19). Todos y cada uno, con un habitus tipo, se han establecido en un campo en el que jugaron, en el espacio social de la inseguridad ciudadana, la conceptualización del hecho, siempre con base en sus respectivos intereses.

De los cuatro implicados, la pesquisa se centró en inquirir a la inseguridad ciudadana en el Paraguay, a partir de los medios de comunicación y sus concernientes relatos, en la configuración que hicieron de las crónicas, el framing o encuadre de las mismas. Se concentró la atención en las prácticas del sector escogido: canales masivos de comunicación, en el afán de construir sus versiones en este preciso saber: el de la inseguridad ciudadana, a través del “decir-narrar-informar”: noticias de inseguridad ciudadana.

MATERIALES Y MÉTODOS

La investigación se localizó en Paraguay. Por tal razón, la elección del canal de comunicación a analizar fue determinada por cumplir con la condición de haber poseído una cobertura nacional. Convendría también demarcar que, en la realización de la examinación, se optó por uno del tipo escrito. Esto se debió a la facilidad desplegada en la tarea de contabilizar, clasificar y tipificar las noticias.

Específicamente se eligió al diario ABC Color. Las razones se debieron a: a) es el periódico activo más antiguo del país, b) el alcance territorial es total, expresado en 30.000 ejemplares de tirada promedio (CCP, 2018, p. 13), c) fue uno de los primeros periódicos que adaptaron sus contenidos completos a la versión web, con 705.000 lectores por día (IBOPE, 2020, p. 8),y d) según varios tratados académicos, ABC Color ha sido uno de los medios de mayor influencia en la agenda política y social del Paraguay (^{Orué, 2012}, p. 11).

La exploración ha sido cualitativa, por la utilización del instrumento de recolección de datos de revisión documental. Se han estudiado los quehaceres de un canal de información específico, diario ABC Color, y se ha ejecutado un análisis periodístico del género informativo, a través de la descripción de las tipologías textuales de las noticias de inseguridad ciudadana.

Cualquier texto comunicativo requirió de estructuras narrativas que organizaron el discurso. En el caso de los medios de comunicación, los acontecimientos noticiosos se presentaron de manera sistematizada, basada en convenciones narrativas que ofrecieron una explicación acerca de quién estuvo haciendo qué, y con qué propósito (^{Ardévol, 2015}, p. 426). La noticia, por tanto, fue una construcción llevada alrededor de un eje central de pensamiento, de una perspectiva, construida por un periodista, que proporcionó un marco de interpretación para el público.

A partir de la aproximación traída a colación, el encuadre o framing, se consiguió definir como un proceso en el que se seleccionaron algunos aspectos de la realidad, a los que se les otorgó un mayor énfasis o importancia, de manera que se definió el problema, se diagnosticaron sus causas, se sugirieron juicios morales y se propusieron soluciones, e incluso, conductas apropiadas a seguir. En esta investigación, las variables quedaron establecidas dentro del encuadre de las notas, más precisamente en cómo se configuraron en:a) las secciones, b) los contextos, c) los ámbitos geográficos, y d) los actores (^{Clavero, 2011}; ^{Aruguete y Amadeo, 2012}; ^{Aruguete et.al., 2018}).

Por último, se especifica que se escogieron todas las noticias digitales de inseguridad, emitidas por ABC Color (t: 19.202). El artículo no tuvo criterios de selección, su abordaje fue poblacional. El tiempo demarcado, sin embargo, fue de enero de 2013 a diciembre de 2018, abarcando, primordialmente, la totalidad de un mandato presidencial, el de Horacio Cartes. Es así que, se ha pretendido sacar una radiografía analítico-descriptiva, de cómo se abordó el fenómeno, bajo la mirada mediática, en un gobierno democrático-constitucional completo de la República del Paraguay.

RESULTADOS

Ante el acceso a la base de datos online del Diario ABC Color (www.abc.com.py ), con la configuración: “site: abc.com.py”; “time: 1/1/2013-12/31/2018”; y, “title: inseguridad+ciudadana”, se descubrió un total de 19.202 noticias, que coincidieron con los patrones demarcados de recolección. De ese número, se ha podido resumir sobre: a) los actores afectados; b) las secciones del periódico que abordaron la problemática inquirida; c) los contextos de las crónicas, y d) los ámbitos geográficos.

Con respecto a los sujetos, que se vieron bajo el yugo de la inseguridad ciudadana, las notas encontradas se ubicaron en la población entera. No han importado el sexo, la edad, la institución, el cargo, la función o la profesión de uno; todos, por las diversas interacciones de la cotidianidad, fueron víctimas de robos, asaltos, homicidios, extorsiones, etc. Con el fin de sustentar lo recién afirmado, se expone una breve ejemplificación de lo encontrado:

Las referencias ostentadas, de hecho, han sido pequeñas muestras de un fenómeno narrado, de una manera holística en la ciudadanía: hombres, mujeres, jóvenes, bebés, campesinos, universitarios, extranjeros, empresarios, alumnos de la educación básica, políticos, periodistas, miembros de una colectividad o de una religión, en Asunción o en localidades del interior del país. La inseguridad, en definitiva, no ha discriminado individuo, territorio, grupo etario, situación laboral o condición. Las personas, incluso, la sufrieron cabalmente, sea a partir de sus manifestaciones más extremas, asesinato o secuestro, o en sus modalidades menos dramáticas, estafa o hurto, solo por citar alguna de ellas.

Mediante una perspectiva contraria de análisis, el trasgresor de las normas también ha quedado determinado en todo tipo de ser. En el punto complejizado, se presentan a continuación algunos casos de lo dicho:

Ante lo expuesto, la lógica del crimen no se ha catalogado en informaciones vertidas al público, en las cuales se precisaron diferenciaciones entre “los buenos” y “los malos”, o “los impolutos” y “los excluidos sociales”. La divergencia, consecuentemente, se instituyó por quienes han quebrantado la ley, que ocasionó un daño material, o al cuerpo de otros o al patrimonio nacional, principalmente. Cualquiera pudo considerarse un agente provocador de la inseguridad ciudadana, sin importar que se haya tratado de un juez, un congresista, un fiscal, un policía, un abogado, una asociación de sujetos o un simple común.

La inseguridad ciudadana, se ha conformado en un tópico de interés general. Así, si el medio seleccionado, ha contado de una forma tan amplia se debió, efectivamente, a la apertura conceptual del fenómeno indagado. Aquel que podría entenderse por diversos modos de interactuación, sean estos en ambientes privados o usuales, en varias clases de seres, o un conjunto particular de ellos, que han compuesto una estructura organizacional dada.

En expresiones fáciles y simples: nadie se salvaría de la inseguridad ciudadana, sea uno víctima o desde un factor potencial, de un futuro hacedor de un específico delito.

En segundo lugar, y en una alterna muestra de la versatilidad de la palabra, incluso, se ha conseguido observar en la cantidad de secciones, del Diario ABC Color, en las que aparecieron las noticias de inseguridad ciudadana. De hecho, las 19.202 notas referidas emergieron en proporciones diferentes, en nueve de los once apartados establecidos en el periódico. El tópico se ha presentado en todas las partes, menos en “Sociales” y “Deportes”.

En la Figura 1, se ha podido ver la distribución por porcentajes. El apartado de “Judiciales” -asimismo nombrado como Policiales- ha albergado 5.569 noticias (29%) de sucesos de hurtos, robos, estafas y agresiones. “Nacionales”, con 4.608 historias (24%), se ha evocado en faltas, con un impacto a nivel país: secuestros, crimen organizado y narcotráfico. “Economía” presentó 2.880 crónicas (15%) sobre las asociaciones ilícitas, configuradas en el contrabando, que han afectado a la comunidad aprovechándose de los sectores de escasos recursos, para efectuar sus operaciones prohibidas.

En las posiciones 4ª, 5ª y 6ª se ha encontrado, “Política” (t: 1.920 - 10%): historias de dirigentes inmiscuidos en delitos; “Locales” (t: 1.536 - 8%); hechos delincuenciales en barrios o ámbitos pequeños; e “Interior” (t: 960 - 5%): trasgresiones acaecidas en las zonas rurales o más lejanas.

Finalmente, se labraron escritos que se pensaron específicamente, “Especiales” (t: 768 - 4%): situación actual o expansión del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) o del Primer Comando Capital (PCC), por ejemplo; “Opinión” (t: 768 - 4%): consejos de prevención del bullying escolar, o saber lidiar en contextos de violencia doméstica; e “Internacional” (t: 193 - 4%): prófugos, o actividades ilegales de connacionales establecidos fuera de las fronteras.

En este estadio de la discusión, se lograría afirmar que la inseguridad ciudadana ha sido un problema de variadas dimensiones, y abordajes en su trato. A lo precisado, se exteriorizan ciertas clases de comunicaciones, por las secciones determinadas, en la iniciativa editorial seleccionada:

La polisemia del término, surgió tangiblemente. Los relatos no fueron, los clásicamente tipificados en robos, asaltos, estafas u homicidios. Han entrado, consiguientemente, muchos acontecimientos de contrabando, situación de grupos vulnerables, mal comportamiento de los policías y accidentes de tránsito, solo por citar. Ellos, indistintamente, tuvieron la particularidad de ser noticia con un carácter latente de acción, en disímiles niveles, de generar peligros para la sociedad y, por esta condición, el matutino los ha nombrado y archivado en la categoría de inseguridad ciudadana.

Los medios, el Diario ABC Color no fue la excepción, encuadraron sus contenidos en un tipo de framing, uno que se refirió al origen de ciertos marcos, y su difusión peculiar en la audiencia. Implicó la elección, el énfasis, la exclusión y la elaboración de un tópico cualquiera, en este caso, crónicas de inseguridad ciudadana desde los afectados, los perpetradores y las clasificaciones fijadas. Se denominó entonces, efecto de framing, a la capacidad de provocar conclusiones en el lector según la clase de presentación de la información.

En ABC Color, ha sido uno completamente holístico en: a) temática; b) sujetos inmiscuidos o inmersos; y, c) intereses de y en la sociedad paraguaya. Establecer a la totalidad de la población, en mártires o hacedores de inseguridad o, mediante otra perspectiva, caracterizar a un término en formas diversas, efectivamente, ha significado de por sí, un encuadre o framing de los sucesos de trasgresión.

El contexto que se expuso, directa e indirectamente, influyó en el pensamiento de la opinión pública acerca del delito y la inseguridad, pues no solo fue consecuencia de la experiencia personal y de la comunicación interpersonal. Esta, además, se encontró modelada por la demostración de la problemática que se realizó, por el lugar en que ocuparon las noticias, como por el enfoque asignado.

El mensaje del framing producido por el periódico quedó, concluyentemente, en: todos en el Paraguay, en definitiva, podríamos ser víctimas o victimarios y, cualquier acontecimiento de la realidad podría ser catalogado en un hecho de inseguridad ciudadana.

Como tercer punto, en lo concerniente al tiempo, se afirma que ha existido uno formal, es decir: aquel concretado por cada año, de enero a diciembre. La investigación ha señalado su etapa de estudio del primer mes de 2013, al último de 2018, en tal periodo fijado, se determinó la distribución de las 19.202 noticias de inseguridad ciudadana en: a) 2013: 3.045; b) 2014: 3.329; c) 2015: 3.003; d) 2016: 3.102; e) 2017: 3.212; y, f) 2018: 3.511 (ver Tabla 1).

Como consiguió observarse en la tabla antepuesta, se ha observado una frecuencia de 3200 notas en materia de inseguridad ciudadana anualmente. Los números ostentados, de hecho, han sido un indicador, de que el rotativo ha producido las crónicas con un carácter asignado, con un limitante de espacio, razón por la cual, todos los años se dieron cifras relativamente similares o próximas entre sí.

Causa sorpresa, sin embargo, que los tres cursos con mayores informaciones se materializaron en el 2018 (t: 3.511), 2017 (t: 3.212) y 2014 (t: 3.329). Estas fueron épocas de elecciones, o muy cercanas a ellas, en las que hubo mayores referencias, que juzgaron el desempeño del Poder Ejecutivo, abandonando o iniciando la ejecución del poder central de la nación. Artículos titulados: Miedo aumenta en el Paraguay (Diario ABC Color, 29/9/2018) o Ante tanta inseguridad, aprender a defenderse uno mismo (Diario ABC Color, 6/11/2018), se constituyeron en expresiones que explicaron la aciaga situación por una falta de acción eficiente del Estado. El tópico fue explotado mediáticamente con fines políticos, calificando a los gobiernos y sus respectivas medidas en correctas o ineficientes.

En el desglose de los números por mes, se apreció que diciembre (t: 1.964), septiembre (t: 1.735) y octubre (t: 1.657) han sido los tiempos, donde más noticias se elaboraron en la materia (ver Tabla N°2). Los menos recurridos, en contrapartida, quedaron en enero (t: 1.438), febrero (t: 1.442) y marzo (t: 1.516), ellos definidos y caracterizados por las escasas prontitudes de la población paraguaya, debido a la temporada vacacional, tanto en lo escolar como en lo laboral.

Al realizar una breve ejemplificación, de muchas de las crónicas encontradas en tales ciclos, se han encontrado notas conmemorativas, de resolución de casos, o de resúmenes o colofones por cierre anual:

No solo se ha narrado lo diario, se utilizaron los espacios para recordar sucesos. varios-asesinatos de gran magnitud, crímenes o secuestros de enorme trascendencia en la opinión pública- que repercutieron en los paraguayos, en el desarrollo de su historia. Por tal motivo, diciembre fue un mes violento, no por ser el periodo en el que más se ha matado, estafado o agredido, sino porque se recapitularon muchos de los acontecimientos ocurridos durante el año.

Por último, en lo concerniente a los ámbitos geográficos, las crónicas se situaron en grandes ciudades, tanto en movimiento poblacional como actividad económica, con una activa circulación fronteriza. Los hechos delictivos, primordialmente, resumidos en narcotráfico, homicidios, robos, crimen organizado y asaltos (Figura 2).

En el punto, se ha destacado la localidad de Pedro Juan Caballero que, según varios informes y estudios académicos, al tener una preponderante presencia del narcotráfico, y una alta tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes, ha representado una de las cuatro áreas de mayor interés en el debate noticioso, en inseguridad ciudadana. Así, la ciudad de Pedro Juan Caballero, del Departamento Amambay, junto con los departamentos de Canindeyú y Concepción, de hecho, se los ha conocido como la “Zona Norte”, lugares en los cuales se vieron otros fenómenos: secuestros y actividades de la guerrilla a través del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), sitios, en resumen, que se conjugaron bajo manifestaciones de extrema violencia. (^{Serna y Peris, 2018}, p. 427).

DISCUSIÓN

Aunque muchos de los hechos coincidieron, con las estadísticas de la seguridad objetiva en el Paraguay, la mediatez informativa de la inseguridad ciudadana, ha formado parte del quehacer periodístico. La inseguridad fue un tema constante, un fenómeno que nunca ha caducado y, por lo tanto, ha sido del interés común, explotado fuertemente por los canales de comunicación.

En las noticias, ha imperado un espíritu de narrarlas bajo cargas calificativas negativas, de sospechas, de miedo y de desconfianza. Todos, al ser indicados como posibles víctimas o victimarios, han caído en un manto de duda. La incertidumbre, incluso, fue un recurso puesto con mayor énfasis, en la clase gubernativa, o en los organismos de lucha contra la criminalidad, por su falta de accionar adecuado.

Se narró la inseguridad con un tinte económico, social, cultural y político. En lo político, sin embargo, ha brotado la principal función argumentativa. Las crónicas y editoriales, pusieron tilde en ciertos actos para resaltar la ineficiencia, o inacción de los dirigentes del Estado y, además, acrecentar las desconfianzas hacia los mismos. En los años del luguismo, por ejemplo, fue el “EPP” y, en la época cartista, el “contrabando” o el “lavado de dinero”.

Si bien primó un discurso político, y académico que recalcó en explotar el tratamiento del presente fenómeno, desde lo técnico-organizacional, lo ahora labrado ha cumplido en mostrar que también existió una estructura argumentativa y, por lo tanto, una realidad ocasionada por los medios de comunicación que repercutió, consecuentemente, en la población y en las decisiones de las autoridades.

No corresponde al trabajo, ejecutar valoraciones sobre si los eventos vertidos por ABC Color estuvieron mal, o bien formulados, o planteados. Este esfuerzo intelectual, que describió el quehacer mediático en la inseguridad, intentó ostentar, que hubo una inseguridad ciudadana más allá de las estadísticas, y las destrezas de represión o vigilancia, esta fue la creada y emitida, por los canales masivos de información.

Que la clase gubernativa ignore, tal contexto, será un despropósito para sus propios intereses de buen gobierno. Aunque la seguridad ciudadana, se haya vivido, además se ha sentido y percibido y, es deber de los dirigentes, poder comunicar mejor sus acciones con el afán de lograr, de alguna manera, influenciar en la opinión pública, una conformada fundamental, y clásicamente por los medios de transmisión.

En lo último, de hecho, se encuentra la principal recomendación de la investigación: no desconocer la característica subjetiva de la inseguridad. En cuanto a los límites de la investigación, se propone que en siguientes trabajos se aborde la problemática, desde los diferentes actores, que no han sido tomados en consideración. Un estudio, que recoja los testimonios de los policías, de los políticos, como también del sector académico. Los citados son importantes para entender, y tener una concepción más cabal sobre lo cuestionado.