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Revista Científica de la UCSA

versión On-line ISSN 2409-8752

Rev. ciente. UCSA vol.4 no.1 Asunción abr. 2017

https://doi.org/10.18004/ucsa/2409-8752/2017.004(01)057-066 

TEMA DE ACTUALIDAD

La espiritualidad en la educación, separada de la religiosidad

Spirituality in education, separated from religiosity

F.L. Flores Escobar 1  

1Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. Paraguay


RESUMEN

El objetivo fue analizar la relación de la espiritualidad con la educación, separada de la religiosidad. Muchas veces se confunden estos términos como sinónimos, por lo que requiere una conceptualización precisa. Este estudio tuvo enfoque cualitativo, pues describe los hallazgos encontrados, a través del método de análisis documental, de revisión bibliográfica. La diferencia encontrada es que la espiritualidad es más intrínseca, personal, original y afectiva, mientras que la religiosidad es más extrínseca, compartida, formal y procedimental; la semejanza radica en que son independientes una de otra, y en que ambas buscan de la trascendencia, solo que la primera es más existencial, y la segunda, es más relacionada con Dios. El ser humano posee una dimensión espiritual, distinta del ámbito psicofísico; la educación busca la formación integral del mismo, por lo que debe considerar esta dimensión, sin prohibir la profesión religiosa, en el marco de la democracia. La espiritualidad ayuda a tener una actitud positiva y paz interior frente a las enfermedades y la muerte, a encontrar el sentido de la vida, a ser personas libres y responsables, con capacidad de relacionarse con el mundo y los demás, vivir en un clima de felicidad, donde la característica principal es el amor.

Palabras clave: espiritualidad; educación; religiosidad

ABSTRACT

The objective was to analyze the relationship between spirituality and education, separate from religiosity. These terms are often confused as synonyms, and therefore requires a precise conceptualization. This study had a qualitative approach, as it describes the findings, through the method of documentary analysis, of bibliographic review. The difference found is that spirituality is more intrinsic, personal, original and affective, while religiosity is more extrinsic, shared, formal and procedural; the similarity lies in that they are independent of each other, and that both seek transcendence, only that the first is more existential, and the second is more related to God. The human being has a spiritual dimension, different from the psychophysical one; the education seeks the integral formation of the same, reason why it must consider this dimension, without prohibiting the religious profession, in the frame of the democracy. Spirituality helps to have a positive attitude and inner peace in the face of illness and death, to find the meaning of life, to be free and responsible people, able to relate to the world and to others, to live in a climate of Happiness, where the main characteristic is love.

Keywords: spirituality; education; religiosity

INTRODUCCIÓN

Esta investigación se realiza debido a la confusión en identificar la dimensión espiritual como propia de la religión, por lo que no se incluye en los planes educativos nacionales. Como dice Montero Tirado(2006, p. 2), actual Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Educación y Cultura del Paraguay, “no conviene confundir dimensión espiritual con religión”.

En una publicación del periódico abc de Paraguay, se ha encontrado un artículo que habla de la dimensión espiritual, vista desde la logoterapia, donde afirma que “la inteligencia espiritual se basa en un concepto de valores, en esa capacidad inherente a todo ser humano, independientemente a credos religiosos”(2008, pág. 1).

La logoterapia es la psicoterapia a partir de lo espiritual, como un campo de actividad esencialmente distinto e independiente de lo psíquico como lo describe Viktor Frankl (1995), neurólogo y psiquiatra austriaco, quien es el fundador de la misma.

Los temas trascendentales, como el sentido de la existencia, comúnmente, no se relacionan con el desarrollo de la dimensión interna del ser humano para encontrar las respuestas. Se puede conocer a través de Martínez, Méndez y Ballesteros (2004), que existen autores como Chiu, Mardonés, Mueller, Piedmont, Vaugham y Vergote, quienes reconocen la relación entre espiritualidad y sentido de trascendencia.

Retomando a Montero Tirado (p. 3), siendo sacerdote jesuita, afirma que “lo espiritual no es asunto de las religiones, es asunto de todas las ciencias que se ocupan de la realidad total y cósmica del ser humano”. En contrapartida, es un tanto reacio para muchos, incluir en el estudio del sistema educativo esta dimensión espiritual, para educar integralmente al ser humano.

Por lo tanto, el objetivo es analizar la relación de la espiritualidad con la educación, separada de la religiosidad, como una dimensión del ser humano y como nos indica Sánchez, Sierra y Zárate, (2014, p. 62)“la religiosidad y la espiritualidad son conceptos teóricos independientes”.

El estudio tiene enfoque cualitativo, pues busca describir los hallazgos encontrados, a través del método de análisis documental de la revisión bibliográfica, sobre el tema en cuestión.

Se basa en desentrañarlos pensamientos de distintos autores con relación a la espiritualidad, tenga o no relación con la religiosidad, orientado hacia la educación integral de la persona.

Diferencias entre espiritualidad y religiosidad

Martínez, Méndez y Ballesteros (2004) plantean una diferencia de indicadores de los mismos, citando primero los de Espiritualidad los cuales son: afectivos (paz, protección, felicidad, sentido de trascendencia) y cognoscitivos (orientación, certeza, temor a la muerte), desarrollo (proceso progresivo en el tiempo), origen (belleza, sacralidad, arte, salud, relaciones interpersonales, silencio, soledad) y efectos (sentido de finalidad, de la vida o enfermedad, cambio de creencias).

Como indicadores de Religiosidad, los mismos autores mencionan como sigue: conjunto de creencias, rituales y prácticas religiosas como parte de la vida cotidiana, tales como la oración, la adoración, la gratitud y la participación institucional, ver a la virgen o cualquier signo o símbolo religioso.

Siguiendo con Martínez, Méndez y Ballesteros, mencionan a algunos autores como Fehring, Miller y Shaw quienes han intentado diferenciar entre espiritualidad y religiosidad, y distinguen dos tipos de religiosidad: una extrínseca, referente a las prácticas rituales y a las religiones institucionales, y una religiosidad intrínseca, concerniente a la espiritualidad como tal. Queda claro que no todo lo religioso es espiritual y viceversa.

Martínez, Méndez y Ballesteros, tomando a Burkhart y Solari-Twadell, mencionan que la diferencia entre espiritualidad y religiosidad radica en que, dependiendo del enfoque que uno lo mira, una contiene a la otra, una es el concepto y la otra el subconcepto.

Variables propias de la espiritualidad como significado, totalidad, trascendencia, conexión, gozo y paz, no requieren de la participación en una organización religiosa, señalan Martínez, Méndez y Ballesteros.

Según Martínez, Méndez y Ballesteros, nombrando a Mueller, Plevak y Rummans, la religión organiza las experiencias espirituales colectivas de un grupo de gente en un sistema de creencias y prácticas, pudiendo resultar auténtico o no para cada persona.

Para diferenciar concretamente la espiritualidad de la religión, Martínez, Méndez y Ballesteros, aludiendo a Handzo, Lukoff y Mueller, han explicado la crisis religiosa cuando la persona entra en conflicto con aspectos de su religión o de lo ritos que implica, por ejemplo, la necesidad de encender velas a un Dios y no poder hacerlo por estar hospitalizado o no poder asistir a una ceremonia; mientras en una crisis espiritual entran en juego el sentido de la existencia, así como al objetivo de los actos o de la realidad; un ejemplo es la persona que tras un doloroso tratamiento se pregunta si en verdad hay Dios, y si lo hay, por qué ha de dejarla sufrir dichas penas.

La religiosidad, parece ser entendida como el conjunto de actos, que realiza la persona, perteneciente a una organización o institución, bajo el precepto de la creencia en un Dios o un ser superior. Por su parte, la espiritualidad, es entendida como la capacidad de la persona de dar sentido a su vida, así como a los procesos que hacen parte de ella, como la muerte y la enfermedad. La espiritualidad implica trascendencia, referida no a la relación necesaria con un ser superior, como en la religiosidad, sino en relación con las demás personas, la naturaleza o el entorno, la persona tiene la sensación de excederse a sí misma y trascender, tal como alegan Martínez, Méndez y Ballesteros.

Por consiguiente, a través de lo expuesto por Simkin y Azzollini (2015), se percibe la espiritualidad como un atributo universal del individuo, como un rasgo de la per sonalidad, señalando a Dy-Liacco, Piedmont, Murray-Swank, Rodgerson, Sherman, MacDonald, Piedmont, y la religiosidad como un conjunto específico de sistemas de creencias, prácticas y valores centrados alrededor de organizaciones institucionales explícitamente pautados e inmer sos en determinadas tradiciones sociales, mencionando a Miller y Thoresen, como también sujeta a la influencia de la cul tura y de la educación, aludiendo a Wilkins y otros autores.

Las creencias, para Robles (2011), no son adecuadas, porque significan contenidos, conocimiento ya preexistente, religioso o racional, recibido y convencional, no creado, no originario ni único. Y la espiritualidad en cuanto conocimiento y experiencia es única, específica, auténtica y verdadera creación cada vez que se da.

Semejanzas entre espiritualidad y religiosidad

Frankl(1995) afirma que el análisis existencial descubre dentro de la espiritualidad inconsciente (modo general) del hombre, algo así como una religiosidad inconsciente (modo particular), en el sentido de un estado inconsciente de relación a Dios, un ser que decide y es existente, también se le denomina inconsciente trascendental. Cuando este es reprimido, emerge como una inquietud del corazón. En contrapartida, para Jung y Freud, el inconsciente religioso determina a la persona, como perteneciente a la facticidad psicofísica, como la libido inconsciente que es impulsivo.

La conciencia es voz de la trascendencia y el hombre irreligioso la tiene, sólo que se ha detenido antes de tiempo en su camino en busca de sentido, porque que no pregunta más allá, ya que no quiere dejar de pisar tierra firme(Frankl, 1995).

Retomando con Martínez, Méndez y Ballesteros, afirman que la espiritualidad y la religiosidad son dimensiones de lo psicológico, observables en una serie de conductas individuales y prácticas culturales, y enfatizan que son necesarias tenerlas en cuenta en el campo de la salud, remitiéndose en autores como Godoy, Fernández-Ríos y García-Fernández.

En el área de salud, continuando con Martínez, Méndez y Ballesteros, indicando los estudios de Feher y Maly, con mujeres con cáncer de mama, mencionan que las creencias religiosas o espirituales se mantuvieron o incrementaron durante la enfermedad, sirviendo de soporte emocional para el 91% de las mujeres; asimismo, alegan que las pacientes encontraron la forma de darle significado a su vida.

Holenstein (2005) define Religión y Espiritualidad como energías socio-culturales poderosas que posibilitan la motivación, la integralidad, participación y sostenibilidad. Simkin y Azzollini (2015) comenta que hay muchos antecedentes que encuentran asociaciones positivas con la autoestima, refiriéndose aBall, Armistead, Austin, Hayman, Kurpius, Befort, Krause, Simoniy Ortiz.

Siguiendo con Simkin y Azzollini, cuenta que el fenómeno religioso-espiritual ha concentrado un amplio interés desde los inicios de la psicología, señalando a James, y que a partir del trabajo de Gorsuch, la cantidad de trabajos publicados y el número de revistas especializadas en el tema se han incrementado considerablemente, contribuyendo a delimitar un área específica denominada Psicología de la Reli gión y la Espiritualidad, aludiendo a Belzen, Hood, Pa loutziany Park.

Robles(2011) explica que cuando se habla de espiritualidad, se refiere a una experiencia laica, y que las religiones conducían a ella, pero que hoy día ya no es posible debido al advenimiento de la sociedad del conocimiento. Así también, este autor afirma que el amor, como opción por los pobres ypraxis histórica personal y social, es un gran aporte espiritual de la teología de la liberación.

Bosch(2013) señala que la mayoría de los autores que tratan la espiritualidad, la vinculan a la religiosidad como contenido principal, fundamentándose en Malloch. Aunque también declara que autores como Wortham, mencionan que el capital espiritual no se identifica totalmente con el factor religioso, pero lo incluye: es considerado como una de sus dimensiones, pero no como la única.

Continuando con Bosch (2013), sustenta que:

“Comprender las implicaciones propiamente humanas de la dimensión espiritual exige reconocer una capacidad de motivación autoconsciente y, a la vez, trascendente, que hace a las personas capaces de acciones altruistas. El fenómeno religioso se ve, la mayoría de las veces, como garantía de ese ámbito espiritual y de las implicaciones de desinterés que se le suelen atribuir a este último” (p.42).

Sánchez, Sierra y Zárate (2014, p. 63), relata que “para algunos autores la religión y la espiritualidad son un mismo concepto, siendo la religión un tipo de espiritualidad relacionado con un conjunto de creencias sobre la divinidad que comparte una comunidad de personas”.

Permaneciendo con lo expuesto por Sánchez, Sierra y Zárate, se considera la espiritualidad como un conjunto de relaciones que dan coherencia a la existencia o a la búsqueda de significado trascendente, que podría expresarse de diferentes maneras relacionándolo con la naturaleza, el arte o la filosofía, y puede ser reflejado en la práctica religiosa. La espiritualidad es considerada así como una experiencia de conexión consigo mismo, con la naturaleza, con los demás y con un ser trascendente.

Características de la dimensión espiritual del ser humano

Max Scheler define la persona como centro de actos espirituales(Frankl, 1995)y como la única que puede captar y realizar los valores porque es un ser espiritual, es decir, libre y responsable(Salomón, 2016). Frankl, la considera como un ser integrado, y la funda como totalidad corpóreo, anímico y espiritual (1995).

Aristóteles alude a la dimensión espiritual como el carácter racional del alma humana por lo que no podemos dejarla de lado para lograr nuestra propia realización como seres humanos, valorizando de una manera especial el espíritu sobre la materia (Irizar, González y Noguera, 2010).

Para Mytko y Knight (1999), una amplia definición de espiritualidad debe incluir sentimientos de conexión consigo mismo, con la comunidad, con la naturaleza y con el significado o propósito de vida (Martínez, Méndez y Ballesteros, 2004). Esto deja claro su sentido de relacionamiento para alcanzar su plenitud.

Martínez, Méndez y Ballesteros (2004), citando a diversos autores como Mueller, Plevak, Rummans, Mytko, Knight, evidencian la relación entre la recuperación positiva de las personas con espiritualidad para hacer frente a las enfermedades, así como la relación de bienestar espiritual con la calidad de vida y el ajuste a las situaciones que supone la enfermedad, tomando a Cotton, Levine, Fitzpatrick, Dold, Targ, Brady, Peterman, Fitchett, Mo y Cella.

Hoy día, se ha incorporado el bienestar espiritual, para los cuidados de salud para pacientes de enfermedades terminales como afirma Sánchez, Sierra y Zárate(2014).

Continuando con Sánchez, Sierra y Zárate, describe que algunos autores han planteado la existencia de diferentes dimensiones dentro del concepto de espiritualidad como la paz, el contexto cognoscitivo-comportamental y las estrategias de enfrentamiento espiritual.

Bosch (2013) citando a Wortham, dice que se puede denotar donde el clima espiritual es fuerte, que la felicidad es evidente, se valora las familias, la infidelidad queda relegada, se respeta más la vida, el suicidio es menos frecuente y el uso de drogas es disuadido. En pocas palabras, hay más complementariedad entre las personas y gusto por vivir.

Aparte de incidir en la vida diaria como señala Bosch, el capital espiritual, tiene la habilidad personal que impacta en los demás, que inciden en las colectividades, correspondiente a su dimensión social.

Siguiendo a Bosch (p. 40), citando a Torralba, enumera las características que plantea del capital espiritual: 1. Búsqueda de sentido; 2. El preguntar último, más allá de las respuestas científicas; 3. La capacidad de distanciamiento: posibilidad de libertad y crítica; 4. La autotrascendencia; 5. El asombro; 6. El autoconocimiento, conciencia de sí; 7. La facultad de emitir juicios de valor sobre decisiones, actos y omisiones; 8. El gozo estético, pues la belleza como tal no se capta por los sentidos; 9. El sentido del misterio; 10. La búsqueda de una sabiduría, distinta del tipo lógico matemático; 11. El sentido de pertenencia al todo, captarse a sí mismo en reconciliación con el mundo; 12. La superación de la dualidad: del tú y el yo emerge un sentido de unidad; 13. El poder de lo simbólico: un significado que trasciende al objeto; 14. La llamada interior; 15. La elaboración de ideales de vida; 16. La capacidad de religación (ajustarse a la realidad); 17. Humor.

Existen autores que han estudiado las actividades concretas vinculadas con el capital espiritual como el arte, la oración y el voluntariado citando a Wortham, y su relacionamiento la firmeza moral, virtud y calidad de vida como nos indica Bosch.

También Bosch habla de una motivación espiritual como la capacidad de compromiso, sentido de misión, elegir lo bueno, que se abre a la cooperación. Se podría tomar como un sentido de responsabilidad y preocupación con lo que le rodea.

Se puede sintetizar las aportaciones de Bosch, apoyándose en Gracia, como una propuesta de pasos del ser humano para llegar a la plenitud, que va del capital material al capital humano, luego al capital social y finalmente al capital espiritual.

“El espíritu humano se alimenta y vive de lo esencial: la Verdad, el Bien, la Belleza” (Irizar, González y Noguera, 2010, p. 160), valores abstractos, pero que a la vez, se pueden diferenciar las personas que realmente las han internalizado en su ser.

La conciencia descubre algo que está por hacerse real, y para hacerse real necesita ser anticipado espiritualmente, a lo que se llama intuición. También el amor es intuitivo (Frankl, 1995), y es lo más sublime de la espiritualidad como se refiere Robles(2011), por lo que se puede deducir que la capacidad de amar viene del desarrollo interno del ser humano y el que lo consiga alcanzará la plenitud.

Relación entre la Educación y la Espiritualidad

Este estudio relaciona la educación con la espiritualidad porque resulta parte del ser humano como asevera Irizar, González y Noguera (2010) “Al hablar de educación nos referimos a la formación integral de la persona, formación que abarca no sólo la dimensión intelectiva del ser humano, sino también la afectiva y la espiritual”(p. 152).

Como expresan Koh y Lee, “la inteligencia espiritual y el aprendizaje de cómo entendernos y comportarnos en el medio ambiente natural (y en relación con él) deberían ir más de la mano en la educación, por ejemplo, en temas como el consumo” (citado en Puig, Echarri y Casas, 2014, p. 117).

Montero Tirado (2006) explica que en los “ejercicios espirituales” de San Ignacio de Loyola, posee una propuesta pedagógica consistente en tres actitudes importantes sobre el conocimiento:

“1) Cree en el potencial cognitivo del ser humano.

2) Sospecha del conocimiento humano y exige sentido crítico.

3) El conocimiento es para él una estrategia fundamental para reformar la vida, mejorarla y darle la definitiva calidad” (p. 9).

En el Currículo a debate de la UNESCO (2006), se refiere al mundo como su visión del cosmos, su espiritualidad, el ordenamiento religioso comunitario, las festividades y su significado, la relación entre lo natural y lo sobrenatural, por lo que se puede concluir que la Educación Espiritual y la Educación Religiosa son parte del mundo y debería ser parte del Currículo.

Sfeir-Younis (2009) señala que en Colombia, en el Currículum de la primaria y secundaria se incluyeron los temas ambientales, de globalización, la ética, la moral y la espiritualidad.

Montero Tirado (2013), citando a Francesc Torralba, comenta que en Nueva Zelanda, en el currículo nacional, se define el bienestar espiritual como valores y creencias que determinan el camino que la persona vive, la búsqueda de sentido y de propósito en la vida, la identidad personal y el cuidado de uno mismo, el cual los maestros deben potenciar en los programas educativos que tienen lugar en el aula.

Asimismo, Montero Tirado, señala que en la Educational Reform Act del Reino Unido de 1988, requería que los profesores contribuyeran al desarrollo espiritual, moral, social y cultural de los alumnos, alegando también que la educación espiritual en el sistema educativo está ampliamente desarrollado en países como Estados Unidos, Canadá y países centroeuropeos.

Luego de un análisis documental sobre el tema de estudio, según los autores y artículos investigados como: Víktor Frankl (1995), Salomón (2016),Martínez, Méndez y Ballesteros (2004), Simkin y Azzollini(2015), Robles (2011), Holenstein(2005), Bosch(2013), Sánchez, Sierra y Zárate(2014), Irizar, González y Noguera (2010), Puig, Echarri y Casas(2014), Montero Tirado (2006, 2013), Sfeir-Younis (2009), UNESCO (2006) y diario abc color (2008), se pueden sintetizar los aportes de cada uno en las tablas que se presentan a continuación:

Tabla 1. Diferencias entre Espiritualidad y Religiosidad 

Espiritualidad es más Religiosidad es más
Personal Compartida
Experiencia única Conocimiento preexistente
Original Formal
Intrínseca Extrínseca
Afectiva Procedimental
Independiente Dependiente
Libre y responsable Institucional
Trascendencia existencial Trascendencia hacia Dios

Nota: elaboración propia construida en base a la literatura consultada.

Tabla 2 Semejanzas entre Espiritualidad y Religiosidad 

Nota: elaboración propia construida en base a la literatura consultada.

Tabla 3. Características de la dimensión espiritual del ser humano 

Nota: elaboración propia construida en base a la literatura investigada.

Tabla 4. Relación entre Educación y Espiritualidad 

Nota: elaboración propia construida en base a la literatura investigada.

CONCLUSIÓN

El ser humano posee una dimensión espiritual, distinta del ámbito psicofísico; la educación busca la formación integral del ser humano, por lo que debe considerar esta dimensión, sin prohibir la profesión religiosa, en el marco de la democracia.

La espiritualidad y la religiosidad resultan ser hasta ahora controversiales en el ámbito de la educación, manteniendo una parcial resistencia, ante la mención de éstos términos dentro del aula, como si nada tuviera que ver con el hombre o con la educación. Muchas veces se confunden estos términos como sinónimos, por lo que requiere una conceptualización precisa.

La diferencia encontrada es que la espiritualidad es más intrínseca, personal, original y afectiva y la Educación Religiosa es más extrínseca, compartida, formal y procedimental. La semejanza radica en que son independientes una de otra, y en que ambas buscan la trascendencia, solo que la primera es más existencial, y la segunda, es más relacionada con Dios.

El desarrollo humano está relacionado con la espiritualidad, que al mismo tiempo nos diferencia del comportamiento animal, en una sociedad movida por el consumismo y el productivismo. La religión y los proyectos sociales, no abarcan en sí mismos la formación espiritual de las personas, aunque pueden considerarse de ayuda dependiendo del contexto y la autenticidad.

La espiritualidad ayuda a tener una actitud positiva y paz interior frente a las enfermedades y la muerte, a encontrar el sentido de la vida, a ser personas libres y responsables, con capacidad de relacionarse con el mundo y los demás, vivir en un clima de felicidad, donde la característica sublime es el amor.

Finalmente, si la educación busca la formación integral del ser humano, ¿cómo se entiende que no exista un claro programa en el currículo nacional de la formación espiritual de los alumnos y una política democrática para los que profesan distintas confesiones religiosas?

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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Frankl, V. (1995). La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y Religión. Novena ed. J. M. López, Traducción. Barcelona: Herder S.A. [ Links ]

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Recibido: Enero de 2017; Aprobado: Marzo de 2017

Autor Correspondiente: Fabrizio Leonardo Flores Escobar. Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. Paraguay. E-mail: fabriflores77@gmail.com

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