INTRODUCCIÓN
Según la OMS, la fragilidad se define como un deterioro progresivo de los sistemas fisiológicos, relacionado con la edad, que disminuye las reservas de capacidad intrínseca, lo que confiere mayor vulnerabilidad a factores de estrés y mayor riesgo de resultados adversos en salud: hospitalización, caídas, discapacidad, disminución de la movilidad, mortalidad a corto y medio plazo 1,2. En otras palabras, la fragilidad es una patología multidimensional caracterizada por un estado de vulnerabilidad ante factores estresantes por la declinación de los mecanismos compensadores naturales y asociada a las enfermedades crónicas junto con la multimorbilidad 3,4. Implica la afectación de factores biológicos, psicológicos y sociales (5,6.
Debe entenderse que fragilidad, comorbilidad y discapacidad no son sinónimas pues se trata de condiciones clínicas independientes en los ancianos pero que pueden presentarse juntas. Todas requieren estrategias preventivas, diagnósticas y terapéuticas diferentes 7-9. La fragilidad no es el estado previo a la discapacidad sino la predisposición a desarrollarla 10. La fragilidad tiene ciertas características: es multidimensional, crónica, progresiva, tiene impacto negativo en el paciente y en los sistemas de salud. Genera discapacidad, institucionalización, hospitalización, estancias hospitalarias prolongadas, reingresos, incremento de la mortalidad 11-13.
Para la valoración del grado de fragilidad se debe realizar una evaluación multidimensional analizando el comportamiento estático (severidad) y dinámico (progresión) de las variables de diferentes dimensiones. Esta valoración se puede realizar desde una perspectiva cualitativa con una valoración integral geriátrica o cuantitativa utilizando un índice de fragilidad 11.
El diagnóstico puede basarse en varios modelos: el modelo físico, el modelo de acumulación de déficits y la combinación de ambos 2. En el ámbito de la Atención Primaria en salud, la herramienta diagnóstica ideal es la valoración geriátrica integral por ser sencilla de aplicar y adaptada a la situación clínica de ese ambiente. Las 2 maneras más extendidas en la actualidad para detectar ancianos frágiles son la detección de factores de riesgo capaces de predecir episodios adversos y pérdida funcional, o la determinación de la pérdida de funcionalidad incipiente o precoz. Otras opciones son la detección de acuerdo con la existencia de un fenotipo (síndrome geriátrico de Fried) o por marcadores biológicos (estadio preclínico) 13,14. El instrumento ideal para detectar y medir la fragilidad se caracteriza por ser multidimensional, discriminar el gradiente de la fragilidad, permitir el tamizaje, aplicable en diferentes contextos.
La detección del síndrome geriátrico o fenotipo de Fried es uno de los instrumentos de detección de la fragilidad más usado. Incluye 5 dominios: pérdida de peso no intencionada, cansancio, debilidad, baja velocidad de la marcha y baja actividad física 10,13,15-17.
Los factores de riesgo de fragilidad se pueden agrupar en cuatro categorías: fisiológicos (disfunción del sistema inmunitario, sarcopenia, alteraciones del sistema endocrino y musculoesquelético, citoquinas inflamatorias), médicos (hipertensión arterial, diabetes mellitus, cardiopatías, artropatías, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, secuela de ictus cerebral, nefropatías, deterioro cognitivo, tabaquismo, etilismo, sedentarismo, polifarmacia), sociodemográficos (edad, sexo, el nivel educativo bajo, el estado nutricional, escasos ingresos económicos, etnia) y psicológicos (depresión) 7,11,16-19. Las mujeres tienen menor masa corporal y fuerza muscular por lo cual son más frágiles 18,20.
El tratamiento de la fragilidad consiste en la intervención con ejercicios físicos estructurados, el tratamiento de las comorbilidades, el mejoramiento nutricional, terapia ocupacional, etc. 2. El ejercicio físico aeróbico y de resistencia es la intervención más exitosa y fácil de implementar en la prevención y tratamiento de la fragilidad, individualizando los valores y preferencias de los afectados 21,22.
Las Unidades de Salud Familiar (USF) del Paraguay representan el primer nivel de contacto de los individuos, la familia y la comunidad con el sistema nacional de salud, llevando lo más cerca posible la atención de salud al lugar donde residen y trabajan las personas 23. Es un ámbito ideal para la detección y tratamiento de la fragilidad.
La fragilidad es un síndrome dinámico, no lineal, silencioso, potencialmente tratable y reversible 13,17. Si bien tiende a empeorar espontáneamente, con intervenciones adecuadas y precoces se pueden revertir, enlentecer o aminorar sus consecuencias 2,24. Por ello es importante identificar los factores de riesgo modificables para así poder realizar intervenciones específicas 1,20,25. La detección de la fragilidad permite la evaluación de una dimensión que va más allá de lo que es medido por la presencia de comorbilidades y la evaluación de las capacidades funcionales 21.
Las USF son los sitios ideales para detectar a las personas con fragilidad y para aplicar las medidas de prevención primaria, secundaria y terciaria 2,14,26. No se han publicado estudios que investiguen este tema a nivel nacional.
El proceso de envejecimiento depende de cada persona pero también de las condiciones geográficas comunes, por lo que los resultados de un estudio sobre la fragilidad no son extrapolables a otras 27. Por ello, el cribado de esta condición es recomendado en Atención Primaria a partir de los 65 años, antes de que aparezcan las complicaciones más invalidantes 2,28. La reducción de la prevalencia y la severidad de fragilidad puede lograr grandes beneficios para los adultos mayores, sus familias y la sociedad 21.
OBJETIVOS
Determinar la frecuencia de fragilidad del adulto mayor en las Unidades de Salud Familiar de Yuquyty, Costa Fleytas y Caacupemí (Areguá, Paraguay) en 2019.
Determinar la frecuencia de los indicadores de fragilidad según los criterios de Fried: pérdida de peso no intencionada, cansancio, debilidad, baja velocidad de la marcha y baja actividad física
Describir las características demográficas (edad, sexo, nivel educativo, independencia económica, estado civil), clínicas (IMC, comorbilidades, incontinencia urinaria, antecedentes de caídas o internaciones en el último año, polifarmacia) y sociales (acompañamiento de un cuidador, poseer seguro médico)
Analizar la asociación de fragilidad con las características sociodemográficas y clínicas
MATERIAL Y MÉTODOS
Diseño: observacional, descriptivo, prospectivo, de corte transversal, multicéntrico
Población de estudio: varones y mujeres ≥60 años asistidos por las USF de Yuquyty, Costa Fleytas y Caacupemí (Areguá, Paraguay) en 2019.
Criterios de inclusión: capacidad de comunicarse con el personal de salud
Criterios de exclusión: discapacidad física, deterioro cognitivo severo, postración 10).
Muestreo: probabilístico, aleatorio estratificado
Variables:
• independientes: edad, sexo, independencia económica, nivel educativo, situación conyugal, convivir con otras personas, comorbilidades (hipertensión arterial, diabetes mellitus, cardiopatías, artropatías, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, secuela de ictus cerebral, nefropatías), incontinencia urinaria, polifarmacia, depresión o estado de ánimo autopercibida, acompañamiento de un cuidador, antecedentes de caídas o internaciones en el último año, seguro médico 2,5,6,29).
• dependientes: escala de fragilidad de Fried
Definiciones operacionales:
• Nivel educativo: analfabeto/primaria ó secundaria/universitaria
• Independencia económica: con ó sin ingresos propios
• Situación conyugal: soltero/viudo ó casado/acompañado
• Comorbilidades: presencia de hipertensión arterial, diabetes mellitus, cardiopatías, artropatías, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, secuela de ictus cerebral, nefropatías
• Incontinencia urinaria: incapacidad de controlar la micción
• Antecedentes de caídas o internaciones en el último año: caída accidental o espontánea, internación de al menos 1 día en un centro sanitario
• Acompañamiento de un cuidador: presencia constante de una persona adulta
• Seguro médico: disponer de un sistema de seguro médico estatal o privado
• Polifarmacia: consumo de más de 5 medicamentos por día 2
• Fragilidad: presencia de 3 ó más de los 5 ítems de los criterios de Fried
Instrumentos de medición:
Cuestionario de datos demográficos y clínicos.
Escala de fragilidad de Fried 8,10,13,15,17,30):
1. Pérdida de peso no intencionada: ≥4,6 kg o igual o ≥5% del peso corporal en el último año, autorreportada por el paciente o constatada por carnet médico
2. Agotamiento o fatiga autorreportada: es la presencia de este síntoma en al menos cinco días en las últimas dos semanas, considerando una respuesta afirmativa a las preguntas “¿Siente que no podía seguir adelante?” y “¿Todo lo que hacía era un esfuerzo?”
3. Lentitud en la marcha: valor del tiempo, en segundos, utilizado para recorrer 4,6 metros. El sujeto debe caminar 8,6 m pero se descontará el tiempo de los 2 m iniciales y 2 m finales de aceleración y deceleración, respectivamente. Se realizaron tres medidas, cronometradas en segundos, usándose el promedio de las tres mediciones. Los puntos de corte varían con el sexo y altura. Se consideró mujer frágil cuando demore ≥7 segundos (<159 cm altura) ó ≥6 segundos (>160 cm altura). En hombres, se consideró frágil cuando demore ≥7 segundos (<173 cm altura) ó ≥6 segundos (>173 cm altura).
4. Bajo nivel de actividad física: autorreporte de disminución de la frecuencia de realización de actividades ocupacionales, domésticas y recreativas realizadas en la última semana. Se consideró actividad moderada realizar 3 o más días de actividad vigorosa al menos 20 minutos/día ó 5 ó más días de actividad moderada intensa de caminata de al menos 30 minutos/día ó 5 ó más días de alguna combinación de caminata, intensidad moderada o vigorosa alcanzando un mínimo de 600 MET por minuto/semana. Si no cumplían estos criterios eran considerados con bajo nivel de actividad física 31.
5. Fuerza de prensión palmar disminuida: constatada por el dinamómetro hidráulico KERN MAP® 1.2 (Germany). Se estimuló a los sujetos a que tiren del gancho del dinamómetro con la mano dominante, que la mantenga presionada durante 6 segundos y luego se relaje. Se obtuvieron tres medidas, presentadas en kg/fuerza (kgf), con un intervalo de un minuto entre ellas, considerándose el valor promedio de las tres medidas. Los puntos de corte de fragilidad se ajustaron por sexo e índice de masa corporal (IMC): en hombres (IMC ≤ 24 y fuerza de prensión de ≤ 29; IMC 24,1-28 y fuerza de prensión ≤ 30; IMC >28 y fuerza de prensión ≤32) y en mujeres (IMC ≤23 y agarre fuerza ≤17; IMC 23,1-26 y fuerza de prensión ≤17,3; IMC 26,1-29 y fuerza de prensión ≤18; IMC >29 y fuerza de prensión ≤21).
Reclutamiento: se solicitó permiso a la Dirección de Atención Primaria de la Salud del MSP y BS para la realización de esta investigación. Posteriormente los autores y los internos de USF capacitados para el efecto acudieron a las casas de los sujetos seleccionados. Se incluyeron a aquellos pacientes que aceptaban participar del estudio y firmaban el consentimiento informado.
Gestión de datos: las variables fueron registradas en fichas técnicas y trascriptas a planilla electrónica. Fueron sometidas a estadística descriptiva con el programa estadístico Epi Info 7©. Las variables cualitativas se expresaron en frecuencias y porcentajes mientras que las cuantitativas en medias y desvío estándar. Se aplicó análisis bivariado para hallar los factores de riesgo asociados a la fragilidad utilizando las pruebas chi cuadrado y t de Student. Se consideró significativa toda p <0,05.
Hipótesis:
Nula: no existen factores de riesgo asociados a la fragilidad
Alternativa: existen factores de riesgo asociados significativamente a la fragilidad
Cálculo de tamaño de muestra: se utilizó el programa estadístico Epi Dat 3.1© para determinar la frecuencia de pacientes con fragilidad. Se esperó una frecuencia de 10% (1,11,18). Para una precisión de 5%, IC 95%, el tamaño mínimo calculado fue 139 sujetos. Considerando 10% de los que se tengan criterios de exclusión, se contactó al menos a 154 sujetos.
Aspectos éticos:
Se respetó la confidencialidad de los datos personales. Los pacientes y familiares colaboradores pudieron decidir voluntariamente participar de la investigación. No se realizó ningún tipo de discriminación al momento de seleccionar a los sujetos. Esta investigación no implicó daño a los pacientes ni tuvo costo para los mismos. Los pacientes fueron informados en su idioma nativo de los procedimientos realizados. A los sujetos con fragilidad se les recomendó medidas paliativas adecuadas. Los resultados del estudio fueron entregados a las autoridades ministeriales para la toma de decisiones. El protocolo fue evaluado por el Comité de Investigación y el Comité de Ética de la Universidad Privada del Este.
RESULTADOS
Fueron contactados 103 sujetos añosos pero 22 fueron excluidos (gráfico 1). Provenían de USF 1 (31%), USF 2 (62%) y USF 3 (7%).
Hubo predominio del sexo femenino (65%). La media del IMC fue 28,5±6,2 k/m2 en las mujeres y 27,1±3,3 k/m2 en los varones. La desnutrición se detectó en el sexo femenino (tabla 1).
Estados nutricionales | Mujeres (n 53) | Varones (n 28) |
Desnutrición (n 3) | 3 (100%) | - |
Normal (n 19) | 10 (53%) | 9 (47%) |
Sobrepeso/obesidad (n 59) | 40 (68%) | 19 (32%) |
La edad media fue 71±7 años (rango 60-92 años). Las demás características demográficas, sociales y comorbilidades se describen en tablas 2, 3 y 4.
Características demográficas | Mujeres (n 53) | Varones (n 28) |
Edad media±DE | 70±7 años | 74±7 años |
Escolaridad ninguna/primaria | 39 (61%) | 25 (39%) |
Escolaridad secundaria/terciaria | 14 (82%) | 3 (18%) |
Estado civil casado/concubinado | 25 (60%) | 17 (40%) |
Estado civil soltero/viudo | 28 (72%) | 11 (28%) |
Con independencia económica | 36 (65%) | 19 (35%) |
Sin independencia económica | 17 (65%) | 9 (35%) |
Características sociales | Mujeres (n 53) | Varones (n 28) |
Con acompañamiento | 35 (64%) | 20 (36%) |
Sin acompañamiento | 18 (69%) | 8 (31%) |
Vive con familiar | 46 (64%) | 26 (36%) |
Vive solo | 7 (78%) | 2 (22%) |
Con seguro médico | 12 (63%) | 7 (37%) |
Sin seguro médico | 41 (66%) | 21 (34%) |
Con polifarmacia | 27 (61%) | 17 (39%) |
Sin polifarmacia | 26 (70%) | 11 (30%) |
Comorbilidades | Mujeres (n 53) | Varones (n 28) |
Hipertensión arterial | 41 (66%) | 21 (34%) |
Tabaquismo | 4 (67%) | 2 (33%) |
Nefropatías | 3 (75%) | 1 (25%) |
Artropatías | 22 (78%) | 6 (22%) |
Incontinencia vesical | 2 (29%) | 5 (71%) |
Diabetes mellitus | 19 (66%) | 10 (34%) |
Cardiopatías | 11 (61%) | 7 (39%) |
Etilismo | 1 (25%) | 3 (75%) |
EPOC | 1 (100%) | - |
La depresión autopercibida se detectó en 8 sujetos (9,8%), 7 referían incontinencia esfinteriana (8,6%) y 25 tenían antecedentes de caídas accidentales (30,8%).
Al aplicar la escala de fragilidad de Fried, el déficit más frecuente fue la fuerza de prensión palmar disminuida (tabla 5). Finalmente, la frecuencia de fragilidad en esta muestra fue 53% (gráfico 1).
Deficiencias físicas | Mujeres (n 53) | Varones (n 28) |
Pérdida de peso no intencionada (n 15) | 10 (67%) | 5 (33%) |
Agotamiento o fatiga autorreportada (n 34) | 26 (76%) | 8 (34%) |
Lentitud en la marcha (n 53) | 39 (74%) | 14 (26%) |
Bajo nivel de actividad física (n 47) | 35 (74%) | 12 (26%) |
Fuerza de prensión palmar disminuida (n 54) | 36 (67%) | 18 (33%) |
Se identificaron varios factores de riesgo más frecuentes en los sujetos con fragilidad pero solo el sexo femenino fue estadísticamente significativo: RR 1,9 IC 95% 1,1-3,5 (p 0,006) (tabla 6).
Factores de riesgo | Con fragilidad (n 43) | Sin fragilidad (n 38) | p |
Sexo femenino (n 53) | 34 (64%) | 19 (36%) | 0,006 |
Estado civil soltero/viudo (n 39) | 23 (59%) | 16 (41%) | 0,3 |
Vivir sin acompañamiento (n 26) | 14 (54%) | 12 (46%) | 0,9 |
Dependencia económica (n 26) | 17 (65%) | 9 (35%) | 0,1 |
Polifarmacia (n 44) | 27 (61%) | 17 (39%) | 0,1 |
Falta de seguro médico (n 62) | 35 (56%) | 27 (44%) | 0,2 |
Depresión autopercibida (n 8) | 6 (75%) | 2 (25%) | 0,1 |
DISCUSIÓN
La frecuencia de fragilidad detectada en esta muestra (53%) es ligeramente superior a evaluaciones sistemáticas que revelan que la prevalencia poblacional de fragilidad en personas >65 años oscila entre 4 y 51% pero el promedio es 10%. Un estudio multicéntrico en varios países latinoamericanos halló una prevalencia de 30-48% en mujeres y 21-35% en hombres >60 años 1,11,18. Esta diferencia podría deberse a que pudo sobreestimarse la presencia de deficiencias medidas por la escala de Fried. No obstante, como no existen estudios similares en el Paraguay a nivel de Atención Primaria, deberían realizarse investigaciones similares para verificar esta frecuencia.
La mayor frecuencia de fragilidad detectada en mujeres de esta muestra coincide con hallazgos de otros autores 18. Si bien el sexo femenino tiene mayor expectativa de vida en el Paraguay, puede influir en que tenga mayor fragilidad el hecho de la maternidad, el sobrepeso, y sedentarismo, que en esta investigación fueron evidenciadas. No obstante, deberían diseñarse investigaciones que determinen esta diferencia en relación al género, sobre todo midiendo la masa muscular.
La población geriátrica mundial está en aumento, fenómeno que también afecta al este país. Entre los años 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 11% al 22%. Ello implicará mayor demanda a los sistemas sanitarios que en algunos países representan actualmente hasta 75% del gasto en salud 26. Esta población añosa se caracteriza por la multimorbilidad lo cual representa un desafío para los médicos por la complejidad de los casos clínicos que representan. Sin embargo, esto debería considerarse como una oportunidad para practicar la Medicina centrada en la persona antes que una complicación 5,11. De ahí la importancia de detectar la fragilidad a nivel de Atención Primaria, lugar donde pueden implementarse medidas preventivas 32,33.
Ante una situación adversa, el organismo tiende a reaccionar adaptándose favorablemente, pero la capacidad de resiliencia y adaptabilidad no siempre son adecuadas ante ciertas situaciones de estrés, sobre todo cuando existe cierta fragilidad como ocurre en los ancianos. Si bien el aumento de la edad cronológica se acompaña de la edad biológica, existen variaciones individuales que deben determinarse con instrumentos creados para determinar esa fragilidad 1,18. Se considera que la escala de fragilidad de Fried resultó apropiada para este fin pues es una prueba que ha demostrado tener una validez concurrente satisfactoria, evidenciada por la asociación con edad avanzada, condiciones crónicas, función cognitiva y síntomas depresivos, y por el valor predictivo para desenlaces adversos como caídas, hospitalización, incapacidad y muerte 30,34.
Es sabido que los factores que aumentan la resistencia a la fragilidad son: tener buena reserva cognitiva, ausencia de diabetes, elevado estatus socioeconómico. No obstante, en esta investigación estos factores no se relacionaron significativamente a la ausencia de fragilidad, tal vez por el tamaño de muestra 35,36.
Llamó la atención la presencia de tres sujetos con desnutrición, todos ellos con fragilidad. Es reconocido el efecto del estado nutricional en la resiliencia de las personas añosas 36,37. Este es un aspecto sobre el cual los profesionales de la salud de Atención Primaria podrían actuar, así como a nivel del sedentarismo, como el detectado en esta muestra 38-40.
Como debilidades de esta investigación se pueden citar: el tamaño de muestra, la depresión o estado de ánimo no fue determinado con un instrumento preciso, no se realizó un seguimiento de los sujetos para determinar el efecto de la fragilidad en la evolución clínica. Se sugiere aplicar una evaluación de la calidad de vida, de modo a correlacionarla con la fragilidad y medir la sarcopenia 41.
Aunque como fortalezas debe mencionarse que es el primer estudio nacional sobre la fragilidad a nivel de Atención Primaria en salud. El diagnóstico de situación de grado de fragilidad permite a los profesionales de la salud individualizar a los pacientes complejos, realizar la evaluación de la progresión o respuesta a las medidas de intervención. Existen múltiples instrumentos para detectar la fragilidad pero lo ideal es identificarla en la comunidad, mediante pruebas simples y rápidas que puedan ser aplicadas por profesionales no especialistas 21,42. Los índices de fragilidad son útiles en la determinación del grado de vulnerabilidad de las personas mayores, la personalización de los tratamientos, en el establecimiento de objetivos asistenciales y la adecuación de la intensidad terapéutica a estos objetivos, facilitando así la proporcionalidad de las actuaciones de acuerdo con la situación clínica y las voluntades de los pacientes. Ayuda a evitar el infratratamiento y lo opuesto, la desproporcionalidad de los tratamientos. Indirectamente permite otorgar a los familiares un pronóstico de los afectados y a los gestores de la salud a optimizar el uso de los recursos en salud 11.
CONCLUSIONES
Se detectó fragilidad en 53%. El déficit más frecuente de los criterios de Fried fue la lentitud en la marcha. La edad media fue 71±7 años, hubo predominio del sexo femenino (65%). Las comorbilidades más frecuentes fueron la hipertensión arterial, artropatías y diabetes mellitus. La depresión fue autorreportada en 9,8%. El factor de riesgo asociado a la fragilidad fue el sexo femenino (p 0,006).