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Investigación Agraria

versión On-line ISSN 2305-0683

Investig. Agrar. vol.17 no.2 San Lorenzo dic. 2015

https://doi.org/10.18004/investig.agrar.2015.diciembre.87-97 

 

 

 

ARTÍCULO CIENTÍFICO

 

Extensión rural en Paraguay: análisis de problemas y concepciones de extensión

Rural extension in Paraguay: Problems and conceptions of extension analysis

 

Fernando Landini1*

 

1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad de la Cuenca del Plata. Argentina.

* Autor para correspondencia (landini_fer@hotmail.com)

Recibido: 10/10/2015; Aceptado: 27/11/2015.

 


RESUMEN

El artículo presenta una investigación que tuvo por objetivo analizar los problemas y concepciones de extensión de los agentes de la Dirección de Extensión Agraria (DEAg) del Paraguay desde su propio punto de vista. Teniendo en cuenta la importancia de los servicios de extensión en los procesos de desarrollo rural y los elevados índices de pobreza rural de Paraguay, se destaca el interés de la investigación realizada. Es dable mencionar que con el advenimiento del neoliberalismo económico en los 80 y 90, los servicios de extensión a nivel del MERCOSUR se redujeron a su mínima expresión, observándose en los últimos tiempos un resurgir de la extensión pública en diversos países de la región. A nivel metodológico, se realizó una revisión bibliográfica sobre la temática y se encuestó a 26 extensionistas que trabajan en la DEAg. Los resultados de las encuestas fueron categorizados siguiendo los lineamientos de la Teoría Fundamentada. Se identificaron como los principales problemas percibidos el bajo nivel educativo del productor, la adopción de actitudes pasivas y asistencialistas, la escasa apropiación de proyectos de extensión, el uso de tecnologías inapropiadas y la dificultad para el asociativismo. Varios de estos problemas, como la escasa participación en proyectos y la adopción de posicionamientos pasivos, se relacionan con una concepción difusionista de la extensión, la cual pone a los beneficiarios en un lugar subordinado, limitando sus dinamismos y sus posibilidades de influir en el diseño de los proyectos para que se adapten a sus necesidades.

Palabras clave: Extensión rural, modelos de extensión, Paraguay, difusionismo.

 

ABSTRACT

This article presents the results of a research aimed at analyzing the problems and conceptions about rural extension held by the Directorate of Agricultural Extension (DEAg )’s practitioners in Paraguay,  according to their own point of view. The interest of the research lies in the importance of agricultural extension for rural development processes as well as in the high levels of rural poverty in Paraguay. It should be mentioned that with the advent of economic neo-liberalism during the 80’s and 90’s, rural extension services at MERCOSUR were cut down to its lowest levels. However, it is noteworthy to point out that it has been noticed a resurgence of public extension services in several countries in the region during the last years. At a methodological level, a literature review on the topic was carried out and 26 Agricultural Extension (DEAg )’s practitioners were surveyed. Replies to the surveys were categorized following Grounded Theory’s principles. Among the main problems detected were the following: small farmers’s low level of education, adoption of passive and welfare dependant attitudes, scarce commitment to extension projects, use of inappropriate technologies and struggle to take part in associative work. Some of these problems, such as scarce involvement in projects and the adoption of passive attitudes, are related to a diffusionist conception of extension, which places beneficiaries in a subordinate position, thus limiting their dynamisms and restricting their possibilities to influence tailoring  project´s design  to meet their needs.  

Key words: Rural extension; Extension models; Paraguay; Diffusionism.


 

INTRODUCCIÓN

Las crisis económicas y la implementación de políticas neoliberales en América Latina desde los años 80 pusieron en cuestión el papel del Estado como proveedor de servicios de extensión rural (ER), dejando fuera de la agenda pública a la extensión en el MERCOSUR (Thornton 2006). Esta situación llevó a la privatización y/o desfinanciación de los servicios de extensión públicos en buena parte de América Latina (Rivera 2002, Diesel et al. 2008). No obstante, desde mediados del 2000 se observa un renovado interés por reposicionar a la ER como instrumento de desarrollo (Aguirre 2012), particularmente en el ámbito de los países en desarrollo (Mcleod y Qamar 2003), incluyéndose dentro de estos los países latinoamericanos, donde existen niveles de pobreza e inseguridad alimentaria inaceptables (Archanjo et al. 2007). En Paraguay, este interés se refleja en el reciente incremento del plantel de extensionistas de la Dirección de Extensión Agraria (DEAg) del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) (Landini 2013a). A la vez, también se observa un aumento importante del presupuesto de la DEAg, particularmente desde el año 2009 (Birbaumer 2011). No obstante, la persistente falta de recursos operativos en la DEAg para llevar adelante el trabajo de extensión en los territorios (Birbaumer 2011, Landini 2012) pone en cuestión la eficacia de las tareas implementadas.

Pese a este ‘renovado interés’ en la ER, llama la atención la falta de trabajos de investigación que tomen a la extensión como objeto de indagación empírica en América Latina (Méndez 2006), posiblemente con la única excepción de Brasil. En Paraguay, la DEAg no realiza investigaciones en extensión ni posee recursos humanos calificados para llevar adelante un proceso de reflexión sobre la práctica que redunde en una mejor toma de decisiones (Thornton 2006). En los años 2010 y 2011, con el apoyo de la Fundación Acción Contra el Hambre, se llevó adelante un interesante proceso de análisis de las problemáticas y desafíos de la ER en el contexto de la DEAg (Landini 2012, 2013b), seguido de un proceso de formación para extensionistas centrado en la reflexión sobre la práctica en Caazapá (Landini y Bianqui 2013, Landini et al. 2013a). No obstante, las iniciativas que surgieron de este proceso terminaron diluyéndose por los frecuentes cambios políticos en el MAG y en la DEAg.

Por su parte, en lo que se refiere a la investigación sobre tecnologías agropecuarias, resulta necesario señalar que en Paraguay se trata de una actividad casi inexistente (Ekboir et al. 2003, Pérez y Sili 2007, Stads y Santander 2008, Ardila 2010), a pesar de ser un área de gran importancia en la cual existe un trabajo consistente en otros países del subcontinente latinoamericano (Roseboom et al. 2006).

En este contexto, en el presente trabajo se propone, primero, analizar la dinámica productiva y la situación de pobreza en los ámbitos rurales paraguayos, para contextualizar el estudio. Luego, presentar los resultados de una encuesta realizada a extensionistas rurales paraguayos. En este sentido, se analizarán primero los problemas a los que éstos se enfrentan en su trabajo, para después focalizar en el modelo de ER con que los encuestados guían sus prácticas, teniendo en cuenta que éste ha sido señalado como un problema nodal de ER paraguaya por autoridades de diferentes instituciones vinculadas con extensión, por extensionistas rurales y por los mismos productores (Landini 2012). Finalmente, se presentarán una serie de ideas y propuestas para fortalecer el trabajo de extensión en Paraguay.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

Se realizó una investigación descriptiva de tipo transversal de alcance latinoamericano. En este trabajo se exponen sólo los resultados específicos de la muestra paraguaya. Los ejes que se abordan son los problemas a los que se enfrentan, desde su propia perspectiva, los  agentes de extensión  paraguayos, así como las concepciones de extensión con las que éstos guían sus prácticas. Pese a que parte de los resultados serán presentados de manera cuantitativa, el núcleo de la propuesta de investigación fue cualitativo.

Se encuestó por medio de correo electrónico a agentes de extensión que trabajan en la Dirección de Extensión Agraria (DEAg). La encuesta fue enviada a las autoridades de los Centros de Desarrollo Agropecuario (CDA) en que está dividida la institución. A ellas se solicitó que reenviaran la encuesta a sus agentes, quienes optarían por responder de manera voluntaria. Se obtuvieron 26 encuestas válidas, 19 varones y 7 mujeres. Los porcentajes por sexo son consistentes con una investigación más amplia apoyada en 169 encuestas realizadas a agentes de extensión de la DEAg, la cual muestra que el 71,6% son varones y el 28,4% mujeres (Landini 2013a). Seis encuestas se han recibido del CDA Cordillera, seis del de Central, cinco de Caazapá, cuatro de Concepción, uno de Amambay, uno de Caaguazú, uno de Itapúa Norte y dos no respondieron a la pregunta, por lo que han sido categorizados como ‘sin datos’.

Dada la cantidad de respuestas y el carácter intencional de la muestra, no puede argumentarse que los resultados sean representativos de la totalidad de la institución (Tomás 2009). Por esta razón, los resultados deben tomarse dentro de la lógica de los estudios cualitativos, lo que implica focalizar en su valor interpretativo orientado a la construcción de hipótesis más que en la generalización de hallazgos.

Avanzando con la descripción de la muestra, se observa un promedio de edad de 34,4 años y una experiencia media de 10,1 años trabajando como extensionista. Al mismo tiempo, se observa que 16 cuentan con estudios universitarios (fundamentalmente ingenieros agrónomos), nueve tienen títulos técnicos de nivel secundario y uno no contesta.

La encuesta contó con preguntas cerradas (cuyos resultados se indicaron más arriba) y con preguntas abiertas orientadas a abordar los temas de interés. Para analizar los resultados se siguieron los principios de la Teoría Fundamentada (Leite et al. 2012). En el proceso se contó con el apoyo del software Atlas Ti (San Martín Cantero 2014). En concreto, se tomaron los dos ejes de análisis propuestos para este estudio: los problemas a los que se enfrentan los agentes de extensión y sus concepciones de ER. Focalizando en cada uno de estos ejes, se procedió a leer todo el material. En ese proceso se identificaron problemas, afirmaciones o creencias que se repetían, las cuales fueron marcadas en el texto como categorías de análisis, construyéndose para cada una de ella una definición preliminar de su contenido.

Luego de varias lecturas y de la realización de diversos ajustes (identificación de nuevas categorías, cambios en las definiciones y unión entre categorías similares), se fue construyendo una definición final para cada una de las categorías, estableciéndose criterios de inclusión y exclusión explícitos para contenidos dudosos o ambiguos. Así, para cada uno de los dos ejes de análisis, se arribó a un sistema de categorías con el cual se organizó la diversidad de las respuestas.

Para cuantificar la presencia de las distintas categorías en la muestra, se decidió considerar que una categoría (es decir, un problema, tema o tipo de contenido) estaba presente cuando era mencionado al menos una vez en la encuesta, y no lo estaba cuando no era mencionado.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Dinámicas productivas, pobreza y extensión rural en Paraguay

A continuación se contextualizan a partir de un trabajo de revisión bibliográfica las dinámicas productivas agropecuarias, la situación de pobreza y el trabajo de extensión rural en Paraguay, correspondientes al primer objetivo de este artículo.

La actividad agropecuaria constituye un elemento fundamental en la economía paraguaya (Richards 2011). Ésta se concentra en la producción de porotos de soja y en la ganadería bovina (Ekboir et al. 2003, Pérez y Sili 2007, Abente 2012). La actividad agropecuaria y forestal representa cerca del 30% de la economía paraguaya, llegando al 40% si se consideran las agroindustrias derivadas (Pérez y Sili 2007, Stads y Santander 2008). A la vez, tradicionalmente constituye la principal fuente de divisas (Fletchner y Zepeda 2002). La soja y sus derivados constituyen por sí solos entre el 10 y el 15% del PBI total del Paraguay y casi el 50% de las exportaciones (Richards 2010, Da Costa et al. 2011). A la vez, la economía paraguaya, pero fundamentalmente el PBI agropecuario, ha crecido fuertemente en la última década, con un impasse debido a la crisis económica internacional del 2008 (Pérez y Sili 2007, Abente 2012). Esto resulta particularmente importante en un país que posee cerca de la mitad de su población en zonas rurales (Ekboir et al. 2003, Thornton 2006) y cuyos habitantes dependen fuertemente de la agricultura (Fletchner y Zepeda 2002, Richards 2010). De hecho, Paraguay se encuentra entre los países sudamericanos con mayores niveles de pobreza (Stads y Santander 2008).

El énfasis agropecuario del crecimiento paraguayo también parecería constituir una muy buena noticia si se atiende a que la población rural pobre duplica a nivel porcentual a la pobre urbana según datos del 2010 (Abente 2012). En efecto, en el año 2010 la pobreza urbana alcanzaba al 24,7% de la población, mientras que la rural al 48,9%. No obstante, los beneficios del crecimiento agropecuario no parecen haber llegado a los productores minifundistas (Ekboir et al. 2003). De hecho, lo que parece haber sucedido es exactamente lo contrario. Como señala Centurión (2011), “en la región en donde la tasa de expansión de la soja ha sido más intensa es mayor también la agudización de la pobreza”. Por un lado, la expansión de la soja ha generado una disminución del empleo agrícola, dada la escasa mano de obra requerida para la producción de esta oleaginosa, así como una disminución de cultivos alternativos que poseen una alta demanda de mano de obra como es el caso del algodón (Pérez y Sili 2007, Richards 2010). Por otro lado, la expansión de este cultivo ha incrementado la conflictividad relativa a la propiedad de la tierra, debido a la creciente presión sobre territorios ocupados tradicionalmente por poblaciones campesinas (Abramson 2009). Esto ha empeorado aun más la inequitativa distribución de la tierra en el país (Fletchner y Zepeda 2002, Hetherington 2012), generando importantes situaciones de tensión (Centurión 2011, Finnis et al. 2012). A la vez, se ha incrementado la migración, muchas veces forzada, de pequeños productores a las ciudades.

Es importante señalar que la agricultura paraguaya posee una estructura bimodal (Pérez y Sili 2007, Centurión 2011). Por un lado se encuentra un grupo relativamente pequeño de medianas y grandes empresas capitalistas fuertemente integradas al mercado y especializadas en los rubros de exportación (particularmente soja y carne vacuna), aunque también produzcan para el mercado interno. Y por el otro, una agricultura familiar, mucho más diversificada y generalmente de subsistencia, orientada al autoconsumo y a la venta de excedentes en el mercado interno. La agricultura comercial representa aproximadamente el 16% de las explotaciones agropecuarias y dispone del 86% de las tierras agrícolas, mientras que la agricultura familiar campesina involucra a unas casi 270.000 familias, cerca del 84% de las explotaciones, y posee el 14% de las tierras agrícolas. Indudablemente, este desarrollo desigual constituye una importante causa de conflicto, lo que se refleja particularmente en la cuestión de la tierra (Lara 2001, Ekboir et al. 2003).

Los servicios de ER, creados en Paraguay hacia mediados del siglo pasado con el apoyo de los EEUU, se encuentran concentrados en el MAG (Casás 2003). El principal actor de la extensión es la DEAg (Pérez y Sili 2007). En la actualidad esta institución se orienta fundamentalmente a la atención de la agricultura familiar. A pesar de la importancia que la DEAg desempeña, actualmente los servicios de ER se encuentran progresivamente diversificados, destacándose la presencia de cooperativas y organizaciones no gubernamentales. Respecto de la acciones de extensión de la DEAg, pero también del resto de las instituciones abocadas a la tarea, se ha indicado un escaso impacto en la productividad agropecuaria, debido fundamentalmente a la implementación de acciones aisladas y dispersas (Casás 2003). En el caso de la DEAg, también se ha destacado la elevada tasa de rotación de las autoridades institucionales (Stads y Santander 2008) y la incorporación de personal de extensión, no tanto por sus capacidades sino por sus pertenencias políticas (Thornton 2006), muchos de ellos sin el perfil adecuado para cumplir con su función.

Problemas y concepciones de extensión rural de los encuestados

Para exponer los resultados de las encuestas se presentan las tablas correspondientes a los problemas a los que se enfrentan los agentes de extensión y a las concepciones de ER con las cuales los encuestados comprenden su labor. Luego de cada tabla, se desarrolla el contenido de los ítems incluidos en ellos. En términos generales, se opta por trabajar con aquellos elementos mencionados por al menos el 20% de los encuestados. Podría argumentarse que esto constituye un número pequeño y que habría que focalizarse en aquellos de mayor importancia cuantitativa. No obstante, al tratarse de una investigación que no es representativa de la totalidad de la ER paraguaya y que pueden existir diferencias regionales, tomar aquellos ítems que no han sido tan mencionados ayuda a asegurarse que aquellos relevantes en los distintos contextos han sido incluidos. También es importante tener en cuenta que los porcentajes indicados corresponden a menciones espontáneas a preguntas. De esto se sigue que los porcentajes correspondientes a los distintos elementos (particularmente en el caso de los problemas enfrentados), serían más altos en caso de que se hicieran preguntas específicas en relación a los ítems que han aparecido en las encuestas.

El problema más mencionado, referido por nueve encuestados, es el bajo nivel educativo de los productores. En la mayor parte de los casos, esto se expresa con frases neutras como “e scasa preparación y educación de los productores” o “falta de educación”. No obstante, en oportunidades se encuentran expresiones con fuertes connotaciones valorativas, como cuando se habla de “ignorancia de los pequeños productores”. Un elemento importante para comprender este problema en el contexto del trabajo de extensión se expresa en la siguiente cita: “la falta de preparación académica les obstaculiza [a los productores] la comprensión de innovaciones del avance agropecuario” (Tabla 1).

 

Sin dudas, se trata de un problema mencionado también por la literatura científica (Gaitán y Pachón 2010, Henz 2010, Lucky y Achebe 2013). En este contexto cabe mencionar que llegar al extremo de describir a los productores campesinos como ignorantes, implica negar sus conocimientos y saberes empíricos, lo que posiciona al extensionista en el lugar de quien tiene todas las respuestas, colocándose así en una posición superior. En cambio, la tendencia en extensión apunta hoy a la complementariedad entre conocimiento experto y saber popular (Souza y Gomes 2008, Rivas et al. 2010).

En segundo lugar, en ocho encuestas se presenta como problema una cierta actitud pasiva u oportunista de parte de los productores. Según varios encuestados esto estaría revelando falta de cultura del trabajo. La idea de una actitud pasiva se expresa en frases como “problemas culturales principalmente, con pocos deseos de progreso”. Por su parte, la idea de actitud oportunista se relaciona más bien con que “los productores se organizan [conformando grupos] solamente para recibir los [fondos de los] proyectos y luego se disuelven” o “solamente se organizan para solicitar proyectos del MAG y una vez otorgados se disuelven nuevamente”. Sin dudas, este problema va de la mano de otro, mencionado en siete encuestas, que hace referencia a la escasa participación y compromiso de los productores con los proyectos de ER. Aquí se habla que “falta responsabilidad de los productores” y de que “no son constantes y no toman en serio sus proyectos”. De esta forma, “no se logran los resultados muchas veces porque los propios productores no se adueñan del proyecto”.

Tomando estos dos problemas en consideración, puede pensárselos como dos caras de la misma moneda. Así, desde el punto de vista de los encuestados, existiría una actitud pasiva u oportunista de parte de los productores, originada en una falta de interés y de compromiso con los proyectos de ER que se les proponen. Uno de los encuestados arriesga una explicación: “la mayoría de los proyectos no salen de los beneficiarios, por lo que no hay empoderamiento [apropiación] por el proyecto”. Se argumenta, como hacen diferentes autores (Saraiva y Callou 2009, Matiwane y Terblanché 2012), que dar parte a los beneficiarios en el diseño de los proyectos de ER resulta fundamental para que éstos respondan a sus necesidades y para que, por tanto, se comprometan con ellos. En efecto, existen múltiples reportes de falta de compromiso y participación de los productores cuando los proyectos de extensión no responden a sus necesidades o expectativas (Taveira y Oliveira 2008, Murillo y Martínez 2010), lo cual no debería llamar la atención, ya que difícilmente una persona se comprometa voluntariamente con algo si no considera que lo necesita o le interesa.

En siete encuestas también aparece como problema el uso de tecnologías o la realización de prácticas productivas inapropiadas por parte de los productores. Esto se expresa con frases como “producción basada en el empirismo y falta de adecuación a las nuevas tecnologías (herramientas, híbridos, biotecnología, etc.)” o “el principal problema […] es la falta de conocimiento técnico”. La implementación de prácticas productivas consideradas ‘inapropiadas’ ha sido indicada en la bibliografía como un problema de gran importancia cuando se habla de la agricultura familiar (Lacki 2006). No obstante, se trata de una forma de interpretar el problema que ha sido fuertemente discutida, ya que muchas veces la argumentación de la existencia de prácticas inapropiadas se sostiene en criterios ajenos a la situación, los intereses o las prioridades de los beneficiarios (Landini 2011, Finnis et al. 2012). Entender las prácticas de los agricultores familiares como inapropiadas por su contraste con las que emplea la agricultura empresarial o con las que se siguen de criterios de maximización del rinde o de las ganancias, implica desconocer el saber local de los productores, universalizando las concepciones de los agentes de extensión y desvalorizando las de los beneficiarios. Como han argumentado diversos autores, la lógica que utilizan los pequeños productores para tomar decisiones no siempre se identifica con la de la agricultura empresarial (Camardelli 2005, Carenzo 2006, Paz et al. 2011). A la vez, no puede ser valorada como apropiada o inapropiada si no se conocen los intereses, prioridades, valores y conocimientos locales de las personas que las llevan adelante.

Finalmente, con presencia en seis encuestas, se describen problemas vinculados con los grupos, el trabajo grupal y la falta de organizaciones de productores. Por ejemplo, se habla de “falta de organización” de los productores; “falta de organización […] y de transparencia en la organización”. Esto se procura explicar haciendo referencia a “muchas desconfianzas entre ellos por la deshonestidad”. O también por el “legado de la no organización pues durante la dictadura estaba prohibida”. En Argentina, un análisis similar ubicó a este problema como el más mencionado por los encuestados (Landini 2013c). A la vez, también existen trabajos en Brasil que mencionan el mismo problema (Boas y Goldey 2005), lo que no resulta llamativo dada la dificultad de las relaciones humanas cuando se piensa en la asociación de pequeños productores (Landini 2007, Landini et al. 2009).

En la Tabla 2, elaborada a partir de la categorización de las encuestas, se presentan los elementos fundamentales que conforman la concepción de ER de los encuestados. A los fines de visibilizar el contraste existente entre distintos modelos de ER, se incluye un ítem adicional indicando que éste no ha aparecido en ninguna de las encuestas realizadas. Finalmente, y para facilitar la lectura, los distintos ítems son presentados por subgrupos organizados a partir de un mismo tema rector.

 

En cuanto a las descripciones o concepciones de ER que pueden identificarse en las respuestas, se observan cinco elementos presentes en más del 20% de las encuestas. Tres de ellos hacen referencia a las tareas, expresadas en términos descriptivos, que involucraría el trabajo del extensionista. En diez encuestas se habla de la labor de los técnicos haciendo diagnósticos, programaciones, seguimiento y evaluación de proyectos. Es decir, participando del ciclo de la planificación. En general, esto aparece con referencia a la idea de implementación de ‘proyectos’ de extensión o desarrollo rural. Por ejemplo, un encuestado señala que “el extensionista no participa en la elaboración de proyectos” en tono de queja. Así, asume que debería hacerlo como parte de su tarea. Otras frases mencionan la necesidad de ayudas “en cuanto a transferencia de recursos para proyectos productivos” o el problema de que “en muchas partes no funcionan los proyectos de desarrollo con extensión”. A la vez, en seis encuestas se hace presente la idea de capacitar a los productores. Esto aparece en frases como hacer “demostración de métodos” o ayudar “capacitando en usar los recursos de la finca”. Finalmente, también en seis encuestas aparece la idea de la ER asociada al trabajo con grupos de productores. Se menciona reiteradamente la idea de “la buena organización del grupo [con el que se trabaja]” o de “diferentes reuniones o charlas con los comités o grupos de productores”. En resumen, aparece una descripción del trabajo de ER asociado a la participación en proyectos de extensión y desarrollo rural y a la formación de productores en el contexto del trabajo con grupos o comités. Reflexionando sobre estos resultados, puede afirmarse que dar formación/capacitación a productores (como parte de la tarea tradicional del extensionista de ‘transferencia’ de tecnologías), así como participar en el ciclo de los proyectos de desarrollo, resultan tareas que era esperable encontrar en este contexto. A la vez, el trabajo con y la gestión de grupos de productores aparece como un elemento constitutivo del trabajo de extensión pero que, a diferencia de los anteriores, no guarda relación ni con la visión tradicional de ‘transferencia’ de tecnologías ni con la formación profesional de los extensionistas paraguayos, quienes tienen mayormente formación técnico-productiva (Landini 2013a), al igual que en la mayoría de los países latinoamericanos (Landini y Bianqui 2014).

Por su parte, en diez encuestas, se observan comentarios que hablan de la importancia de que los productores adopten una actitud proactiva o participativa en los procesos de ER. Así, se reconoce que la extensión es una tarea que requiere no sólo del involucramiento de los agentes de extensión, sino también del otro polo, los productores. En efecto, no se puede hacer lo que se tiene previsto sin su implicación y compromiso. En este contexto, se resalta la importancia de “querer superarse” de parte del productor, su “responsabilidad” y sus “deseos de progreso”. No obstante, muchas de las frases que refieren a estos temas lo hacen planteándolo como problema, al indicar la falta de aquello que se espera o se desearía que esté presente. Como se planteó anteriormente, aparece como problema la actitud pasiva de los productores y su falta de implicación o compromiso con los proyectos. Esto queda expresado con claridad en la siguiente frase en la que se plantea la necesidad de “ayudarle al productor a reconocerse como tal y ser parte de la solución y no esperar todo de arriba”. Es decir, la necesidad de impulsarlo para que asuma un rol activo.

Ahora bien, la idea que aparece con mayor frecuencia en las encuestas, en concreto en 16, es la identificación de la ER con la idea de ‘cambio de mentalidad’ o de ‘transferencia y adopción de tecnologías’ por parte de los productores. En este sentido, los agentes paraguayos de extensión encuestados hablan de la “falta de tecnologías” por parte de los productores, lo que lleva a la necesidad de que puedan “asimilar nuevas tecnologías para aumentar sus ingresos”. En concreto, se espera que puedan “adoptar las técnicas impartidas por el técnico”, que puedan tener conciencia del “uso de nuevas tecnologías agrarias, utilización de insumos que aumenten la productividad y dejar de lado los insumos y equipos obsoletos”. Así, aparece el problema de “no adoptar tecnologías recomendadas” y del “miedo al cambio”, lo que lleva a los agentes de extensión describir la forma de pensar de los productores como ‘tradicional’, entendiendo esto como una traba para el desarrollo: “es la mentalidad antigua [de los productores] la que hace difícil tratar de progresar en la producción sostenible de hortalizas”, “el mayor problema que existe es el cultural y la idiosincrasia que tiene el productor”. En consecuencia, si se busca trasferir tecnologías y los productores parecen tener una mirada, una forma de pensar propia, que no necesariamente toma a estas propuestas como la mejor opción, la solución parece ser “cambiar la conciencia del productor”, “cambiando su forma de pensar”, “ayudar al cambio de mentalidad de los pequeños productores”. En este sentido, se asigna a la psicología un  papel particular, el de “convencer a los productores para despojarse de su problema cultural [es decir, el problema del uso de técnicas productivas tradicionales]”, “la psicología podría cambiar de mentalidad al productor en la parte social y cultural”. Al mismo tiempo, también resulta de interés señalar que en las encuestas no se ha encontrado ninguna frase que haga referencia a un modo no difusionista (es decir, dialógico u horizontal) de hacer ER. Esto hace pensar en la existencia de una orientación difusionista hegemónica en la muestra utilizada.

La identificación de una fuerte orientación difusionista en la muestra de extensionistas de la DEAg es consistente con estudios previos que, con otro tipo de metodologías, han arribado a resultados similares en Paraguay (Landini 2012). Se trata, en resumen, de la metodología de ER clásica, sostenida en las propuestas de extensión estadounidense de mediados del siglo pasado, denominada transferencista o difusionista. La ER tradicional se propone como objetivo transferir conocimientos especializados de investigadores y técnicos a los productores rurales como forma de aumentar la productividad de los cultivos, asumiendo en este proceso que los saberes locales de los beneficiaros carecen de valor (Schaller 2006). Así, se establece una relación jerárquica de saber y poder entre quien asiste y quien es asistido (Freire 1973), la cual socava la autoestima y pone en cuestión la identidad misma de los productores, disminuyendo sus dinamismos y coartando su iniciativa (Landini et al. 2009). Algunos autores han argumentado que diferentes modalidades o enfoques de ER pueden convivir en un contexto determinado (Selis 2012, Landini et al. 2013b, Landini 2015). Por esto, llama la atención que dentro de la muestra no aparezca ningún fragmento que haga referencia a una visión alternativa de ER. En concreto, una concepción dialógica y horizontal de la ER que reconozca la necesidad de intercambio de saberes y de construcción de propuestas superadoras en el vínculo entre agentes de extensión y productores (Cáceres 2006, Zuin et al. 2011), una más cercana a los modelos actuales de desarrollo local/territorial que ponga foco en la articulación entre actores locales (Ringuelet 2010), o una que piense la extensión en términos de sistemas de innovación (Leeuwis 2004, Leeuwis y Aarts 2011). De manera coincidente con esta argumentación, Casás (2003) sostenía que, entre otras razones, el escaso impacto en la productividad agrícola de la ER en Paraguay se debía a la “ausencia de una metodología integral y globalizada para la asistencia técnica al productor campesino”

La persistencia de una visión difusionista de la ER no es un problema únicamente de Paraguay. También ha sido mencionado en otros países latinoamericanos como Argentina (Ringuelet 2010), Brasil (Saraiva y Callou 2009) y México (Sánchez 2011), entre otros. Así, la pregunta queda focalizada en “cómo revertir la actitud jerárquica de extensionistas y autoridades de extensión hacia los grupos de productores” (Mcleod y Qamar 2003) ya que “una de las grandes áreas de preocupación respecto a la extensión es, sin duda, el necesario cambio del viejo modelo de extensión unidireccional desde arriba, [de] un experto (la ciencia, la investigación, el agente de extensión) hacia abajo, [a] un inexperto (los campesinos, los productores, los asalariados rurales)” (Rodríguez 2009).

Reflexiones y propuestas

En cuanto a los problemas identificados por los encuestados, llama la atención la escasa mención de la problemática de tierras, solo referida por un único agente de extensión, cuando se trata de un problema muy presente en la bibliografía (véase por ejemplo Abramson 2009, Centurión 2011, Finnis et al. 2012, Hetherington 2012). Esto, sumado a la falta de mención del contraste existente entre la agricultura familiar y la agricultura empresarial en el Paraguay, sugiere escasa conciencia de los encuestados en torno a la dimensión política y de intereses sociales que subyace a los modelos de desarrollo apoyados por los gobiernos y por diferentes grupos de interés, lo que podría pensarse como una visión ingenua del desarrollo y la práctica de extensión.

El bajo nivel educativo de los beneficiarios lleva a dos reflexiones. Por un lado, la dificultad de pensar por separado la política pública en relación al sector de la agricultura familiar. En este caso, lo que es política educativa y de desarrollo. Por otro lado, esto constituye un llamado de atención respecto de las metodologías de extensión a emplear. Si la extensión puede pensarse como un proceso educativo no formal (Leeuwis 2004, Sánchez 2011), entonces más que focalizar en el problema del nivel educativo de los productores, es de sumo interés que se apliquen metodologías apropiadas para trabajar en este contexto, para no quedar limitados por el problema e ir hacia su solución. La educación popular puede resultar aquí un aliado de gran utilidad (Freire 1973).

Por su parte, la aparición del trabajo grupal como problema sugiere la necesidad de repensar la formación de los agentes de extensión. El trabajo de ER no sólo requiere de conocimientos técnicos, sino también de capacidades pedagógicas y de conocimiento para gestionar procesos grupales (Landini et al. 2009, Landini 2013b, 2013c). De esta manera, la incorporación de profesionales con capacidades específicas para gestionar estos procesos, así como la formación del plantel técnico en estas áreas, resulta una línea de acción prioritaria.

De todas maneras, la presencia de una concepción difusionista de la ER en los encuestados puede considerarse como el resultado de mayor relevancia de este trabajo. Primero, y como ya se sugirió, la existencia de prácticas difusionistas resulta un elemento de primera importancia para explicar la falta de compromiso de los productores con los proyectos de extensión así como la adopción de posicionamientos pasivos. Una mirada difusionista tiende a asumir que los problemas a los que se enfrentan las propuestas técnicas que se quiere imponer son responsabilidad de los otros, de los productores. En este contexto, falta una necesaria mirada autocrítica que atienda a la influencia de las propias prácticas de extensión en los problemas que surgen para alcanzar ciertos objetivos. Así, aparece como propuesta la implementación de espacios grupales en los cuales los agentes de extensión puedan reflexionar sobre su práctica y sobre sus problemas, lo que les permitirá poner en cuestión su modo de hacer extensión, estrategia que ha demostrado eficacia empírica (Landini et al. 2013a). De nada sirve procurar ‘transferir’ una propuesta alternativa de ER horizontal, no difusionista, por medio de metodologías difusionistas. En este contexto, el reconocimiento de la necesidad de conseguir un mayor compromiso de parte de los productores con la tarea de extensión puede ser un elemento favorable para pensar nuevas alternativas. Sin dudas, una tarea de estas características resulta particularmente compleja, pero se entrevé como una cuestión necesaria si lo que se busca es fortalecer el limitado impacto de las actuales prácticas de extensión.

 

CONCLUSIONES

En este artículo, a partir de una revisión bibliográfica, se analizó la dinámica productiva, la situación de pobreza y el trabajo de ER llevado adelante en Paraguay con el fin de contextualizar el estudio realizado. Sobre el particular, se destaca la importancia de la actividad agropecuaria en el marco de la economía paraguaya, los altos niveles de pobreza rural y las limitaciones de la ER pública.

Respecto de los problemas identificados por los encuestados en relación al trabajo de ER se destacan el bajo nivel educativo de los productores, su actitud pasiva, la escasa participación en proyectos, el uso de tecnologías productivas inapropiadas y las actitudes individualistas o desconfiadas. En buena medida, estos problemas se articulan con la concepción de ER detectada, caracterizada por un enfoque tradicional, orientado a la transferencia de tecnologías, el cual tiende a incentivar y reproducir varios de los problemas identificados. Si bien los resultados obtenidos no pueden generalizarse, sí resultan de interés en tanto ofrecen nuevas miradas para abordar problemas relevantes en el contexto de la ER paraguaya. En este contexto, se destaca la necesidad de elaborar acciones para enfrentar los problemas identificados y, particularmente, superar el enfoque de ER difusionista hegemónico.

 

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