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Revista Internacional de Investigación en Ciencias Sociales

On-line version ISSN 2226-4000

Rev. Int. Investig. Cienc. Soc. vol.15 no.2 Asunción Dec. 2019

https://doi.org/10.18004/riics.2019.diciembre.198-218 

Artículo Original

Centenarios. Entre la plenitud y la fragilidad existencial

Centenaries. Between fullness and existential fragility

Joan Tahull-Fort1 

1 Universidad de Lleida, España.


RESUMEN

En el presente estudio se describe, analiza y reflexiona sobre la ancianidad, más concretamente los centenarios. La vejez demasiadas veces ha sido planteada desde una perspectiva estrictamente monetaria. Su presencia se considera negativa para la sociedad. Son las clases pasivas que solamente gastan, como un pozo sin fondo, no suman y no aportan. Se realizan reflexiones principalmente de costes y beneficios.

Actualmente en los países occidentales la esperanza de vida ha aumentado y muchos gerontólogos afirman que en las próximas décadas un porcentaje significativo de ancianos llegarán a centenarios. Muchos manifiestan soledad, frustración, angustia... en los últimos años de vida.

Se pretende abordar una investigación antropológica para analizar la identidad de los ancianos en la posmodernidad. Se han realizado diferentes entrevistas a ancianos longevos de diferentes edades, también se han presentado datos numéricos sobre la evolución del número de centenarios en España, Catalunya y más concretamente en la provincia de Lleida.

Palabras clave: sociedad; ancianos longevos; identidad y angustia

ABSTRACT

The present study describes, analyses and reflects on old age, more specifically centenarians. The old age has been raised too many times from a strictly monetary perspective. Their presence is considered negative in society. They are passive classes that only spend, like a bottomless pit, do not add up and do not contribute. Reflections are mainly made on costs and benefits.

Currently in western countries life expectancy has increased and many gerontologists say that in the coming decades a significant percentage will reach centenarians. Many manifest loneliness, frustration, anguish ... in the last years of life.

It is intended to address an anthropological research to analyse the identity of the elderly in postmodernity. Different interviews have been carried out on elderly people of different ages, numerical data on the evolution of the number of centenarians in Spain, Catalonia and more specifically in the province of Lleida.

Keywords: society; old people; identity and anguish

INTRODUCCIÓN

La vejez demasiadas veces ha sido planteada desde una perspectiva estrictamente monetaria. Su presencia se considera negativa para la sociedad. Son las clases pasivas que solamente gastan, como un pozo sin fondo, no suman y no aportan. Se realizan reflexiones principalmente de costes y beneficios. Los ancianos son caracterizados por ser una pesada carga de la sociedad y las familias. Se les considera obsoletos, amortizados, ruinosos y devaluados. Están en un proceso de obsolescencia programada, a punto de apagarse, como las bombillas que tienen las horas contadas. Los viejos están al final, cerca de la muerte, a punto de desaparecer. Son un anacronismo, forman parte de un pasado lejano que nunca más volverá. La sociedad los esconde, en cambio, muestra y exhibe jubilosamente a los niños. Ellos son el futuro y la alegría. Actualmente lo viejo resta valor social.

Durante el siglo XX la esperanza de vida se ha doblado en los países occidentales. Se ha pasado de vivir de media unos 40 años a principios de siglo, a una media de 80 años a finales del mismo. Ha habido un cambio de paradigma muy significativo. A principios del siglo XX pocas personas llegaban a la vejez, por el contrario, tenían mucho prestigio, relevancia, poder y consideración social. En estas sociedades los ancianos tenían el poder, eran gerontocracias. Tenían el mando económico, político, cultural e intelectual. Tenían las propiedades y dominaban las dinámicas del poder. Los ancianos tenían unos conocimientos y una experiencia que nadie más poseía. También, estaban próximos a la muerte y tenían una vivencia directa del misterio del más allá. Todos respectaban a los ancianos (Beauvoir: 1983).

En cambio, actualmente en los países occidentales la esperanza de vida ha aumentado y muchos gerontólogos afirman que en las próximas décadas un porcentaje significativo de ancianos llegarán a centenarios. Según parece, la tendencia seguida en el siglo XX se consolidará en este siglo y aumentará durante los próximos años. En este contexto, diversos economistas, demógrafos... realizan análisis catastróficos. Se afirma reiteradamente que ninguna sociedad puede soportar tantos jubilados parados. La pirámide de las edades se invierte y faltan cotizantes para mantener y soportar el sistema de pensiones y la financiación de la Seguridad Social. Dentro del contexto social y económico adverso aumenta el número de ancianos y longevos extremos.

Los centenarios son unos pocos individuos que han llegado a una edad muy avanzada. Parece que hayan superado la muerte y estén viviendo en la eternidad. Nada más lejos de la realidad, ellos saben perfectamente que la muerte está muy cerca y les acecha. Los centenarios han roto los modelos sobre la esperanza de vida y abren nuevas sendas para todos los individuos. Parecen seres venidos del más allá para comunicarnos y mostrarnos vidas diferentes. Los centenarios son un epifenómeno que marca tendencias y modelos sociales, psicológicos, culturales y económicos futuros. Córdoba (2016) afirma que en España había 15.941 personas centenarias en el 2015. Representan más del doble que hace quince años. La información es concluyente y muy significativa. Pone de relieve una realidad difícil de obviar que demanda análisis y reflexión exhaustiva.

El cambio demográfico es evidente y según parece sin marcha atrás. Los diversos análisis y reflexiones sobre la temática son fundamentalmente económicos, parten principalmente de la sostenibilidad del sistema de pensiones y prestaciones. Constantemente se alerta sobre la inminente explosión demográfica como una bomba de relojería a punto de explotar (López: 2006, Codorniu: 2011 y Fernández-Cordón: 2016). También, muchas investigaciones analizan la longevidad extrema, analizando las condiciones de estas personas: entorno, hábitos, alimentación... (Zamarrón: 2007). Destacan los estudios de las Zonas Azules, los cinco lugares privilegiados del planeta con más centenarios (Buettner: 2012). También hay análisis longitudinales sobre las condiciones de vida de los centenarios españoles (Velasco: 2008, Puga: 2010 y Rey: 2014). Destacar la revisión bibliográfica sobre centenarios realizada por Córdoba (2016).

Por el contrario, hay escasez de investigaciones sociológicas y antropológicas sobre la identidad de la ancianidad y los centenarios. Pocos análisis analizan sus percepciones: como se ven, la vida, la familia, amigos, sociedad... En definitiva, identificar su identidad. Como la sociedad interpreta a los ancianos y cómo valoran los ancianos la sociedad. En esta investigación se describen prioritariamente sus impresiones. Se da voz a personas anónimas, sin relevancia pública, las cuales exponen libremente sus reflexiones. Bauman (2005) rompe con la definición tradicional de identidad (algo estático, cerrado y constante) y la relaciona con entornos difusos y complejos de la posmodernidad. La identidad debe entenderse como una construcción social abierta, flexible y en constante reinvención:

Se revela sólo como algo que hay que inventar en lugar de descubrir; como el blanco de un esfuerzo, "un objetivo", como algo que hay que construir desde cero o elegir de ofertas alternativas y luego luchar por ellas para protegerlas después con una lucha aún más encarnizada (p.40).

Los ancianos, también los centenarios, no pueden tener en la posmodernidad una identidad fija e inmutable; siempre deben readaptarse y reintegrarse a las cambiantes situaciones coyunturales. En el siglo XX ha habido un cambio de paradigma. Durante la mayor parte del siglo los ancianos eran referentes y piedra angular de la sociedad y la familia. En cambio, a finales de siglo y en el actual han perdido relevancia. Los ancianos no tienen la significación social que tenían. La sociedad y las familias los consideran estorbos, algo del pasado y sin una utilidad definida. Tienen una identidad rota, fragmentada y muy precaria. Han perdido la seguridad y estabilidad social y psicológica del pasado, cuando eran niños, padres, trabajadores... y tenían una función social reconocida y aceptada. Por el contrario, al final de sus días, cuando están en una situación de debilidad física, cognitiva... no reciben el apoyo social adecuado y muchos viven estos años en la extrema precariedad y fragilidad. No solamente material, también en un mundo irreconocible, extraño y hostil. Tienen muchas dificultades para construirse e inventarse una identidad para entornos complejos y cambiantes.

El presente artículo pretende mostrar, analizar y reflexionar sobre la vejez, introduciendo datos relevantes sobre los centenarios como epifenómeno de una realidad demográfica significativa actual y de futuro. En los últimos años ha aumentado el número de jubilados y centenarios y en el futuro esta tendencia seguirá. En pocos años la generación Baby boom empezará a jubilarse masivamente. La investigación no se centra en el ámbito económico, tiene una mirada social y cultural. Pretende reflexionar y comprender la identidad de los ancianos, y centenarios, entrevistados. Sus aportaciones son valiosas e interesantes para comprender su situación. Actualmente hay una paradoja sobre los ancianos. Cuando eran pocos y una rareza de la naturaleza tenían poder, reconocimiento y significación social. En cambio, actualmente son más y su relevancia es escasa. Nadie quiere ser viejo, ni los mismos viejos. Gil Calvo (2003) dice que los otros son los viejos.

En el siguiente artículo se pretende describir y comprender la identidad fragmentada y precaria de los ancianos y de la vejez extrema. Reflexionar sobre los riesgos sociales, culturales, cognitivos... Los jubilados viven todavía muchos años y con la jubilación empieza una nueva vida, muchas veces más larga que las anteriores etapas (niñez, juventud, padres y trabajo). Se debería reflexionar sobre el proceso del jubilado hasta llegar a la extrema vejez. Comprender bien la significación para mejorar su calidad de vida. Actualmente muchos ancianos viven situaciones de angustia y frustración con enormes costes psicológicos y sociales. De Rosnay (2006) considera que en un futuro próximo aumentará notablemente el número de centenarios:

En cualquier caso, hay grandes posibilidades de que las próximas generaciones superen en masa el límite de los 100 años. Hoy una niña que nazca en Francia tiene una posibilidad de dos de llegar a centenaria (Rosnay: p.41).

METODOLOGÍA

Para la realización de la investigación se ha utilizado información relevante cuantitativa del Instituto Nacional de Estadística (INE) y también datos del Instituto de Estadística de Catalunya (IDESCAT) sobre evolución del número de centenarios en España, Catalunya y algunas comarcas catalanas. También se ha consultado y citado bibliografía relevante sobre ancianidad y personas centenarias.

Se han realizado entrevistas en profundidad a ancianos de edad avanzada y un centenario de diferentes localidades de Catalunya. Se han hecho 5 entrevistas a personas de 101, 99, 95, 92 y 91 años. También he contactado con 5 personas centenarias más. Cuando les propuse una entrevista, los responsables del centro geriátrico me manifestaron la imposibilidad de realizarla. Físicamente y cognitivamente estaban muy limitados. El objetivo inicial de entrevistar a un número significativo de personas centenarias no pudo ser y se limitó a 5 entrevistas en profundidad de personas de diferentes edades, algunos menos de 100 años. La investigación no parte de una limitación previa, al contrario, las aportaciones son más frescas y más representativas de la vejez.

Se han realizado 5 entrevistas: 3 hombres (Antonio, Felipe y Manuel) y 2 mujeres (María y Dolores). Los nombres son inventados. Se les informó que mantendría su anonimato. Los entrevistados son de la provincia de Lleida: dos de Lleida ciudad, una de Tárrega, una de Mollerussa y el último de Cervera. Todas las entrevistas las ha realizado y grabado el autor del artículo y se han transcrito. Se ha intentado ser lo más fiel posible y no dejar escapar ningún detalle relevante de sus aportaciones. Previo a las entrevistas se preparó un guión para preguntar determinados temas. La realidad fue muy diferente. El ritmo, la temática y las prioridades del investigador no coincidían en muchas ocasiones con las del entrevistado. Para llegar a los temas prioritarios, el protagonista realizaba una extensa introducción, explicando hechos cruciales de su vida. En algunos casos explicaron su llegada a Catalunya, el nacimiento de sus hijos, muerte de hijos a edades muy tempranas, cambios bruscos en su vida... Para los ancianos, la introducción previa era fundamental y en las cinco entrevistas fue extensa; en todo caso, ayudó a conocer y comprender mejor al informante.

En las primeras entrevistas, después de las presentaciones, se empezó a preguntar los temas de interés, pero ellos cambiaban el tema y se iban a la infancia, juventud o primeros años de madurez. Primero debían situar los hechos cruciales de su vida. Después, poco a poco, iban llegando a la jubilación y al presente. Un informante dijo que necesitaría una semana completa para explicar un poco su vida. Por este motivo, las entrevistas representan una primera aproximación a sus vidas y unas reflexiones preliminares sobre las dificultades en la vejez extrema.

Las entrevistas han durado aproximadamente entre dos horas y tres horas. Muchas veces la información de los entrevistados era fragmentada y caótica. Había constantes cambios de tema. Por este motivo, en el apartado de los resultados, las reflexiones se han ordenado y estructurado para hacerlas más coherentes; intentando siempre ser lo más fiel posible a sus opiniones.

Antes de las entrevistas no conocía a los entrevistados. He llegado a los informantes mediante conocidos y preguntando directamente en los centros geriátricos. Resultan más valiosas e interesantes las aportaciones de ancianos que el autor no conoce directamente. Pueden expresarse más libremente y tienen menos limitaciones. Al finalizar las entrevistas, todos han manifestado satisfacción por participar. Han asegurado que el tiempo les ha pasado rápido y se han ofrecido a colaborar en posibles futuras investigaciones similares.

Un problema importante de todas las investigaciones es la subjetividad. Para realizar el artículo se ha intentado tener una mirada abierta. Construir el relato más sólido a partir de las aportaciones de los informantes y los datos cuantitativos. La subjetividad no debe verse como una limitación y/o parcialidad, al contrario, es un elemento propio e interesante del objeto de estudio. Se presentan miradas y reflexiones que no verían la luz de otra manera. En todo caso, no todo el contenido tiene el mismo valor. Se ha triangulado la información: ponderado, valorado, situado, contrastado y comparado todos los datos (Ander Egg: 2000).

En muchas ocasiones, durante la redacción del artículo, hubiese sido interesante tener el informante cerca para preguntarle sobre algún aspecto, matizase o desarrollase alguna idea. Para ser más fiel a sus reflexiones y vivencias. Con toda la información recogida se ha construido un relato coherente. La tarea ha sido difícil y ardua, con muchas dificultades. Organizar y estructurar todas las aportaciones de los informantes en un todo coherente exige mucho esfuerzo y atrevimiento intelectual. Tal como explica Mills (1983), la construcción del relato exige un cierto grado de imaginación sociológica para ordenar, dar sentido y coherencia al discurso.

RESULTADOS

El siguiente apartado pretende ofrecer datos cuantitativos y cualitativos sobre la longevidad, los centenarios, y su identidad. Se presentan datos sobre el aumento del número de centenarios. Diferentes estudios apuntan que la tendencia continuará en los próximos años. Paralelamente, los ancianos tienen muchas dificultades para situarse y comprender su entorno. En muchas ocasiones interpretan el mundo hostil, incomprensible y muy alejado de su vida. En el pasado eran pocos y muy admirados. Tenían el poder político, económico, social e intelectual. En cambio, actualmente son muchos, serán más y vivirán más tiempo.

En España, según datos del INE, en referencia a la evolución del número de centenarios entre los años 2000 y 2015:

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE

Los datos muestran diferencias en el número de centenarios entre los años 2000 y 2015. En la etapa de 95 a 99 años, en el año 2000 eran 42.620 ancianos. En el año 2015 eran 78.412 personas. El incremento ha sido significativo, llegando casi a doblar el número. En referencia a los centenarios, en el año 2000 eran 5.760 longevos, en el año 2015 eran 15.941. El incremento ha sido destacado. En las dos categorías viven significativamente más mujeres.

En Catalunya, según datos de IDESCAT, se presenta información de personas próximas a ser centenarios y ancianos de 100 años o más:

Fuente: Elaboración propia a partir de la información IDESCAT.

La gráfica 2  visualiza datos del número de ancianos de diferentes edades.  

En Catalunya, como en España, hay más mujeres que hombres. La proporción aproximada en todos los años es un hombre por tres mujeres. Ellas son más y viven más años. En la tabla se comparan datos de dos años (2000 y 2015) y han aumentado el número de ancianos. En el año 2000 eran 300 hombres, 891 mujeres con un total de 1.191 personas de 99 años o más. En el año 2015 se introduce la variable de 100 años o más, la categoría es representativa demográficamente. En los años anteriores no se contemplaba. En el 2015 eran 379 hombres, 1.737 mujeres con un total 2.116 personas de 100 años o más. En todos los años el incremento ha sido significativo, llegando a doblarse.

Fuente: Elaboración propia a partir de la información IDESCAT.

Detallando más, en referencia al número de centenarios en diferentes comarcas de la provincia de Lleida y comarcas de las capitales de provincia de Catalunya: 

La gráfica muestra diferentes comarcas del territorio de Lleida y las comarcas de las capitales de provincia de Catalunya. En los años 2000 y 2006 menciona la categoría de personas de 99 años o más; en el 2015 introducen de 100 años o más. La comparación se hace difícil y no es representativa. En todas las comarcas, comparando el 2000 y el 2006 se observa un incremento destacado, en algunas comarcas multiplican por cuatro. En el Pallars Jussá pasan de 3 a 11 personas de 99 años o más. En el Segriá aumentan de 19 a 49 ancianos de 99 años o más. En otras comarcas no hay casi diferencias, en el Gironés de 35 a 37 ancianos. Comparándolos con el 2015 el aumento es débil. No integra los ancianos de 99 años o más y la categoría acoge solamente de 100 años o más. En el Barcelonés pasan de 844 a 797 ancianos de 100 años o más. Por el contrario, en el Tarragonés incrementan el número, de 46 a 60 individuos de 100 años o más. En todos los casos, en España y Catalunya aumenta la esperanza de vida y el número de longevos extremos y centenarios.

A continuación, se introducen las aportaciones de los entrevistados para completar y describir los gráficos con experiencias y vivencias de ancianos longevos. Se han realizado 5 entrevistas a ancianos de diferentes edades de 101, 99, 95, 92 y 91 años. No se han podido realizar más entrevistas a centenarios ya que su estado de salud era muy precario e imposible realizarlas. Antonio explica que:

A nuestra edad ya no piensas mucho en el futuro, casi no tenemos futuro. Hoy estás y mañana no estás. Nosotros solamente tenemos pasado, no futuro. La verdad que todo es muy triste. No tiene mucho sentido pensar en proyectos a largo plazo. Valoras más el presente. Lo que tienes ahora y lo demás no importa (Antonio de 91 años).

Antonio hace una reflexión introductoria para situarnos cómo interpreta su vida. Los ancianos y los jóvenes valoran el tiempo de forma diferente. El joven tiene poco pasado y todo el futuro por delante. Piensa poco en el pasado, para él tiene poca significación. Los jóvenes olvidan rápido. En cambio, los ancianos tienen mucho pasado, su vida está pasada, ya ha sido vivida y tienen poco futuro. Saben que les queda poco de vida y proyectarse no tiene sentido. No saben si vivirán para verlo. Por este motivo, están incrustados en el presente y tal como dice Antonio: "valoras más el presente". También, afirma que le parece triste. No sabemos exactamente, pero suponemos la vida del anciano. Vivir en la precariedad existencial, sin poder proyectarse, dependiendo de los demás y no ser autosuficientes.

Felipe reflexiona sobre la fragilidad en la vejez. Explica sobre diferentes tipologías de ancianos:

Todos los viejos son diferentes. Todos tienen una vida tan larga que no se terminaría nunca de explicar. El otro día estaba en el médico y unas chicas dicen entre ellas: "este señor de allí es muy viejo, ¿no?". Ese señor era yo. Entonces, cuando les escucho les digo: "Es que yo os podría explicar tantas cosas que podría estar una semana entera explicando mi vida". ¡Toda la semana entera! Lo que te iba contando. La vida de los viejos es muy triste. Para todos. Siempre vamos a menos y esto es muy triste. Yo por lo menos la cabeza me va bien, hablo bien y pienso bien. Tengo un poco de artrosis, pero voy haciendo. Pero todos aquellos que están mal, imagínate como se sienten. Como están. Están para tirar (Felipe de 99 años).

El informante explica que todos los ancianos son diferentes. Muchas veces se simplifica a los ancianos, centenarios, dentro de una categoría con unas características determinadas y limitadas. Por el contrario, Felipe manifiesta que deben tenerse en cuenta las diferentes características personales. Todos han tenido una larga vida y llegan a la ancianidad determinados por un pasado. Muchos llegan en un estado físico y cognitivo muy limitado, entonces afirma: "imagínate como se sienten. Como están. Están para tirar". Han perdido toda la autonomía y su vida es muy precaria y frágil. Felipe afirma que se siente bien en general, se siente afortunado, "habla bien y piensa bien". Tiene un cierto grado de autonomía y fortaleza. Tal como explica, cuando estaba en la sala de espera del médico, responde a las chicas cuando escucha que hablan de él y les replica que necesitaría una semana entera para explicarles su vida. En todo caso, el entrevistado reitera que "la vida de los viejos es muy triste".

Manuel reflexiona sobre la relación entre religión y muerte:

Mi desgracia es morirme antes que mi mujer. Yo todavía estoy bien, pero mi mujer está muy mal. Tiene Alzheimer muy avanzado y todo el día está durmiendo. A veces me conoce, a veces no, pero yo la quiero igual que antes. La quiero más. Cuando la veo así pienso que ella solamente me tiene a mí. Siempre pienso lo mismo, yo estoy bien, pero ojalá ella se muera antes que yo. No sé qué sería de ella sin mí. Sufro mucho pensando en mi muerte y ella todavía viva. Sufro mucho. Siempre pienso. Tengo un amigo que es creyente y siempre le digo: "tú tienes mucha suerte. Tú te mueres y no pasa nada". Para mí que no soy creyente es muy triste. Yo me muero y no hay nada más, lo sé. Yo estoy solo, con mi mujer, con Alzheimer, y muchas veces no me reconoce. Yo estoy solo (Manuel de 95 años).

Manuel es muy consciente de la proximidad de la muerte. Cada día piensa en la muerte y sufre con la idea de morirse antes que su mujer. Ella tiene Alzheimer en estado avanzado y muchas veces no lo reconoce. El sentido de su vida en la actualidad es cuidarla. Ella lo necesita mucho, está en una situación de extrema vulnerabilidad existencial. Dice: "yo no sé qué sería ella sin mí". Manuel vive con angustia y reflexiona sobre la vida y la muerte. Quiere que su esposa muera antes, pero también reflexiona sobre su fallecimiento. Se define como no creyente y no contempla una vida más allá de la muerte. La religión da explicaciones, alternativas, un sentido a la existencia e integra a la vida la trascendencia. Finaliza su explicación afirmando que se siente solo, "yo estoy solo".

Continuando con Manuel:

Nosotros tenemos tres hijos, todos viven en Barcelona y Lleida. Ninguno vive en Cervera. Los vemos poco y los echamos de menos mucho. Claro, ahora ya son grandes y no nos necesitan. Ellos tienen su vida: familia, trabajo, hijos, amigos... y sus cosas. Yo tampoco lo sé, a mí tampoco me lo cuentan. Lo que le explicaba, los vemos poco. Entiendo que estamos lejos, pero nos gustaría verlos más veces. Más o menos nos llaman una vez a la semana o cada dos semanas. Pero los vemos solamente cuando hay fiestas. Por Navidad, Semana Santa, verano y poco más. Para nosotros es poco, queríamos más y cuando los vemos es corto. Ahora es lo único que nos queda. Estamos solos aquí. Nosotros llegamos aquí hace años y la gente también se ha ido muriendo. A veces mi mujer me dice: "Tú eres el único que me cuida" (Manuel de 95 años).

El entrevistado explica que tiene tres hijos, ninguno vive en su localidad y están solos. Los ven poco, solamente por vacaciones y la visita siempre es corta. Tienen contacto telefónico con ellos, una llamada cada una o dos semanas. En edades avanzadas, los ancianos se encuentran solos. Muchos familiares, amigos y conocidos se han muerto. Todos son más jóvenes y muchas veces viven en un mundo irreconocible. Tienen pocos referentes, en su caso, solamente los hijos, "los vemos poco y los echamos de menos". Para Manuel, el principal referente es su esposa, tal como se ha explicado, enferma de Alzheimer. Su mujer, cuando está bien le dice, "tú eres el único que me cuida". Señala la soledad y el aislamiento. Parece que el mundo exterior no existiese o fuese irreconocible.

María explica el significado de la vejez:

Ahora somos un estorbo. Nadie nos quiere, es como si no existiéramos. Vamos por la calle y como si fuéramos invisibles. Yo tengo familia, hijas, nietas y biznietas. Pero todas tienen su vida. Somos muy viejas. Estamos ya de salida. Ahora nadie nos dice nada, nadie nos consulta. Antes, cuando era niña, mis abuelos mandaban en casa. Ellos tenían el poder. Cuando ellos hablaban todos callábamos. Ahora nadie nos hace caso. Nos quieren, no digo que no, pero es de otra manera. También, suerte de la chica que nos cuida. Viene una chica muy simpática que siempre está. Nos hace la comida, lava, plancha... Sin ella no sé qué haríamos. Tengo amigas, pero son mayores (María de 101 años).

La informante explica el cambio de paradigma social y cultural respecto la vejez. En sociedades anteriores tenían más consideración social, tenían más autoridad y prestigio. María dice que "mis abuelos mandaban en casa. Ellos tenían el poder". Por el contrario, en la actualidad los ancianos no tienen la misma consideración. Los viejos están, cada día son más, pero son un "estorbo". La entrevistada explica que viven en una sociedad distante. No se identifican con el mundo actual. No lo reconocen y les parece en muchas ocasiones extraño y hostil. Tienen poco contacto social y está reducido a personas mayores como ellos. En muchas ocasiones, el entorno social y familiar no los acoge y protege, entonces utilizan estrategias específicas. Una mujer va cada día a su casa para realizar tareas como: cocinar, planchar, lavar... Buscan soluciones fuera del entorno social y familiar más próximo. Dice: "sin ella no sé qué haríamos". Son conscientes de su fragilidad y la necesidad de ayuda externa. En referencia a los familiares, dice que los quieren, pero tienen sus cosas. Tienen su familia, hijos, trabajo... y no tienen tiempo para ellos. Dice: "nos quieren, no digo que no, pero es de otra manera". No quiere romper los vínculos familiares, toleran la situación, les disgusta, pero no tienen otras alternativas.

Dolores explica la relación entre la sociedad y la vejez:

Estamos solas. Siempre estamos entre nosotras y apenas tenemos relación con jóvenes; si no fuese por hijas y nietas. Nosotras tampoco entendemos muchas cosas. Ya somos mayores y todo ha cambiado mucho. Nosotras vivimos con Franco, también con la República, Primero de Rivera y Alfonso XIII. ¡Imagínate, ya sé que no sabes de lo que te hablo! Antes íbamos en burro y ahora en coche. Ahora hay todas estas cosas de ahora, la televisión, ordenadores. Yo todo esto me ha llegado muy tarde y no me he puesto. Yo de joven era muy inteligente y estaba en todas. Luchaba por la libertad y por mejorar la vida de todos. Pero ahora no puedo. Cuando te vas haciendo mayor vas perdiendo amigos. Muchas se mueren. Ahora ya no entiendo las cosas de los jóvenes. Ahora, yo no quiero molestar a nadie. Sé que todos nos quieren muchos, pero no quiero molestar (Dolores de 92 años).

La entrevistada empieza afirmando que los ancianos están solos. La soledad no solamente es social y cultural, también existencial. Se ven muy diferentes y alejados de la mayoría de la población. Hay un mutuo desconocimiento entre diferentes generaciones. Dolores dice que apenas tienen relación con los jóvenes. Cree que son invisibles para ellos. La informante describe su recorrido histórico con los diferentes jefes de gobierno: Franco, Azaña, Primo de Rivera y Alfonso XIII. La informante explica que luchó por determinadas ideas liberales. Remarca la enorme distancia entre jóvenes y ancianos, longevos, afirma: "¡Imagínate, ya sé que no sabes de lo que te hablo!".

Han vivido diferentes regímenes políticos con diferentes características y en la actualidad con la revolución digital y las tecnologías comunicativas no han tenido tiempo para adaptarse. Todos estos avances han llegado siendo mayores. Dice: "antes íbamos en burro y ahora en coche", para señalar la transformación de la sociedad. La adaptación a la tecnología "me ha llegado tarde y no me he puesto". El mundo de los jóvenes, en sentido amplio, para ella la mayoría son jóvenes, tienen unas reglas, normas, cultura... diferente de las suyas. Ella en su juventud era "muy inteligente y estaba en todas", pero en la vejez "ya no puedo". Viven en un mundo irreconocible, extraño y en muchas ocasiones hostil. Termina el fragmento diciendo que no quiere molestar, dando a entender que la separación con la sociedad es definitiva.

María reflexiona sobre la vejez:

Yo soy muy feliz de haber llegado tan mayor. Tengo 101 años. Nunca me hubiera pensado llegar a esta edad, pero también veo que estoy muy sola. Muchas cosas no las puedo hacer y dependo para todo de los otros y ¿cuándo no están?, ¿no sé? Veo que cada día somos más, pero estamos peor, más escacharradas. ¡Nadie nos tiene por nada! (María de 101 años)

María tiene sentimientos mezclados. Por un lado, se siente feliz y una privilegiada por ser centenaria y tener en la actualidad 101 años. Por el contrario, cada día está peor y siente el final próximo. Se siente vulnerable y depende de los otros. Realiza una reflexión general sobre el aumento de ancianos y longevos extremos sin una función social reconocida. Tal como explica Beauvoir (1983), los ancianos, en el pasado, tenían relevancia y consideración social. Tenían el poder político, económico e intelectual. Había una asociación entre vejez y sabiduría. Los ancianos eran más sabios ya que tenían más experiencia, como dice el proverbio: "el viejo sabe más por viejo que por diablo". También, la proximidad con la muerte les daba más libertad, sabiduría y conocimiento de la transcendencia. Actualmente, la vejez no está de moda, está cuestionada y siempre planteada en negativo. Son las clases pasivas, aquellos que viven del trabajo y del esfuerzo de los otros. Son invisibles y no tienen significación social (Gil Calvo: 2003).

CONCLUSIONES

Actualmente estamos instalados en la posmodernidad. Se caracteriza por vivir en un contexto social y cultural: precario, discontinuo, individual, flexible... Todos los sujetos están radicalmente determinados por la posmodernidad. Los ancianos, también los centenarios, están incrustados en la estructura posmoderna (Lipovetsky: 2008). Ellos, por sus especiales características físicas, económicas, sociales, culturales, cognitivas..., viven precariamente y fragmentariamente. Muchos ancianos actualmente viven en el limbo. La sociedad no les construye una identidad clara y definida. Ellos deben adaptarse y readaptarse en un contexto hostil y complejo. Viven en la inmediatez y no proyectan. Buscan construir y definir una identidad en un contexto social y cultural líquido y muchos no lo consiguen (Bauman: 2005).

Se han presentado datos sobre el número de centenarios en España, Catalunya y diferentes comarcas catalanas en diferentes años. Cada año son más. Tal como dice Córdoba (2016), en España en el 2015 había 15.941 centenarios, lo cual representa más del doble de hace quince años. Esta información es concluyente y merece un análisis profundo y desde múltiples dimensiones. Demasiadas veces la ancianidad se aborda casi exclusivamente desde una perspectiva económica, valorando exclusivamente costes y beneficios. También hay muchos estudios relevantes para conocer las condiciones de vida de los longevos. Por el contrario, pocos estudios antropológicos analizan la identidad de la extrema ancianidad. El presente artículo pretende describir y reflexionar sobre la temática abordada desde una perspectiva social y cultural.

En la actualidad existe una paradoja sobre la ancianidad y la longevidad extrema. Antes eran pocos ancianos, pero muy valorados. Tenían el poder económico, político, social, cultural e intelectual. Por el contrario, en la actualidad, cada vez más ancianos viven más años. Los centenarios representan un epifenómeno de una realidad demográfica, social y cultural muy compleja y significativa. En las diferentes entrevistas los informantes manifiestan sentirse solos, confusos y desorientados en un mundo en muchas ocasiones extraño y hostil. Un mundo desconocido y alejado de sus intereses. Los hijos y nietos tienen sus vidas que no coinciden con las suyas. María dice que "¡nadie nos tiene por nada!". Muchos manifiestan claramente sentirse solos. Tal como lo dicen, interpretamos no solamente una soledad física, sino social y existencial. Se sienten irrelevantes e invisibles en la sociedad actual. Dolores explica que no entiende el mundo, le parece alejado e incomprensible. También, las tecnologías han revolucionado el ocio, el trabajo, las relaciones sociales... y muchos ancianos, longevos, han llegado tarde, no son competentes en estas materias. No han sabido o podido adaptarse a los cambios. Los ancianos se han vuelto irrelevantes en la sociedad y las familias. Muchas veces son cuestionados y objeto de múltiples disputas políticas principalmente por los costes económicos.

Todos estos debates y reflexiones deberían buscar formas de mejorar la integración y valoración de los ancianos. Situarlos en un papel digno y significativo de la sociedad. Cabe preguntarse: ¿Qué sentido tiene alargar la esperanza de vida de los ciudadanos, tener más centenarios, con una vida precaria, triste y angustiosa? Muchos viven solos, cerrados en sus casas, sin apenas contacto con el exterior, con poca relación con familiares... Muchos sienten angustia y frustración en los últimos años de su vida. La sociedad debería mejorar las condiciones de los mayores en todos los ámbitos. Alargar la vida de todas las personas es muy positivo, pero en ningún caso abandonarlas a su suerte en la vejez. Un primer paso importante sería construir y determinar una identidad social, acordar unas funciones y tareas socialmente consensuadas con ellos. Deberían volver a ser significativos y relevantes en la sociedad actual. No podemos ignorar y olvidar a ningún ser humano. Los ancianos deberían ser en la medida de sus posibilidades sujetos activos de la comunidad.

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Recibido: 04 de Diciembre de 2017; Aprobado: 14 de Octubre de 2019

Autor Correspondiente: Joan Tahull Fort. Coordinador ICE-CFC de la Universidad de Lleida Campus de Cappont Carrer de Jaume II. E-mail: joantfort@geosoc.udl.cat

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