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Revista Internacional de Investigación en Ciencias Sociales

On-line version ISSN 2226-4000

Rev. Int. Investig. Cienc. Soc. vol.10 no.2 Asunción Dec. 2014

 

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Encierro geográfico boliviano: cuatro hipótesis para entender esta condición, 1970-1990

Bolivian geographical closure: four scenarios to understand this condition, 1970-1990

 

Máximo Quitral Rojas1

 

1. Historiador, Dr© en Ciencia Política de la Universidad Nacional de San Martín. Investigador del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Arturo Prat (INTE). E-mail: maximoquitral@gmail.com

Este artículo es resultado del proyecto Anillos de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades, SOC 1109, Unap-Usach sobre “Relaciones Transfronterizas entre Bolivia y Chile: Paradiplomacia y Prácticas Sociales, 1904-2004”.

Recibido: 25/03/2014; Aceptado: 22/09/2014.

 


Resumen: El presente trabajo busca ordenar las principales hipótesis que han estado en la discusión sobre el acceso al mar por parte de Bolivia. Se presenta cuatro hipótesis explicativas que abordan el encierro geográfico de Bolivia, luego se expone una breve explicación de qué se entiende por Economía Política Internacional (EPI) para, finalmente, analizar el rol asumido por las relaciones económicas entre los países en estudio. La hipótesis que se sostiene es que las relaciones económicas han persistido a lo largo del tiempo, aún cuando las relaciones políticas están congeladas.

Palabras clave: Encierro geográfico, economía internacional, política internacional, relaciones internacionales, Bolivia.

 

Abstract: This paper seeks to put in order the main assumptions that have been in the discussed on access to the sea for Bolivia. First, four explanatory hypotheses that address the geographic confinement of Bolivia will be discussed, then it will be exposed a brief explanation of what is meant by International Political Economy (IPE) to finally discuss the role assumed by economic relations between the countries studied. The hypothesis held is that economic relations have persisted over time, even when political relations are frozen.

Keywords: Geographical closure, international economy, international political, international relations, Bolivia.


 

INTRODUCCIÓN

Normalmente los escritos realizados por los intelectuales nacionales y bolivianos han procurado maximizar los aspectos conflictivos entre Chile y Bolivia, pero por sobre todo, destacándose el encierro geográfico de Bolivia. Esto ha alentado la sensación de que la rivalidad existente entre ambos países no tendría una temprana solución y que no subyace ninguna otra forma de relación bilateral más allá de lo estrictamente político. Sin ir más lejos, los planteamientos geopolíticos y de cierta forma los enfoques sociopolíticos que predominan en los estudios de las relaciones internacionales de ambos países, acusan una supremacía superlativa y reiterativa de la realpolitik. O sea, esa llamativa frase que señala que entre Chile y Bolivia hay paz, más no amistad, sería el resultado de la preeminencia dialéctica de esta corriente de estudio y de su dimensión analógica.

Dichos argumentos debilitan las posiciones optimistas tendientes a resolver un tema que en el fondo es trilateral, pero que para sectores de la clase política chilena tendría un componente bilateral. Probablemente esa tradicional mirada de la historia regional con vencedores y vencidos que sitúa a Chile en una posición predilecta en el escenario regional, serían algunas formas de entender la política latinoamericana inadecuadamente. Dichas posturas obstaculizan las acciones integracionistas regionales, a tal punto de instalar en el ámbito societal, algunos síntomas de “pigmentocracia”, desvalorización vecinal y una profunda intolerancia que impide la cohesión regional.

Está claro que no es posible desatenderse de la persistencia temporal del encierro geográfico boliviano iniciado por Chile durante la segunda mitad del siglo XIX, pero es prudente recordar que bajo la dictadura militar chilena la permanente tensión presente en las relaciones internacionales de los países aludidos, alcanzó una cierta “distensión” con el abrazo de Charaña (1975). Empero “Lamentablemente las tratativas y negociaciones derivadas del encuentro se fueron diluyendo rápidamente y los compromisos políticos adquiridos previamente se desvanecieron hasta provocar un drástico cambio en el escenario vecinal” (Quitral, 2010, p. 141). Si bien los episodios de quiebres políticos son mayores a los escenarios de armonía bilateral, hay una dimensión económica que ha sido invisibilizada por un buen espacio de tiempo y que justamente este trabajo pretende analizar.

 

METODOLOGÍA

Como pregunta de investigación se plantea lo siguiente: ¿pueden ser las relaciones económicas un mecanismo de solución al enclaustramiento geográfico boliviano? Como hipótesis se sostiene que las relaciones económicas han persistido a lo largo del tiempo, aún cuando las relaciones políticas están congeladas. Metodológicamente hablando, este trabajo incorpora como insumo teórico la Economía Política Internacional (EPI) que contempla la utilización de variables socioeconómicas que sustentan el estudio y amplían el conocimiento del mismo. Además, se realizó a) una delimitación temporal del objeto de estudio, 1970-1990; b) la presentación de datos económicos que refuerzan las ideas y permiten mejores interpretaciones y c) la selección de los casos particulares. El artículo da cuenta de las cuatro hipótesis explicativas que abordarían el encierro geográfico de Bolivia para continuar con una breve explicación de qué se entiende por Economía Política Internacional (EPI). Finalmente se profundiza en el rol asumido por las relaciones económicas entre los países estudiados.

 

RESULTADO Y DISCUSIÓN

Cuatro hipótesis sobre el encierro geográfico boliviano

Este apartado tiene por objetivo ordenar las principales hipótesis que han estado en la discusión sobre la el encierro geográfico boliviano. Adicionalmente se busca situar al lector dentro de los principales planteamientos políticos esgrimidos por Chile y Bolivia sobre el acceso al mar, revisando textos chilenos como bolivianos, los que se enmarcan en el ámbito de las relaciones internacionales. No obstante, esta relación ha estado condicionada por la presencia de una historia compleja de conflictos históricos y de una visión internacional que tiende a ver la realidad reducida al juego de enemigos y amigos. Por tanto, atendiendo al debate historiográfico acotado al período en estudio, se lograron descubrir cuatro hipótesis de lo que han sido las relaciones bilaterales entre los países en discusión. La primera de ellas plantea que sí es posible una solución para el tema de la salida al mar. Esta hipótesis es sostenida por Valentín Abecia (1986) y Ramiro Orias Arredondo (1998). De todas maneras, este optimismo se basa en factores económicos, los cuales se desarrollarán más ampliamente en líneas posteriores.

La segunda hipótesis señala que, durante el régimen militar, la apertura al diálogo fue difícil, puesto que permanecía en la ideología castrense una visión de enemigos para con sus vecinos. Esta mirada está ligada a la tesis de la “seguridad nacional” el gran paradigma durante la dictadura militar chilena. Los autores que defienden esta hipótesis son Heraldo Muñoz (1986), Agustín Toro Dávila (1981) y René Ortega (1993).  Estos autores dan otra perspectiva a la discusión sobre las relaciones internacionales entre Chile y Bolivia, enfocándose en cómo se han desarrollado las relaciones diplomáticas por parte de Chile y por qué fracasó el diálogo en la dictadura militar. De todas maneras esta hipótesis es la más débil, ya que hubo más puntos de unión que diferencias entre las dictaduras de ambos países.

La tercera hipótesis sostiene que Chile no tendría ningún problema de carácter territorial que resolver con Bolivia, siendo un conflicto presente solamente en la memoria boliviana. Esta hipótesis es afirmada por Mónica Gangas y Hernán Santis (1993), que en su estudio sobre “Los Acuerdos Económicos entre Chile y Bolivia como solución a la Mediterraneidad” establecen una visión de total desconocimiento del problema por parte de Chile, argumento utilizado regularmente por los gobiernos chilenos. Aquello ha resultado muy poco inteligente, puesto que saca la atención a un conflicto potencial y el que puede ser amplificado ante cualquier coyuntura favorable hacia los demandantes.

La cuarta y última hipótesis sostiene que, a pesar de no experimentar contactos políticos entre Chile y Bolivia por un buen período, si han permanecido relaciones económicas sólidas entre los países. Esta hipótesis está planteada inicialmente por el Ministerio de Relaciones Exteriores (MRREE) y la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (DIRECON) en el año 1999, en un texto titulado “Relaciones Económicas entre Chile y los Países de la Comunidad Andina”, fue suscrita José Sánchez Rocabado (1994), de nacionalidad boliviana, que en su artículo “Opinión Pública y Consenso frente a Chile del texto Política Exterior Boliviana: Tendencias y desafíos año 1994”, informa sobre los flujos económicos mantenidos por Chile y Bolivia hasta la fecha, hipótesis que tiene como virtud el de proponer un camino más optimista que el de la “suma cero”, considerando a Chile como un socio estratégico, asegurando que la complementación económica sería un mecanismo de entendimiento que ayudaría a avanzar en espacio de diálogo entre Chile y Bolivia.

1) La posición optimista

En esta primera hipótesis existe una confianza que tendría relación con las resoluciones adoptadas luego de la convención del Derecho del Mar de 1982, incorporando desde ese momento, la presencia de ciertos factores que “(…) le otorgan a Bolivia Derechos Universales y especiales respectivamente de acceso libre al mar” (Orias, 1998, p.12). Si bien se sostiene la posibilidad de acceso al mar, el factor Perú condiciona cualquier posibilidad de solución al encierro marítimo boliviano. Es decir, el tratado de 1929 firmado entre Chile y Perú es la gran traba para lograr instancias de diálogo, agregando eso sí, que en relación al Derecho del Mar de 1982, Perú no ratificó la determinación de la conferencia como lo señala el autor. O sea, “(…) ambos Estados (Chile y Perú) hasta el presente no han depositado sus respectivas ratificaciones, por lo que aún su cumplimiento no es obligatorio convencionalmente para estos países” (Orias, 1998, p.80).

Al margen de ello, lo ocurrido en Charaña en 1975 forzó a seguir manteniendo una postura optimista al respecto, aunque para Abecia “El duro régimen de Pinochet, por otra parte, mostraba una imagen deteriorada de Chile en el ámbito internacional” (Abecia, 1986, p.283). A pesar de esto, existió –en un momento de la historia de ambos países- una actitud proclive a darle solución al encierro geográfico boliviano como lo expresó el embajador boliviano designado para la discusión del problema marítimo, el Sr. Gutiérrez Vega Murguía. El diplomático expresó en su momento “traigo el mar para Bolivia” (Bustos, 2003, p.195). Lamentablemente la respuesta final dada por Perú congeló todo afán de optimismo bilateral.

Para cerrar este punto, otro autor que posee una mirada positiva sobre la relación entre Chile y Bolivia es Óscar Pinochet de La Barra quien señala que “Hay quienes creen que el constante fracaso de esta centenaria negociación está mostrando claramente su ineficacia (…) Por último, más de alguien dirá que es un problema de Bolivia. Lo importante es que no han sido cien años perdidos” (Pinochet, 2004, p.8). Razón tiene este autor, pues se sigue sosteniendo que el conflicto es una cuestión de Bolivia y que Chile no reconoce temas pendientes con su par boliviano.

2) Una mirada de enemigos

Durante la dictadura militar de Chile la teoría de la seguridad nacional se impuso como herramienta analítica de comprensión del mundo, y Bolivia se ajustaba absolutamente a ese corriente. Uno de los autores que expuso tal idea fue Agustín Toro Dávila para quien “El hombre en sociedad no es tan diferente, ya que siempre existen roces y conflictos productos de antagonismos” (Toro Dávila, 1981, p.3). Sus palabras están en sintonía con los principales elementos distintivos del realismo, tanto en su pesimismo antropológico como la negación de escenarios armoniosos 2>.

Además, la doctrina de la seguridad nacional utilizada por la dictadura militar consideró en más de algún momento la aplicación de la fuerza como mecanismo de presión internacional, situación reforzada con la idea de que “Ante problemas externos que posea un Estado, la Seguridad Nacional actúa inicialmente por intermedio de la Diplomacia. Cuando los problemas ya son reales actúa la defensa nacional a través del poder militar” (Toro Dávila, 1981, p.13). Es decir, bajo este escenario internacional la lógica amigo-enemigo operó completamente, sumándose además que en los espacios diplomáticos la ubicación de personeros vinculados al régimen militar chileno provocaron una militarización de su política exterior3.

Para Heraldo Muñoz, la cuestión de la seguridad nacional fue clave a la hora de amplificar los conflictos limítrofes y la sensación de enemistad con los países vecinos. Si a eso le agregamos la situación de aislamiento internacional de Chile, los espacios de diálogo armonioso se fueron cerrando y dieron cabida al aumento de la presión por el acceso al mar boliviano. Por ejemplo, a fines de los años setenta en el curso de la novena asamblea general de la OEA se trató el tema marítimo de Bolivia en cuya ocasión “Por 25 votos a favor y uno en contra  (el de Chile) se aprobó encontrar una solución justa y equitativa que proporcione a Bolivia acceso soberano y útil al Océano Pacífico” (Muñoz, 1986, p.144). Si Chile no hubiese estado aislado y el diálogo haya sido el mecanismo de acercamiento y distensión entre ambos países, probablemente esta noción de enemigos habría pasado a ocupar un lugar secundario dentro de las relaciones políticas.

3) Chile, un país sin temas pendientes con Bolivia

El tratado de Paz y Amistad firmado por Chile y Bolivia en 1904 resulta estratégico para la cancillería chilena a la hora de debatir la existencia o no de temas pendientes con Bolivia. Al producirse la firma de tal tratado el 20 de octubre de ese año, Bolivia renunciaba definitivamente a cualquier intento de forzar una salida al mar por territorio chileno, cuestión que para Chile pondría fin a la aspiración boliviana de terminar con el encierro geográfico.

Tanto Mónica Gangas como Hernán Santis, dejan entrever que la problemática existente hasta ese momento entre las parte involucradas estaría presente sólo en la memoria boliviana, pues “El 29 de octubre de 1904, al restablecerse las relaciones de paz y amistad entre Chile y Bolivia, esta última reconoce el  "dominio absoluto y perpetuo de Chile (de) los territorios ocupados por éste en virtud del artículo 20 del Pacto de Tregua de 4 de abril de 1884" (Tratado de Paz y Amistad, 1904, Art. II)” (Santis y Gangas, 1988, p. 46).

Como resultado de esto, la constante presión por parte de Bolivia de salir al mar sería una condición presente en la memoria de ese país más que una preocupación chilena y la cual condiciona todo tipo de encuentro bilateral. En el fondo, “(…) entre Chile y Bolivia no existen controversias ni conflictos en materia territorial y limítrofe. Dicho acuerdo resolvió definitivamente las dificultades que habían dado origen al conflicto bélico de 1879-1883 (Guerra del Pacífico), respecto del cual el gobierno boliviano solicitó la tregua en 1883” (Santis y Gangas, 1993, p. 57). Por tanto, en esta hipótesis la salida al mar de Bolivia es un tema sin resolver solo para el país del norte y no para Chile.

4) El contacto económico, una forma de solución

La cuarta y última hipótesis apunta a la búsqueda de una solución a la salida al mar de Bolivia, pero enfatizando en las relaciones económicas que establecieron ambos países. En esta dirección José Rocabado señala que los contactos económicos realizados por ambos países han sido muy fuertes logrando conformar una interesante vinculación de largo aliento. Lo singular de sus palabras es que “(...) los nexos entre ambos vecinos han alcanzado un elevado nivel de normalidad y lo que quedaría pendiente sería el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre sus gobiernos” (Sánchez Rocabado, 1994, p. 16).

Ya en los años 50` los lazos comerciales entre ambos países se vieron estimulados desde el propio aparato estatal en una época conocida como “la década dorada” de las relaciones internacionales entre los países estudiados. Como lo señala Sergio González, fue un momento destacado para Chile y Bolivia, animada por el afán de darle salida al mar a Bolivia. Además, “En enero de 1955, se desarrollaría otro hito en las relaciones diplomáticas entre los dos países. Los presidentes Víctor Paz Estenssoro y Carlos Ibáñez del Campo firmaron un tratado de complementación económica, basado en el intercambio de petróleo boliviano por acero chileno en el puerto de Arica” (González y Ovando, 2011, p. 92).

Por otro lado, a juicio del ex embajador chileno Carlos Bustos, “(…) los años posteriores fueron de entendimiento y cooperación entre Chile y Bolivia y que se suscribieron importantes instrumentos bilaterales” (Bustos, 2004, p. 187). Estos datos no son irrelevantes a la hora de sopesar las hipótesis presentadas en este trabajo, reparando en que las relaciones económicas entre ambos Estados han representado un punto clave de entendimiento bilateral, pero el que no ha sido considerado del todo. Argumento similar es el que se entregó desde la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales de Chile, insistiendo en que esta dimensión de las relaciones bilaterales ha sido relevante entre los países de la comunidad andina ya bien entrado los años noventa. “Durante la década de los noventa las exportaciones dirigidas a la Comunidad Andina han crecido significativamente. En 1991 Chile exportaba 425 millones de dólares mientras que en 1998 se exportó 1.185 millones de dólares” (DIRECON, 1999. p. 8). En definitiva, Chile y Bolivia han sido capaces de construir una agenda de cooperación y de incipiente integración al margen de los obstáculos políticos impuestos por la historia, los que se enmarcan dentro de la Economía Política Internacional (EPI) la que se profundizará en el siguiente tema.

El papel de la Economía Política Internacional entre Chile y Bolivia

A fines de los años setenta Chile y Bolivia rompen abruptamente sus relaciones políticas, luego de los infructuosos deseos del país de los hidrocarburos por alcanzar su postergada salida al mar. Aunque el avance de las negociaciones fueron vehiculizadas de buena manera, la consulta política al Perú fue clave en la decisión final. Este país solicitó encaminar las conversaciones para recopilar antecedentes acerca de lo negociado por Chile y Bolivia, y de este modo pronunciarse de la mejor manera.

Finalmente Perú dilató demasiado su pronunciamiento, arguyendo la inexistencia de una propuesta concreta por la cual decidirse, dilapidando cualquier aspiración marítima por parte de la dictadura de Banzer. El 29 de septiembre de 1977 el Canciller peruano, José de la Puente, sostuvo ante la ONU lo siguiente: “Nosotros entendemos que, en estricta lógica, para que el Perú considere la posibilidad de su consentimiento tiene que tener a la vista una base de acuerdo entre Bolivia y Chile que hasta el momento no ha sido alcanzada. Cuando ello se logre, se establecerán los contactos del Perú con Chile sobre la materia, afín de llegar al acuerdo previo entre ambas partes previsto en el Protocolo Complementario de 1929” (Maira y Murillo, 2004, p. 58).

A partir  de ese momento los acuerdos adoptados se diluyeron, aumentaron las críticas internas a la errónea conducción política por parte de la dictadura banzerista y ninguna otra gestión diplomática entre Chile y Bolivia logró avances tan destacados como ese particular momento histórico. La Paz responsabilizó directamente a Santiago en el fracaso de las negociaciones, argumentando que “(…) en estos tres años, el gobierno de Chile ha mantenido sin ánimo alguno de flexibilidad todos los condicionamientos del documento del 19 de diciembre de 1975, lo cual no solamente contradice la naturaleza de cualquier proceso de negociación, sino que descarta toda posibilidad de arreglo (…)” (MINREL, 1975-1978, p. 25). Si bien esto provocó que las relaciones políticas entre ambos países entraran en un largo proceso de congelamiento, las relaciones económicas se vieron inalteradas ante este complejo panorama bilateral. Es decir, tanto Bolivia como Chile con el paso del tiempo adoptaron sistemas económicos muy similares a ambos lados de la frontera, logrando preeminencia el sistema neoliberal por sobre el estatismo4 en la historia económica de los países aludidos.

Fue así como estos países han implementado importantes acuerdos comerciales, tales como las Nóminas de Apertura de Mercados de 1980 (NAM), o el Acuerdo de Alcance Parcial nº 27 (AAP) de 1983 que derivó en el conocido Acuerdo de Complementación Económica nº 22 (ACE) de comienzos de los años noventa, por nombrar algunos. Esto se vio reforzado desde Bolivia con el decreto supremo 21060 de agosto de 1985, que marcó el inicio de la Nueva Política Económica (NPE), consolidó el neoliberalismo y empujó al Estado que comenzara con el proceso de privatizaciones de las empresas estatales. A juicio de Gonzalo Chávez “(…) la privatización es encarada como un paso importante para consolidar el modelo, mejorando la eficiencia y propiciando el reinicio del crecimiento” (Chávez, 1991, p. 2), situación que se fue consolidando desde un ámbito institucional con la aplicación de una ley de inversiones, que tuvo como función la de promover el ingreso de capitales extranjeros a la economía nacional. Lo anterior redundó en que “(…) las inversiones privadas tuvieron una tendencia creciente llegando a representar el 70 por ciento del total de la inversión bruta agropecuaria (…)” (Montenegro, 1977, p. 80).

Desde ese momento se comienza a consolidar la participación de los empresarios en esta relación bilateral en la conducción de la economía local con un fuerte énfasis en el mercado internacional. Por ejemplo, para la Economía Política Internacional (EPI) esta situación estaría determinada por la existencia de una subordinación de lo político ante lo económico, proceso por el cual los escenarios internacionales fueron fuertemente influenciados por el capital privado, por las cuotas de poder o por elementos de la geopolítica. En definitiva la EPI sería, “(…) una subdisciplina de la teoría de las relaciones internacionales que trata de la interacción de variables económicas y políticas en el sistema internacional” (Milner, 2000, p. 3).

Es importante señalar que las dos grandes escuelas de estudios de la EPI son la escuela norteamericana y la escuela inglesa, destacando en esta última a Susan Strange, quien se ha dedicado a comprender el papel de los empresarios en la articulación de redes internacionales y su grado de influencia en la toma de decisiones de los Estados. Para ella, el cambio internacional fue de tal magnitud que no solo se produjeron cambios estructurales en la economía mundo, sino que también en la forma de actuar de la diplomacia. O sea, “Hoy los gobiernos deben negociar no sólo con otros gobiernos sino también con empresas. Finalmente, existe una creciente importancia de las empresas como actores que influyen tanto en el curso de las relaciones transnacionales como en el estudio de las relaciones internacionales” (Strange, 1994, p. 103).

Los Estados latinoamericanos y en particular los considerados para este trabajo debieron reforzar los mecanismos de competencia y de inserción mundial con el objeto de mejorar e incrementar su participación en la economía mundo, jugando un rol estratégico la empresa privada, y quien alentó la cercanía entre Chile y Bolivia desde lo económico. Es decir, si bien las discrepancias políticas persistían entre ambas Cancillerías, los marcos de integración económica privada avanzaron tranquilamente, abstrayéndose de la aparición de cualquier problemática política surgida entre los países. Rigoberto Sánchez sostuvo en su momento que “ambos países han mantenido una vinculación peculiar, inédita en el contexto sudamericano, definida como una relación de “no relación diplomática”, pese a ello, esta peculiar relación contiene una significativa agenda de cooperación en integración bilateral” (Sánchez, 2004, p. 127).

En el fondo, una normal relación económica pero una irregular relación diplomática  que con el paso de los años ha ido provocando una oscilante relación bilateral entre los dos países. Por tanto, no es algo menor el papel jugado por los empresarios en la construcción de una agenda económica bastante sólida y de entendimiento a ambos lados de la frontera. Pero ciertamente es una relación que ha sido capaz de abstraerse de los vaivenes de la diplomacia y respaldadas por un contexto internacional globalizante.

En las próximas líneas se grafica esta situación, que viene a corroborar lo planteando, y cuya situación se vio reforzada cuando Bolivia asumió completamente el sistema de libre mercado, espacio ideal para la instalación de los empresarios como un actor más en la toma de decisiones.

Es decir, “A partir de 1985 la sociedad política boliviana ha adherido al modelo de economía de mercado, cuya aplicación permitió bajar la inflación que ese mismo año alcanzaba al 23 mil %” (Sánchez, 2004, p. 58). Justamente en ese año comenzó la primera serie de reformas que buscaron producir una estabilización macroeconómica, luego de la gran crisis político- económica que experimentó el país vecino y la cual fue acompañada por una serie de medidas de estabilización y de ajuste estructural. Como Chile ya había desarrollado un proyecto neoliberal, los impedimentos para la búsqueda de acercamientos desde una dimensión económica fueron menores, y los empresarios de ambos países lograron nexos al margen de lo político. Lo anterior no quiere decir que lo estatal desapareció, pero irrumpieron nuevos actores en el juego bilateral.

En la tabla 1, la estadística contempla cuatro dimensiones de estudio: 1. política local, 2. política internacional, 3. economía y 4. Cooperación. Al tomar sólo las menciones en cada uno de las tipologías elaboradas para este trabajo y graficarlas nos queda lo siguiente (Figura 1).

 

 

De las cuatro dimensiones antes señaladas dos se impusieron dentro de la agenda bilateral chileno-boliviana, como es la Política Internacional (2) y la Economía (3), las que desplazaron fuertemente a la Cooperación (4) y a la Política Local (1) como elementos claves en la relación entre ambos países. Al realizar una lectura general a esta condición, las cuestiones de contenido netamente económico han sido un elemento importante y protagónico en las relaciones internacionales de ambos países, ya que los anteriores datos vendrían a confirmar dos cosas antes descritas: Primero, a) la hipótesis cuatro, que apunta a considera que el factor económico es un elemento importante en la búsqueda de salida al mar de Bolivia, se corroboraría para un período de la historia de ambos países y la que alcance fuerza argumentativa y estadística en esta investigación. Como elemento adicional y en coherencia con la hipótesis antes mencionada, se indicaría que b) la EPI ha sido clave en la reinterpretación del rol de los empresarios como en la apertura de marcos de integración económicas por sobre lo político, provocando ciertas asimetrías entre los años de mayor actividad bilateral en cada una de las dimensiones (Tabla 2).

 

Al desagregar la agenda bilateral entre Chile y Bolivia por dimensión, la dimensión dos como la dimensión tres son las que más menciones logran en las relaciones internacionales de ambos Estados, pero al compararse entre ambas, es el plano económico es el que más relevancia logra obtener. Este indicador consolidaría la hipótesis cuatro propuesta al inicio de este trabajo y la cual da cuenta de la importancia que tuvo el factor económico entre ambos países en su historia económica.

De todas formas la mayoría de las investigaciones han centrado su análisis en los lamentables episodios políticos que han sostenido Chile y Bolivia, pero bajo este período de la guerra fría la complementación económica fue permanente dentro de la temporalidad de los dos países5.

Mención aparte merecen los grupos económicos de la época, ya que jugaron un rol trascendental en el fortalecimiento y permanencia de las relaciones económicas, siendo determinantes en las relaciones internacionales de los países estudiados. Claro está que el contexto internacional propició esta relación, pues los empresarios alcanzaron un posicionamiento dentro de concierto regional y paradiplomático, haciendo de la frontera un espacio de incremento de las transacciones.

La política económica de la dictadura chilena al romper con el rol del Estado en áreas como controles de precios y tasas de interés, intensificó la nueva política económica y su vinculación, y abrió los espacios necesarios para la irrupción de actores no estatales, quienes consolidaron la economía desde las directrices dadas por los economistas de la época en Chile. Tales lineamientos dinamizaron las reuniones empresariales en la región y en ese ejercicio económico Bolivia si estaba contemplado, aunque las relaciones políticas estuvieran congeladas.

 

CONCLUSIÓN

Las relaciones económicas entre Chile y Bolivia han tenido una dualidad dentro de la historia política de ambos países. Por un lado han sido desplazadas del debate teórico y por otro lado, ellas se proyectaron en el tiempo, a pesar de que ambos países hayan congelado sus relaciones diplomáticas. Si bien desde 1978 las relaciones políticas entre Chile y Bolivia entraron en un proceso de tensión permanente, los datos económicos recopilados para este período de la historia, señalan todo lo contrario.

Los espacios de conexión económica concretados desde 1970 hasta 1990 estuvieron diseñados en un escenario de posicionamiento de las esferas económicas por sobre el pragmatismo político, situación que facilitó que otros actores irrumpieran en el escenario internacional. Esta condición alentó para que los grupos económicos de la época jugaran un factor estratégico a la hora de facilitar la continuidad de las relaciones económicas entre Chile y Bolivia, pues su papel como elemento negociador en esta esfera de las relaciones internacionales, fue determinante para que la complementación económica fuera verdaderamente significativa. Si a eso le sumamos que el contexto internacional avaló esta intervención, la dinámica económica intervino rápidamente en la toma de decisiones de los Estados.

Estas estrategias no son nuevas, puesto que esta faceta de “regionalismo abierto” estaba justificada en el Tratado de Montevideo de 1980, que generó una  institucionalidad económica bilateral que regularía y permitiría que las iniciativas nacionales de apertura hacia los mercados externos alcanzaran condiciones más favorables para aquellos bienes transables. Ya en los años ochenta los empresarios eran un actor relevante bajo el marco económico del libre mercado, cuyo afán fue externalizar un aparente modelo económico para ampliar los sectores de la economía en ambos países.

Las redes económicas que logró establecer el régimen militar chileno fueron suficientes para indicar que la tendencia en términos del comercio era la correcta. De esta forma, como la economía adquirió un mayor dinamismo y no sucumbió frente al mapa enmarañado que se construyó en el ámbito político, posibilitó extenderse en el tiempo, logrando con ello consolidar redes de conexión bilateral y posicionarse como una fórmula de integración más allá de lo diplomático. Esta forma de entendimiento empresarial puede (de alguna manera) extrapolarse al plano político y constituirse en un modelo de solución real al encierro geográfico boliviano, tan necesario para la armonía regional. Es decir, si se profundizara en esta materia y surgieran nuevos estudios en esta dirección, probablemente se ahondaría en esta opción de los empresarios chilenos y bolivianos, que al margen de cualquier diferencia política, buscaron fórmulas de acercamiento económico.

Tal vez, la ciencia política, la sociología y particularmente la historia, son disciplinas que podrían rastrear en este punto y, de esta forma, contribuir a buscar una solución diplomática a la distancia política entre Chile y Bolivia. Esto serviría para abrir espacios para la generación de agendas colaborativas y de integración, por el futuro de una relación que tarde o temprano debe retomarse con signos de alta política.

 

NOTA

2 Dentro de las principales características del realismo según Celestino del Arenal (1990) están que la teoría realista tienen un sentido altamente pesimista y que la actuación del Estado está determinada por el sistema e intentando siempre aumentar su poder.

3 El concepto de militarización de la política exterior de Chile responde a la instalación en las embajadas de personeros ligados al Ejército chileno y a la dictadura local. Esta situación debilitó las relaciones bilaterales con el resto de mundo, provocando en elevado costo internacional para Pinochet. El estilo pretoriano ideológico adoptado por Chile como fórmula de negociación internacional, tensionó el espacio regional a niveles críticos, erosionando las relaciones vecinales y reemplazando la diplomacia por la utilización de las fuerzas militares como fórmula de presión.

4 Cuando utilizo el término de estatismo en este trabajo me refiero a la participación del Estado en la conducción de la economía reconociendo su injerencia en las reglas del mercado, tanto para regular a los privados, conducir procesos de inserción internacional o simplemente para aplicar políticas económicas determinadas. La dictadura militar boliviana intervino en sectores como los hidrocarburos, la minería, y el sector industrial. Las dos primeras áreas estuvieron focalizadas a competir en los mercados internacionales, empero el sector industrial se vinculó con la sustitución de importaciones.

5 Para una mejor comprensión de este punto sugiero consultar Quitral, Máximo (2012): “Los desafíos de una agenda bilateral, Chile y Bolivia: Entre las diferencias políticas y los acercamientos económicos, 1970-1990” de Ril Editores, Chile.

 

REFERENCIAS

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