INTRODUCCIÓN
La vacunación universal, a través de los Programas Nacionales de Inmunización (PNI) ha contribuido a disminuir drásticamente la incidencia de muchas enfermedades infecciosas llegando a erradicar varias de ellas. Para ello se necesita alcanzar coberturas de vacunación elevadas a fin de disminuir o evitar la circulación de un agente infeccioso determinado. Un problema importante por resolver, incluso en países desarrollados, son los esquemas atrasados de vacunación (EAV) que resultan en un riesgo aumentado de enfermedades inmunoprevenibles (EIP)1.
En el ámbito mundial, los esquemas de vacunación incompletos constituyen una situación que genera preocupación. Están relacionados con múltiples factores como inicio tardío de la vacunación, información deficiente del estado de vacunación y desconocimiento por parte del personal de salud de las contraindicaciones y edades adecuadas para la aplicación de los biológicos. A esto se suman las campañas en contra de las vacunas2.
Es importante que los niños reciban las vacunas en los tiempos previstos, pues si se postergan permanecen en situación de riesgo con la probabilidad de adquirir una EIP, con los riesgos que eso supone para el sujeto en sí, y para la comunidad, pudiendo llegar a convertirse en un grave problema para la salud pública.
Se define como esquema completo de vacunación al que se aplica según la edad recomendada y cuando el niño, de acuerdo con su edad, ha sido vacunado con los biológicos correspondientes; un esquema completo aplicado tardíamente es cuando el niño tiene el esquema de vacunación completo para su edad pero posterior a la edad recomendada. Un esquema se considera incompleto cuando el niño no presenta el esquema de vacunación correspondiente a su edad o a biológicos indicados. Por último, el retraso en la aplicación de las vacunas ocurre cuando la aplicación de un biológico se lleva a cabo un mes después de la fecha indicada3-4.
Los días que un niño pasa “no vacunado” revelan una debilidad de los programas de vacunación, expone al niño en particular y a la población en general, a la posibilidad de adquisición de enfermedades prevenibles por vacunas.
Diversos autores han analizado las causas de retraso en esquema vacunal, encontrando muy variadas razones, pudiéndose citar: que el personal de salud puede estar mal informado acerca de las contraindicaciones reales y diferir injustificadamente la vacunación ante enfermedades leves o la enfermedad de base o bien otras causas de oportunidades perdidas desde desconocimiento de calendario hasta falta del biológico, o falsas contraindicaciones. A esto hay que agregar las causas de origen parental que impiden, cada vez con más fuerza, alcanzar coberturas vacunales adecuadas5-6.
OBJETIVO
Determinar la existencia de retrasos en la vacunación con diferentes biológicos del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) en población infantil y las posibles causas asociadas a ello.
MATERIAL Y MÉTODOS
Estudio observacional, descriptivo de corte transverso, realizado a través de encuesta en población marginal urbana, a padres de niños de 0 a 5 años de edad. Previo consentimiento informado, se procedió a la aplicación de la encuesta por pediatra, en abril de 2015. El muestreo fue no probabilístico, por conveniencia. Fue criterio excluyente para ser encuestado que los padres tuvieran carnet de vacunación en el momento de la encuesta.
Además de la certificación de la fecha de vacunación, se realizaron preguntas tales como nivel instructivo de los padres, y los motivos esgrimidos para retraso en la aplicación de biológicos.
Se definió a los fines de esta investigación como retraso en la aplicación de vacunas, un intervalo igual o mayor a 30 días desde la fecha indicada para la vacunación y la fecha en que se aplicó el biológico. Para el análisis se utilizó paquete estadístico de PSPP.
RESULTADOS
Ingresaron al estudio 150 niños, de los cuales 68% realizaban controles regulares en Centros de Salud.
De los 150 niños 59% están con vacunas administradas en forma completa y oportuna, 25% incompletas, y 16% completas pero atrasadas. (Figura 1)
Unos 52% pertenecían al sexo femenino. El retraso vacunal por sexo puede verse en la Tabla 1. No encontramos asociación estadísticamente significativa entre el sexo del niño y el retraso vacunal.
Las edades con mayor porcentaje de atrasos son los 18 meses y 4 años, en 30 % y 21% respectivamente. (Figura 2)
Los biológicos más afectados por el retraso fueron OPV 62%, D
PT 32%, SPR y Rotavirus 29% respectivamente, AA 27% y neumococo 13%.
El promedio de atraso para la DPT fue de 95 días, para OPV 92 días, para vacuna anti amarílica 113 días y para la triple viral SPR 63 días.
En cuanto a la relación entre los retrasos en el esquema vacunal con el número de hijos de las madres encuestadas, se encontró que aquellas que contaban con 2 y 3 hijos los retrasos fueron de 32 y 26% respectivamente.
Los motivos de retraso predominante fueron las falsas contraindicaciones y enfermedades diagnosticadas por médicos. (Tabla 2)
Al evaluar el conocimiento que tienen las madres con respecto a las vacunas, 88% refieren que conocen el por qué deben vacunarse los niños y qué enfermedades son prevenidas por ellas; 81% saben que existen reacciones adversas, 66% creen que las vacunas también curan enfermedades, y sólo 9% piensan que vacunar a su hijo es una pérdida de tiempo porque igualmente se enferma.
Es importante resaltar que 87% de las madres han recibido información del pediatra acerca de las vacunas que necesita su hijo y el mismo porcentaje verifica el carnet de vacunación cuando acuden a la consulta. Se debe destacar la alta portación del carnet por parte de los padres. (Tabla 3)
DISCUSIÓN
La inmunización previene cada año entre 2 y 3 millones de defunciones por difteria, tétanos, tos ferina y sarampión7,8.
Distintos estudios realizados en EE.UU., Europa y Latinoamérica evidencian que, si bien las tasas de coberturas de vacunación son aceptables, con variaciones regionales, el porcentaje de niños que las reciben de manera oportuna es muy inferior al óptimo9-11.
En nuestros días, el incumplimiento del esquema de vacunación, se ha acrecentado considerablemente, constituyéndose en un grave problema de salud pública. Esta situación está afectando principalmente a los niños menores de 5 años.
La aplicación oportuna de las vacunas protege a la población lo más precozmente posible del contagio con agentes potencialmente letales, al menos causantes de gran morbilidad. El tener una protección adecuada es particularmente importante en enfermedades con circulación continua, como la coqueluche y aquellas pasibles de causar importantes brotes como el sarampión.
El riesgo de enfermarse por demora en la vacunación depende del tipo de vacuna, grado de transmisibilidad, circulación y gravedad de la enfermedad, además de la presencia de casos importados12-15.
Los grupos de población más desfavorecidos son los que suelen tener coberturas vacunales más bajas, consultan con menos frecuencia y son el grupo de mayor impacto de las oportunidades perdidas de vacunación. Estos grupos pueden definirse, según algunos autores, como de raza negra, mujeres, o de bajo sector socioeconómico, adolescentes y carentes de empleo16,17.
Es fundamental que se interrogue sobre el estado de vacunación en todos los niveles asistenciales, tanto en atención primaria como en pacientes hospitalizados, a los que acuden a los servicios de urgencia o a una consulta especializada, a fin de detectar la población vulnerable a EIP por falta o retraso vacunal.
En EEUU la cobertura global con la DPT permanece constantemente en 84% desde el año 2009, mientras que para otras vacunas importantes, tal como la antisarampionosa la cobertura apenas alcanza al 35% al Segundo año de vida, subiendo apenas a 53% cuando se incluye a niños de mayor edad, demostrando que países del primer mundo no están exentos del problema de coberturas vacunales inadecuadas18.
Cruz- Romero y col., reportan un atraso de 30%, y Ramos, en Brasil, reporta un atraso de 15%14,19.
El retraso vacunal encontrado en nuestro estudio fue de solo 16%, coincidiendo con la casuística brasilera. Se obtuvo este bajo porcentaje de retraso a pesar de haberse realizado en zona marginal donde existe un alto índice de pobreza. Esto podría deberse a la efectividad de las Unidades de Salud Familiar (USF) en lo que respecta a educación familiar en salud en la zona de estudio, tal como ocurre en otros países20.
Las vacunas con mayor porcentaje de atrasos son las correspondientes a los 18 meses y 4 años de edad. El promedio de atraso en días fue para la DPT 95, OPV 92, AA 113 y SPR 63 días.
El motivo predominante del atraso fueron las enfermedades diagnosticadas por médicos las falsas contraindicaciones, y la pérdida del carnet.
En otros trabajos a nivel regional, la DPT fue el biológico más afectado con referencia al retraso vacunal, a diferencia nuestra, donde la OPV es el biológico más afectado(18, 20).
Gonzales et al. concluyeron que los factores que intervienen en el cumplimiento del calendario de vacunación en niños menores de un año fueron el ingreso económico, gasto de pasaje para ir a vacunar al niño, la creencia sobre las vacunas, desconocimiento de la gratuidad de las vacunas, el trato del personal de enfermería, la información de las citas posteriores y de las reacciones post vacúnales21.
Esto nuestra casuística predominan las enfermedades diagnosticadas medicamente y falsas contraindicaciones como causales principales de retraso vacunal.
Otros factores tales como ser madre adolecente unido al bajo nivel de educación y pertenecer a una etnia indígena influyen directamente en la tasa de abandono del esquema de vacunación de niños menores de un año.
En nuestra población no pudimos medir influencia de edad materna en el retraso vacunal, ya que todas las madres son adultas.
El nivel de conocimiento acerca de las vacunas en la población de bajos recursos económicos fue deficiente (92,73%) para Zumba y cols; el nivel de educación predominante fue la primaria 87, y en éstos, la ausencia de conocimientos fue de 100%.
En nuestro estudio, a pesar de haberse realizado en una población con bajo nivel socioeconómico, se encontró que 88% creen que previenen enfermedades, y, aunque los conceptos sobre su utilidad aparentemente no están bien establecidos, hay muestras claras de que reciben información del pediatra y que se ha incorporado en la práctica de las madres el verificar el carnet de vacunas. Esto podría ser indicio de que los esfuerzos de la USF para ampliar la cobertura vacunal en la comunidad, y así evitar oportunidades perdidas, empieza a dar sus primeros frutos en cuanto a educación en salud.
Al momento de finalizar el trabajo, no se han reportado casos de enfermedades evitables por vacunas en el grupo estudiado, sin embargo, esto no significa que el peligro de un brote de enfermedades está excluido en este grupo insuficientemente vacunado. Es importante que los médicos estén atentos al surgimiento de enfermedades prevenibles por vacunas en esta población.
CONCLUSIONES
El retraso vacunal fue bajo, aunque puede optimizarse, el biológico más afectado fue la OPV, los motivos más frecuentes de retaso vacunal fueron predominantemente enfermedades verdaderas y falsas contraindicaciones. El conocimiento materno acerca de la importancia de vacunar fue elevado.