INTRODUCCION
La infección por el nuevo coronavirus (COVID-19), surgida en diciembre de 2019, ha afectado la salud de millones de personas a nivel mundial, transformándose en una emergencia de salud pública y repercutiendo en la salud mental. Se han encontrado altas prevalencias de depresión, ansiedad, insomnio y estrés asociados al miedo 1,2.
La Organización Panamericana de la Salud ha alertado sobre estos efectos, indicando que el miedo, la preocupación y el estrés son respuestas normales de las personas ante la incertidumbre de situaciones de cambio o crisis 3. El miedo es un trastorno emocional que puede manifestarse en profesionales de la salud al enfrentar enfermedades infecciosas desconocidas, manifestándose síntomas depresivos como desánimo, fatiga, desinterés, falta de concentración y alteraciones del sueño 4,5.
Se evidenció que la pandemia condujo a un aislamiento social prolongado con consecuencias económicas adversos. Por ello, muchos médicos han mostrado su inquietud respecto a los posibles efectos negativos del COVID-19 en la salud mental de la población general 6,7. Diversos estudios describen hallazgos que respaldan estas preocupaciones, señalando elevados niveles de estrés, ansiedad y depresión durante los primeros meses de la pandemia, sin que se observen reducciones en los niveles de ansiedad y depresión luego de seis meses 8. Además, hay reportes que indican que un 21,3% de estudiantes de China experimentó ansiedad leve, un 2,7% ansiedad moderada y un 0,9% ansiedad grave, sugiriendo que la pandemia ha tenido un efecto adverso en la salud mental de la población 9.
Cabe destacar que la salud mental de los profesionales de la salud se vio afectada por la pandemia de SARS-CoV-2, siendo especialmente vulnerables aquellos que trabajan en la primera línea de batalla contra el virus, aunque sus niveles de afectación son menores en comparación con la población general. Pese a la amplia variabilidad de resultados, se han observado altos niveles de ansiedad, depresión, preocupación e insomnio 10. El presente estudio busca determinar los factores asociados al miedo al coronavirus en profesionales de la salud que laboran en establecimientos del primer nivel de atención durante el año 2022.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio con enfoque cuantitativo, con diseño observacional, correlacional y de corte transversal durante los meses de junio a diciembre del año 2022. La población de estudio estuvo conformada por profesionales de salud que laboran en los establecimientos del primer nivel de atención de la zona sur de la ciudad de Lima, Perú. Se utilizó una muestra probabilística de tipo aleatorio simple, con un nivel de confianza de 95% (a = 0,05) y una precisión de ± 5%, la muestra final estuvo conformada por 200 profesionales de la salud. Para determinar los factores asociados al miedo, se establecieron indicadores para medir las variables epidemiológicas y laborales, que incluyen seis preguntas sobre aspectos epidemiológicos y seis sobre aspectos laborales. Para determinar la frecuencia de miedo al coronavirus, se aplicó el instrumento “Cuestionario de Miedo a COVID-19 (FCV-19S)”, creado validado por Barrios y colaboradores. Dicho instrumento cuenta con una validez concurrente establecida por la escala hospitalaria de ansiedad y depresión, y el cuestionario para fobia especifica (p< 0,001); su análisis de consistencia, según coeficiente alfa de Cronbach, es de 0,86 11. Para determinar la asociación, se empleó la prueba de chi cuadrado, estableciendo una significancia estadística con un p<0,05.
Los datos se recopilaron utilizando el paquete estadístico SPSS versión 28. Los investigadores respetaron los principios bioéticos dedicados a la investigación en salud, plasmados en la Declaración de Helsinki. Además, se garantizó la confidencialidad de los participantes durante todo el proceso de investigación.
RESULTADOS
Tras la revisión de los criterios establecidos, se excluyó a 17 participantes. La muestra final estuvo conformada por 200 profesionales de la salud que cumplieron los criterios de inclusión. La edad promedio fue de 42,4 años con una DE ±6,21. El 52,1% de los participantes fueron del género femenino; el 58,3% indicó estar casado; el 97,9% afirmó tener una religión; el 68,1% reside con sus familias y todos los participantes eran de nacionalidad peruana. Según el análisis descriptivo, se encontró una frecuencia de miedo al coronavirus del 72% (144 participantes) (Figura 1).
En relación con el análisis bivariado entre los factores epidemiológicos y el miedo al coronavirus, se evidenció que en los profesionales de la salud el mayor porcentaje que manifestaron tener miedo fue el género femenino (p=0,021). Otros factores, como el estado civil, la religión y la convivencia, no mostraron diferencias significativas (p>0,05) (Tabla 1).
Aquellos profesionales de salud que laboran entre 6 y 15 años, presentaron diferencias significativas respecto al miedo en comparación con otros rangos de años laborados (p=0,015). También se observaron diferencias entre aquellos profesionales que tenían acceso a equipos de protección individual, siendo más pronunciadas estas diferencias en quienes accedían a estos equipos diariamente (p=0,003). No obstante, las variables relacionadas con la profesión, el título profesional, la especialidad, el grado académico, el área laboral y la frecuencia de guardias semanales no mostraron diferencias significativas (p>0,05) (Tabla 2).
DISCUSION
La pandemia de COVID-19 ha motivado la toma de mayores responsabilidades en cuestiones que afectan la salud física y mental. Es crucial considerar las consecuencias a largo plazo de la pandemia, pues esta avanza a ritmos diferentes en diversas regiones del mundo. Los países de bajos y medianos ingresos, que enfrentan la enfermedad con recursos limitados y una significativa carga de pobreza, han recibido apoyo para manejar este desafío sanitario. Es esencial entender los temores de la población durante las pandemias, sus factores asociados y cómo abordarlos. Los efectos prolongados de COVID-19 y el miedo pueden resultar perjudiciales y traducirse en consecuencias adversas futuras 12,13.
Se ha demostrado que, debido al creciente número de pacientes y casos sospechosos en la mayoría de los países afectados, hay una alta prevalencia de miedo. Este aumento en el temor, ha llevado a los profesionales de la salud a preocuparse por la posibilidad de contagio, intensificando los casos de ansiedad. Adicionalmente, la falta de mascarillas, medidas de seguridad adecuadas y noticias sensacionalistas han ampliado esta ansiedad 14,15. Es preciso señalar que un miedo intenso puede afectar la toma de decisiones, la regulación emocional y las relaciones interpersonales, por lo que es imprescindible considera estos aspectos como parte de políticas de salud pública y prevención 16.
Conforme a los resultados de este estudio, se evidencia que el género femenino manifiesta síntomas relacionados con el miedo a la infección por COVID-19 17-19. La razón de la variabilidad basada en el género puede explicarse por investigaciones que indican que los hombres muestran actitudes más despreocupadas hacia la pandemia lo que reduce su percepción del riesgo de infección. Algunos estudios destacan que las mujeres experimentan más miedo y ansiedad 20-22, aunque afrontan mejor las adversidades. Por otro lado, las personas mayores suelen tener menos temor al COVID-19, posiblemente debido a su resiliencia y estrategias de afrontamiento 23,24.
Un estudio de Jaspal et al. identificó la relación entre la religión y los niveles de miedo al COVID-19, encontrando que los musulmanes tenían más miedo que los cristianos, probablemente por sus fuentes de información y otros estresores; contrariamente, los resultados de nuestro estudio no mostraron relación alguna entre el miedo y el estado civil, la religión y la convivencia 25. Aunque algunos estudios han intentado identificar cómo varios factores afectan la salud mental, se observó que el miedo a COVD-19 estaba relacionado con la seguridad laboral, depresión e insomnio, entre otros factores 26.
Los profesionales de la salud con experiencia laboral entre 6 y 10 años mostraron más temor al coronavirus. Aunque diferentes estudios en trabajadores de la salud no suelen analizar respecto a los años de experiencia, es evidente que quienes están más expuestos al virus en los establecimientos de salud tienen un mayor riesgo psicológico, lo que podría llevar incluso al suicidio 27.
Según los hallazgos descritos en el presente estudio, el acceso a equipos de protección individual se asocia con el miedo al coronavirus; Esto es confirmado por estudios como el de Kim y Su et al., que resaltan la importancia del uso de mascarillas como método de prevención para reducir la exposición al coronavirus. Asimismo, se encuentra una asociación con menores niveles de ansiedad y depresión. Es posible que esto haya generado un uso significativamente mayor de mascarillas por parte de los profesionales de la salud, independientemente de la presencia de síntomas 28. Se sugiere mantener esfuerzos para clarificar normativas sobre el uso de mascarillas y reducir temores, confusiones y sentimientos de inferioridad 29.
Respecto a las limitaciones, el diseño transversal y el tipo de muestreo utilizado no permiten inferencias a partir de los resultados. Los datos obtenidos a partir de cuestionarios auto informados no se contrastaron con el historial médico de cada participante y no se descartó la presencia de portadores asintomáticos o con síntomas leves de COVID-19. Las investigaciones de seguimiento pueden ayudar a evaluar la progresión de un posible rebote de manifestaciones psicológicas, aunque disminuidas ante la evolución de COVID-19.
En conclusión, las profesionales de género femenino, el tiempo de labor y el acceso a equipos de protección son factores asociados al miedo al coronavirus y tienen un impacto significativo. La prevalencia de miedo fue de 72%, siendo las profesionales de la salud femeninas las más afectadas. La Escala de Miedo tiene buenas propiedades psicométricas y se está utilizando para medir el miedo que produce la pandemia del COVID-19. Se recomienda considerarla en futuras investigaciones, ya que el miedo es una fuente clave de ansiedad y problemas de salud mental.