El COVID-19 es la mayor crisis sanitaria de nuestra generación y la segunda pandemia del siglo 21 declarada por la OMS luego del H1N1 acaecido en el año 2009, aunque esta última con mucho menos impacto global 1.
El SARS-CoV-2 (síndrome respiratorio agudo severo debido al coronavirus 2) alteró en forma significativa al planeta entero, dando pie a diferentes “pandemias” en variados órdenes de nuestra vida cotidiana, tanto en niños como en adultos. Me referiré -en mi carácter de pediatra- al impacto que sufren nuestros niños, alterando nuestra rutina de vida tal como la conocíamos antes de la irrupción de esta impredecible enfermedad, con un “hexágono vicioso” con las siguientes aristas:
1. La Pandemia Sanitaria:
La enfermedad es producto de la mutación genética del virus respiratorio de la familia Coronaviridae, que al alterar sus secuencias nucleotídicas parciales del ARN, se comporta como un virus “desconocido” para el sistema inmune del ser humano 2…y para la comunidad médica, que ha tenido que aprender día a día el manejo de una nueva enfermedad con ensayos y errores sucesivos. Graficando esta situación, alguien lo dijo acertadamente: "Es como representar una obra en el escenario, mientras se está escribiendo el libreto”.
El cuadro clínico se presenta predominantemente con fiebre, síntomas respiratorios, anosmia y ageustia, aunque en ocasiones -especialmente en niños- podría debutar con manifestaciones extra respiratorias, predominado la forma gastrointestinal, seguida de otras menos comunes como la cardiovascular, neurológica y cutánea 3,4.
Las evidencias actuales demuestran que el grupo etario pediátrico no ha sufrido las peores consecuencias del nuevo coronavirus, es decir que los niños infectados de covid-19 sufren formas más leves de la enfermedad o transcurren de manera asintomática, aunque sí son capaces de propagar el virus a otras personas constituyéndose en grandes vectores del mismo 5.
El coronavirus ingresa a las células del cuerpo humano utilizando la enzima convertidora de la angiotensina 2 (ACE2) como el sitio receptor específico en la membrana de la célula huésped. La concentración de ACE2 en células de tejidos humanos indicaría el potencial riesgo de reconocimiento por parte del virus y, por tanto, la susceptibilidad a la infección. Posteriormente se une a las proteínas en la cápside a través de las glucoproteínas que se encuentran en la envoltura del virus y desarrolla en el huésped, según la carga viral y/o enfermedades de base que lo hacen más vulnerables, una respuesta impredecible que va desde un 80% de asintomáticos, un 15% con variados síntomas y un 5% muy crítico, de manejo en las unidades de cuidados intensivos 2,3.
Se postula que los niños -felizmente- tienen aún inmaduros dichos receptores, por lo que el ingreso del virus se ve entorpecido, a diferencia de lo que sucede con otros gérmenes como la influenza, el VSR, el adenovirus, entre otros 5.
Sin embargo, ciertos niños pueden enfermarse críticamente, desarrollando en algunos casos, el síndrome inflamatorio multiorgánico debido al COVID-19 o "MIS-C", manifestando una sintomatología compleja, eventualmente varias semanas después de haberse infectado con el virus. El cuadro requiere el ingreso del afectado a la unidad de cuidados intensivos, con pronóstico en general favorable. Este síndrome comparte características comunes con otros cuadros inflamatorios pediátricos, como la enfermedad de Kawasaki, el síndrome de shock tóxico bacteriano y síndromes de activación de macrófagos (SAM).
Aún se desconoce la etiopatogenia del MIS-C, que afecta con preferencia a los lactantes menores y los niños con ciertas afecciones de base tales como: asma o enfermedades pulmonares crónicas, diabetes, afecciones genéticas, neurológicas o metabólicas, cardiopatías congénitas complejas, inmunodeprimidos, obesidad, entre otras co-morbilidades 6.
2. La Pandemia Educativa
Millones de niños y jóvenes de todo el mundo no fueron a la escuela en los pasados 12 meses, desde que se declaró la emergencia sanitaria por la peligrosa pandemia.
La educación básica es una piedra angular en el neurodesarrollo del niño. En la escuela el niño no solo aprende el programa académico, sino también es el escenario ideal donde el mismo se sociabiliza con sus coetáneos, desarrollando valores como la generosidad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, compartiendo sus experiencias, bienes y hasta alimentos.
Además, con alarmante frecuencia, cuando se suspende la actividad escolar se interrumpen colateralmente algunos servicios básicos, como los programas de alimentación y nutrición, lo que expone a nuestros infantes a una mayor vulnerabilidad porque, durante el tiempo que no asisten al colegio, no podrán recibir esos servicios tan necesarios para su crecimiento.
Las escuelas, por otra parte, los “blinda” contra distintas formas de arbitrariedades como la explotación, la violencia, el maltrato, el abuso sexual (muchas veces con la deleznable consecuencia de un embarazo precoz), y el trabajo infantil 7.
3. La Pandemia Económica
El impacto de la “pandemia económica” ha empeorado la situación de pobreza de miles de hogares en el mundo, ya sea porque algún familiar enferma o fallece, con el consiguiente gasto de onerosos medicamentos y atención médica, o por tener que ocuparse de cuidar a algún familiar enfermo, o por la pérdida de uno o varios empleos dentro del núcleo familiar. En lo que atañe al niño, estos factores constituyen un serio riesgo del aumento de abandono escolar, cuya asistencia ya se vio interrumpida por un tiempo indefinido y prolongado.
4. La Pandemia Psicológica
En todo este contexto, el “cuadrilátero” se cierra con niños expuestos al miedo y ansiedad transmitidos por el estrés de sus padres, que con frecuencia se hallan ante la impotencia de no poder ser capaces de satisfacer sus necesidades básicas poniendo en serios riesgos su bienestar y desarrollo, especialmente en los niños más pequeños.
Por otro lado, para el niño es fundamental el inter relacionamiento con compañeros y amigos de su misma edad. El confinamiento en hogares entorpece severamente su sociabilización y el desarrollo del aspecto lúdico, casi una necesidad fisiológica para la integridad de su psiquismo. Así, aparecen manifestaciones psicosomáticas, como cefalea, irritabilidad y hasta brotes de ansiedad y/o depresión, a los que se suman efectos colaterales como un mayor sedentarismo que deriva en obesidad, alteraciones oftalmológicas y posturales como efectos de prolongadas exposiciones frente a pantallas informáticas 7.
5. La Pandemia Informativa: Infodemia o Infoxicación
Infodemia significa abundancia perniciosa de información sobre una determinada dolencia que afecta al planeta. El término deriva de la unión entre las palabras información y pandemia. Infoxicación deviene de la unión de los términos información e intoxicación (mental).
Durante las anteriores pandemias que ha sufrido la humanidad, una característica singular era la escasa información científica disponible, que impedía compartir en tiempo y forma, la mejor manera de manejar la patología. Paradójicamente, hoy nos enfrentamos al fenómeno inverso: el exceso de información (frecuentemente contradictoria o falsa) no hace sino confundir más a la comunidad, con la posibilidad de acarrear consecuencias deletéreas para la salud.
La desinformación -deliberadamente errónea o sin fuentes que verifiquen su validez- tiene el agravante de una rápida propagación de datos a través de las redes sociales, que hallan un caldo de cultivo ideal en el gran público inexperto y en ocasiones hasta en personas entendidas en el campo de la salud 8.
Ante esta avalancha de información y de panaceas maravillosas que aseguran la prevención o la cura de esta temible enfermedad, actualmente solo cuatro medicaciones han “sobrevivido” como útiles: el oxígeno, la dexametasona, la heparina y el remdesivir (aun cuestionado por algunos médicos). Todo lo demás se halla envuelto en una interminable controversia, aun reconociendo que en esta extraña patología vamos aprendiendo día a día y lo que hoy es aceptado como verdad, mañana puede no serlo, y viceversa. Un párrafo especial amerita el grupo “anti vacuna”, que con su prédica perversa puede ocasionar un inconmensurable daño al loable objetivo de inmunizar a la mayoría de la población humana.
6. La Pandemia Moral
Amén de estas “pandemias” citadas, la más nefasta -por corroer todo el tejido social de un país-, es la corrupción de gobernantes, políticos, empresarios y aprovechadores de turno, que lucran miserablemente con esta desgraciada coyuntura, a costa de la vida misma de las personas afectadas. Contra esta lacra, no se avizora una “vacuna” que nos libere de su infausta inmoralidad.
Perspectivas
Mientras aguardamos que la mayoría de la población mundial ya esté protegida con las ansiadas inmunizaciones, las “vacunas” más útiles siguen siendo: el distanciamiento social, el lavado de manos y el uso correcto de los barbijos.
La conciencia social y la inmunidad de rebaño serán las claves que reducirán la posibilidad -de que en lo sucesivo- el coronavirus nos siga arrebatando valiosas vidas y que definitivamente recuperemos la añorada normalidad.