La pandemia del COVID-19, emergencia de salud pública y de preocupación internacional, es causada por la infección por SARS-CoV-2, virus perteneciente a la familia Coronaviridae, que desarrolla una enfermedad infecciosa del tracto respiratorio1-3. Desde su detección en diciembre de 2019 en Wuhan (China)4, ha habido en todo el mundo más de 225 millones de casos y alrededor de 5 millones de muertes asociadas en 236 países5. En Paraguay, el primer caso de COVID-19 fue confirmado el 7 de marzo del 2020 en un paciente de 32 años proveniente de Ecuador6. Posteriormente, en fecha 20 del mismo mes, se confirmó la circulación comunitaria, declarándose la cuarentena total en todo el país7. Antes de estos sucesos y ante el inminente ingreso del virus al país, el Ministerio de Salud Pública y otras instituciones como el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Asunción (IICS-UNA), han venido poniendo a punto técnicas moleculares recomendadas por la Organización Mundial de la Salud para la detección del virus, logrando instalar estas capacidades en sus laboratorios8. Para fines de ese año, fueron confirmados más de 105 mil casos con más de 2 mil fallecidos y una media semanal de 750 nuevos casos por día9. Pero era apenas el despegue; a mediados del año 2021 estos números se cuadruplicaron, alcanzando en junio una media semanal de 2850 nuevos casos por día9 (el 4 de junio fueron confirmados 3481 casos nuevos, numero pico en toda la pandemia). Este disparo de casos estuvo relacionado con la aparición de variantes del virus y principalmente por el ingreso y circulación de una de ellas: la variante de preocupación Gamma (P.1), introducida al país principalmente desde Brasil y confirmada por el Ministerio de Salud en marzo de 202110, a un año de la confirmación del primer caso en el país. También en marzo de 2021, se inició la vacunación contra SARS-CoV-2 al personal de salud11. Posterior al alcance del pico, se observó un descenso gradual y sostenido de casos nuevos, llegando en el mes de julio a reducirse a menos de la mitad de aquellos 3481 casos nuevos por día de junio9. Otra amenaza y posterior realidad fue la introducción de la temible variante Delta, que fue confirmada el 23 de julio de 2021 por secuenciación del genoma completo por el IICS-UNA, siendo esta institución la primera en Paraguay en realizar este análisis con el SARS-CoV-212. Aun con la confirmación de la transmisión y circulación comunitaria de la variante Delta en el país, el número de casos nuevos siguió y sigue en descenso, panorama poco pensado un año atrás y muy alentador, pudiendo así ya percibirse el efecto de la vacunación en la población.
Hoy día, a un año y medio de la introducción del virus en el país, han padecido COVID-19 cerca de 500 mil personas, dejando más de 16 mil muertos9, cifras que con seguridad no reflejan el número real de afectados.
Con este nuevo panorama, con menos del 3% de positividad de muestras testadas en la actualidad9, pareciera que nos encontramos al final del túnel. Pero aún falta. Históricamente, los microorganismos han marcado casi siempre la hoja de ruta: ¿tendremos una nueva ola de casos? ¿Es necesario reforzar dosis de vacunas? ¿aparecerán variantes de gran consecuencia que puedan evadir efectivamente nuestras defensas naturales o adquiridas ya sea por la infección misma o por la vacunación?
Todavía no se visualiza el momento exacto que nos indique un retorno a una normalidad similar a como vivíamos antes. Sin embargo, de cumplirse principalmente 2 condiciones, podríamos a corto plazo alcanzar la normalidad prepandemia: en primer lugar, la vacunación a un gran porcentaje de la población, condición claramente necesaria para seguir avanzando en la contención del virus y en segundo lugar el cumplimiento sostenido de las medidas sanitarias ya conocidas por todos.
Es muy prematuro para hablar de volver a la normalidad prepandemia. Debemos seguir reajustándonos a esta “nueva normalidad”, que lamentablemente aun es restrictiva, eso sí, menos restrictiva que hace un año atrás.