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Memorias del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud

On-line version ISSN 1812-9528

Mem. Inst. Investig. Cienc. Salud vol.18 no.3 Asunción Dec. 2020

https://doi.org/10.18004/mem.iics/1812-9528/2020.018.03.03 

Editorial

Los investigadores en tiempos de pandemia

Researchers in pandemic times

1Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, Dirección General de Vigilancia de la Salud. Asunción, Paraguay


La voluntad por dar una respuesta racional al cataclismo pandémico, tanto a nivel global como local, revalorizó el papel del conocimiento científico y de los investigadores en su esfuerzo por contribuir con el bienestar de la sociedad. A pesar de la hipertrofia de las líneas de investigaciones biomédicas relacionadas directamente con la respuesta sanitaria, se fueron sumando a medida que fuimos avanzando por este duro 2020, diversas disciplinas que enriquecieron y sofisticaron constructivamente la respuesta a una crisis global, que además claramente supera el enfoque sanitario puro.

La pandemia ha posicionado como prioridad la investigación en el campo de la salud no solo en nuestro país. Ha sido explosivamente positiva la cooperación con investigadores de diversas partes del planeta a través de webinars o plataformas que nos conectaron más que nunca en nuestra historia de la investigación. Las publicaciones sobre COVID-19 han crecido y crecerán considerablemente en los próximos meses, y en esto ha contribuido mucho el acceso abierto al que varias revistas prestigiosas han apostado para estos tiempos de crisis. Sin embargo, la ciencia enfrenta también algunos riesgos, la urgencia por publicar ha hecho que estas revistas tuvieses que retractar publicaciones importantes. También se ha abierto un gran frente de difusión de noticias sin respaldo científico comprobado, con deficiencias metodológicas y recomendaciones inapropiadas que atentan contra la seguridad y dignidad de las personas. Las revistas arbitradas, en este sentido, tienen la gran responsabilidad, ya que son el pilar fundamental en la comunicación de los avances del conocimiento. Priorizar siempre calidad antes que rapidez de la publicación es lo esencial, por los errores que esto podría traer y el impacto que puede llevar a la hora de tomar decisiones.

Por otro lado, las drásticas medidas no farmacológicas para el control de la pandemia, como el confinamiento y las restricciones aplicadas en varios niveles de las interacciones humanas, plantean un conflicto importante entre las libertades individuales y el bien común. La discusión desde esta perspectiva requiere el aporte fundamental de áreas como la filosofía, la bioética y las demás disciplinas humanísticas, como una interfaz entre el mundo y el hombre, lo global y lo local, lo individual y lo colectivo, para afrontar cuestiones como la dignidad del individuo y su comportamiento frente a un Estado que interviene poblacionalmente ante la crisis. La participación de las ciencias jurídicas y ni qué decir de las económicas, son absolutamente imprescindibles para organizar la implementación y evaluar impactos. Todo esto no se acercaría mínimamente al éxito si no se involucraran las ciencias sociales, políticas y las ciencias del comportamiento.

La universidad y los centros de investigación, en su rol de generadores y transmisores del conocimiento científico, deben verse beneficiados de esta revalorización de las ciencias. Como nunca hemos visto en nuestro país tantos investigadores y profesores universitarios en los medios de prensa y en las redes sociales discutiendo, enseñando, transmitiendo y trasladando a un lenguaje más cotidiano la dinámica vertiginosa de cómo se van generando y compartiendo los conocimientos, de cómo se va construyendo la evidencia científica a nivel global. Durante estos meses hemos vivido un esfuerzo colaborativo a un volumen e intensidad de intercambio de información realmente sin precedentes. Las herramientas de colaboración en línea hicieron posible superar no sólo el obstáculo inmediato, las restricciones de movilidad debidas al confinamiento, sino las limitaciones en recursos y capacidades inherentes a los pequeños grupos de investigación tradicionales, que poco se conectan con otros sectores o áreas de la investigación, pero que, al hacerlo por estos medios potencian sus resultados y hacen sinergia con otras áreas de la ciencia.

A nivel nacional, la respuesta ante la situación generada por la pandemia confirma la apreciación histórica de que toda crisis profunda presenta una oportunidad de cambio radical. Los miembros de la comunidad investigadora de nuestro país han demostrado su capacidad para responder rápidamente ante este reto, se han formado grupos de trabajo interdisciplinarios, el CONACYT ha presentado una convocatoria y movilizado recursos en tiempo record, grupos de investigadores a partir de diversas formas creativas han explotado las nuevas oportunidades científicas de esta crisis.

La universidad y los centros de investigaciones están llamados a poner en valor este potencial y contribuir a consolidar las tendencias de un futuro que se ha identificado como cada vez más multidisciplinario, con toma de decisiones basadas en evidencias de calidad, con cimientos académicos y científicos firmes, recuperando el papel protagónico de ser responsables de una sociedad del bienestar. Junto con las sociedades científicas, la universidad y los centros de investigaciones deben contribuir de forma activa a impulsar, potenciar y articular el modelo de ciencia abierta que estamos viviendo. Hay que recordar que la contribución a una investigación cada vez más multidisciplinaria cuestiona la formación rígida y tradicional que nos tocó aprender y vivir en nuestra formación en la mayoría de nuestros grados y maestrías. La experiencia acumulada durante esta pandemia esconde la gran oportunidad de cambio en nuestra práctica docente e investigativa en este sentido1.

A pesar de una parcial paralización en las actividades de laboratorio o de campo impuestas en su momento por el confinamiento, se han abierto oportunidades inéditas de avance basadas en la traslación de conceptos y en la cooperación interdisciplinar. El papel de la pandemia como catalizador de esta tendencia de interconectividad de las diversas áreas de la investigación está haciendo caer de maduro ese futuro que ya es presente como modelo de hacer ciencia.

La colaboración multilateral, junto con la liberación del acceso a la literatura científica por diversas editoriales y sociedades científicas, nos ha permitido experimentar de forma directa cómo el paradigma de una ciencia abierta permite hacer avanzar el conocimiento científico con una rapidez inédita. Es cierto que la presión por avanzar y la necesidad de acortar plazos ha dado lugar a una relajación de los sistemas de revisión, pero los propios mecanismos del control científico se encargarán, como lo hemos visto, en asentar y cimentar el conocimiento con la mejor calidad de evidencia alcanzada. En este sentido, no se puede desconocer el avance del nacionalismo científico o académico, que poco o nada aportan realmente en el avance de la ciencia, porque al método científico se lo discute con más ciencia y no con más fanatismo. La comunidad científica tiene que apostar por el cuidado y la ética en la forma de hacer ciencia, especialmente en tiempos donde existe una presión más alta sobre la comunidad científica. Los investigadores sufren esa presión de los tiempos de crisis, por esto considero ineludible la lectura del artículo de Esteve Corbera y colaboradores, donde describen un manifiesto con las bases para la ética del cuidado en el mundo académico durante la pandemia COVID-192.

Finalmente, solo enfatizar que no perdamos esta nueva oportunidad de fortalecer la ciencia en nuestro país. Cuidemos al investigador, él debe ser considerado como un profesional esencial en la lucha contra la pandemia y en las demás crisis que vayan sucediendo. Pero debemos asegurarles las herramientas para su constante crecimiento, así como lo hicimos ahora, pero permanentemente, porque es cantado que no deberá ser solo en tiempos de crisis. Los equipos de investigación nos proporcionarán la mecha y el chispazo necesarios para encender la llama de la antorcha que nos guiará en los momentos más oscuros de nuestra civilización.

Dr. Guillermo Sequera, Director General Dirección de Vigilancia de Salud

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Sá MJ, Serpa S. The COVID-19 Pandemic as an Opportunity to Foster the Sustainable Development of Teaching in Higher Education. Sustainability 2020, 12, 8525. [ Links ]

2. Corbera E, Anguelovski I, Honey-Rosés J, Ruiz-Mallén I. Academia in the Time of COVID-19: Towards an Ethics of Care. Planning Theory & Practice 2020, 21:2, 191-99. [ Links ]

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