INTRODUCCION
Los medicamentos constituyen la tecnología sanitaria más utilizada en la prevención y el tratamiento de enfermedades en todos los niveles de atención sanitaria, de ellos depende, en buena medida, la capacidad que hoy tiene la medicina de interrumpir o modificar el curso natural de las enfermedades, de prevenirlas, o, en cualquier caso, de hacer su peso más liviano.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la automedicación como el uso de medicamentos incluidos productos herbarios y convencionales, por parte del paciente para tratar desórdenes o síntomas que el paciente reconoce, o el uso intermitente o continuado de una medicación prescrita por el médico para enfermedades o síntomas recurrentes o crónicos1.
Este comportamiento está ampliamente extendido a nivel mundial, con cifras alrededor del 60% en países muy dispares económica y culturalmente2.
Los errores habituales de la automedicación se observan en los siguientes fármacos: analgésicos, antibióticos y antihistamínicos. Más del 50% de los medicamentos se prescriben, dispensan y venden de forma inapropiada y la mitad de los pacientes no los consumen de forma correcta. Su uso excesivo, insuficiente o indebido tienen efectos nocivos para los pacientes y constituye un desperdicio de recursos y más del 50% de los países no aplican políticas básicas para fomentar el uso racional de medicamentos3.
Prácticamente todo el mundo occidental tiene acceso a un medicamento que le calme el dolor de cabeza, que disminuye el estrés, su tendencia depresiva o la angustia vital que no falta en nuestros días por las tensiones de la vida actual4.
La automedicación constituye una práctica riesgosa cuyas consecuencias pueden ser, entre otras: enmascaramiento de una enfermedad (retrasando la asistencia médica en casos en los que es realmente necesaria), aparición de reacciones adversas e interacciones medicamentosas, aumento de la resistencia a agentes antimicrobianos, elección incorrecta de medicamentos y riesgo de abuso o farmacodependencia5.
Esta conducta puede ser en parte la respuesta más común a la enfermedad, sin embargo, se ha constituido en un problema creciente que tiene como contrapartida la posibilidad de abuso, con todos los riesgos que ello implica.
Conviene entonces diferenciarla de la autoprescripción, que se refiere al uso ilegal de medicamentos de venta bajo receta sin la prescripción médica correspondiente1.
La automedicación responsable requiere el uso de medicamentos seguros y eficaces, destinados a tratar condiciones que el paciente puede reconocer o estados patológicos crónicos o recurrentes luego de un diagnóstico médico inicial.
Los productos utilizados deben, además, incluir toda la información necesaria referente a cómo administrarlos, efectos adversos, interacciones medicamentosas, duración del tratamiento, etc. que favorezcan el uso adecuado por parte del paciente.
En este escenario la OMS ha destacado al profesional farmacéutico, lógicamente, como una figura clave en el equipo de salud para educar a la población en prácticas adecuadas y seguras de automedicación responsable1.
El farmacéutico mediante las intervenciones farmacéuticas ha ido demostrando a lo largo de los últimos años un papel en la mejora de resultados en la salud de los pacientes6.
En estudios sobre automedicación realizados en varios países como en España, en estudiantes universitarios de la ciudad de Murcia, la automedicación fue de 72,5%5 y una cifra similar (77,4%) en inmigrantes latinoamericanos adultos en Sevilla - España7. En otro estudio realizado en estudiantes de Venezuela8 la cifra fue de 87% y en Perú9 88%.
Ante la falta de datos a nivel local relacionado a automedicación en funcionarios de industria farmacéutica, se planteó este estudio a fin de determinar el perfil de automedicación en esta población, para ello se determinaron los medicamentos más frecuentemente utilizados sin prescripción médica, los motivos y frecuencia de automedicación, describiendo la percepción del rol del farmacéutico en la dispensación de los medicamentos.
MATERIALES Y MÉTODOS
Estudio observacional, descriptivo, de corte transverso con muestreo no probabilístico y por conveniencia realizado durante los meses de octubre a noviembre del 2015, a funcionarios que trabajan en una planta industrial farmacéutica.
Constituían la población 75 funcionarios con edades entre 20 y 60 años, de ambos sexos, de los cuales 61 aceptaron participar del estudio, previa información acerca de la investigación, y firmaron el documento de consentimiento informado.
Se utilizó un cuestionario estructurado anónimo con preguntas cerradas, de tipo elección múltiple, que fue administrado por los investigadores.
Las preguntas estaban orientadas a evaluar: a) si la automedicación es una práctica extendida en la población encuestada y en su entorno social inmediato y los motivos por los cuales se practicaba, b) los factores que influyen en la elección de un medicamento determinado y las categorías terapéuticas con las que mayormente se automedicaba la población bajo estudio, c) la percepción del encuestado del rol del farmacéutico como comunicador y formador en el uso racional de medicamentos y d) si la automedicación que practicaba el funcionario correspondía al concepto de automedicación responsable (¿hay diagnóstico médico previo? ¿lee el prospecto? ¿cumple con la duración del tratamiento indicada en prospecto? ¿se consumen, durante el tratamiento, alcohol o bebidas energizantes?).
El Comité de Ética de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Asunción, evaluó y consideró que no se detectaron incompatibilidades éticas CEI-205/15.
RESULTADOS
Participaron del estudio 61 funcionarios, con predominio del sexo femenino (61%) y de edades entre 20 y 30 años (67%). Un 70% de los funcionarios llevaba más de 10 años trabajando en la industria farmacéutica.
Casi todos los funcionarios (97%) manifestaron haber consumido medicamentos en los tres meses anteriores al estudio, de los cuales el 53% (n=31) se automedicaba para diferentes patologías menores.
Los 31 funcionarios que se automedicaban, principalmente eran del sexo femenino (58%), de edades entre 20 a 30 años (71%), nivel de instrucción universitaria (61,3%) y con antigüedad en la empresa entre 1 a 10 años (65%) (Tabla 1).
Variables | n=31 |
---|---|
Sexo | n (%) |
Femenino | 18 (58) |
Masculino | 13 (42) |
Edad (años) | n (%) |
20 a 30 | 22 (71) |
31 a 40 | 6 (19,3) |
41 a 50 | 3 (9,7) |
51 a 60 | 0 (0) |
Nivel de instrucción | n (%) |
Primaria | 1 (3,2) |
Secundaria | 11 (35,4) |
Universitaria | 19 (61,3) |
Antigüedad en la empresa | n (%) |
Menor de un mes | 1 (3) |
2 meses - 1 año | 9 (29) |
Más de 1 año - 10 años | 20 (65) |
Más de 10 años | 1 (3) |
Entre los síntomas que los motivaban para la automedicación, el 68% refirió por dolor de cabeza y el 90,3% respondió lo hacía según necesidad, y que generalmente utilizaba una mezcla de analgésicos y antiinflamatorios (90,3%). En cuanto a los motivos más frecuentes, 58% respondió que no tenía tiempo para ir al médico y que en la mayoría de los casos (42%) fue un familiar o amigo el que le sugirió el medicamento que debía consumir. El 80,6% de los casos respondió que no se sintió mejor luego de automedicarse. El mismo porcentaje de funcionarios, refirió que cuando la enfermedad no mejoraba acudían al médico y que dejaba de utilizar los medicamentos cuando desaparecían los síntomas (Tabla 2).
Respecto al lugar de adquisición y fuente de información de medicamentos, el 74% consideraba que la publicidad no es importante para elegir un medicamento, el 81% utilizaba la información del prospecto, y el 97% compraba sus medicamentos de la Farmacia (Tabla 3).
La publicidad es importante para elegir un medicamento: | n=31 n (%) |
---|---|
Si | 8 (26) |
No | 23 (74) |
¿Utiliza la información del prospecto? | n=31 n (%) |
Si | 25 (81) |
No | 4 (13) |
En algunos casos | 2(6) |
¿De dónde compra los medicamentos? | n=31 n (%) |
Farmacia | 30 (97) |
Vía Publica | 1 (3) |
Al ser consultados todos los participantes del estudio (n=61) sobre la información que recibieron en la farmacia, el 48% dijo no recibir ningún tipo de información sobre el medicamento en la farmacia y el 98% consideraba importante que el farmacéutico le brinde información; el 93% consideraba que la automedicación es peligrosa. Además el 89% de los participantes contaban con seguro médico y 9,8% respondieron que mezclaron bebidas alcohólicas con los medicamentos (Tabla 4).
En la Farmacia: ¿recibe información sobre el medicamento? | n=61 n (%) |
---|---|
Si | 20 (33) |
No | 29 (48) |
A veces | 12 (19) |
¿Considera importante que el Farmacéutico le brinde información? | n (%) |
Si | 60 (98) |
No | 1 (2) |
¿Considera que la automedicación es peligrosa? | n (%) |
Si | 57 (93) |
No | 4 (7) |
¿Cuenta con seguro médico? | n (%) |
Si | 6 (9,8) |
No | 55 (90,2) |
Consumo de medicamentos con bebidas alcohólicas | n (%) |
Si | 57 (93) |
No | 4 (7) |
DISCUSION
La salud de una comunidad está relacionada, entre otros factores, con el consumo de medicamentos, lo que constituye una señal indirecta de la prevalencia de los problemas de salud. En nuestro estudio del total de participantes, el 97% de la población encuestada reportó consumir algún medicamento, de los cuales, el 53% se automedicaba, esta cifra elevada es el resultado de la amplia diversidad de fármacos disponibles y lo extendido de su utilización. Su uso se ha generalizado, y son empleados para el tratamiento de enfermedades o para el alivio sintomático, e incluso, para la prevención de enfermedades o conservación de la salud.
Sin embargo, 53% de automedicación es una cifra inferior al comparar con estudios realizados en diferentes países de Europa y América Latina. Así en un estudio llevado a cabo en estudiantes universitarios de Valencia - España la automedicación fue 91%3. En estudiantes del Grado en Farmacia de la Universidad de Murcia - España fue 72,5%5. Asimismo, en otro estudio en estudiantes de la Universidad de Egipto de la ciudad de Mansoura, fue 62,9%10.
Un estudio en inmigrantes latinoamericanos adultos de Sevilla- España7, reflejó un 77,4% de automedicación.
En Venezuela8 un 87% de estudiantes revelaron que se automedicaron tanto con medicamentos de venta libre como con los de venta con recetas. En Perú9, en un estudio en personas adultas que acudieron a 22 farmacias, presentaron 88% de automedicación.
En un estudio transversal de base poblacional en 1820 adultos del Distrito Federal, Brasil11, la prevalencia de automedicación fue de 14,9%. Esta cifra muy diferente a las anteriores puede ser debido a la metodología.
A juzgar por los altos porcentajes de automedicación en la región, el presente estudio se encuentra con una prevalencia menor a la esperada, sin embargo, sigue siendo una cifra elevada teniendo en cuenta que el 88,5% de los funcionarios encuestados cuentan con seguro médico y que mismo en la empresa cuentan con un médico con el que pueden consultar dos veces por semana durante el horario laboral, esto puede ser atribuido a que muchas veces no consideran importante su dolencia y no es necesario consultar al médico o no quieren perder tiempo yendo a consultar.
En el estudio realizado se observa que las mujeres se automedicaron más (58%) que los varones aunque la diferencia no es tan relevante. Este resultado coincide con estudios de otros países como Venezuela8, Perú9, España5 y Egipto10, donde la automedicación fue principalmente en mujeres.
La automedicación fue mayor entre los que poseen 20 a 30 años de edad y va disminuyendo en cuanto aumenta la edad de los entrevistados, lo que refleja, que los jóvenes son los que más utilizan medicamentos sin receta médica quizá porque en la era de la tecnología resulta más fácil acceder a internet para leer sobre los medicamentos que acudir al médico, o que con la edad uno se vaya haciendo más responsable en cuanto a su salud.
Los que trabajan en la empresa entre los 1 a 10 años se automedican más tal vez por que como los síntomas son repetitivos y ya anteriormente habían consultado con el médico deciden tomar el mismo medicamento pero ya sin receta médica.
Los síntomas más frecuentes que motivan a la automedicación son dolor de cabeza (67,7%), seguido de dolor de garganta (12,9%) y dolor de estómago (9,7%), en coincidencia con estudio en Venezuela8 que refiere que los eventos adversos más frecuentes fueron los gástricos, vinculados con náuseas y dolores estomacales; seguidos por los eventos asociados con la presencia de somnolencia, con los dolores de cabeza. En un estudio en población adulta del distrito de Lima Metropolita- Perú12, el motivo principal de la automedicación según síntomas fue síndrome doloroso. Asimismo, los síntomas por los cuales se automedicaron los estudiantes de la Universidad de Egipto de la ciudad de Mansoura10, fueron el resfriado (70,1%), cefalea (58,9%), dolor de garganta (35,8%), cólico intestinal (32,2%) y luego calambres (31%). Son síntomas menores pero que realmente pueden ser causa de otras enfermedades más graves y que a la larga impidan reconocerlo y por lo mismo tratarlo adecuadamente.
Los medicamentos más consumidos por automedicación fueron los analgésicos/antiinflamatorios (90,3%). Estos datos coinciden ampliamente con los comunicados en otros estudios5,8,9,11,13. Es conocida que la práctica generalizada de consumo de analgésicos y antiinflamatorios puede generar consecuencias para la salud debido a la presencia de reacciones adversas, tales como epigastralgia e hipertensión arterial12,14.
Entre los motivos para llevar a cabo prácticas de automedicación la población estudiada menciona con mayor frecuencia que no consultan al médico por falta de tiempo (58%) y otros no creen necesario consultar siempre al médico (42%). Un estudio realizado en estudiantes de medicina de la ciudad de Medellín, el motivo principal para automedicarse y no consultar al médico fue por ahorrar tiempo que se gastan en los servicios de urgencias sin ser atendidos15. Otros estudios5,10 refieren que no hay necesidad de visitar al médico por una enfermedad menor.
La automedicación también parece ser una práctica frecuente en el entorno social de los funcionaros pues son los familiares y amigos quienes más influyen en la elección del medicamento con los que se realiza la automedicación. Un 42% de la población que participó del estudio afirma tener familiares y amigos que le sugirieron los medicamentos sin prescripción médica. Esta cifra es mayor que lo referido por Cecilia JM et al5, en un colectivo universitario, donde la mayoría (58,33%) refirió automedicarse por conocimiento adquirido durante la carrera y solo un 28% por recomendación de un familiar o amigo. Cifras superiores al presente estudio, son referidos por Pillaca Medina ML et al9 y Helal RM et al10 (57,1% y 62,2% y, respectivamente). Estas diferencias podrían deberse a los diversos tipos de diseños.
La mayoría de los participantes de este estudio (74%) que se automedicaban no consideraba importante la publicidad para escoger un medicamento. En un estudio en personas adultas del Distrito Jesús Nazareno, Perú9 la publicidad en televisión fue el medio más influyente (74,7%).
El 81% dice utilizar la información del prospecto. Cecilia MJ et al5 refiere que 40,1% utiliza el prospecto como fuente de obtención de información de medicamento. La diferencia puede ser debido a la forma de realizar las preguntas en los cuestionarios.
Aunque casi la totalidad de la población encuestada (98%) considera valiosa la información que puede brindar el farmacéutico, sólo un 33% declara recibir información del farmacéutico al adquirir un medicamento en la farmacia.
El 9,8% de los entrevistados admiten haber mezclado bebidas alcohólicas con medicamentos sin percibir el daño que podría causar esta mezcla a causa de las interacciones entre los mismos. La mayoria (89%) tiene seguro médico y considera que la automedicación es peligrosa (93%).
Investigaciones indican que pequeñas intervenciones educativas en poblaciones respecto a los riesgos de la automedicación generan cambios conductuales favorables incluso luego de transcurrido un año de la intervención16,17.
La automedicación es una práctica común en la población estudiada y en su entorno social inmediato. Otras conductas dan cuenta de que existe en la población abordada falta de información respecto a cómo deben utilizarse los medicamentos con seguridad y eficacia. La población estudiada se declara categóricamente receptiva al consejo del farmacéutico. Este escenario pareciera ideal para que el profesional farmacéutico, poniendo énfasis en la Atención Farmacéutica acentúe su rol principal de educador del paciente en todas las cuestiones que hacen al uso racional del medicamento, ocupando el lugar que le corresponde como miembro fundamental del equipo de salud, que es justamente el espacio que para él reclama la OMS. En ese sentido, es necesario que desde el órgano rector, se implementen estrategias educativas a nivel nacional con la colaboración de los farmacéuticos, con el fin de promover el uso responsable de medicamentos.