INTRODUCCION
La violencia contra la mujer, especialmente aquella ejercida por su pareja, así como la violencia sexual, constituyen un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos. En todo el mundo se ha calculado que el 35% de las mujeres ha sufrido violencia de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de la vida1-3.
El daño causado por la violencia puede durar toda la vida, afectando a varias generaciones y con graves consecuencias para la salud, educación, empleo, bienestar económico de las personas afectadas, la familia y la sociedad3. Las consecuencias inmediatas y a largo plazo sobre diferentes formas de violencia incluyen lesiones físicas, embarazos no deseados, abortos, complicaciones ginecológicas, infecciones de transmisión sexual, trastorno de estrés post traumático y depresión, también comportamientos de alto riesgo como el tabaquismo, consumo perjudicial de alcohol y drogas, comportamiento sexual arriesgado (3). Además, empobrece a las mujeres y sus familias, reduce la producción económica y los recursos de los servicios públicos3,4.
La violencia infligida por la pareja trae aparejada, además, un grave impacto en el bienestar psíquico y social en las familias porque tiene efectos negativos en el desempeño del rol paterno y materno en la crianza de hijos e hijas y en logros educativos y laborales3. “Una mamá deprimida no solo padece la depresión, sino que no puede ser mamá”4, es decir, carece de la empatía que necesita para registrar las necesidades emocionales de su hijo5.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en un estudio sobre salud y violencia doméstica contra la mujer en 24.000 mujeres entre 15 y 49 años de edad de zonas urbanas y rurales de 10 países, encontró que entre 1% y 21% de las mujeres habían sufrido abuso sexual antes de los 15 años, entre 13% y 61% notificaron maltrato físico por parte de la pareja; entre 6% y 59% violencia sexual por parte de la pareja en algún momento de la vida y entre 0,3% y 11,5% violencia sexual infligida por otra persona3. En distintas partes del mundo se ha investigado sobre violencia doméstica en población de mujeres en situación de embarazo y se ha revelado una prevalencia de violencia física entre el 1% y 40%2. En América, hallazgos de investigaciones en la misma población evidenciaron porcentajes similares6-12.
Un estudio realizado en el 2015 para estimar los costos empresariales, es decir el impacto económico, de la violencia contra las mujeres en 25 empresas medianas y grandes en Paraguay, encontró que en el último año, 30,2% del personal estuvo involucrado en situaciones de violencia contra la mujer como agredida o como agresor, con un promedio de 24,6 ataques violentos al año. Se estimó una pérdida de fuerza laboral por año de 72.337 colaboradores/as y un costo económico equivalente al 2,39% del PIB de Paraguay, estimado en 734.871.583 USD13.
El mantenimiento del patriarcado es la teoría más corriente que explica el ejercicio o el padecimiento de la violencia de pareja o la violencia sexual. Esta teoría basada en el dominio masculino en la sociedad con sus normas patriarcales reflejan la desigualdad y la desigualdad de género en la esfera social3,14,15, legitimando la violencia infligida por la pareja y la violencia sexual cometida por hombres3.
Entre los factores de riesgo comunitarios y sociales asociados a la victimización de las mujeres, la bibliografía ha citado las normas sociales de género no equitativas2. También se señala una asociación entre la frecuencia del maltrato a la esposa con la ausencia de participación en grupos de trabajo constituidos exclusivamente por mujeres, lo cual deja establecido que mayores espacios de grupos de trabajo femenino constituirían una protección contra la violencia sufrida por mujeres de parte de su pareja, ya que los mismos proporcionan una fuente estable de apoyo social e independencia de sus esposos y familias3. Otras investigaciones han señalado el hecho de que pocas mujeres tienen un alto grado de autonomía, lo que constituye un factor que predispone a ser víctima2,3.
Tomando en consideración lo precedente y que hoy día se reconoce cada vez más la salud mental de las mujeres como el campo de mayor impacto en el bienestar individual, familiar y social, este estudio se propuso echar luz sobre el rol que desempeña la participación de mujeres en organizaciones sociales y redes familiares con respecto a la condición de ser víctimas de violencia16, porque la evidencia científica sobre este rol aportará a la prevención de la violencia doméstica.
MATERIALES Y METODOS
Se realizó una investigación de tipo descriptivo con componentes analíticos, de corte transverso y de carácter cuantitativo con muestreo no probabilístico. De forma retrospectiva se tomó una base de datos de 1046 mujeres que habían acudido a su control prenatal en forma consecutiva a cuatro centros asistenciales públicos del Departamento de Alto Paraná.
Se utilizó un instrumento estructurado conteniendo todas las variables a ser observadas, que fue completado en entrevistas por estudiantes del último año de la carrera de Psicología. Las variables sociodemográficas incluyeron edad, sexo, nivel educativo, procedencia y estado civil.
Para determinar los antecedentes de violencia intrafamiliar, se utilizó la clasificación de UNICEF para violencia doméstica contra mujeres y niñas7 que define la violencia física como “malos tratos físicos tales como bofetadas, golpes, torsión de brazos, puñaladas, estrangulación, quemaduras, sofocación, patadas, amenazas con armas u otros objetos, y en casos extremos el asesinato”; violencia psicológica o emocional, como “intimidar, atormentar a la víctima y asume diferentes formas: amenazas de abandono o abuso, reclusión en el hogar, vigilancia estricta, amenazas de destitución del cuidado de los hijos, destrucción de objetos, aislamiento, agresiones verbales y humillaciones constantes”; abuso sexual que se define como “relaciones sexuales forzadas, impuestas mediante amenazas e intimidaciones o con la fuerza física, la coerción a prácticas sexuales indeseadas, o la constricción a tener relaciones sexuales con terceros”;7 negligencia o abandono como “falta de protección y cuidados físicos al niño de parte de sus figuras de custodia, así como el abandono de sus necesidades evolutivas por falta de estimulación cognitivas que no se deben a carencias extremas de recursos socioeconómicos”. También se utilizó la escala de Gelles y Strauss que mide desde el uso de la razón, hasta el uso de un arma para resolver conflictos17.
El cuestionario incluyó además un listado de con 15 preguntas cerradas, pre codificadas referentes a la participación de las embarazadas en organizaciones sociales y redes familiares.
Los datos fueron cargados en una hoja de cálculo Excel y posteriormente analizados en el paquete estadístico SPSS. Los resultados se expresaron en forma de frecuencia absoluta y relativa y para indagar posibles asociaciones entre tipo de violencia y participación en organizaciones sociales y redes familiares género se utilizó la prueba de chi cuadrado a un nivel de significancia de 0,05.
Se respetó la confidencialidad de la información asignando códigos a las encuestas. La participación de las mujeres y de los/las estudiantes fue en forma voluntaria, proporcionándoles información suficiente y clara sobre los objetivos del estudio, y la utilización de los datos investigación antes del llenado del cuestionario que fue de forma anónima y se realizó en el local de las Facultades seleccionadas. Al término de las encuestas, se proporcionó material educativo con respecto a temas de violencia doméstica y salud sexual y reproductiva.
RESULTADOS
Fueron incluidas en el estudio 1046 gestantes, de las cuales el 60% tenía 25 o menos años de edad, el 83,2% vivía en pareja, 12,7% tenía primaria incompleta o sin educación formal (Tabla 1).
Características Sociodemográficas | n | % |
---|---|---|
Edad (años) | ||
<18 años | 120 | 11,4 |
18 a 25 | 508 | 48,4 |
26 a 35 | 315 | 30 |
>35 | 106 | 10,1 |
Estado civil | ||
Conviviendo | 476 | 45,4 |
Casada | 397 | 37,8 |
Soltera | 160 | 15,3 |
Separada | 16 | 1,5 |
Nivel educativo | ||
Sin educación formal | 21 | 2 |
Primaria incompleta | 131 | 12,5 |
Primaria completa | 295 | 28,1 |
Secundaria incompleta | 360 | 34,3 |
Secundaria completa | 133 | 12,7 |
Universitaria incompleta | 30 | 2,9 |
Universitaria completa | 14 | 1,3 |
Técnico | 5 | 0,5 |
Sin información | 60 | 5,7 |
En relación al tipo de violencia que las gestantes eran víctimas, 70,1% fue de violencia psicológica, 24% de física, 8% económica y 8% abuso sexual Tabla 2.
La participación en grupo de iglesia fue la más frecuente con el 41%, seguido de grupo vecinal y cooperadora escolar (Tabla 3).
Participación en organizaciones | n | % |
---|---|---|
Grupo de iglesia | 429 | 41,0 |
Vecinal | 171 | 16,3 |
Cooperadora escolar | 134 | 12,8 |
Club deportivo | 58 | 5,5 |
Organización de mujeres | 36 | 3,4 |
Sindical | 27 | 2,6 |
La frecuencia del contacto con los familiares se muestra en la Tabla 4, siendo la visita de madre las más frecuente (81,4%), seguida de visita de hermanos.
Contacto con los familiares | Si | No | ||
---|---|---|---|---|
n | % | n | % | |
Visita madre | 851 | 81,4 | 195 | 18,6 |
Visita hermanos | 837 | 80,0 | 209 | 20,0 |
Visita padre | 774 | 74,0 | 272 | 26,0 |
Visita amigas | 709 | 67,8 | 337 | 32,2 |
Visita suegros | 639 | 61,1 | 407 | 38,9 |
Visita pareja de amigos | 515 | 49,2 | 531 | 50,8 |
Visita parientes | 507 | 48,5 | 539 | 51,5 |
Con respecto a la relación entre ser víctima de violencia participación en organizaciones y tener contacto con familiares y amigos, se encontró que le hecho de ser víctima de violencia psicológica estuvo asociado con no participar en cooperadora escolar (p < 0,045) y no recibir visita de amigas (p< 0,02) (Tabla 5).
Tanto el hecho de ser víctima de abuso sexual (p <0,004) como ser víctima de violencia económica (0,028) se asociaron con no frecuentar a los padres (Tabla 6).
DISCUSION
Las mujeres del estudio tenían características sociales que delatan condiciones de vulnerabilidad. La mayoría era menor de 25 años, cerca de la mitad con educación primaria (completa e incompleta) y en estado de embarazo, condiciones de la esfera individual caracterizadas como de riesgo para ser blanco de violencia doméstica3. Similares hallazgos se pudieron encontrar en algunos estudios que revelaron cómo las mujeres con un mayor grado de instrucción, escolaridad secundaria o superior, presentaban una probabilidad de 20% a 55% menor de ser víctimas de violencia de pareja o violencia sexual que las mujeres con menos educación20-22.
Las mujeres del presente estudio provenían de áreas urbana y rural, acudían a centros públicos y habían sido víctimas en alto porcentaje de violencia doméstica, que, según se constató, ésta, estaba asociada a su no participación en organizaciones sociales y redes familiares. El aislamiento del entorno social inmediato y de las redes familiares en el que se encuentran mujeres víctimas de violencia psicológica, económica y abuso sexual principalmente ha sido descrito en la bibliografía2,3 como situaciones que influyen en las opciones de las víctimas de denunciar la situación18. La condición de víctima de abuso sexual en especial que se constató en este grupo estuvo asociado a no frecuentar a padres y no participar en clubes de madres; Es decir, las víctimas no tenían interacciones con entornos comunitarios, familiares, como padres, madres y hermanos en general y del social inmediato, como ser el ámbito educativo de hijos e hijas u otros, donde se encuentra la posibilidad de que las víctimas expresen o visualicen su condición. Misma situación respecto a la condición de padecer violencia económica y no frecuentar a los padres. Otra investigación dio cuenta de algunos factores que pueden disminuir o amortiguar el riesgo de violencia de pareja como: haber gozado de una crianza sana durante la niñez protege contra la violencia infligida por la pareja y la violencia sexual; contar con una familia propia que ofrece respaldo; vivir dentro de una estructura familiar nuclear o extensa; pertenecer a una asociación; y la capacidad de las mujeres de reconocer el riesgo al que está expuesta3.
Como factor protector a ser víctima de violencia psicológica se halló el frecuentar a las amigas. Participar en mayor cantidad de espacios de grupos de trabajo femenino serían una protección contra la violencia sufrida por mujeres de parte de su pareja lo cual queda constatado en el reporte de esta investigación. Se requiere por tanto enfatizar en los programas de prevención y eliminación de toda forma de violencia doméstica, la importancia de que mujeres en general frecuenten amigas como una práctica saludable de la vida cotidiana3.
La tendencia a asociación significativa que se evidenció entre ser víctima de violencia física y no visitar a padres y madres, replica hallazgos similares de estudios que se han realizado sobre el entorno de la mujer maltratada o abusada en España y Ecuador. En el estudio en 7898 mujeres españolas que presentaron mayor vulnerabilidad a la violencia en la pareja, principalmente inmigrantes, se describió que tenían un nivel socioeconómico bajo, también aumento de la magnitud de esta en aquellas cuya madre fue víctima de violencia de parte de su pareja y que carecían de apoyo social18. En el segundo estudio, se constató la importancia del entorno comunitario y de las interacciones de víctima y agresor con la familia, vecindario y agentes de intervención; el papel de la familia en relación con el apoyo que brinda a la víctima es en ocasiones ambivalente y puede llegar a ser culpabilizador. La influencia del vecindario y de las redes informales también ha sido significativa19.
La no asociación entre padecimientos de violencias con no participar en el ámbito sindical, no participar en organizaciones vecinales, cubes de madres clubes deportivos ni organización de mujeres. Así mismo no se asoció a participación en grupos de iglesias y a cooperadora escolar. Respecto a las redes familiares, no se encontró asociación entre ser víctima de violencia psicológica y visitar al padre, a la madre, a parejas de amigos, parientes y suegros.
Una limitación de la investigación se circunscribe a su característica de temporalidad, ya que es retrospectiva, de manera que la información no aporta datos de la realidad actual, que puede haber modificado en las cifras halladas. Otra limitación del estudio constituye el hecho de no haberse realizado con un muestreo probabilístico, lo que limita la capacidad del mismo de convertirse en representativo de la población de un Departamento.
La evidencia científica sobre la temática de prevención de la violencia infligida por la pareja y la violencia sexual se encuentra aún en sus inicios y queda mucho aún por hacer. Se requiere realizar estudios que aporten información sobre la prevalencia y los impactos que tiene en la salud de la mujer, la violencia sexual de pareja íntima en entornos donde hasta el momento no se han realizado, principalmente en los Centros de Atención Prenatal.