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Memorias del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud

On-line version ISSN 1812-9528

Mem. Inst. Investig. Cienc. Salud vol.14 no.2 Asunción Aug. 2016

https://doi.org/10.18004/Mem.iics/1812-9528/2016.014(02)122-129 

Otros /Others

 

Discurso del Director General de la Organización para la Prohibición de la Armas Químicas (OPCW), Ahmet Üzümcü, en ocasión de recibir el Premio Nobel de la Paz 2013, Oslo, Noruega, el 10 de diciembre de 2013

 

Lecture delivered by the Organisation for the Prohibition of Chemical Weapons (OPCW)Director-General, Ahmet Üzümcü, during the awarding ceremony of the 2013 Nobel Peace Prize in Oslo, Norway, on December 10, 2013

 

Sus Altezas,
Distinguidos miembros del Comité Nobel Noruego,
Excelencias,
Damas y Caballeros,

Con profunda humildad acepto este premio en representación de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, sus Estados Miembros, sus Embajadores y el equipo de la Secretaría, pasado y presente, algunos de los cuales están hoy con nosotros, incluyendo a mi predecesor inmediato, el Embajador Rogelio Pfirter.
Este premio reconoce nuestros esfuerzos combinados.
Esfuerzos que fluyen del espíritu colectivo de la OPCW de trabajar por el bien común que sirva a toda la humanidad.
Me siento profundamente privilegiado de poder dirigirme a ustedes en esta ocasión.
También aprovecho esta oportunidad para honrar la memoria de Nelson Mandela.
El será, para todos nosotros y las futuras generaciones, un modelo de lo que se puede lograr contra probabilidades abrumadoras para avanzar en la paz, la dignidad y la reconciliación.

********************

El Comité Nobel tiene una larga historia de honrar logros en desarme.

Sin embargo, es la primera vez que el Premio de la Paz se entrega a una organización que está activamente involucrada en el desarme como una realidad práctica y en marcha.
Hace ya dieciséis años que la OPCW ha estado supervisando la eliminación de una categoría completa de armas de destrucción masiva.
Nuestra tarea es relegar las armas químicas a la historia para siempre.
Una tarea que hemos estado realizando con determinación silenciosa y sin pequeñas medidas de éxito.
Bajo los términos de la Convención de Armas Químicas, la OPCW ha verificado hasta ahora la destrucción de más de 80% de todas las armas químicas declaradas.
También hemos implementado un amplio rango de medidas para iniciar que esas armas reemerjan.
Y ahora con 190 estados miembros de esta prohibición global, estamos convirtiendo la visión de un mundo global libre de armas químicas en una realidad.
El notable éxito del desarme químico hizo surgir la promesa hecha por el laureado Premio Nobel de la Paz y anterior Secretario General de las Naciones Unidas, Secretario-General Kofi Annan, cuando caracterizó la primera reunión de los Estados Miembros, allá en 1.997 con las siguientes palabras:
“Este no es meramente un gran paso en la causa del desarme y la no proliferación. No es meramente una señal de restricción y disciplina en la guerra. Es mucho más. Es un acto trascendental de paz.”

********************

Excelencias,
Damas y Caballeros,

No puede haber duda sobre el valor de este trabajo. Porque las armas químicas se han usado con regularidad brutal a lo largo del siglo veinte y, trágicamente, en este siglo también.

Ningún arma, por supuesto, tiene el monopolio de la crueldad o de letalidad.
Pero las armas químicas, sin ninguna duda, tiene un legado especialmente perverso.
Casi cien años después de su primer uso a gran escala en los campos de batalla de Flanders, vale la pena recordarnos a nosotros mismos las razones por las que estas armas evocan tal horror, incluso hasta nuestros tiempos.
Las armas químicas remueven el miedo patológico y muy arraigado que todos los humanos compartimos de ser envenenados.
No discriminan entre combatiente y civil, ni entre campo de batalla y pueblo.
No se pueden ver.
No se pueden oler.
Y no avisan a los desprevenidos.
Pero sus efectos son devastadores: queman, dejan ciegos o sofocan a sus víctimas.
Rara vez la muerte es instantánea y nunca es indolora.
Y cuando fallan en matar, como a menudo ocurre, estas armas infieren daño permanente en las personas y su medio ambiente, negándoles la oportunidad de reparación y reconstrucción después del conflicto.
No necesito describir estos efectos en todas sus espantosas variaciones. Ellas desafían cualquier descripción.
Es suficiente mirar las fotos de las víctimas para entender la agonía por la que deben haber pasado desde Ieper en Bélgica hasta Sardasht en Irán, desde Halabja en Iraq hasta Ghouta en Siria.
Y solo necesitamos mirar el destino de los sobrevivientes de tales ataques, personas destinadas a pasar el resto de sus vidas sufriendo dolor físico y sicológico insoportables, para entender que tales armas deben ser prohibidas.
Las armas químicas evolucionaron a través del tiempo, con el descubrimiento de agentes nuevos y más mortales.
Pero, cualquiera sea su forma, ellos comparten un propósito común, convocar al miedo y al sometimiento a través de la horrible naturaleza de su impacto.
Las cifras de víctimas más allá del campo de batalla han atestiguado esto.
Al aceptar este premio en representación de la OPCW, también rindo homenaje a todas esas víctimas.

********************

El primer intento de prohibir el uso de armas químicas bajo una ley internacional fue la Convención de la Haya de 1.899.
El hecho de que este tratado no se observó durante la Primera Guerra Mundial provocó esfuerzos inmediatos para negociar una norma más estricta. Esos esfuerzos resultaron en el Protocolo de Ginebra de 1.925.
Si bien el Protocolo prohibía el uso de armas químicas, no prohibía su producción ni su posesión.
La historia, finalmente, no confirmó su robustez.
Las armas químicas se continuaron usando en todo el globo, incluyendo el uso contra poblaciones civiles. Y, alarmantemente, arsenales más grandes y más sofisticados se desarrollaron durante la Guerra Fría.
No fue hasta 1980 que las negociaciones para un tratado sobre armas químicas más integral empezaron seriamente.
Los ataques químicos que estaban siendo perpetrados en ese momento por el régimen anterior en Irak se agregaron a la urgencia de este proceso.

Afortunadamente, no fueron solo en los efectos brutales de las armas químicas en los que se enfocaron las mentes.
Lo que impulsó las negociaciones fue también la imperiosa necesidad de asegurar la efectividad de la futura norma para prohibir estas armas.
Los estados fueron insistentes en que las armas químicas tenían que ser parte del pasado, por actos, no solo palabras.
Ellos se esforzaron por un tratado que obligará al cumplimiento, más que sus antiguos predecesores, para garantizar la adherencia a sus disposiciones
Y, luego de casi dos décadas de negociaciones difíciles, tuvieron éxito.
Sus esfuerzos dieron lugar a una prohibición total global que vino a ser conocida como la Convención de las Armas Químicas, y a una organización totalmente independiente, la OPCW, para supervisar su implementación.

********************

Con lo difícil que los desafíos en el control bilateral de armas habían sido, concluir en este tratado multilateral fue un logro singular.

También se destaca como un gran triunfo en la historia del multilateralismo.

Casi ochenta años después del primer uso a gran escala de las armas químicas, la determinación colectiva de los estados fue finalmente capaz de brillar a través de la prohibición integral de estas armas.

Esta resolución de la comunidad de naciones dejó testimonio de lo mejor que se puede lograr a través del multilateralismo en la causa de la paz y la seguridad.

Como Benjamin Disraeli dijo: “A través de la perseverancia, mucha personas tienen éxito en lo que parecía destinado a un fracaso seguro.”

Rindo tributo a aquellos que, a través de su dedicación y resolución, contribuyeron a este éxito logrado con arduo trabajo en favor del desarme químico. Y elogio a los gobiernos por su coraje y visión para tomar este audaz paso.

Fueron en estas negociaciones que se forjó el éxito singular de la Convención de Armas Químicas, un mecanismo integral de verificación internacional.

Un mecanismo que no tenía modelo previo y que tuvo que ser desarrollado desde lo más básico.

Un mecanismo que obliga a cada uno de los 190 Estados Miembros de la Convención, sin discriminación, a destruir sus existencias de armas químicas y las instalaciones de producción.

Y para exponer, a través de la inspección, cualquier instalación industrial que se pueda usar para propósitos prohibidos por este tratado.

Un mecanismo que no admite excepciones, y puede realizar inspecciones con poca antelación para investigar el uso alegado de armas químicas o sospechas sobre actividades prohibidas.

Brevemente, un mecanismo que coloca la responsabilidad en los estados para asegurar total transparencia con relación a sus obligaciones -; con la OPCW actuando como árbitro y guardián de la Convención de Armas Químicas.

Con la entrada en vigencia de la Convención en 1997, hemos sido capaces de cruzar y unir, el amplio espacio en el desarme entre la pasión y la practicidad, entre el sentimiento y la acción, entre la noble ambición y los logros concretos.

Y, por primera vez en la historia de la diplomacia multilateral, fuimos capaces de mostrar que la toma de decisiones basada en el consenso puede producir resultados prácticos, efectivos, y por sobre todas las cosas, verificables en desarme.

Desde donde estamos ahora, elogio el compromiso de los Estados Miembros con la implementación efectiva de la Convención.

Los logros de la Convención hacen que los recientes ataques químicos en Siria, que nos impactaron a todos, sean aún más trágicos.

Porque ellos resaltan las ventajas manifiestas de seguridad que los estados adherentes de la Convención disfrutan.

En los dieciséis años que la Convención ha estado en vigencia, ningún Estado Miembro ha experimentado un ataque con armas químicas.

Afortunadamente, la respuesta internacional a esos ataques puso en marcha una serie extraordinaria de eventos.

Estos resultaron en el acceso de Siria a la Convención y a un rol en primera línea de la OPCW, trabajando en conjunto con las Naciones Unidas para eliminar las armas químicas sirias.

Nunca en su historia, la OPCW ha supervisado la destrucción de reservas de armas químicas tan importantes en medio de una guerra civil y en periodos de tiempo tan cortos.

Pero, así como esta misión está probando nuestras capacidades y recursos, nuestro progreso solo ha fortalecido hasta ahora nuestra confianza de que podemos tener éxito.

Estoy inmensamente orgulloso de los miembros del equipo, desde OPCW hasta la NNUU, que se ofrecieron como voluntarios en Siria en lo que son circunstancias extremadamente desafiantes.

Su dedicación y coraje personales le dan gran crédito a las organizaciones

********************

Excelencias,
Damas y Caballeros,

El consenso internacional sobre la eliminación de las armas químicas tiene como base el mismo consenso que guió a la Convención de Armas Químicas hacia una conclusión.

El desafío ahora es persuadir a los seis países que aún están fuera de la Convención de que se unan sin demora ni condiciones.

No ha habido una defensa razonable para no hacerlo, más aún ahora con el despertar de una reacción internacional robusta contra el uso reciente de armas químicas.

Ningún interés nacional puede sobrepasar creíblemente ya sea la seguridad o los beneficios económicos de adherirse a la prohibición química global.

Es mi esperanza ferviente que este premio estimule los esfuerzos para hacer de la Convención de Armas Químicas una norma verdaderamente universal.

La adherencia universal a la Convención sería la inversión más duradera en su integridad y la mejor garantía de su alcance.

No podemos permitir que la tragedia que le ocurrió a la gente de Ghouta se repita.

********************

La durabilidad de la Convención de Armas Químicas se debe tanto a lo que se siguió en la implementación del tratado como a lo que se negoció en él.

Las asociaciones activas de la OPCW con la ciencia fueron claves en este sentido.

Estas asociaciones han definido de manera significativa el éxito de la Convención debido a la naturaleza de doble uso de lo que incluye hacer armas químicas.

Muchos de los materiales y tecnologías tienen también beneficios comerciales y aplicaciones industriales.

Sin un entendimiento común de donde se debe trazar la línea entre lo que nos ayuda y lo que nos daña, no puede haber verificación efectiva.

Son las asociaciones de la OPCW con la ciencia las que han trazado esta línea en una manera clara y defendible.

Ellas lo han hecho desarrollando herramientas y métodos para definir y proteger contra los agentes de armas químicas y monitoreando nuevas y emergentes tecnologías de potencial interés.

Más que eso, han facilitado compartir esa información entre pares.

Y, crucialmente, ellas han abierto una nueva clase de diálogo que tiene el impacto de los descubrimientos científicos mejor entendidos.

Necesitamos ocuparnos de la situación en la cual, como lo dijo Isaac Asimov: “la ciencia recoge conocimiento más rápido que la sociedad recoge sabiduría”.

Es por esta razón que la OPCW ha trabajado duro para mejorar la conciencia de la frecuente línea delgada entre las aplicaciones beneficiosas y dañinas en química a través de los programas de educación y alcance a la academia.

Nuestro objetivo es contribuir a los esfuerzos hacia la promoción de una cultura de ciencia responsable.

Esto asegurará que las generaciones actuales y futuras de científicos entiendan, y respeten, el impacto que su trabajo puede tener sobre la seguridad.

Lo que estamos luchando para crear, junto con nuestros asociados, es una estructura de dos pisos para apoyar los avances en química.

Una que acomode un sistema de advertencia temprana para descubrimientos científicos que pueden ser usados incorrectamente, y un repositorio global para el conocimiento, la experiencia y las tecnologías que tendrían que beneficiar a todas las naciones.

********************

La industria no ha sido un socio menos importante para el alcance de los objetivos consagrados en la Convención de Armas Químicas.

Sus preocupaciones fueron discutidas y atendidas desde el principio de las negociaciones de la Convención.

Específicamente, la industria tendría que tener confianza completa en las disposiciones hechas para la protección comercial.

Sin esas disposiciones, no habría colaboración productiva y, por lo tanto, ningún acceso a instalaciones químicas comerciales para inspección.

Dado el grado al cual los requerimientos de verificación de la Convención están involucrados con los procesos normales comerciales e industriales, la participación activa de la industria es vital.

Algunas 2.500 inspecciones más tarde, en más de 80 países, hemos mostrado que las disposiciones de la Convención funcionan.

Nuestra ambición ahora es integrar mejor a la industria como un asociado que trabaje para asegurar la implementación continua y efectiva de la Convención.

Más ampliamente, esta suerte de asociación con el sector privado apunta al camino a seguir para muchos de los desafíos multilaterales no tradicionales que estamos enfrentando desde el cambio climático al alivio de la pobreza.

Este es un área clave de enfoque para los esfuerzos de la OPCW para aumentar el perfil de la Convención y la adherencia a él.

********************

Cuando se terminó la Convención de Armas Químicas en 1992, fue correctamente anunciada como el resultado de un desarme más tangible del periodo inmediato post-Guerra Fría.

Pero más de dos décadas después de eso, tenemos poco para mostrar en el área del desarme considerando el enorme dividendo de paz que el fin de la Guerra Fría nos trajo.

Es tiempo de avanzar hacia una seguridad diferente, más duradera, de estar al día con las extraordinarias oportunidades que la globalización ha traído.

Una seguridad que acomode el desarrollo humano, la cooperación económica y la prosperidad mutua.

La implementación efectiva de la Convención de Armas Químicas ha jugado un rol definitivo en empoderar a una comunidad más amplia de partes interesadas en este propósito.

Sus voces son persuasivas porque son pragmáticas.

Ellas evitan la discusión moral en favor de los hechos.

Y sus modos de presentación solo mejoran su credibilidad.

Estos incluyen: evaluaciones objetivas de métodos de verificación, análisis innovador costo-beneficio de retención de armas de destrucción masiva y revisiones sinceras del impacto comercial del cumplimiento del tratado.

Finalmente, ellos han sido capaces de dar expresión a sus voces y analizar sus juicios a través de nuevos hábitos de diálogo y cooperación entre científicos y los diseñadores de políticas, entre industria y academia, y entre sociedad civil y oficiales gubernamentales.

Son estos tipos de hábitos con los que la OPCW está comprometida a promocionar.

Como medios de preservar el legado del Premio Nobel de la Paz, anuncio que el dinero del premio entregado por el Comité Nobel será usado para financiar premios anuales de OPCW.

Estos premios reconocerán las contribuciones sobresalientes al avance de los objetivos de la Convención.

Estoy seguro que, junto a las partes interesadas de la sociedad civil, continuará desempeñando un rol significativo en este sentido.

********************

Por su parte, la OPCW hará su máximo esfuerzo para continuar como una organización altamente efectiva.

Una organización que continúe invirtiendo en su bien más valioso – un cuadro de gente altamente calificada y dedicada.

Una organización que anticipe futuros desafíos.

Y una organización que adapte sus recursos y experiencia para ser capaz de responder a ellos.

Siria nos ha probado en ese sentido.

Verificar la declaración de un Estado Miembro es una actividad rutinaria para la OPCW. Pero claramente, no hay nada rutinario respecto a las circunstancias en las que estamos haciendo eso en ese país.

Recibiríamos con beneplácito la oportunidad de que los nuevos Estados Miembros se sometan a sí mismos al régimen de verificación de la Convención.

Al mismo tiempo, estamos mirando más allá de que hacemos, como lo hacemos.

Nuestro objetivo es seguir construyendo en nuestro décimo sexto año de éxitos, aumentando nuestra eficiencia y ampliando nuestra ventaja.

Esto no solo significa estar al día con los avances científicos y tecnológicos que pueden probar nuestro entendimiento de qué constituye un arma química.

También requiere que nos aseguremos que estamos haciendo el mejor uso posible de los avances en comunicación, especialmente de las herramientas disponibles públicamente.

Habiendo visto cuan rápidamente la información puede ser transmitida por los medios de comunicación social y, críticamente, verificada a través de imágenes, necesitamos considerar como podemos emplear esas herramientas para nuestras actividades de monitoreo, verificación e investigación.

Esto puede dejar beneficios particulares a nuestro trabajo con los Estados Miembros para prevenir que actores no estatales obtengan acceso a materiales de doble uso y al conocimiento (know-how).

Y, en nuestro mundo de comercio globalizado y cadenas de suministro, podría potencialmente ayudar a nuestros Estados Miembros a mejorar adicionalmente su habilidad para rastrear exportaciones de materiales y bienes de doble uso, para asegurar que estos bienes vayan adonde se suponen tienen que ir y que sea usados para los propósitos para los que se suponen están destinados.

También estamos pensando sobre cómo utilizar nuevas herramientas de comunicación para aumentar la concienciación de la necesidad de practicar ciencia responsable, inculcar los más altos estándares éticos en nuestros futuros científicos e investigadores.

Finalmente, estamos expandiendo y profundizando nuestra interacción con otras organizaciones internacionales.

Las Naciones Unidas son centrales en este sentido, ya sea en asociación en campo en Siria o en nuestros esfuerzos mutuos reforzantes para promover.

Igualmente estamos instando a organizaciones regionales a usar sus foros para despertar la concienciación de los objetivos de la Convención de Armas Químicas, incluyendo ayudar a asegurar la universalidad.

Nuestra interacción con otras agencias internacionales es usualmente identificar áreas de superposición especializadas, yendo de enfocarse en crímenes transnacionales y terrorismo hasta construir capacidad de respuesta química de emergencia.

Y, estamos trabajando con otras organizaciones de tratados de control de armas para intercambiar las mejores prácticas en las áreas yendo de desafíos de uso doble a métodos de verificación.

La cooperación institucional es la base de un compromiso más amplio de las partes interesadas de la cual la OPCW se enorgullece.

La cooperación que yo sugiero, y que espero podamos apoyar con comunicación aumentada y redes sociales, ideas frescas estimulantes y contribuciones innovadoras

********************

Sus Majestades,
Distinguidos Miembros del Comité Nobel Noruego
Excelencias,
Damas y caballeros,

La historia del control de armas no ha mostrado falta de pasión.

Sin embargo, cuando hay tanto en juego, la pasión debe tener cuidado de pisar la realidad, si es para alcanzar sus ambiciones.

Esto significa ser pragmático, de mente clara - inclusive desapasionado - sobre adquirir las mejores herramientas posibles para alcanzar y consolidar los objetivos del desarme.

Y con frecuencia significa que los gobiernos muestren el coraje político para tomar decisiones duras para beneficio de la comunidad de naciones.

La Convención de Armas Químicas ha mostrado que esta clase de enfoque produce resultados.

Ya que la Convención es más que meras palabras y promesas en un pedazo de papel.

Es un régimen dirigido a liberar al mundo de las armas químicas y asegurarse que nunca más vuelvan a amenazar a la humanidad.

En este régimen, los estados miembros proveen la fuerza para hacer realidad sus objetivos.

Y es la OPCW la que provee la fuerza para hacer realidad los objetivos.

Nuestro trabajo, imbuido de determinación y certeza, es la garantía de la comunidad internacional de la implementación de la Convención.

Esto demuestra que de sueños idealistas podemos forjar pasos que nos conduzcan de la visión a la realidad.

Llevó casi un siglo alcanzar una prohibición total de las armas químicas.

Un siglo sobre el cual cayeron miles de víctimas de estas armas atroces.

Un siglo hacia cuyo final podemos ahora mirar hacia un futuro libre del flagelo que ellas representan.

Ningún valor se puede colocar en este logro.

Y ningún esfuerzo se debe escatimar al compartir las ganancias que esto nos ha traído.

Aquellos de nosotros que hemos trabajado por el desarme químico, reconocemos que con nuestro éxito también viene la obligación de ampliarlo.

La Convención de Armas Químicas nos ha dado un legado que ningún esfuerzo de desarme futuro puede darse el lujo de ignorar.

Un legado que tiene, en su núcleo, verificación, compromiso amplio de las partes interesadas, consenso nacido de la confianza, y, por encima de todo, un compromiso con la ciencia que sirve activamente a la causa de la paz y la seguridad

Es este legado el que debemos poner como la clave en un arco cada vez más amplio de desarme.

Solo construyendo ese arco seremos capaces de crear un puente entre nuestra seguridad y nuestra prosperidad.

El destino ha decidido que nos deshagamos de las armas químicas.

Y que alcancemos eso en nuestra vida.

Este es nuestro lugar en la historia.

Y este es el futuro que estamos creando.

Un futuro por el cual nuestros hijos y nietos pueden estar realmente agradecidos.

 

Ahmet Üzümcü
Director General, Organización de Prohibición de Armas Químicas

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