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Pediatría (Asunción)

versão On-line ISSN 1683-9803

Pediatr. (Asunción) v.41 n.3 Asunción dez. 2014

 

EDITORIAL

 

¿Por qué la desnutrición no puede esperar?

Why nutrition can't wait?


 

Hoy en día pareciera casi superfluo discutir sobre la desnutrición infantil y de sus efectos en quienes lo padecen. Esto podría ser peligroso pues al no ser puesto en el escenario público y político se seguirá subestimando el nefasto impacto de esta condición sobre el capital humano y por ende sobre la nación que no toma las medidas necesarias al respecto.

En Paraguay, los esfuerzos concretos para lograr la contención y reversión de la desnutrición y sus consecuencias llevan menos de una década de implementación, y aún no tienen alcance a nivel nacional. Sin embargo, a pesar de las limitaciones en este ámbito traducidas en la insuficiente asignación presupuestaria para lograr una lucha efectiva y con enfoque preventivo hacia el problema, lo poco que se ha alcanzado ha comenzado a dejar su huella, ya que según datos de encuestas nacionales que incluyeron antropometría de niños y niñas menores de 5 años, se puede observar una disminución de la desnutrición crónica de un 17,6% en el año 2005 hasta un 10,8% al año 2012.

Aunque es bueno aclarar que el verdadero impacto lo podremos ver claramente en el largo plazo cuando en 20 o 30 años los seres humanos que hoy son recuperados o rescatados del flagelo de la desnutrición aporten a la sociedad y muchos de ellos sean responsables de llevar las riendas de la economía y de la política del país.

Para comprender mejor, el sueño de una lucha frontal contra la desnutrición se inicia cuando a mediados del año 2005 tras una fuerte campaña mediática liderada por las agencias cooperantes de las Naciones Unidas sobre las cifras de desnutrición materna e infantil en el país, finalmente se logra la asignación de 3 (tres) millones de dólares en el Presupuesto de Gastos de la Nación para iniciar un programa que combata a la desnutrición. Hoy este programa se denomina Programa Alimentario Nutricional Integral, más conocido por sus siglas como “PANI” y está sustentado por la Ley 4698/12 “De Garantía Nutricional en la Primera Infancia” y se implementa en 13 departamentos del país con apenas un presupuesto destinado a la compra del complemento nutricional de 11 (once) millones de dólares.

El PANI tiene como población objetivo a embarazadas y a niños y niñas menores de 5 años. El mayor desafío del mismo es lograr el cambio de paradigma desde el enfoque asistencial hacia el enfoque preventivo. Desde esta mirada, en un escenario ideal que de alguna manera ya se está dando en la Región Occidental del país, toda la población objetivo sería integrada al PANI antes de que ocurra la desnutrición. Para que esto sea una realidad, es fundamental que los recursos humanos en salud, la infraestructura y la logística se encuentren suficientemente preparados para detectar y brindar atención oportuna a los niños/as y embarazadas en riesgo de padecer desnutrición.

La brecha económica para ello es aún grande pero no insalvable ni imposible. Se precisarían alrededor de 40 (cuarenta) millones de dólares para lograrlo.

Parece demasiado? Pues si consideramos que sólo en costos de repitencia escolar el estado gasta cerca de unos 100 (cien) millones, sin considerar otros elementos como la menor fuerza laboral de la población que fue desnutrida en su primeros años (que serían más de 300 millones de dólares), el costo-beneficio es indiscutible, dejando por un momento de lado, el hecho de que en lo profundo se trata de una violencia directa del derecho supremo a una alimentación y desarrollo adecuados que tiene cualquier ser humano sólo por haber nacido.

En su libro “Contra Viento y Marea”, Fernando Monckerberg(1) responsable de liderar la erradicación de la desnutrición en Chile, establece 4 (cuatro) pilares en la que se basó el éxito chileno en la lucha por preservar capital humano:

1. Recuperación del recurso humano, dañado por generaciones de marginalidad y desnutrición.

2. Cambios en la estrategia económica, basándose en una libre empresa, con libre mercado y abierta al comercio internacional

3. Adecuación del sistema educacional en todos sus niveles, para enfrentar la nueva realidad de participación y competitividad internacional.

4. Creación de una infraestructura científico-tecnológica capaz de competir e innovar.

En nuestro país, siguiendo este ejemplo que ha demostrado que el éxito es posible con inversión social; con el PANI se están dando los pasos necesarios pero aún incompletos hacia el cumplimiento del primer pilar y desde la academia y el estado se podría decir que existen algunos esbozos aún tibios respecto al cuarto pilar mencionado antes.

Entre tanto, aún no se visualizan de manera clara los lineamientos para la innovación económica ni educativa que son fundamentales para la estructura holística necesaria para mejorar el perfil de nuestros futuros adultos.

Entonces, ante toda esta información, qué rol jugamos los/as médicos/as y más aún los pediatras?  Es posible que se dé por hecho que los pediatras en el ámbito de la medicina debiéramos ser los más sensibles en cuanto al tema de desnutrición y la fé en que esto es así en la realidad es férrea; sin embargo, es probable que la dura tarea de realizar asistencia en el día a día impida a menudo elevar la mirada hacia las políticas públicas del país y conocer las cifras dadas por nuestros indicadores vitales.

La salud pública está poco presente en el pensamiento médico y pareciera que pertenece sólo a un pequeño sector, pero es bueno darse cuenta que cuando trabajamos con responsabilidad en cualquier nivel de atención en los diferentes servicios de salud con responsabilidad y compromiso humano, estamos TODOS haciendo salud pública.

Y en cuanto al tema desnutrición, es importante mencionar que el mismo tiene como causas subyacentes a muchos determinantes sociales como la pobreza o el analfabetismo en los que es probable que no podamos incidir de manera directa como médicos. Pero sí es fundamental nuestro papel como AGENTES protectores en la prevención de su aparición por ejemplo como protectores de algo tan básico, natural y crítico como la lactancia materna, o las adecuadas y oportunas indicaciones sobre las prácticas y hábitos alimentarios de los miles y miles de niños/as que acuden al pediatra en busca de consejo.

Sin el apoyo de todos los profesionales de la salud, en el contexto de la mirada integral que merece cada niño o niña que no pueden esperar, porque hoy están pasando hambre y padeciendo desnutrición, el PANI no tiene tampoco futuro. Es una responsabilidad de todos lograr el enfoque preventivo e integral que se necesita para no llegar tarde y permitir que cada paraguayo y paraguaya que hoy nace, tenga protegido su derecho a sobrevivir y desarrollarse en toda su potencialidad.

 

Susana F. Sánchez Bernal

Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición,

Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social

 

REFERENCIAS

1. Monckerberg Barros F. Contraviento y marea -hasta erradicar la desnutrición. 2ª ed. Chile. El Mercurio–Aguilar; 2011.

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