INTRODUCCIÓN
El mundo moderno se halla inmerso en una dinámica vertiginosa de avances tecnológicos y sociales. Para enfrentarlos con éxito, las sociedades deberán asumir determinados retos como la adaptación a los cambios continuos, la participación plena, la innovación, el desarrollo creativo, el pensamiento crítico, entre otros.
De ahí la relevancia de incorporar no solo conocimientos, sino competencias y habilidades que permitan el acceso a las oportunidades de este siglo. Las cuales, no precisamente se traducen en saberes técnicos, sino en competencias transversales que permiten a los individuos adaptarse, innovar y participar en la sociedad en la que viven. Con este propósito, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) trabaja en una política mundial que aborda los retos y las oportunidades de cara a una sociedad que logre once habilidades transversales (Mojica, 2021).
En tal sentido, la adaptabilidad y flexibilidad son asumidas como altamente importantes. Pues, la mentalidad abierta y la disposición para aprender y desaprender a lo largo de la vida permiten a las personas enfrentar nuevos desafíos, ajustarse a nuevas tecnologías y entornos laborales, y mantenerse relevante en un mundo en evolución. Pero, la flexibilidad no solo habrá que asumirse desde la lógica del estudiante, sino también del entorno ya que, existe una necesidad de superar las deficiencias de los sistemas convencionales (Romero, 2018).
Este aprender a lo largo de la vida exige comprender que la educación no solo se debe resignar al ámbito estrictamente formal, sino que a todos los entornos disponibles y, de manera ininterrumpida. Igualmente, la creatividad e innovación, esenciales para abordar los problemas complejos de la sociedad y generar soluciones efectivas. En el entendido que, la creatividad es un motor para el desarrollo económico, social y cultural. Tal como lo expone Klimenko (2008) la creatividad es una dimensión del ser humano, que emerge como una capacidad susceptible de ser desarrollada.
Y de acuerdo a su planteamiento, permite trazar orientaciones metodológicas y pedagógicas para la educación, lo que implica nuevos modelos y, ello involucra la voluntad del docente, que se verifica mediante su actitud favorable para la implementación y el seguimiento de estos procesos de enseñanza aprendizaje que fomenten la capacidad creativa, mediante la implicación del estudiante a lo largo de su formación. Esto es, impulsar la capacidad de pensar de manera original, generar ideas nuevas y aplicar enfoques innovadores, todo ello, es fundamental para impulsar el progreso y la transformación.
Por otro lado, no es menos cierto que las prácticas pedagógicas deben propender al rol activo del estudiantado, favoreciendo a la creación de espacios efectivos (Benoit Ríos, 2021) de colaboración y trabajo en equipo; pues estos, están caracterizados por la igualdad que debe tener cada participante en el proceso de enseñanza aprendizaje, así como también, la mutualidad, entendida como la conexión, la profundidad y la bidireccionalidad posible en la experiencia. Que, además, distribuye entre los estudiantes las responsabilidades, la planificación conjunta y el intercambio de roles (Sánchez Ambriz, 2021).
En un mundo cada vez más interconectado, la colaboración y el trabajo en equipo resultan indispensables. Esto es, promover el desarrollo de habilidades de comunicación efectiva, resolución de conflictos y cooperación entre individuos de diferentes culturas, disciplinas y perspectivas.
La capacidad de colaborar y trabajar en equipo fomenta la diversidad, la empatía y el desarrollo de soluciones colectivas más sólidas y sostenibles. Todo ello resulta altamente positivo ya que, en todo trabajo colaborativo, la responsabilidad y las relaciones afectivas fomentan la sana competencia, la interdependencia, la reciprocidad y el liderazgo (Rueda Ñopo, 2021). Asimismo, la ciudadanía global y la responsabilidad social. Esto implica comprender y valorar la diversidad cultural, actuar de manera ética y responsable, y contribuir al bienestar de la sociedad en su conjunto.
En América Latina, y, por lo tanto, también en Paraguay, se advierte una crisis de aprendizaje. Producto de distintas variables que impiden el logro de saberes y habilidades mínimos esperados (Henríquez, 2020). De ahí la importancia de este abordaje en el contexto paraguayo.
METODOLOGÍA
Para el presente trabajo se optó por un enfoque cuantitativo, de corte transversal y de tipo descriptivo. Se encuestó a 103 docentes de la Educación Inicial (EI) y de la Educación Escolar Básica (EEB) de instituciones de gestión pública y subvencionada de cinco ciudades (Villa Elisa, Lambaré, San Antonio, Ñemby y Capiatá) del departamento Central del Paraguay, mediante un cuestionario semiestructurado elaborado a partir de 12 preguntas (9 cerradas y 3 abiertas) por conveniencia en el mes de abril de 2023. Entre los criterios de inclusión se citan: ser docente activo de gestión pública y/o subvencionada, prestar servicios en el departamento Central, pertenecer a la EI o EEB, participar de forma voluntaria y anónima.
RESULTADOS
Tras el relevamiento de datos obtenidos mediante la participación de 103 docentes que se hallan en ejercicio de la gestión de enseñanza en escuelas oficiales y subvencionadas en el departamento Central del Paraguay, se logró los siguientes resultados:
La tabla 1 permite verificar que, 90,3% son mujeres, 68,9% se halla en el rango de los 40 y 49 años, 100% de nacionalidad paraguaya, 74,7% recibió formación en instituciones de gestión pública. Además, 83,5% de los maestros dedica a la lectura entre 1 y 5 horas semanales, 87,3% ejerce el cargo de docente, 35,9% lleva entre 16 y 20 años de enseñanza y 29,1% prestan servicio de docencia en Lambaré.
En la tabla 2 se muestra que 23,3% afirman que ser creativo e innovador es unas de las habilidades más importantes para el trabajo del docente, seguido de un 21,3% como ser capaz de tomar la iniciativa, tener autonomía y responsabilidad. Es importante destacar que, al dárseles la chance de elegir más de una opción, se obtuvo un total de 127 elecciones, lo que indica que al menos 24 docentes eligieron más de una opción. En cuanto a los aspectos positivos de este trabajo, 29,1% hace referencia en poder trabajar con niños y, con respecto al aspecto negativo, un 31% afirma la falta de apoyo familiar. Finalmente, 89,3% manifiesta que es fundamental la relevancia social de esta labor y 33,9% apunta que la mayor inversión se debe hacerse en la tecnología, mobiliario, infraestructura y talento humano.
DISCUSIÓN
Tal como se expuso, los docentes identifican un ecosistema desfavorable para la consecución de los propósitos educativos, de cara a esas habilidades identificadas como indispensables, la carencia de recursos. En tal sentido, Arriaga Torres y Gómez (2019) afirman que la infraestructura física es reconocida como uno de los elementos del sistema educativo y que, de hecho, contribuye al logro de la calidad educativa, se habla entonces de ofrecer un entorno adecuado a los estudiantes para su aprendizaje. Al referirse a entorno favorable se incluye: seguridad estructural y sus condiciones generales de funcionamiento, servicios sanitarios higiénicos, bebederos con agua potable, mobiliario y equipos básicos, accesibilidad, áreas de servicios administrativos, infraestructura tecnológica con conectividad a internet, espacios múltiples para el esparcimiento, bibliotecas, áreas de juego.
Pero, este entorno no solo se refiere a las instalaciones edilicias, que obviamente son imperativas como punto de partida, sino también, a la infraestructura tecnológica, que los docentes consultados afirmaron constituye una necesidad. Ello coincide con Sandoval Vargas (2023), quien asevera que en pleno siglo XXI, para el desarrollo económico y social, el contexto tecnológico permite acortar asimetrías, sobre todo, en comunidades menos favorecidas. Esto es, otorgarles mejores oportunidades de aprendizaje y desarrollo, ya que las TIC son instrumentos fundamentales para promover los cambios sociales de estas comunidades, permitiendo romper las barreras del tiempo y del espacio.
Entre los hallazgos obtenidos más allá de las preguntas formuladas en el instrumento, surgió una coincidencia entre varios participantes, que en muchas de las instituciones se ha recibido dotación tecnológica por parte de la cartera de educación, como parte de los esfuerzos que hace el Estado Paraguayo al igual que muchos otros países latinoamericanos (Uzcátegui Lares y Albarrán Peña, 2020).
Sin embargo, la misma no fue puesta a disposición del plantel docente; es decir, en algunos casos está bajo llave, por decisión de los propios directores, cuyo argumento esgrimido es “para que no se descompongan”. Esta conducta evidencia un desconocimiento del daño que ocasionan a la calidad de la educación, como gestores de la educación en las escuelas. Pues, estas prácticas, solo consiguen perpetuar las carencias y la desigualdad históricas en Paraguay. En este sentido, Castro (2019) afirma que la educación “no puede quedarse estancada en el uso exclusivo de los libros y los cuadernos”. A lo que habrá que añadir otra de las inquietudes de los docentes, que es el acceso a internet, que calificaron como insuficiente en algunos casos y sin acceso en otros.
Otro de los elementos identificados como barreras la constituyen las propias familias de los estudiantes. Los resultados indican que los niños y niñas en Paraguay cuentan con poco o nulo apoyo por parte de sus familias, estas no evidencian un apoyo oportuno y favorable al proceso académico de los estudiantes. Por lo tanto, al no darse la triangulación necesaria escuela, estudiante, familia, no es posible lograr el equilibrio ni los resultados de aprendizaje esperados.
Y, no menos importante, el débil perfil de los maestros (Larrañaga y Yubero Jiménez, 2019). En el caso estudiado, nada más y nada menos que, 83,5% afirma dedicar menos de 5 horas semanales a la lectura. Siendo que la lectura permite el desarrollo de las habilidades comunicativas, la forma de expresión, la construcción del pensamiento crítico y, de redacción. Lo que mejora de forma y de fondo las propuestas de los docentes con hábito lector. Incluso, (Larrañaga y Yubero, 2019) se puede sostener que, existe una relación entre la relevancia que se le da a la lectura durante la formación de los docentes y la eficacia de estos ya en el ámbito profesional.
Lo anterior, conduce a pensar en el nivel de la calidad de las planificaciones docentes en Paraguay, así como también, en el nivel de las clases desarrolladas, en las estrategias metodológicas utilizadas, en los mecanismos evaluativos aplicados y en la riqueza en cuanto a recursos didácticos incluidos en sus clases y, asimismo, en la habilidad para adecuar los contenidos a situaciones de aprendizaje significativo. De hecho, Granado Alonso (2014) sentencia sobre la alta influencia que ejercen los hábitos lectores de los maestros sobre sus prácticas docentes y en el fomento de la lectura en aula, en relación con el modelamiento de las actitudes y hábitos lectores de niños y niñas.
Finalmente, tal como lo afirma (Esquerre Ramos y Pérez Azahuanche, 2021) en pleno siglo XXI, tiempo caracterizado por grandes retos que obligan a repensar la práctica pedagógica. Es urgente establecer claramente qué involucra el desempeño docente y sus implicancias a corto, mediano y largo plazo, para el logro efectivo de las competencias del estudiantado. Porque existe una interconexión entre la capacidad docente, el mejoramiento de la enseñanza y el aprendizaje situado, para el éxito esperado. En síntesis, como se ha visto, existen fortalezas identificadas por los docentes; no obstante, existen barreras como el currículo, la metodología, el sistema de evaluación, el clima de aprendizaje, el tiempo en aula, la carencia de recursos y materiales, el propio desempeño docente (Cárdenas, 2015).