INTRODUCCIÓN
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades define los accidentes biológicos como una exposición del personal de salud a fluidos potencialmente infecciosos1, en el que sangre, tejidos o líquidos corporales (semen y secreciones vaginales, líquido cefalorraquídeo, sinovial, pleural o peritoneal2, tienen contacto con una lesión percutánea, pinchazo o cortadura, o por contacto con mucosas o piel no intacta1. Cuando ocurren estos accidentes siempre deben ser considerados con alta prioridad para la protección del personal de salud2.
Los tipos más frecuentes de exposición son las lesiones por aguja acanalada hueca, salpicaduras y lesiones con aguja roma2. Generalmente, ocurren durante el reencapuchado de las agujas empleando las dos manos y la recolección y disposición insegura de desechos peligrosos con objetos cortopunzantes1. La población más afectada es el personal de enfermería, personal de limpieza y médico2.
El Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social3 clasifica los accidentes según el riesgo como: a) Riesgo leve: accidente superficial, sin sangre visible en el instrumento o con aguja sólida (de sutura). b) Riesgo grave: accidente con aguja acanalada, profundo con sangre evidente o con dispositivo que estuvo colocado en un vaso sanguíneo.
Según un informe del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades las causas más frecuentes de accidentes son4: a) Falta de equipo de protección personal, dispositivos de seguridad y envases para eliminación de objetos cortopunzantes. B) Falta de procedimientos para la notificación de lesiones con objetos cortopunzantes. C) Falta de concientización con los riesgos ocupacionales. D) Personal insuficientemente formado. E) Acceso restringido a envases para la eliminación de objetos cortopunzantes. F) Escasez de personal. G) Reencapuchado de las agujas tras su uso. h) Paso de instrumentos filosos de mano a mano en la sala quirúrgica. I) No utilización de los envases para eliminación de objetos cortopunzantes inmediatamente después del uso. J) Incidentes médicos no previstos. K) Reacciones inesperadas de los pacientes.
El objetivo del estudio es describir la frecuencia de accidentes con objetos punzocortantes en personal de salud de un hospital de tercer nivel, el porcentaje de reportes a autoridades pertinentes, valorar el porcentaje de vacunación para hepatitis B y participación en capacitaciones de bioseguridad.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, descriptivo y transversal a través de una encuesta en línea por Google Forms™ a profesionales de la salud de un hospital de tercer nivel, donde se determinó las siguientes variables: profesión, edad, sexo, vacunación contra la hepatitis B, participación en capacitaciones de bioseguridad en el último año, conocimiento de protocolo en caso de exposición, número de exposiciones, si fueron de alto riesgo o bajo riesgo (en el último año), reporte del accidente, recibió orientaciones y/o profilaxis.
RESULTADOS
Se obtuvieron 26 respuestas, de los cuáles 92,3% pertenece al personal médico, 7,7% fueron licenciados o técnicos en enfermería. El 57,7% de las personas fueron del sexo masculino. Se interrogó sobre la vacunación contra la hepatitis B, el 88,5% refirió contar con la misma. El 76,9% de los encuestados negó haber participado de una capacitación en bioseguridad en el último año, sin embargo, el 65,4% respondió que conoce el protocolo a seguir en caso de un accidente punzocortante.
Características | n | % |
---|---|---|
Profesión | ||
Médico | 24 | 92,3 |
Lic o técnico de enfermería | 2 | 7,7 |
Sexo | ||
Femenino | 11 | 42,3 |
Masculino | 15 | 57,7 |
Vacunado contra hepatitis B | 23 | 88,5 |
Participó en capacitación en bioseguridad en el último año | 6 | 23,1 |
Conoce el protocolo a seguir en caso de un accidente punzocortante | 17 | 65,4 |
Tuvo accidente cortopunzante en el último año | 15 | 57,7 |
En el último año, 57,7% (15 personas) tuvo algún tipo de accidente cortopunzante, de los cuáles 62,5% fue un accidente superficial sin sangre visible en el instrumento o con aguja sólida y el 37,5% fue con aguja acanalada con sangre evidente o con algún dispositivo que estuvo colocado en un vaso sanguíneo. Solo el 60% reportó el accidente a un superior/supervisor, algunos motivos por lo que no se informó fueron: considerar el accidente como mínimo, no conocer a quién reportar o si ameritaba el mismo. El 52% refiere que recibió orientaciones precisas sobre el protocolo a seguir, de las cuáles 37,5% (9 personas), recibieron profilaxis pos exposición con antirretrovirales. Tabla 2
Características | n | % |
---|---|---|
Accidente superficial sin sangre visible en el instrumento o con aguja sólida | 10 | 62,5 |
Aguja acanalada con sangre evidente o con algún dispositivo que estuvo colocado en un vaso sanguíneo | 6 | 37,5 |
Reportó el accidente a un superior/supervisor | 10 | 60 |
Recibió orientaciones precisas sobre el protocolo a seguir | 13 | 52 |
Recibió profilaxis pos exposición con antirretrovirales | 9 | 37,5 |
DISCUSIÓN
Al analizar la distribución del número de accidentes por mes, se observó una expansión importante, con un rango de 2,0 a 7,2 accidentes/mes5. Sin embargo, los resultados de un estudio muestran que solo uno de cada diez accidentes con objetos punzocortantes es reportado, cifra que coincide con lo descrito en otros países en vías de desarrollo6. Sin embargo, según la encuesta realizada en este trabajo, 6 de 10 accidentes fueron reportados.
La prevalencia en Latinoamérica de transmisión por virus de la hepatitis B (VHB) es más alta en los trabajadores de la salud. El porcentaje de infecciones atribuible por causa ocupacional es de 52% para este virus, 65% para el virus de la hepatitis C (VHC) y 7% para virus de la inmunodeficiencia humana (VIH/SIDA)7. El riesgo de hepatitis B después de un pinchazo con una aguja procedente de un paciente con positividad para el HBs Ag es muy superior al riesgo de infección por el VIH, entre el 6 y 30%1.
En caso de exposición a gran cantidad de sangre o cuando la fuente de infección es un sujeto con una alta concentración de VIH en sangre, el riesgo de infección puede sobrepasar el 0,3%(1, 8).
Además de usar las medidas para evitar los accidentes cortopunzantes, otra medida de prevención primaria es la vacunación contra hepatitis B, realizada en el 88,5% de la población encuestada, coincidente con otro estudio realizado por Junco et al.9. A nivel país coincide con otros estudios realizados que informan porcentajes entre 30 y 70% de vacunación10.
La Profilaxis Post Exposición con antirretrovirales (ARV) como prevención secundaria ha sido demostrada, con una reducción del riesgo en 80% incluso con un solo medicamento, la zidovudina2.
En el año 2009, en Paraguay, fue promulgada la ley 3942 que establece que: “Todo trabajador de la salud que por razón de sus funciones estuviere en riesgo de adquirir el VIH debe recibir, previo consentimiento, el tratamiento de profilaxis post exposición, elaborado e implementado en estos casos por el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social”3.
El tiempo ideal para iniciar la profilaxis con ARV es en las primeras 2 horas y dentro de las 36 horas, e inclusive se puede instaurar hasta 72 horas de ocurrido el hecho. Una vez iniciada la Profilaxis Post Exposición y si a las 72 horas se confirma que la fuente es VIH negativo se debe suspender3. De los que presentaron un accidente cortopunzante, menos del 40% recibió la medicación profiláctica.
Algunos motivos de la falta de notificación expresados en nuestra encuesta coinciden con otros estudios6,9) como por ejemplo considerar la exposición de bajo riesgo, o no importante para la notificación.
El 60% de los encuestados reportó el accidente cortopunzante a un superior lo cual es mayor a lo encontrado en otros reportes como el de Burgos y colaboradores, que describe que menos del 5% de accidentes por pinchazo de aguja fueron reportados11.
La mayoría de los que presentaron un accidente cortopunzante corresponde al personal médico, lo cual coincide con el estudio realizado por Carrion12. Se observó un predominio del sexo masculino en nuestra encuesta lo cual es contrario a los encontrado en el trabajo realizado por Fernández13, quien también menciona que el mayor porcentaje de la población presentó bajo conocimientos sobre accidentes cortopunzantes, lo cual es semejante al 76,9% que no participó de un programa de capacitación.
Cabe recalcar algunas medidas efectivas para prevenir infecciones debido a la exposición ocupacional a sangre en el personal de salud: la inmunización contra el virus de la hepatitis B, el entrenamiento del personal de salud sobre los riesgos a los que se encuentran expuestos, la correcta eliminación de desechos peligrosos hospitalarios, evitar el reencapuchado de agujas y la disposición de objetos corto punzantes en los recipientes para su desecho inmediatamente después de su uso1,8,12.
La prevalencia de estos virus ha sido baja en la población general lo que favorece a una sensación de seguridad que puede llevar a no cumplir los protocolos para el cuidado contra estos accidentes14.
Impulsar la formación en bioseguridad constituye el primer paso para garantizar la protección del personal de salud, porque con la prevención de estos eventos se reduce la exposición y riesgo de contagio de enfermedades.
Es importante informar a todos los empleados de una institución sobre el protocolo de notificación debido a que el sistema de vigilancia de lesiones constituye un componente vital del programa de prevención, el cual debe tener en cuenta el sistema de notificación de lesiones y el procedimiento a seguir para la prevención de enfermedades transmisibles, lo que incluye la evaluación del accidente y sus causas, profilaxis, posexposición e inmunización de los lesionados15.