INTRODUCCIÓN
La Encuesta Nacional de Enfermedades Crónicas No Transmisibles 2011 (ENECNT) reveló que el 57,6% de los adultos y el 30% de los niños y adolescentes padece exceso de peso, que el 45,8% presenta hipertensión arterial, siendo esta responsable de 19 muertes por día y que la prevalencia de diabetes aumentó de 9,7% a 13,7% en 5 años. La elevada prevalencia de Enfermedades Crónicas no Transmisibles (ECNT) constituye una problemática de salud pública a nivel mundial y nacional, cuyas causas son multifactoriales y se encuentran asociadas a estilos de vida poco saludables, como el consumo de alimentos de escaso valor nutritivo. Los alimentos industrializados contienen una elevada carga de azúcares simples, grasas saturadas, grasas trans, sodio y bajos aportes de proteínas, grasas saludables y fibras, por lo que su consumo en exceso favorece la aparición de estas enfermedades1.
El etiquetado nutricional de alimentos es un instrumento que brinda información al consumidor acerca del tipo y contenido de nutrientes de modo a facilitar la selección apropiada de acuerdo a sus necesidades o condiciones de salud. A nivel regional, existen varios estudios respecto al tema, si bien los resultados son divergentes; así la investigación de Lindemann et al (2016), encontró una prevalencia de 70,9% para la lectura del rotulado nutricional siendo los factores asociados: características sociodemográficas, estado de salud o enfermedad, orientación profesional para una alimentación saludable2.
Otro estudio realizado por la Universidad de Antioquía (2014) registró que el 49% de los encuestados realiza la lectura, centrándose en el contenido calórico y las grasas, de éstos solo 1,8% manifestó leer el rotulado completo, en cuanto al conocimiento, se constató que solo una minoría interpretaba correctamente los datos ofrecidos por el rotulado y la compra de alimentos no se encontraba influenciada por la información nutricional3. Similar al estudio anterior, Tolentino-Mayo et al (2018) registraron un 40,6% de encuestados que leen la etiqueta, que su uso para orientar la selección y compra de los alimentos fue baja y que la mayor parte sita residencia en zona urbana; concluyó además que, el etiquetado actual no es un apoyo para tomar elecciones más saludables, puesto que es un esquema complejo para el cual es necesario saber leer y tener conocimientos matemáticos4.
En ese contexto, surge el debate acerca del formato o presentación que resulte más sencillo y fácil de interpretar por parte del consumidor, tomando relevancia la figura del etiquetado frontal de alimentos. Su implementación y eficacia en otros países de la región ha sido estudiada y es controversial. Freire et al (2014) analizaron los conocimientos, comprensión, actitudes y prácticas relacionadas con el semáforo nutricional en envases de alimentos procesados en el Ecuador, evidenciándose un amplio conocimiento del semáforo, se reconocía su figura en los envases y su objetivo de proveer información referente al contenido de grasa, sal y azúcar en estos productos. Asimismo, menciona que ayudaba a la identificación y selección de productos saludables debido a su similitud con los mensajes del semáforo vial5.
Según lo evidenciado por los estudios anteriores, la lectura del etiquetado nutricional de alimentos es relativamente frecuente, sin embargo, su uso como instrumento que orienta a la selección de alimentos saludables por parte del consumidor, es escaso. Varios factores pueden constituir una barrera a su uso, entre ellos, el formato de presentación, ya sea en los términos en los que expresa la información, la ubicación o visibilidad que dificultan y retrasan su interpretación, optando el consumidor por la compra según marcas o precio en lugar, de la calidad nutricional del producto alimentario. Por lo expuesto, resulta de relevancia evaluar la lectura e interpretación que hacen los consumidores en el Paraguay, así como las barreras que perciben o impiden su uso a la hora de la compra de alimentos, con el fin de general e impulsar políticas de promoción e instrucción sobre los beneficios e informaciones que brinda el etiquetado nutricional o proponer otros formatos más prácticos, sencillos y fiables En ese contexto surgió la presente investigación que evalúa la lectura, interpretación y uso del etiquetado nutricional en la decisión de compra de alimentos en una población adulta del Barrio Villa Morra de Asunción en el mes de junio de 2018.
MATERIALES Y MÉTODOS
Diseño y área del estudio
Observacional descriptivo transversal realizado en adultos que acudieron a dos supermercados ubicados en el barrio Villa Morra de Asunción en junio de 2018.
Criterios de inclusión y exclusión
Se incluyeron a adultos de ambos sexos aparentemente sanos que hayan realizado sus compras en dos supermercados ubicados en el barrio Villa Morra de Asunción en junio de 2018, que dieron su consentimiento para participar del estudio. Se excluyeron a los adultos con problemas para la comunicación oral y personas que no estuvieron disponibles los días de la toma de datos o que no tengan decisión de compra.
Muestra y muestreo
Según el estudio de investigación de Tolentino-Mayo et al (2018) el 40% de los consumidores manifestó realizar la lectura del etiquetado y etiquetado nutricional de alimentos envasados4. Por tanto, para el presente estudio, se establece una proporción esperada, p= 0,40, un intervalo de confianza W=0,20 y un nivel de confianza de 95% (z= 1,96), resultando que se requerirán como mínimo 92 participantes para la realización de la encuesta. Muestreo no probabilístico de casos consecutivos
Reclutamiento
La recolección de datos fue realizada en la vía pública, a la salida de los dos supermercados ubicados en el barrio Villa Morra de Asunción. Se procedió a abordar a los potenciales participantes exponiéndoles el objetivo de la investigación y la importancia de su participación en la encuesta, solicitando posteriormente el consentimiento del participante.
Variables
Sociodemográficas: sexo, nivel educativo, presencia de niños en la casa.
Lectura del etiquetado: categorizada en nunca, a veces, siempre.
Motivos de la lectura por curiosidad, porque controlo si los fabricantes cumplen con declarar el contenido nutricional, porque estoy a dieta, porque me preocupa mi salud y la de mi familia, otros; Motivos de no lectura del etiquetado: categorizada en no me interesa, por falta de tiempo, no se visibiliza bien (pequeño), otros.
Componentes del etiquetado de mayor interés para el encuestado: presentada como calorías, carbohidratos, proteínas, grasas, tipos de grasa, sodio, otros.
Interpretación de los términos porción y % VD (Porcentaje de Valor Diario): clasificados en correcta, incorrecta.
Decisión de compra con base al etiquetado (sí o no).
Necesidad de etiquetado frontal: clasificada en sí, no.
Instrumento recolector de datos
Se empleó un cuestionario estructurado en tres apartados referentes a datos sociodemográficos, lectura del etiquetado, conocimientos y uso del etiquetado respectivamente. La misma fue administrada empleando la técnica de la entrevista personalizada.
Recolección de datos
En la semana previa a la salida de campo, los encuestadores fueron entrenados en lo que respecta al contenido de cada ítem del instrumento, así como también en la técnica de la entrevista y el manejo de los documentos recabados. La fecha establecida para la recolección de datos, los encuestadores se ubicaron en las inmediaciones de los supermercados, acercándose a quienes hayan realizado su compra en los mismos. Se procedió a la presentación, explicación breve de la naturaleza del proyecto y la colaboración solicitada al participante, obtención del consentimiento verbal y posterior aplicación de la encuesta, con interacción encuestador-encuestado. Finalmente, se les brindó un material educativo explicando la importancia de la lectura del etiquetado nutricional.
Procesamiento y análisis de datos
Los datos fueron digitalizados, procesados y analizados con Microsoft Office® Excel® 2010 (EE.UU). Las variables cuantitativas se presentan en promedio y desviación estándar y las cualitativas se expresan en frecuencias relativas y absolutas.
Consideraciones éticas
La presente investigación se realizó según las normas del Departament of Health and Human Service (DHHS), de forma que la investigación sea éticamente aceptable. Se respetaron los tres principios básicos de: el principio de respeto a las personas, de beneficencia y de justicia.
RESULTADOS
La muestra total estuvo conformada por 100 encuestados, de los cuales fueron en su mayoría mujeres (63%), con una edad promedio fue de 34,6±13 años. Respecto al nivel educativo, 56% fue universitario, 30% secundaria y 14% cursó la primaria; en cuanto a la presencia de hijos, 52% manifestó no tenerlos y 48% sí convivía con hijos o niños en su hogar.
El 73% de la muestra refirió leer el etiquetado nutricional de alimentos, resaltando que la opción más frecuente fue a veces. De los 73 encuestados que manifestaron leer el etiquetado nutricional de alimentos, la mayoría refirió hacerlo debido a la preocupación por la salud de su familia y por estar a dieta. Respecto a los motivos de no lectura, tanto en quienes manifestaron nunca leer como en los que a veces lo hacen (n=81), más de la mitad refirió que la principal barrera es la falta de tiempo, seguida de que el tamaño y la ubicación del etiquetado en el envase impide una buena visibilidad del mismo (Tabla 1).
Variable | n (%) |
---|---|
Lectura del etiquetado nutricional | |
Nunca | 27 (27,0) |
A veces | 54 (54,0) |
Siempre | 19 (19,0) |
Total | 100 (100,0) |
Motivos de lectura (n=73) | |
Preocupación por la salud | 26 (35,6) |
Dieta | 24 (32,9) |
Curiosidad | 17 (23,3) |
Control a industrias | 6 (8,2) |
Motivos de no lectura (n=81) | |
Falta de tiempo | 50 (61,7) |
Poca visibilidad | 23 (28,4) |
Desinterés | 8 (9,9) |
Las informaciones declaradas por el etiquetado nutricional de alimentos consideradas mayor interés por la muestra al momento de la lectura fueron en orden: los valores aportados de calorías, grasa total, sodio, proteínas, carbohidratos y tipo de grasa, y, por último, la fibra alimentaria (Tabla 2).
Información nutricional obligatoria | n (%) |
---|---|
Calorías | 36 (49,3) |
Carbohidratos | 6 (8,2) |
Proteínas | 8 (10,9)) |
Grasa total | 14 (19,2) |
Tipo de grasa | 6 (8,2) |
Fibra alimentaria | 2 (2,7) |
Sodio | 10 (13,7) |
La interpretación y el uso fue evaluado en los encuestados que manifestaron leer “a veces” y “siempre” el etiquetado nutricional de alimentos, lo que corresponde a 73 adultos; de estos solo un 25% interpreta correctamente ambos términos, si bien, al evaluar de manera independiente, el término “porción” es interpretado por el 66% de los mismos. El uso del etiquetado nutricional de alimentos en la selección y decisión de compra de alimentos, la mayoría manifestó no tenerlo en cuenta (Tabla 3).
Variables | n (%) |
---|---|
Interpretación | |
Porcentaje de valor diario %VD | 7 (9,6) |
Porción | 48 (65,7) |
Ambas correctas | 18 (25,0) |
Uso en la compra | |
Sí | 36 (48,0) |
No | 38 (52,0) |
En referencia al etiquetado frontal de alimentos, de la muestra total encuestada, 91% consideró necesaria la implementación del mismo como instrumento que alerta sobre el contenido de nutrientes críticos como los azúcares, grasas saturadas, sodio y calorías, de una manera más práctica, rápida y sencilla de interpretar (Figura 1).
DISCUSIÓN
El etiquetado nutricional es un instrumento importante para toda la población, incluyendo tanto a productores alimentarios como a los consumidores; la información nutricional suministrada debe ser apropiada y comprensible y debe tener un impacto positivo en el comportamiento del consumidor respecto a la elección de alimentos. Representa, por tanto, una valiosa herramienta para ayudar a los consumidores a tomar decisiones conscientes acerca de su dieta con el fin de mejorar la salud y prevenir enfermedades crónicas6.
De hecho, en los últimos años, ha surgido un fuerte interés acerca del etiquetado nutricional de alimentos, su lectura, beneficios y formas de presentación al consumidor, generándose dudas acerca de su eficacia como apoyo para la toma de decisiones al momento de la selección y compra de alimentos, lo cual se evidencia con el aumento de las Enfermedades crónicas no Transmisibles. Esta problemática impulsa el presente trabajo cuyo resultado arroja que casi tres cuartas partes de la población encuestada practica la lectura del etiquetado nutricional de alimentos, aunque solo una minoría de los mismos lo hace siempre. La problemática evidenciada es que, a pesar de la frecuencia elevada de lectura, la comprensión y el uso de las etiquetas en la decisión de compra es baja.
Los hallazgos al respecto son en tendencia similares; sin embargo, en cuanto a la lectura, la mayoría de las investigaciones revelan una prevalencia de un 40 a 50 % aproximadamente en poblaciones generales3,4; en tanto que, en nuestra investigación, se encontró una prevalencia de 73%, coincidente con el estudio de Lindemann et al (2016), quienes encontraron una prevalencia de 70,9% para la lectura del rotulado nutricional2. Asimismo, otro estudio realizado por De la Cruz-Góngora et al (2012) en consumidores adultos en supermercados de seis ciudades de México, reportó una frecuencia de lectura del 79%, pero, a su vez, registró falta de conocimiento del lenguaje técnico lo que dificultaba la interpretación de la información nutricional para las decisiones de compra de alimentos7.
En poblaciones con cierto nivel académico o de ocupaciones particulares relacionadas a la salud, la frecuencia de lectura es similar al presente estudio (> 70%), esto quizá pueda deberse a que el 56% de nuestros encuestados fueron universitarios. Así puede mencionarse a la investigación de Gritz (2012) realizada en Bogotá en profesionales de la salud, donde se encontró que el 79% de la muestra encuestada refería leer los rotulados nutricionales de los alimentos procesados8. En otros ámbitos donde se creería que el interés por la composición nutricional de los alimentos es mayor como en los gimnasios, la lectura del etiquetado tampoco ha sido elevada como lo evidencia el trabajo de Damián-Bastidas et al (2016) en el que el 27,5% reporta leer frecuentemente y dentro de estos el 55,7% reportaba usarlas frecuentemente9.
Varios factores pueden influenciar la lectura del etiquetado; dentro de los principales motivos referidos estuvieron la preocupación por la salud de la familia, por estar siguiendo un régimen alimentario y, la información que despertó mayor interés de los consumidores eran las calorías, las grasas totales y el sodio. En el estudio de De la Cruz-Góngora et al, el motivo más común informado fue elegir productos más saludables (81,3%), siendo la proporción de personas interesadas en aditivos y grasas mayor (55% y 50%, respectivamente)7. Así también, en el estudio de Bastidas et al, el uso fue principalmente para seleccionar productos bajos en grasa total (65,1%), alto en proteínas (64,2%) y en menor proporción, productos bajos en sodio (47,2%)9. Estos resultados por tanto son consistentes y evidencian que las personas que cuidan su salud son las que se fijan en el etiquetado nutricional de alimentos.
Por otro lado, existen barreras para la lectura, entre las mencionadas con mayor frecuencia fueron la falta de tiempo y la mala visibilidad del etiquetado en el envase. Estos resultados concuerdan con el estudio de Loria Kohen et al (2011) que un 53,8% de los adultos, específicamente los mayores de 50 años, declararon no poder leer el etiquetado debido al tamaño reducido de las letras10. En otro estudio, la falta de tiempo (38,9%), la falta de interés (27,1%) y las dificultades de lectura (18,1%) fueron las razones más comunes para no leer las etiquetas9. Estas barreras limitan su uso principalmente en poblaciones como la de los adultos mayores y personas de bajo e incluso medio nivel educativo, y podrían ser derribadas, adecuando las etiquetas a formatos más visibles y de rápida lectura y fácil interpretación.
Como se mencionó anteriormente, el auto reporte de lectura fue elevado; sin embargo, la lectura no garantiza necesariamente la correcta interpretación de la información proveída por las etiquetas nutricionales, lo que puede dar lugar a selecciones inadecuadas de los alimentos o en definitiva a no utilizar la información.
En el presente estudio se evaluó la interpretación de los términos de porción y % de Valor diario (%VD), arrojando que solo una cuarta parte de la población estudiada interpretó correctamente ambos términos, si bien, al evaluar de manera independiente, el término “porción” fue interpretado por el 66% de la muestra total, resultados que son concordantes con los expuestos en los estudios de De la Cruz-Góngora et al (2012) donde un 49% de sus encuestados no comprendía el etiquetado nutricional posterior7 y el de Loria Kohen et al (2011) donde las preguntas relacionadas con conocimientos nutricionales tuvieron un bajo porcentaje de respuestas correctas, sobre todo en el grupo con menor nivel de estudios y entre las personas mayores10. El estudio de Prieto- Castillo et al, difiere relativamente, ya que al evaluar la interpretación se halló que el 52% de los consumidores informaron comprender completamente la información nutricional de las etiquetas y el 20,5 % informaron utilizar dicha información para la planificación dietética11, pero dicha diferencia puede deberse a la forma de evaluar la interpretación que fue por auto-reporte y no empleando algún test o cuestionario.
El uso del etiquetado nutricional de alimentos en la selección y compra de alimentos fue de 48%, la cual es elevada comparando con Tolentino-Mayo et al (2018) en el que su uso para orientar la selección y compra de los alimentos fue baja4; esta diferencia pudiera deberse a que la muestra del presente estudio corresponde en su mayoría a adultos con estudios universitarios.
Los sistemas de etiquetados incluyen el semáforo nutricional, las Guías Diarias de Alimentación GDA y las tablas nutricionales, siendo esta última la requerida por la mayoría de los países para presentar la información nutricional obligatoria12, pero los consumidores tienen dificultades para comprender esa información nutricional o rara vez la usan, especialmente entre aquellos con poca educación en salud13-15. De lo anterior, se plantea la posibilidad de que las etiquetas de advertencia frontal (sellos negros, octógonos, estrellas) acompañen a la tabla nutricional en los paquetes de los alimentos; aun a pesar de ello, existen divergencias en los resultados sobre la influencia o uso de estas etiquetas en la decisión de compra del consumidor.
En el presente estudio, casi la totalidad de los encuestados coincidió en la necesidad de implementación de un sistema de etiquetado frontal, como instrumento que alerta sobre el contenido de nutrientes críticos como los azúcares, grasas saturadas, sodio y calorías, de una manera más práctica, rápida y sencilla de interpretar. Babio et al (2013) compararon dos modelos de etiquetado nutricional en la parte frontal del envase alimentario, en referencia a la capacidad de los consumidores de realizar elecciones alimentarias más cercanas a las recomendaciones nutricionales, hallando que el sistema del semáforo nutricional puede ayudar probablemente a realizar elecciones alimentarias con menor cantidad en azúcares y sal en una situación similar a la habitual de compra en la que existe una limitación de tiempo16. Otro estudio en el que se entrevistó a los participantes en una tienda física experimental, constató que la presencia del logotipo NutriScore/5C junto a la información dada al consumidor sobre el logotipo, estaba asociada a la compra de ciertos alimentos de mejor calidad nutricional17. Así también, un estudio experimental, demostró que el NutriScore/5C -junto con el Semáforo tricolor nutricional múltiple -era el que más mejoraba la calidad nutricional de la cesta de compra18.
Respecto a los octógonos, en el estudio de Mejia et al (2019), que evaluó los factores que influyen en el uso del octógono como marcador de información nutricional en los consumidores en la población de Lima-Perú, se encontró que el 48% de los encuestados estaba de acuerdo con la aplicación de este tipo de etiqueta de advertencia y su influencia en la compra se produjo en menor medida en los hombres, en mayor medida entre los más jóvenes y en los hipertensos19. Por su parte, Franco-Arellano et al (2020) concluyen que las etiquetas frontales solo influyen en la percepción de salubridad de los alimentos, no así en la decisión de compra20.
La lectura del etiquetado nutricional es frecuente, no así su correcta interpretación y uso, por lo que urge establecer campañas educativas dirigidas a la población e implementar estrategias que faciliten y agilicen la lectura e interpretación como el etiquetado frontal.
En Paraguay, en la actualidad, el sector salud se encuentra promoviendo estudios de la factibilidad y la comprensión de los distintos modelos de etiquetado en relación con el etiquetado de advertencia frontal en la búsqueda de su implementación como estrategia de prevención y control del sobrepeso y obesidad, dadas las experiencias positivas en países de la región.