Introducción
La continua búsqueda del bienestar psicofísico del individuo que cursa con dolor ha llevado a implementar varias estrategias para su terapéutica. Se tiene en cuenta que al hablar de dolor conlleva a pensar en diversas etiologías, distintos puntos de valoración semiológica y abundantes estrategias de abordaje. La rehabilitación física sigue tras la búsqueda de un eficaz aporte que pueda sumar a la remisión de dicho síntoma; por ejemplo, incluir ejercicios físicos holísticos que involucren al cuerpo y a la mente como una sola entidad ha sido una estrategia. El Método Pilates (MP) hace énfasis sobre la respiración y el control neuromuscular durante la ejecución de los ejercicios físicos; es por eso que ha alcanzado popularidad en la última década como abordaje terapéutico en el campo de la rehabilitación física1.
A partir de esa premisa se genera la necesidad de conocer su aporte a distintos cuadros dolorosos. Este artículo de revisión pretende analizar los beneficios que pueda aportar el MP a la salud de las personas desde el síntoma hasta la recuperación funcional.
Actualmente el dolor es uno de los principales motivos de consulta, el mismo es definido por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a daño tisular real o potencial1. En lo que respecta a su fisiopatología se debe considerar puntos clave como criterio para un mejor reconocimiento: transducción, conducción, modulación y percepción, como procesos que suceden para la producción y transmisión de dolor. Durante la transducción los estímulos ya sean físicos o químicos se transforman en eléctricos y posteriormente son conducidos por fibras nerviosas al hasta posterior de la medula espinal donde es modulado hacia la atenuación del estímulo o excitación, finalmente el mismo es conducido hasta la corteza somato sensorial donde es concebido conscientemente como dolor1. A La complejidad de esta entidad sintomatológica se debe sumar la individualidad de cada sujeto y todo lo que eso implica, dicha condición ha llevado a varios autores a buscar exponer teorías adaptativas del dolor y ver sus implicancias en la plasticidad neuronal, es así que los mismos subrayan la importancia de considerar que la nocicepción no es suficiente para la experiencia del dolor, a pesar de que éste es el conductor más común de esa experiencia y es modulado por numerosos factores, incluyendo los dominios de tipo somático, psicológico, emocional y social2.
Hace décadas los cuadros dolorosos de la zona lumbar han incluido al ejercicio físico como herramienta terapéutica, siendo hasta hoy esa forma terapéutica la única que demuestra evidencia para el manejo de patologías musculoesqueléticas3.
Una breve reseña de la conformación de la zona media: la misma consta de una faja externa compuesta por los siguientes grupos musculares: recto abdominal, oblicuo externo, dorsal ancho, glúteo mayor y erector espinal, la faja abdominal interna compuesta por los músculos: transverso, oblicuo interno, diafragma, multífido, cuadrado lumbar y musculatura del suelo pélvico. Es importante hacer mención al musculo diafragma, gestor principal de la dinámica ventilatoria, esencial su función para ejecutar la respiración en todo plan de ejercicio físico, sobre todo haciendo énfasis en la zona media del cuerpo (esqueleto vertebral lumbar, como techo el musculo diafragma, y piso: caja pélvica y periné) por su aporte a la sinergia de la estabilidad lumbar cuando hay tensión de la misma4.
El MP creado por Joseph Pilates a principios del siglo XX es un sistema de acondicionamiento que involucra la mente y el cuerpo con seis principios: concentración, control, precisión, respiración y fluidez. A través del mismo se busca mejorar el bienestar físico y mental de la persona, logrando la automatización de los movimientos. El MP abarca desde ejercicios realizados en suelo hasta ejercicios diseñados en máquinas especiales, creadas por el mismo Joseph Pilates5.
El entrenamiento original del MP enfoca la activación de los grupos musculares de la zona media, la movilidad articular y a la flexibilización de la misma asociado a cadenas musculares mejorando así las condiciones biomecánicas de las personas; no obstante, la conexión que debe crearse entre el cuerpo y la mente durante las sesiones ha llevado a diversos autores a suponer beneficios no solo desde el punto de vista musculo esquelético, sino también beneficios a la salud mental de las personas6 que practican el MP en su forma suelo o en máquinas especiales.
Método Pilates y dolor
En la actualidad el MP es incluido como forma de ejercicio físico y es aplicado con fines terapéuticos en cuadros dolorosos. Diversas herramientas de valoración semiológica han sido utilizadas previas a la aplicación del mismo, datos más objetivos fueron obtenidos y sobre eso se expuso la utilidad del mismo. Varias publicaciones hicieron referencia al utilizar una amplia gama de escalas de funcionalidad, de dolor, test de flexibilidad, valoración de fuerza muscular y electromiografía de manera tal a relacionar dichos elementos con la remisión de los cuadros dolorosos y observar el impacto de la aplicación de dicha técnica1,3,7.
En lo que respecta a la relación dolor ejercicio físico diversas son las publicaciones que evidencian el beneficio que aporta para la salud física de las personas, si mencionamos específicamente al MP varios autores señalan su aplicación dentro de un plan de ejercicio físico diseñado específicamente para cuadros dolorosos.
Publicaciones que enfocaron interés en las lumbalgias debido a la estrecha relación con los grupos musculares que se ubican en la zona media, informaron sobre la aplicación de diversas formas terapéuticas de ejercicio físico para el tratamiento del dolor lumbar con diferentes grados de éxito; sin embargo, ninguna investigación señaló un protocolo específico de ejercicios físicos para el manejo de la lumbalgia crónica o aguda3,8. Siendo esta patología una de las más frecuente en desencadenar trastornos musculoesqueléticos, estimándose que aproximadamente un 60-70 % de las personas cursan con dolor de espalda baja a lo largo de su vida. Lo anterior genera incapacidad para las actividades de la vida diaria y en su mayoría incapacidad laboral, lo que representa serios problemas para la salud pública9. Otros datos epidemiológicos, por ejemplo, en Estados Unidos más del 80% de la población presenta riesgo para la misma con prevalencia en mujeres de 22 - 45 años de edad10.
Saragiotto et al. han hecho énfasis en la cronicidad del dolor con ensayos controlados aleatorizados que examinaron la efectividad de los Ejercicios de Control Motor (ECM) en personas con dolor crónico inespecífico, señalándose que los ECM no son superiores a otras formas de ejercicios físicos. La elección del ejercicio para el dolor crónico probablemente deba depender de las preferencias del paciente y/o del terapeuta, además la formación de los terapeutas, los costos y la seguridad8.
La biomecánica osteomio-articular reconoce y enfatiza la cocontracción muscular en sus diversas formas de movimiento, es importante hacer hincapié sobre el control motor del tronco y la estabilidad lumbo-pélvica, siendo factores determinantes en la ejecución correcta de la estabilidad lumbo-abdominopélvica, que en cuadros dolorosos se encuentra alterada generando un desequilibrio entre sus componentes (tronco - suelo pélvico - abdomen). Lo anterior cual perpetúa el cuadro y contribuye a la formación de un círculo vicioso (dolor-contractura dolor)4.
Desde sus inicios a la fecha, el MP ha suscripto modificaciones en los ajustes posturales inmediatos a sesiones de entrenamiento muscular. Estos ajustes sugieren que la repetición voluntaria de la contracción de los músculos estabilizadores del tronco fisiológicamente genera un aprendizaje motor. Un estudio electromiográfico verificó la respuesta a duplas motoras de los músculos estabilizadores del tronco, posterior a la aplicación del MP. Los investigadores concluyeron que se puede obtener un efecto agudo en el patrón de co-contracción de los músculos del tronco en individuos con dolor lumbar crónico inespecífico; no obstante, sugieren más estudios de los efectos a largo plazo del MP11,12.
Salvador Boix Vilella et al. en una revisión narrativa informaron un ensayo aleatorizado ECA a ciego simple de pacientes con epicondilitis anquilosante n= 30 para el grupo pilates y n= 25 para grupo control, destacan la mejoría del dolor de codo de los usuarios en comparación con el grupo control y la recuperación funcional13. Eso demuestra el efecto del MP para la mejoría clínica como entrenamiento holístico y no precisamente como ejercicio focalizado a columna vertebral o zona media corporal.
Otros trastornos musculo esqueléticos que cursan con dolor crónico además de otros síntomas que acompañan el malestar general del paciente, por ejemplo la fibromialgia, se ha visto beneficiado con el MP, varias publicaciones hacen referencia de ciertas características del método al trabajar de forma global u holística y progresiva para esos casos se describieron: mejorías en calidad de sueño, la sensación de fatiga disminuyó y la conciencia corporal en su dimensión física, fisiológica, psicológica y social se registró compactada en armonía14-18.
Torales et al. puntualizan al MP como herramienta terapéutica para la mejoría del dolor en síntomas somáticos; además, hacen mención sobre una publicación en pacientes que aquejan de fibromialgia y son intervenidos: un grupo con la técnica de masaje tisular conectivo y otro con el MP. El grupo que fue intervenido con esta última técnica aportó mejor puntuación para la disminución de dolor y mejoría de la ansiedad19.
Por contrapartida sabemos que el dolor afecta de manera significativa la calidad de vida de las personas, ya sea durante un breve periodo o de forma crónica, siendo esta última de difícil tratamiento. Lo último se debe a que el abordaje es más complejo en las formas crónicas, por reunir aspectos psicológicos negativos, no basándose en una estructura orgánica o anatómica solamente.
El beneficio del MP en cuadros dolorosos ha relacionado factores de carácter cuantitativo como la fuerza, estabilidad, y flexibilidad con signos y síntomas físicos. Factores cualitativos relacionados con el estado de ánimo, estrés, ansiedad, depresión, y calidad de vida como variables psicológicas también se han relacionado. Se han encontrado resultados positivos para el tratamiento de afecciones físicas como psicofísicas, pero cabe destacar que se deberían de realizar más estudios, con muestras de tamaño adecuado, experimentales con grupo control y prospectivos, para adquirir mayor evidencia de la utilidad MP como terapéutica del dolor5-7,20.
Conclusiones
El MP ha alcanzado popularidad como una herramienta y un tipo de abordaje terapéutico por ser una forma de terapia física holística que globaliza al cuerpo y a la mente como intervención para el tratamiento de diversas patologías musculoesqueléticas que cursan con dolor y otras. El MP está soportado con publicaciones y referencias bibliográficas que indican los beneficios que ofrece. Sin embargo, se necesitan aún más estudios experimentales en varones y mujeres aparentemente sanos y otros que cursan con patologías musculoesqueléticas y asociados a salud mental6.
Desde el punto de vista terapéutico la técnica en ocasiones puede verse manipulada con el fin de conseguir estímulos neuromusculares precisos que resulten beneficiosos para cada contexto clínico. Si bien la riqueza y originalidad del MP con múltiples ejercicios físicos y elementos de la técnica lo convierten en un gran aliado, la búsqueda de evidencia que avale la aplicación del MP es todavía hoy un desafío para futuras investigaciones.