INTRODUCCIÓN
Cuando nos vimos afectados a causa de la aparición del virus SARS-CoV-2 (COVID-19), se tomaron medidas drásticas para evitar su prolongación, como es la más importante, el aislamiento por completo de la sociedad, prohibidos a salir, empezamos a llevar clases desde casa, comprar vía online y comunicarnos con amigos y familiares desde el celular, una laptop o computadora, pero alejados.
De este modo, los recursos y herramientas que ayudan a suplir esta presencialidad, han ido ganando peso hasta convertirse prácticamente en un requisito imprescindible para continuar con nuestra vida cotidiana en sus vertiente social, profesional y académica (Cívico Ariza, Cueva Monzonis, Colomo Magaña y Gabarda Méndez, 2021).
Ocurrido estos cambios, en busca de distracciones empezó el aumento del uso de las conocidas redes sociales, las cuales se fueron convirtiendo en un medio indispensable usado diariamente para comunicar y compartir diferentes contenidos populares, su uso ha ido aumentando drásticamente en este confinamiento que nos obliga quedarnos en casa por el bien de nuestra salud.
En busca de información recurrimos a ellas, puesto que presentan un fácil acceso, aumentamos el consumo de ellas, a tal punto que cada persona contaba con al menos una red social, pero lo que nos mostraron las redes sociales sobre el COVID 19 no es información confiable y sin embargo sigue ahí, a causa de ello creció la des informalidad sobre lo que es el Virus, que hacer y cómo actuar, la ansiedad y el estrés aumentó, nos vimos engañados por nosotros mismos, el miedo se apoderó de cada individuo a causa de todo lo que se podía encontrar en la internet. El uso excesivo de estas redes sociales trajo consigo la desinformación y la confusión causada por los usuarios consumidores.
Según la Organización Mundial de la Salud el brote del coronavirus del año 2020 estuvo acompañado de infodemia masiva, un término que es usado para explicar que se ha dado información acertada y que también no, esto llevó a la desesperación como también la mala información de la situación (Ballesteros Herencia, 2020).
Las redes sociales ya forman parte de nuestra vida y su uso. Además, nuestro desarrollo se ha venido dando fundamentalmente gracias a la tecnología y el avance de la misma (Ortiz Cotte, 2020).
El objetivo del presente artículo es el de conocer el aumento de las redes sociales con la llegada de la pandemia, así mismo las consecuencias que trajo su uso excesivo. Fue desarrollado mediante la revisión bibliográfica de diferentes aportes relacionados a las redes sociales y el aumento que tuvo en estas épocas de pandemia.
Las redes sociales antes de la pandemia
Las redes sociales llegaron a convertirse en parte de la vida cotidiana de las personas, a lo largo de los últimos años han generado una revolución total en el mundo de las comunicaciones, convirtiéndose en un fenómeno social que ha impactado en diferentes ámbitos del ser humano (Flores Lagla, Chancusig Chisag, Cadena Moreano y Guaypatin Pico, 2017).
Las redes sociales facilitan aprendizaje de las personas, en contextos informales, incluyen también las TIC, como reflejo del mundo interconectado donde “los nodos compiten siempre por conexiones, porque los enlaces representan supervivencia en un mundo interconectado (Aparicio Gómez, Ostos Ortiz y Cortes Gallego, 2019).
Por otra parte, las redes sociales generan una adicción que afecta mayormente a los jóvenes, provocándole ansiedad, problemas psicológicos, e incluso conductas de irritabilidad, todo ello causado por la necesidad de mantenerse conectados a las redes sociales (Peris, Maganto y Garaaigordobil, 2018).
Otros estudios manifiestan que las redes sociales en forma particular son muy importantes para los más jóvenes (Araujo Robles, 2016). Constituyen máquinas del “decir” y del “hacer” en el nuevo escenario del capitalismo informacional. En tanto modelan y conducen modos del decir y del hacer de las personas (Beltrán, 2017).
Según estudio realizado por Arab y Díaz (2015), las altas cifras de uso y abuso de las redes sociales en adolescentes y jóvenes son causados por la gran atracción que tienen estas, este grupo vulnerable por los procesos psicológicos que pasan (Arab y Díaz, 2015). Además de los jóvenes, la nueva generación de padres publica muy naturalmente fotos con sus hijos en redes como Facebook, Instagram o Twitter (Holzer, 2017).
Para Barón Pulido, Duque Soto, Mendoza Lozano y Quintero Peña (2021), se reconoce una gran variedad de medios sociales a los que los adolescentes tienen acceso y es por tal razón que empezó el interés por incorporar los medios sociales en la educación y en temas relacionados con la finalidad de mejorar la enseñanza. Por su parte, Riorda (2017) indica que el “97% de los gobiernos de las grandes ciudades de América Latina tiene Facebook y 80% de los alcaldes tienen cuenta de Twitter. Y los usan de manera diferente a sus aplicaciones comerciales o personales” (Riorda, 2017).
Las redes sociales se aplican en todas las áreas debido al auge de estas tecnologías a nivel mundial, las empresas están aprovechando sus beneficios, entre lo que se destaca la obtención de información acerca del comportamiento de los consumidores para poderlos satisfacer, por lo que cada día son más el número de organizaciones que invierten en esas aplicaciones, para incorporarlas a las estrategias de marketing internacional y definir el posicionamiento de sus marcas, la identificación de sus clientes potenciales, etc., con la finalidad de sobrevivir al entorno globalizado de los negocios (Miranda Zavala y Cruz Estrada, 2016).
La llegada de la pandemia y los malos usos
A comienzo de la pandemia y el confinamiento la situación fue tomada como pasajera en consecuencias de las publicaciones que se daban en las redes sociales que presentaban una situación simple, sin embargo, con las restricciones que se daban a conocer este panorama fue cambiando y se usaba las redes para comparar situaciones en donde tenías que cuidar tu salud o tu economía, luego las publicaciones expresaban motivación (Vela Meléndez, 2021).
Se comenzaron a difundir diferentes noticias que daban a entender que desconocíamos totalmente el virus y lo que trae consigo, sumado ello con el confinamiento generó gran ansiedad sobre todo en las personas que tenían que cuidarse por ser los más vulnerables (Gavilán, 2020).
Las redes sociales y el internet han sido los grandes protagonistas durante la pandemia por SARS-CoV-2 (COVID-19) (Navarro Rodríguez, Medina Ortiz, Andrade Fossi, Chacin Gonzales y Bermúdez, 2020). Por ejemplo, los niños y adolescentes llegaron a pasar más tiempo en Internet para estudiar, jugar juegos en línea, comprar, ver películas, usar las redes sociales y charlar (Dong, Yang, Lu y Hao, 2020).
Las redes sociales no limitan la forma en que las personas se entretienen, se comunican, se relajan, se relacionan, interactúan, negocian, realizan transacciones y cierran tratos. El aumento de sus usos fue evidente, especialmente durante la pandemia, porque el mundo se mantuvo en movimiento a través de Internet, mientras que las formas tradicionales de hacer las cosas quedaron paralizadas (Sierra Sánchez y Barrientos Báez, 2021).
En busca de seguir conectado con los amigos, las personas que no utilizaban las redes sociales se vieron en la necesidad de tenerlas. Así mismo, en busca de una forma de disminuir la frustración y el aburrimiento (Brooks et al., 2020). Una cosa clara que muchas investigaciones afirman es que la pandemia potenció aún más el uso de las redes sociales virtuales clásicas, sobre todo, Facebook e Instagram (González, 2020).
Los servicios de mensajería como son: Twitter, Facebook, WhatsApp, Messenger y demás llegaron a convertirse en medios de “información” dominante, también en formas de distracción considerando que a muchas familias les trajo risas y humor (Ramonet, 2020).
Gracias a sus dinámicos usos, estas han llegado a cada rincón del mundo. En un estudio sobre el impacto de las redes sociales en los estudiantes indígenas exponen que muchos de ellos tuvieron que hacer uso de ellas al estar en contacto con internet, sin embargo, así mismo han influenciado como distractores que afectan a sus estudios universitarios provocando un bajo rendimiento académico, los cuales afectarían su futura vida profesional (Dzib Moo y Durán González, 2020).
En otro trabajo se dio a conocer que incluso los medios de comunicación se vieron afectados por las redes sociales, poniendo en vista el uso que le dan, causando así mismo que la audiencia le dé un uso equivocado, creyendo en todo lo que se les presenta. Todo ello ha causado gran confusión en las personas que utilizaron las redes sociales como un medio de información, puesto que estos no presentan información real y solo comentarios de la gente sin una base fundamental. Muchos ponen su confianza de lo que ven, incluso más que en medios de confianza (Calzado, Cirulli y Lio, 2021).
El impacto sanitario, social, económico y político de esta pandemia ha traído consigo más desinformación y las redes sociales se han convertido en el escenario principal, difundiendo información manipulada, teorías sin fundamento, sacando de contexto diversas cosas, e incluso influenciando en las vacunas (Salaverría et al., 2020).
La información descontrolada y muchas veces manipulada ha causado estrés emocional, problemas psicológicos, desesperación. Los medios de comunicación informaban que la situación ya no era difícil si no la menos esperada, todo ello provocó diferentes reacciones, las personas estaban tenebrosas de lo que sucediera, algunas esperanzadas, otras incluso de tuvieron reacciones vergonzosas, fueron nuevos comportamientos generados por la desesperación que generaba todo lo que se informaba (Jerves Mora, 2020).
Cada día eran nuevas cifras, aumento de infectados, lo que trajo miedo y preocupación. Esto aumentó por la desinformación generada en redes sociales, las cuales eran erróneas en muchos casos, y también mal comprendidas (Huarcaya-Victoria, 2020).
En la tabla 1 se puede observar en porcentajes los usos que se le dieron a las redes antes y durante la pandemia, se puede notar que hubo un aumento para buscar información en temas concernientes a salud, así mismo en búsqueda de información académica, por otra parte, la búsqueda de eventos disminuye, puesto que el confinamiento no dejaba salir a eventos y estos disminuyeron (Cervantes Hernández y Chaparro-Medina, 2021).
Uso | Antes de la pandemia | Durante la pandemia |
---|---|---|
Buscar información | (17.83%) | (18.79%) |
Buscar información académica | (14.62%) | (16.59%), |
Buscar información de Salud | (8.52%) | (15.61%), |
Eventos de interés | (16.52%) | (12.30%) |
Búsqueda de empleo | (6.42%) | (4.94%). |
Hacer amistades | (28.77%) | (26.70% |
Encontrar con quien tener sexo | (3.80%) | (3.18%) |
Encontrar pareja | (3.44%) | (3.18%) |
DISCUSIÓN
Primeramente, si comparamos el avance tecnológico de la pandemia de H1N1 con esta, nos damos cuenta de la gran desinformación que se ha dado a comienzos de la pandemia y las redes sociales trajeron consigo persuasión, adicción, instrumentos de venta, que mantuvieron a las personas alejadas de la realidad, enfocadas en compartir, comentar todo lo que se publica (Todorovich, 2021).
Las personas mayores de entre 25 y 40 años aumentaron sus conexiones con otras personas usando como medio las redes sociales, mientras que las personas menores de esto ya las usaban frecuentemente. Es decir, podrían haber generado una actitud de adicción a la conexión a internet y su uso exagerado de las redes sociales. Lo cual nos lleva a hacernos la siguiente pregunta (Fontana Sierra, 2020).
¿Qué consecuencias tuvo el uso en exceso de las redes sociales?
En una encuesta realizada para observar este caso, se obtuvo como resultado que el 66% de personas se informaban mediante las redes sociales, el 61% por televisión, algunos por radio y televisión siendo la menor cantidad esta (Moguillansky, Fischer y Focas, 2020).
Otra cosa que trajo consigo la pandemia es el uso de las redes sociales con el racismo, teniendo en cuenta que desde inicios de la pandemia se han publicado contenidos y comentarios de prejuicio hacia los chinos, con teorías de conspiración sobre el virus, por el hecho de que ahí se generó, todo ello ha llevado al racismo y aislamiento de una nación entera, china (Navarro Rodríguez, et al., 2020).
En pacientes con COVID-19 las redes sociales también pudieron llegar a tener sus consecuencias, un estudio demostró que los jóvenes que tenían acceso a las redes sociales presentaban insomnio, causado por el estrés que les causaba el exceso de información, en la que se publicaban cifras de aumento de muertos, contagios. Las redes sociales pueden causar estrés cuando su uso está descontrolado, puesto que presentan exceso de información sobre temas de COVID (Medina Ortiz, Araque Castellanos, Ruiz Dominguez, Riaño Garzon y Bermudez, 2020).
Otro problema que se nos hizo presente en medio de la pandemia fue el de la educación, por la cuarenta que dispuso aislamiento, los estudiantes perdieron forma de recibir clases, por lo que los docentes tuvieron que comprometerse a usar las nuevas tecnologías que nos presenta el mundo actual, entre ellas las redes sociales, con el fin de intentar replicar las clases presenciales, aplicaron el uso de mensajería y WhatsApp (Picón, Gonzáles de Caballero y Paredes Sánchez, 2021).
Para lograr ello, muchos docentes tuvieron que aprender a usar las redes sociales para usarlas como soporte online que les permitiese comunicarse con sus estudiantes y compartir con ellos sus conocimientos e ideas, las cuales son necesarias en la educación, usando plataformas como Facebook, YouTube y WhatsApp (González García et al., 2020).
Los estudiantes también que están alejados pudieran seguir recibiendo clases haciendo uso de las redes sociales y les permitió así mismo tener una relación estudiante-docente (Failache, Katzkowicz y Machado, 2020). Teniendo en cuenta este punto que causó el exceso, nos ponemos a pensar que posiblemente no siempre se usó más por lo que se sugiere la siguiente pregunta, en busca de encontrar buenas utilidades de las redes.
¿Qué buenos usos se les dio?
Con la publicación de contenidos o libros las redes sociales nos permiten el acceso a contenidos como son los libros, la cuestión está en hacer buen uso de ellas para nuestro saber. “Las redes sociales se han vuelto un eco infinito de la palabra” (Juárez, 2020).
Sin embargo, no todo fue malo con respecto al uso que se les dio a las redes sociales, hubo puntos donde nos ayudaron como son la publicación y difusión de contenido que ayudarán a las personas, también empezamos a difundir noticias que son necesarias de conocer, así mismo con el paso de los meses pudimos aprender a analizar la información que se nos presenta en nuestras redes sociales (Juárez Gámiz, 2020). Así también, según Morales Morejón, Ramírez Romeero y Reasco Garzón (2020), “las redes sociales se convierten en redes de negocios, buscando establecer conexiones con personas y organizaciones que permitan satisfacer las necesidades inmediatas del emprendimiento”.
El COVID ha acelerado la transformación digital en todos los sectores. También en el marketing. Muchas empresas han intensificado sus mensajes digitales para aprovechar el mayor uso de los dispositivos electrónicos por parte de los consumidores (Martínez Hinojosa, Martillo Pazmiño y Delgado Solís, 2020).
Dados estos conceptos básicos para afrontar de forma clara y técnica el tema que nos ocupa, se plantea que, durante la pandemia del coronavirus, se han dado campañas de desinformación, propagación de bulos y mensajes propagandísticos, así como actividades con el objetivo de influir (Potero Alférez, 2020).
CONCLUSIÓN
Las redes ya formaban parte de nuestras vidas, pero la necesidad de comunicarse en medio del confinamiento provocó el exceso de ellas llegando a traer consecuencias además de las que causó la enfermedad.
Generó una gran cantidad de desinformación referida a la enfermedad, llamada infodemia, ya que circulaban informaciones erradas y sin sustento. Lo cual causó estrés y ansiedad, en muchos casos esto afectó a los adultos mayores y enfermos.
Los adolescentes como se sabe siempre usaron las redes, pero al verse confinados generaron una gran necesidad de usarlas incluso en sus estudios, puesto que fue una forma empleada para la enseñanza. Esto por su parte se convirtió en adicción en muchos casos.
Si bien muchas personas le dieron buenos usos, eso no cubre el hecho de que hubo un aumento y exceso del uso de estas.