INTRODUCCIÓN
Se entiende por violencia en el noviazgo (dating violence) a la práctica intencionada y sistematizada de agresiones físicas, psicológicas y sexuales que ejerce un miembro de la pareja hacia otro con la finalidad de ocasionarle daño (Rey-Anacona, 2009). Lo que caracteriza a la violencia del noviazgo y, a su vez, la diferencia de la violencia marital es que el ejercicio del acto violento surge en un contexto donde las parejas no se encuentran unidas por un matrimonio consolidado o un aspecto legal (Vizcarra, Poo y Donoso, 2013).
Es así como a través de diversas investigaciones se ha demostrado que la prevalencia de la violencia en el noviazgo ha ido en aumento en los últimos años (Giménez, 2010; Peña et al., 2013), por tal motivo la comunidad científica ha mostrado un gran interés por indagar y conceptualizar en esta problemática, la cual a nivel mundial es considerada como un tema de interés para el sector de salud pública (Fernández-González, O´Leary y Muñoz-Rivas, 2014). Pese a ello es preciso señalar que, en la actualidad debido a los nuevos cambios ideológicos y sociales, existe la inclusión y reconocimiento de otras nuevas relaciones, como es el caso de las parejas homosexuales, lo que ha favorecido el estudio de la violencia en esos contextos (Bunker, 2006; García et al., 2017; Murray, Mobley, Buford y Seaman-DeJohn, 2008). Así es como el término “dating violence” puede referirse a la violencia en parejas heterosexuales y homosexuales (Rozón-Tirado et al., 2017).
En cuanto a la prevalencia del fenómeno se puede encontrar la pesquisa llevada a cabo por Saldivia, Faúndez, Sotomayor y Cea (2017) con parejas jóvenes chilenas del mismo sexo, donde los resultados arrojaron que el 84% de los participantes habían sufrido algún tipo de violencia. Específicamente pudo observarse que el 80.5% habían experimentado violencia psicológica, el 31.2% reportó haber sido víctima de violencia física y un 48.8% de violencia sexual. En la misma línea, Edwards et al. (2015) evaluó la incidencia de conductas violentas tanto en parejas homosexuales como heterosexuales por un periodo de 6 meses. Los datos revelaron que en promedio las parejas del mismo sexo tienden a una incidencia mayor de violencia en comparación de las parejas heterosexuales. De igual manera, se reveló que la presencia de este fenómeno es significativamente mayor en parejas de mujeres lésbicas en contraste con parejas de mujeres heterosexuales. En concordancia, estos hallazgos fueron respaldados posteriormente por Whitton, Newcomb, Messinger, Byck y Mustanski (2016), quienes con una muestra de 248 jóvenes LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgénero), hallaron que las mujeres son un 76% más propensas a sufrir violencia física que los hombres.
Estos estudios llevados a cabo muestran la existencia del fenómeno, incluso se sugiere que la prevalencia de la violencia en parejas homosexuales tiene cifras similares a la violencia en parejas heterosexuales (McClennen, 2005; Sorenson y Thomas, 2009), no obstante la carencia de investigaciones centradas en parejas del mismo sexo han constituido un impedimento para profundizar en esta problemática, por tal motivo, se han identificado diversos fenómenos a los que se le ha atribuido dicha dificultad (Baker, Buick, Kim, Moniz y Nava, 2013).
Desde la primera pesquisa realizada por Makepeace en 1981, la mayoría de las investigaciones sobre la violencia en el noviazgo se han centrado en adolescentes y predominantemente de orientación heterosexual, omitiendo la forma en la que el fenómeno se desenvuelve en parejas homosexuales (García et al., 2017; Goicoechea, 2017; González, Martínez, Lamarque, Renzzetti y Pía, 2016; Parry y O’Neal, 2015; Tucker, Young, Waller, Martín y Kupper, 2004). Por lo anterior se ha sugerido que |el estudio de la violencia en parejas debe de ser adaptado a las nuevas condiciones sociales, producto del surgimiento de nuevas ideologías, como lo es hoy en día la comunidad LGBT (Garzón, 2018).
Las dificultades en el análisis de este fenómeno han sido atribuidas especialmente a los estigmas y mitos sociales que giran en torno a la orientación sexual de las parejas. Por ejemplo, por años se ha considerado que las parejas homosexuales difieren en gran medida de las parejas heterosexuales, refiriendo que la violencia que se presenta en parejas del mismo sexo tiene contraste con la que se presenta en parejas heterosexuales (Brown y Herman, 2015). Sin embargo, en contra parte a dicha afirmación se ha considerado que las diferencias que se atribuyen entre una pareja y otra son escasas o nulas, pues en ambos casos existe la convergencia e intercambio de sentimientos e intimidad (Soriano, 2000; Jara, 2016.), por consiguiente, se refiere que la existencia de la violencia no tendría por qué diferir entre las parejas heterosexuales y homosexuales. Esta aseveración ha sido ampliamente explicada por diversos autores, por ejemplo, Reyes, Rodríguez y Malavé (2005) ha considerado que la manifestación de la violencia en parejas homosexuales y parejas heterosexuales es la misma, debido a que en ambas se ha identificado el maltrato físico, psicológico-emocional y sexual. En la misma línea, Saldivia et al. (2017) señalan que las consecuencias que se generan a raíz de este fenómeno no son propias ni difieren por la orientación sexual que las parejas indiquen ejercer.
Entre otras razones que dificultan su estudio, también se encuentran las actitudes discriminatorias hacia la comunidad LGBT, lo que ha dado como resultado que la mayoría de las investigaciones se centren en parejas heterosexuales (Murray y Mobley, 2009; Sorenson y Thomas, 2009). Donde influye el hecho de que la comunidad LGBT es considerada una población minoritaria y en torno a ella giran diversos tabús y problemáticas como el VIH, discriminación, heteronormatividad, estereotipos, etc., las cuales ocupan un lugar prioritario (García et al., 2017; Jara, 2016; Reyes et al., 2005; Saldivia et al., 2017).
En el mismo orden de ideas, su estudio se ha mostrado limitado debido a diversos sesgos metodológicos no considerados durante la realización de las investigaciones (Rollé, Giardina, Caldarera, Gerino y Brustia, 2018). Por ejemplo, se ha identificado que no se tiende a preguntar la orientación sexual de los participantes al momento de solicitar responder los instrumentos para medir la violencia en el noviazgo, dando por hecho que todas las parejas son heterosexuales, por otro lado, dentro de las investigaciones que sí realizan la pregunta para la distinción de orientación, existe incertidumbre en la veracidad de respuesta por parte de los participantes, debido a que manifiestan miedo hacia el mal manejo que se le pueda dar a la información que brinden (Baker et al., 2013).
Otra dificultad es la accesibilidad de la muestra, debido a que la comunidad LGBT se encuentra siendo un grupo minoritario, haciendo que la mayoría de los estudios tengan acceso a muestras pequeñas, y en su mayoría recolectada a través del muestreo “bola de nieve”, de igual manera al ser un fenómeno recientemente estudiado, los alcances de la mayoría de las investigaciones son descriptivos y muy pocos de alcance correlacional (Bunker, 2006; Tucker et al., 2004).
Si se considera que, a pesar de las numerosas investigaciones centradas en la población heterosexual, el fenómeno de la violencia en parejas jóvenes aún no ha logrado una visibilidad significativa (Valdivia-Peralta, Fonseca-Pedrero, González Bravo y Paino, 2019), esperable que la violencia en parejas homosexuales carezca aún más de éste reconocimiento (Zavala-Flores, Esparza-Castillo, Rojas-Solís y Greathouse, 2019). Resultado de ello es su falta de estimación como una problemática social. Consecuencia de lo anterior se ve reflejado principalmente en índoles legales, puesto que al proceder a una denuncia, una persona homosexual puede sentirse propensa a sufrir revictimización por discriminación a su orientación sexual o bien se pueden encontrar ante la falta de organismos que proveen atención y orientación a víctimas homosexuales (Barrientos, Rodríguez-Carballeira, Escartín y Longares, 2016; Brown, 2008: González et al., 2016; Murray y Mobley, 2009; Pattavina, Hirsche, Buzawa, Faggiani y Bentley, 2007; Rollé et al., 2018; Zavala-Flores et al., 2019). Estos aspectos son los que han llegado a dificultar que una pareja homosexual no disponga del apoyo social (Parry y O’Neal, 2015; Soriano, 2000).
Más allá de los aportes científicos que tienen las investigaciones dentro del fenómeno, se encuentran los de naturaleza cultural en ese tenor, por ejemplo, los estudios realizados en Europa o Norte América parecen haber contribuido a un cambio social que promueve la inclusión y la promoción de los derechos igualitarios (García et al., 2017).
El origen de la violencia en parejas heterosexuales se ha propuesto desde diversas perspectivas (Muñoz-Rivas, González-Lozano, Fernández-González y Fernández, 2015), mientras que para explicar la violencia en parejas del mismo sexo algunas teorías se ven segadas por posturas heterocéntricas (González et al., 2016; McClennen, 2005).
En ese orden de ideas se pueden encontrar aquellas teorías relacionadas con el ejercicio de poder, las cuales establecen que dentro de las relaciones uno de los miembros siempre tiende a fungir el rol dominante, mientras que el otro toma el papel basado en la obediencia (González et al., 2016). De ese modo se ha hipotetizado que el origen de la violencia se debe a la adquisición de roles tradicionalmente patriarcales en donde el miembro agresor busca conseguir el control de su pareja, de la misma manera que sucedería en el contexto de una pareja heterosexual (Adam, 2013; Rodríguez, Rodríguez, Lameiras y Carrera, 2017). En ese sentido, Carratalá (2016) sugiere que las parejas lésbicas y gay siguen pautas conductuales similares a las relaciones heterosexuales en cuanto a relaciones de poder y desigualdad, originando así roles de dominante y subordinado. Estos roles podrían estar coadyuvando en el desarrollo de la violencia en el noviazgo en parejas del mismo sexo, aunque también se ha encontrado una asociación significativa entre la violencia ejercida y la exposición de modelos de comportamiento violento en el hogar (Ronzón-Tirado et al., 2017).
Otra teoría relevante plantea que es debido a la inexistencia de reconocimiento y apoyo entorno a ésta problemática lo que da pauta a la violencia en parejas del mismo sexo, pues la carencia de visibilidad y organismos que brinden orientación a personas homosexuales víctimas de violencia han generado complicaciones en su resolución de problemas, dado que al ser conscientes de esta falta de apoyo, las parejas muestran ante una situación de conflicto una actitud sumisa, así como obediencia ante las exigencias de su pareja, esto con el fin de mantener un ambiente armónico (Bunker, 2006; García et al., 2017) aunado a ello, Martin-Storey (2015) reconoce que es debido a este estigma social y falta de apoyo lo que aumentan las probabilidades de que la violencia se desarrolle en parejas del mismo sexo, además de exponerlos con mayor facilidad a conductas sexuales de riesgo y problemas relacionados con la bebida, todo ello con el fin de facilitar la integración social.
Por otro lado, Reyes et al. (2005) para explicar el origen de la violencia toma en consideración las cuestiones individuales y personales, donde se encuentran la dependencia emocional y financiera, inexperiencia en relaciones de pareja, expectativa de cambio hacia el agresor, permanencia en la pareja por temor a la soledad, sentimientos de culpa, baja autoestima, miedo a que aumente la intensidad de la violencia, entre otras.
Con base en lo anteriormente abordado es posible puntualizar que la carente realización de estudios ha constituido un impedimento para visibilizar, describir y dar una explicación al fenómeno, en consideración a esto, se llevó a cabo la presente investigación, la cual tiene como objetivo explorar y describir la presencia de la violencia en naturaleza cometida y sufrida en sus modalidades; indirecta/verbal, control/aislamiento y directa/severa. Así como señalar el porcentaje de presencia/ausencia según el sexo de los participantes.
METODOLOGÍA
Diseño y participantes
Se trata de un estudio con enfoque cuantitativo, diseño no experimental; transversal y ex post facto con alcances exploratorios y descriptivos. La muestra fue seleccionada de manera no probabilística y por conveniencia, inicialmente se encontró constituida por 520 participantes, sin embargo, tras la aplicación de los criterios de inclusión y exclusión (adolescentes que señalarán ser gais o lesbianas) la muestra restante adolescentes constó de 29 participantes, 14 mujeres y 15 hombres, con un rango de edad que va de los 15 a los 19 años, todos ellos originarios del estado de Colima, México.
Instrumentos
Las variables de violencia fueron medidas a través del instrumento Violence in Adolescent Dating Relationships Inventory (VADRI; Aizpitarte y Rojas-Solís, 2019), se trata de una escala tipo Likert, adaptada para población mexicana, la cual consta de 19 reactivos de doble naturaleza, la cual proporciona información de la violencia sufrida y cometida, con un rango de respuestas que va del 1 al 10, en donde 1= nunca y 10= siempre. La escala agrupa 3 factores: 1) Violencia directa/severa (6 ítems), este factor comprende la violencia física y sexual, 2) Conductas de control/aislamiento (8 ítems) y 3) Violencia indirecta/verbal (5 ítems).
Procedimiento
En primer lugar, se tuvo una entrevista con el responsable de la institución educativa, con la intención de explicar la naturaleza y objetivos de la investigación, y de esta manera tener acceso a los participantes. Una vez contada con la autorización se contactó con los estudiantes, a quienes se les solicitó su colaboración e hizo conocedores del carácter de confidencialidad y voluntariedad de la investigación, tal como es mencionado en el Código Ético del Psicólogo, al momento de diseñar y conducir una investigación. Todo esto de acuerdo con las normas reconocidas de competencia científica e investigación ética (Asociación Mexicana de Psicología, 2009).
Una vez que se obtuvo el consentimiento se dio paso a la aplicación del cuestionario por vía online, en un tiempo estimado de 10 a 15 minutos. Se obtuvo una muestra inicial de 520 participantes, sin embargo, de acuerdo con los criterios de inclusión planteados (Rango de edad de 15 a 19 años, parejas homosexuales, tener mínimo un mes de relación, tipo de relación), la muestra se redujo a 29 participantes.
Análisis estadísticos
En primera instancia se realizó el análisis de confiabilidad de las subescalas utilizadas, a través de la prueba Alfa de Cronbach. Consecutivamente se procedió a realizar el procedimiento para la obtención de los estadísticos de tendencia central para las variables de Edad, Edad de la primera pareja, Meses de relación y los correspondientes a las principales variables y de los factores que componen cada escala del Violence in Adolescent Dating Relationships Inventory (VADRI; Aizpitarte y Rojas-Solís, 2019). Posteriormente, se procedió a realizar la distribución por ítem, segmentada por sexos, de cada uno de los factores. Para la realización de los análisis estadísticos se utilizó el programa Statistical Package for the Social Sciences (SPSS), en su versión 25 para Windows.
RESULTADOS
A continuación, se presentan las medidas de tendencia central con respecto a las variables de edad, la edad correspondiente a cuando se tuvo la primera pareja y los meses que de la relación actual o reciente. De la misma manera, se exponen los índices de confiabilidad del Alfa de Cronbach obtenidos para cada una de las variables del estudio (Tabla 1).
Mujeres | Hombres | ||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
α | M | DT | Mín. | Máx. | M | DT | Mín. | Máx. | |
Edad | 16.29 | 1.06 | 15 | 18 | 16.53 | 1.24 | 15 | 19 | |
Edad primera pareja | 13.29 | 1.49 | 11 | 16 | 13.53 | 1.95 | 10 | 18 | |
Meses de relación | 9.71 | 6.51 | 3 | 30 | 12.47 | 11.59 | 1 | 36 | |
VIVS | .91 | 8 | 10.09 | 0 | 36 | 8.13 | 13.18 | 0 | 50 |
VIVC | .88 | 3.64 | 5.25 | 0 | 20 | 5.60 | 9.14 | 0 | 27 |
VCAS | .96 | 19 | 25 | 0 | 72 | 9.40 | 20.38 | 0 | 75 |
VCAC | .82 | 7.42 | 9.10 | 0 | 34 | 6.33 | 11.76 | 0 | 38 |
VDSS | .93 | 4.50 | 6.85 | 0 | 26 | 6.93 | 13.59 | 0 | 47 |
VDSC | .82 | 6.28 | 7.91 | 1 | 30 | 6.53 | 8.59 | 1 | 30 |
Nota: N= 29 participantes VSIV= Violencia Indirecta Verbal Sufrida/ VIVC=Violencia Indirecta Verbal Cometida/ VCAS=Violencia Control Aislamiento Sufrido/ VCAC= Violencia Control Aislamiento Cometido/ VDSS=Violencia Directa Severa Sufrida/ VDSC= Violencia Directa Severa Cometida.
Como es posible observar, las subescalas implementadas arrojan un nivel de confiabilidad alto, la edad promedio tanto en el grupo de mujeres como de hombres se halla en los 16 años. De manera similar, la edad promedio en la que se tuvo a la primera pareja se avecina a los 13 y finalmente el promedio de meses que ha durado la relación es de 9 meses y medio para el grupo de las mujeres y 12 meses y medio para el caso de los hombres.
A continuación, se muestran los análisis descriptivos por ítem, de la variable de violencia indirecta verbal sufrida, contestada por hombres y mujeres (Tabla 2).
Mujeres | Hombres | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Ítem | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) |
1 | .71 | .46 | 28.6 | 71.4 | .53 | .51 | 46.7 | 53.3 |
2 | .64 | .49 | 35.7 | 64.3 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
3 | .64 | .49 | 35.7 | 64.3 | .60 | .50 | 40 | 60 |
4 | .29 | .46 | 71.4 | 28.6 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
5 | .50 | .51 | 50 | 50 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
Nota: 1= Mi pareja habla mal de mí a otros/otras/ 2= Mi pareja dice cosas negativas acerca de mí a otros/otras/ 3= Mi pareja me dice cosas que hieren mis sentimientos)/ 4= Mi pareja cuenta cosas íntimas de nuestra relación a otros/otras (cosas que han sido contadas o han ocurrido en un contexto privado y yo no quiero que otros/otras las sepan)/ 5= Mi pareja me amenaza con dejar la relación cuando discutimos. Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 0 (Nunca) a ese ítem.
Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 1 al 10 a ese ítem.
En lo que respecta al grupo de las mujeres, los ítems que presenta un mayor porcentaje de presencia son el 1, 2 y 3. Mientras que en el grupo de los hombres el ítem con un porcentaje más alto de presencia es el número 3. En segundo lugar, se presentan los análisis descriptivos por ítem, de la variable de violencia indirecta verbal cometida (Tabla 3).
Mujeres | Hombres | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Ítem | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) |
1 | .50 | .51 | 50 | 50 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
2 | .36 | .49 | 64.3 | 35.7 | .40 | .50 | 60 | 40 |
3 | .29 | .46 | 71.4 | 28.6 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
4 | .29 | .46 | 71.4 | 28.6 | .47 | .51 | 53.3 | 46.7 |
5 | .57 | .51 | 42.9 | 57.1 | .40 | .50 | 60 | 40 |
Nota:1= Hablo mal de mi pareja a otros/otras/ 2= Digo cosas negativas acerca de mi pareja a otros/otras) / 3= Le digo a mi pareja cosas que hieren sus sentimientos) / 4= Cuento cosas íntimas de nuestra relación a otros/otras (cosas que han sido contadas o han ocurrido en un contexto privado y yo no quiero que otros/otras las sepan/ 5= Amenazo a mi pareja con dejar la relación cuando discutimos Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 0 (Nunca) a ese ítem. Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 1 al 10 a ese ítem.
Los ítems que presentaron un mayor porcentaje de presencia fueron: número 1 y 5 en el caso de las mujeres y el número 4 en el caso de los hombres.
Prosiguiendo, se presentan los análisis descriptivos por ítem, de la variable de Control Aislamiento sufrido (Tabla 4).
Mujeres | Hombres | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Ítem | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) |
1 | .79 | .42 | 21.4 | 78.6 | .40 | .50 | 60 | 40 |
2 | .57 | .51 | 42.9 | 57.1 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
3 | .57 | .51 | 42.9 | 57.1 | .40 | .50 | 60 | 40 |
4 | .71 | .46 | 28.6 | 71.4 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
5 | .57 | .51 | 42.9 | 57.1 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
6 | .50 | .51 | 50 | 50 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
7 | .50 | .51 | 50 | 50 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
8 | .50 | .51 | 50 | 50 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
Nota:1= Mi pareja lee mis mensajes privados (celular, redes sociales)/ 2= Mi pareja me insiste en que no hable o mande mensajes a otros/as por medio del celular, computadora u otros dispositivos electrónicos/ 3= Mi pareja intenta que no salga con mis amigos/amigas porque en su opinión no me convienen/ 4= Mi pareja me prohíbe salir de fiesta con mis amigos/as/ 5= Mi pareja me insiste en que le enseñe los mensajes que me llegan al correo electrónico, a las redes sociales o al celular/ 6= Mi pareja me prohíbe hablar o mandar mensajes a otros/otras por medio del celular, computadora u otros dispositivos electrónicos/ 7= Mi pareja me dice que no le gusta nada que salga con mis amigos/amigas)/ 8= Mi pareja me pide que no salga de fiesta con mis amigos/amigas Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 0 (Nunca) a ese ítem. Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 1 al 10 a ese ítem.
En este caso, el ítem que presentó un porcentaje mayor en el grupo de las mujeres fue el número 1. Para el caso de los hombres fueron los ítems número 1 y 3.
Continuando, se muestran los análisis descriptivos por ítem de la variable de Control Aislamiento Cometido (Tabla 5).
Mujeres | Hombres | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Ítem | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) |
1 | .64 | .49 | 35.7 | 64.3 | .47 | .51 | 53.3 | 46.7 |
2 | .29 | .46 | 71.4 | 28.6 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
3 | .29 | .46 | 71.4 | 28.6 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
4 | .43 | .51 | 57.1 | 42.9 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
5 | .43 | .51 | 57.1 | 42.9 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
6 | .36 | .49 | 64.3 | 35.7 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
7 | .36 | .49 | 64.3 | 35.7 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
8 | .36 | .49 | 64.3 | 35.7 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
Nota:1= Leo los mensajes privados de mi pareja (celular, redes sociales)/ 2= Le insisto a mi pareja en que no hable o mande mensajes a otros/otras por medio del celular, computadora u otros dispositivos electrónicos/ 3=Intento que mi pareja no salga con sus amigos/amigas porque en mi opinión no le convienen/ 4= Prohíbo a mi pareja salir de fiesta con sus amigos/amigas/ 5= Insisto a mi pareja en que me enseñe los mensajes que le llegaban al correo electrónico, a las redes sociales o al celular/ 6= Prohíbo a mi pareja hablar o mandar mensajes a otros/as por medio del celular, computadora u otros/ 7= Le digo a mi pareja que no me gusta nada que salga con sus amigos/amigas/ 8=Pido a mi pareja que no salga de fiesta con sus amigos/a migas
Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 0 (Nunca) a ese ítem. Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 1 al 10 a ese ítem.
Ahora bien, respecto a la violencia en forma de control y aislamiento cometida, el porcentaje más elevado de presencia en el grupo de las mujeres fue en el ítem número 1, al igual que en el caso de los hombres.
A continuación, se presentan los análisis descriptivos por ítem de la variable de violencia directa sufrida (Tabla 6).
Mujeres | Hombres | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Ítem | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) |
1 | .50 | .51 | 50 | 50 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
2 | .36 | .49 | 64.3 | 35.7 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
3 | .50 | .51 | 50 | 50 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
4 | .29 | .46 | 71.4 | 28.6 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
5 | .21 | .42 | 78.6 | 21.4 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
6 | .36 | .49 | 64.3 | 35.7 | .47 | .51 | 53.3 | 46.7 |
Nota: 1=Mi pareja me obliga a tener relaciones sexuales con él/ella/ 2=Mi pareja me abofetea o cachetea/ 3=Mi pareja me dice que me calle delante de la gente/ 4= Mi pareja me grita delante de otros/otras/ 5=Mi pareja me dice que si no quiero tener relaciones sexuales con él/ella, cabe la posibilidad de que se vaya con otro/otra/ 6=Mi pareja continúa tocándome mis zonas íntimas, aunque le diga que pare. Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 0 (Nunca) a ese ítem. Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 1 al 10 a ese ítem.
En este caso, los ítems que mostraron porcentajes más elevados de presencia fueron el número 1 y 3 para el grupo de mujeres y el número 6 para grupo de los varones.
Por último, se presentan los análisis descriptivos por ítem de la variable de violencia directa cometida (Tabla 7).
Mujeres | Hombres | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Ítem | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) | M | DT | Ausencia (%) | Presencia (%) |
1 | .64 | .49 | 35.7 | 64.3 | .47 | .51 | 53.3 | 46.7 |
2 | .57 | .51 | 42.9 | 57.1 | .60 | .50 | 40 | 60 |
3 | .36 | .49 | 64.3 | 35.7 | .47 | .51 | 53.3 | 46.7 |
4 | 1 | 0 | 0 | 100 | 1 | 0 | 0 | 100 |
5 | .36 | .49 | 64.3 | 35.7 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
6 | .36 | .49 | 64.3 | 35.7 | .33 | .48 | 66.7 | 33.3 |
Nota: 1= Obligo a mi pareja a tener relaciones sexuales conmigo/ 2=Abofeteo/cacheteo a mi pareja/ 3= Le digo a mi pareja que se calle delante de la gente/ 4= Grito a mi pareja delante de otros/otras/ 5=Le digo a mi pareja que si no quiere tener relaciones sexuales conmigo, cabe la posibilidad de que me vaya con otro/otra/ 6=Continúo tocándole las zonas íntimas a mi pareja aunque me diga que pare. Ausencia: porcentaje de la muestra que ha respondido 0 (Nunca) a ese ítem. Presencia: porcentaje de la muestra que ha respondido en un rango de entre 1 al 10 a ese ítem.
Para finalizar, resulta interesante que la presencia del ítem 4 posee un porcentaje de presencia del 100 en ambos grupos.
DISCUSIÓN
Si bien la violencia de pareja es un fenómeno del cual nadie se encuentra exento, es importante mencionar que una gran parte de los estudios se han enfocado mayormente en individuos heterosexuales (García et al., 2017), por lo que la investigación de la violencia de pareja en otros contextos resulta necesaria para dinámicas sociales que anteriormente eran poco conocidas, reprimidas o invisibilizadas y que en la actualidad tienen la oportunidad ser reconocidas, como es el caso de las parejas homosexuales (Zavala-Flores et al., 2019).
En primera estancia se halló que tanto hombres gais como mujeres lesbianas indicaron haber ejercido y sufrido violencia en algún momento de sus relaciones de pareja, dichos hallazgos concuerdan con lo establecido por diversos autores (Alegría y Rodríguez, 2015; Arbach, Nguyen-Vo y Bobbio, 2015; Tucker et al., 2004) quienes, considerando la violencia que viven las parejas heterosexuales, sugieren que la dinámica de la violencia es bidireccional, es decir hombres y mujeres son víctimas y perpetradores de violencia en sus relaciones de noviazgo.
Por otra parte, los resultados obtenidos indicaron que la violencia indirecta verbal sufrida tiene mayor presencia en parejas de mujeres lesbianas, así en todos los ítems, a excepción de uno, se halló una alta frecuencia de estas conductas, siendo el ítem uno: “Mi pareja habla mal de mí a otros/otras”, el que mayor frecuencia obtuvo. Con relación a ello, resulta pertinente mencionar que este estudio podría no mostrar los mismos hallazgos que los obtenidos por Ledesma y Kumul (2013) donde en una población de mujeres lesbianas hallaron que la violencia de tipo psicológica era menos frecuente.
Ahora bien, en la muestra de varones, se halló que la violencia indirecta verbal sufrida tiene un menor porcentaje de presencia en comparación a las mujeres lesbianas, sin embargo, es importante mencionar que de igual manera el ítem uno: “Mi pareja habla mal de mí a otros/otras”, mostró mayor frecuencia al igual que en la muestra de mujeres. Estos resultados muestran congruencia con los datos obtenidos por Toro-Alfonso y Rodríguez-Madera (2004) donde, tras realizar una investigación de violencia doméstica en parejas de hombres gay, encontraron que alrededor del 40% es decir cerca de la mitad había sido víctima de violencia emocional en el noviazgo.
En otros resultados se muestra que, en ambos sexos, existen porcentajes similares de presencia para la violencia directa severa cometida, la cual se configura por actos violentos graves como actos físicos y sexuales, así pues se encontró que en su distribución por ítem no se observaron grandes diferencias entre hombres y mujeres homosexuales, sin embargo el acto violento que manifestó el 100% de presencia dentro hombres gay y mujeres lesbianas fue el ítem número cuatro: “Grito a mi pareja delante de otros/otras”. Esto es importante ya que las conductas de carácter severo podrían ser el resultado del aumento gradual de la violencia (Potoczniak, Mourot, Crosbie-Burnett y Potoczniak, 2003).
Por último, los resultados indicaron que en ambos sexos existe una alta presencia de perpetración y recepción de conductas de control ejercidas por medios tecnológicos y redes sociales. En ese sentido, la violencia sufrida en su variante de control, mostró tener mayor presencia en las parejas de mujeres lesbianas, pues en la distribución por ítem los resultados recalcan que la frecuencia fue superior a la mitad para la muestra de mujeres, quienes indicaron haber sido víctimas de este tipo de violencia; por otro lado, en la población de hombres se identificó que la frecuencia se encontraba menor a la mitad. Sin embargo, en cuanto el control cometido se halló una gran presencia tanto en hombres como mujeres, no obstante, cabe mencionar que el ítem uno de la violencia del control aislamiento tanto sufrido como cometido “Mi pareja lee mis mensajes privados (celular, redes sociales)” y “Leo los mensajes privados de mi pareja (celular, redes sociales)” son los que mostraron tener mayor presencia en ambos sexos. Hallazgos que coinciden con investigaciones realizadas acerca de la violencia del control en parejas heterosexuales, donde se refiere que estas conductas son el resultado de celos que ejerce un miembro de la diada hacia el otro (Gámez-Guadix, Borrajo y Calvete, 2018); del mismo modo, al ser ejercida por medios tecnológicos y redes sociales, tiene un carácter frecuente, lo que podría favorecer su aceptación y normalización dentro de las generaciones actuales (Castillo, Hernández, Romero e Iglesias, 2015).
CONCLUSIÓN
Como ideas finales, la presente investigación apunta la existencia de la violencia cometida y sufrida en parejas del mismo sexo en distintas modalidades, siendo la del tipo control la que mayor presencia obtuvo en varones y mujeres homosexuales, resaltando así la importancia de continuar con más investigaciones encaminadas a analizar las nuevas formas de violencia que han surgido a la par de los medios tecnológicos y redes sociales, sobre todo, en parejas de grupos pertenecientes a la comunidad LGBT+. Del mismo modo, los participantes señalaron ser, en algún momento de su relación, víctimas y perpetradores de violencia, resultados que podrían indicar, al igual que en estudios realizados con parejas heterosexuales, que la naturaleza de la violencia es bidireccional; un aspecto alarmante dado que esto podría indicar la normalización de la violencia dentro de las relaciones de noviazgo. Por último, es pertinente mencionar que el estudio de la violencia en parejas homosexuales no solo resulta importante para la contribución al corpus teórico y empírico sobre la materia, sino que además contribuiría a la generación de programas de prevención e intervención adecuados, que eviten la revictimización y los juicios no equitativos (Ard y Makadon, 2011; McClennen, 2005).
Limitaciones y futuras líneas de investigación
Resulta oportuno puntualizar las limitaciones que surgieron durante el desarrollo del presente estudio. En primer lugar, el tipo de muestreo utilizado (no probabilístico, por conveniencia), el cual no permite realizar generalizaciones de los resultados previamente planteados con respecto a la población. En segundo lugar, el reducido número de participantes en el estudio, debido a las dificultades para acceder a la población objetivo. Para futuras líneas de investigación se plantea la selección aleatoria y probabilística de la muestra, de igual manera la idoneidad de realizar estudios diádicos, a través de técnicas de investigación cualitativas (McClennen, 2005) con la intención de observar el fenómeno desde la postura de ambos integrantes de la pareja, de tal manera que se reduzcan los sesgos en los resultados obtenidos.