Estimado Editor
La incidencia de cáncer de tiroides se ha elevado considerablemente en las últimas décadas a nivel global 1. No obstante, la tasa de supervivencia también se ha incrementado notablemente. Debido al avance en la disponibilidad de herramientas diagnósticas y terapéuticas novedosas con altos niveles de sensibilidad, se han planteado nuevas controversias, ocasionado por el sobrediagnóstico descrito en algunos casos 2. El cáncer de tiroides de bajo grado es una de las condiciones que genera mayor discusión debido a la toma de decisiones, toda vez que en muchos casos se suelen instaurar terapias agresivas, a pesar de que el curso suele ser similar, comparado a estrategias más conservadoras 2,3. Recientemente, se ha propuesto la implementación de un modelo de vigilancia activa para cáncer de tiroides de bajo grado, que pudiera conseguir los mejores desenlaces en la supervivencia y desenlaces en salud 3,4.
Patrone et al3, llevaron a cabo una revisión sistemática donde valoraron diversos desenlaces relacionados a la vigilancia activa de cáncer de tiroides de bajo grado. Los autores incluyeron 14 estudios con un total de 4830 pacientes, identificando que menos del 10% tiene un crecimiento mayor de 3 mm, que aproximadamente el 12% ingreso a cirugía tardía, y solo el 2,1% tuvo metástasis a nódulo, mientras que el 0,1% presentó metástasis fuera de la región cervical. No se reportó caso alguno de muerte. Esto, permitió concluir que puede ser una alternativa efectiva para la cirugía inmediata, sobre todo en población con alto riesgo de complicaciones o pobre expectativa de vida 3.
Respecto a esto, Sanabria et al4 realizaron unas recomendaciones en Latinoamérica sobre esta estrategia de vigilancia activa en cáncer de tiroides de bajo grado, proponen tres pasos para su implementación: 1) la evaluación clínica inicial para la determinación de ocho factores específicos, relacionados a la percepción y curso de la enfermedad; 2) revisión sobre la posibilidad de intervención y aplicación de criterios de guías para aquellos que cumplen para vigilancia activa; y 3) la asistencia durante el seguimiento. Esto también incluye, la educación sobre la interpretación de resultados médicos. Este proceso, fortalece la adherencia y calidad de la vigilancia activa, e identificación de signos o síntomas de alarma. De esta forma, se observa que este tipo de planes podrían ser replicables, sobre todo en escenarios donde no se disponen de instituciones especializadas, ni de la capacidad adecuada de talento humano para la asistencia oportuna de la evaluación especializada en el tiempo4. A pesar de que las guías actuales no la sugieren como terapia de primera línea, se podría considerar en los casos aplicables, y en escenarios con características similares 3.
Un punto por considerar, indudablemente, es la evaluación crítica de la evidencia, certeza y aplicabilidad de intervenciones quirúrgicas 5, sobre todo por tratarse un cáncer de bajo riesgo, donde podrían sopesarse desenlaces adicionales, que pudieran impactar a corto plazo en mayor medida sobre el estado de salud del paciente. Entonces, se requiere ser precisos en la interpretación de los métodos y resultados de este tipo de estrategias, para garantizar un éxito oportuno. Aun así, parece ser que la vigilancia activa para cáncer de tiroides de bajo grado pudiera impactar favorable y notablemente sobre supervivencia y necesidad de intervención quirúrgica, beneficiando esencialmente al paciente.
Para poder implementar la estrategia de vigilancia activa se necesitan también de instituciones especializadas en patología tiroidea, con talento humano capacitado (endocrinólogos/radiólogos con conocimiento de patología tiroidea), para la asistencia oportuna de la evaluación especializada en el tiempo. Por esta razón, en poblaciones lejanas con escaso/nulo acceso a los servicios de salud especializados como es el caso de varios países latinoamericanos, la tiroidectomía sigue siendo de primera elección. Probablemente, las próximas guías internacionales considerarán incluir la vigilancia activa como un tratamiento más de primera opción en casos con criterios específicos.