INTRODUCCIÓN
Las personas que padecen COVID-19 han reportado una amplia gama de síntomas, que van desde síntomas leves hasta enfermedades graves. Los síntomas pueden aparecer de 2 a 14 días después de la exposición al virus 1,2.
Inicialmente el espectro clínico de los pacientes se simplificó en dos escenarios: a) síntomas leves (incluso ausentes) con recuperación rápida y b) síntomas progresivos que podrían necesitar internación pudiendo incluso requerir una Unidad de Cuidados Intensivos 1.
Debido a una variación constante en las manifestaciones de la enfermedad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso dos vertientes en la historia natural de la enfermedad: complicaciones y secuelas 2. Los modelos de enfermedades agudas o subagudas estaban estereotipados en un relato lineal de un inicio y de un fin, más aún en las enfermedades virales potencialmente pandémicas y en relación al SARS-CoV-2, es lo esperado.
Islam M et al, ha encontrado que solo el 65% de los pacientes con COVID-19 retorna a su nivel basal de salud en un periodo de 14-21 días desde el diagnóstico 3. Asimismo, se ha encontrado que algunos casos con padecimiento prolongado muestran síntomas diferentes de aquellos que presentaron en fase aguda 4.
Varios artículos describen estos hallazgos utilizando distintos esquemas clínicos de seguimiento, confirmando y consignando frecuencias llamativas de padecimiento prolongado 5-7. Ninguno de ellos ha utilizado un modelo de contraste para evaluar si los descubrimientos son propios de la COVID-19 o podrían atribuirse, por ejemplo, a condicionantes que pueden impactar sobre determinados grupos poblacionales en tiempos de pandemia 8.
Es sabido que el COVID-19 comparte una presentación clínica similar a otra virosis tales como los causados por influenza virus, adenovirus, virus de Epstein-Barr, entre los cuales se puede destacar la fatiga, dificultad respiratoria y molestias en la garganta 9,10.
En base a todo lo anterior se propuso realizar este estudio con el objetivo de caracterizar y la permanencia de los signos y síntomas en pacientes COVID-19 positivos y negativos que acuden al Consultorio de Neumología del Hospital General de Luque (HGL), Paraguay durante el 2020.
METODOLOGÍA
Este estudio cuantitativo, observacional, descriptivo con componente analítico que incluyó a una muestra no probabilística consecutiva y por conveniencia de individuos. El HGL formó parte de un procedimiento de titulación de anticuerpos en individuos adultos que se sometieron a hisopado nasofaríngeo como parte del protocolo diagnóstico ante la sospecha de padecer COVID-19.
El criterio de inclusión fue la realización previa de hisopado nasofaríngeo para investigación de infección por SARS-CoV-2 mediante RT-PCR y cumplimiento de los 14 días de aislamiento obligatorios. Los datos se analizaron según dos grupos: a) los COVID-19 (+): aquellos con confirmación diagnóstica mediante RT-PCR o en quienes se comprobó niveles elevados de anticuerpos anti-SARS-CoV-2 y b) los COVID-19 (-) aquellos quienes no demostraron RNA en RT-PCR y que no desarrollaron anticuerpos.
La prueba de biología molecular (RT-PCR) se realizó acorde al protocolo de la OMS 9 y la detección de anticuerpos fue realizada mediante detección de inmunoglobulinas contra la nucleocápside viral (Elecsys anti-SARS-CoV-2 assay, Roche, Basel, Suiza) 10,11. Cabe consignar que este estudio dispuso de un número limitado de kits diagnósticos para inmunología. Se excluyeron pacientes con síntomas agudos (de novo) después del periodo de diagnóstico, menores a 18 años y embarazadas.
Se habilitó un “Consultorio de Control Post-COVID” en el sector de Neumología del Hospital, con el objetivo de realizar vigilancia clínica a los pacientes con confirmación de infección por SARS-CoV-2 y a aquellos que tuvieron resultados negativos pese a los síntomas. La convocatoria se realizó mediante publicidad en redes sociales vinculadas al HGL (Facebook ©) y grupos de WhatsApp ® facilitando un número de teléfono para agendamiento pertinente.
Mediante consulta presencial y utilizando como instrumento una ficha de recolección de datos, se consignaron reseñas antropométricas (edad, sexo e índice de masa corporal), tiempo transcurrido desde inicio de enfermedad hasta la actual consulta, severidad de la COVID-19 (leve: manejo ambulatorio; no leve: hospitalizados) y comorbilidades (tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes mellitus, asma, cardiopatías u otras). Los síntomas agudos referidos durante el padecimiento de la infección fueron agrupados de la siguiente manera: dolor de garganta, rinorrea, congestión nasal (afección de vías aéreas superiores), cefalea, anosmia, disgeusia (afección neurológica), tos, expectoración, falta de aire (afección pulmonar), náuseas, vómitos, diarreas, dolores abdominales (afección gastrointestinal), mialgias, dolores generalizados, dolores de espalda, artralgias (afección osteoartromuscular) y fatiga y/o fiebre (afección inespecífica). Arbitrariamente fueron etiquetados como presencia de enfermedad multiorgánica si se consignaron síntomas de tres o más grupos arriba mencionados. Cuando se relataba afección de vías aéreas superiores y pulmonar en conjunto, se contaban como un solo grupo. Fue utilizado el cuestionario propuesto por Yelin D et al 12, evaluar los síntomas en el momento de la consulta (fatiga, cefalea, mialgias, disnea, artralgias, falta de concentración, dolor de espalda, trastorno de la memoria, opresión torácica, tos, palpitaciones, mareos y hormigueos). Se consignó cualquier otro síntoma que el encuestado refiriera como nuevo, o notado después de la infección por COVID-19. El instrumento fue validado por dos expertos.
Para participar del estudio a todos los participantes se les explicó los objetivos del estudio, y se les solicitó la firma de un consentimiento informado. Fueron respetados los principios de confidencialidad, igualdad, justicia y respeto hacia las personas. El protocolo de investigación fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Caaguazú (Ref.: Dictamen CEIDIFCM N° 12/20)
Para el análisis estadístico descriptivo se utilizaron medidas de tendencia central y de dispersión calculadas en tablas Microsoft Excel (2016). Para el análisis estadístico inferencial se utilizaron el test t de Student y el chi cuadrado. Las diferencias se consideraron significativas si el valor p era inferior a 0,05. Todos los análisis de datos se llevaron a cabo utilizando el software JASP, versión 0.14.0.0 (JASP Team, University of Amsterdam (2020).
RESULTADOS
Desde el cinco de octubre hasta el siete de diciembre del 2020 se habilitó un “Consultorio de Control Pos-COVID” en el área de Neumología del Hospital General de Luque. Se agendaron 120 individuos (80% trabajadores de salud) que refirieron diagnóstico de COVID-19 y otras 58 personas (trabajadores de salud) que refirieron resultado negativo a la RT-PCR. Se excluyeron 18 individuos del primer grupo por síntomas “de novo”, embarazo y/o negativa a firma de consentimiento informado. Del segundo grupo se excluyeron 15 asintomáticos y 3 que mostraron títulos significativos de anticuerpos anti-SARS-CoV-2 (incorporándose al primer grupo). De este modo se incluyeron 145 individuos (105 con diagnóstico de COVID-19, tres de ellas mediante detección serológica de anticuerpos y 40 personas con pruebas moleculares negativas para infección por SARS-CoV-2 y ausencia de anticuerpos contra el virus).
La muestra aquí estudiada está caracterizada por un grupo de adultos (solo 7 adultos mayores), que conlleva las siguientes comorbilidades: obesidad (35,9%), hipertensión arterial (21,4%), tabaquismo (17,2%), asma bronquial (15,2%), diabetes mellitus (7,6%) y cardiopatías (4,1%).
Hubo diferencia estadística significativa entre las edades y las frecuencias de hipertensión arterial entre los grupos.
Los datos antropométricos, demográficos y las comorbilidades se muestran en la Tabla 1.
TOTAL N=145 | COVID-19 (+ ) (105) | COVID-19 (- ) (40) | Valor p | |
---|---|---|---|---|
Edad en años, promedio (DS) * | 40,45 (10,6) | 41,92 (10,9) | 36,6 (8,9) | 0,001 |
Sexo Femenino, n (%) | 103 (71,03) | 71 (67,6) | 32 (80) | 0,005 |
Índice masa corporal, promedio (DS) | 28,55 (5,8) | 28,88 (5,9) | 27,6 (5,5) | 0,122 |
Comorbilidades, n (%) | ||||
Tabaquismo | 25 (17, 2) | 18 (17,1) | 7 (17,5) | |
Hipertensión arterial * | 31 (21,4) | 30 (28,6) | 1 (2,5) | |
Diabetes mellitus | 11 (7,6) | 9 (8,6) | 2 (5) | |
Asma Bronquial | 22 (15,2) | 15 (14,6) | 7 (17,5) | |
Cardiopatías | 6 (4,1) | 4 (3.8) | 2 (5) | |
Obesidad | 52 (35,9) | 38 (36) | 14 (35) |
El intervalo transcurrido entre inicio de síntomas y fecha de entrevista fue de 44,8 días en promedio (rango de 15 - 186 días), 92% presentaba síntomas los 21 días o más, 85,9% a los 30 días o más y el 23% a los 60 días o más.
Los pacientes incluidos refirieron que el cuadro sintomático fue leve (manejo domiciliario) en 80% de los casos y que la afección multiorgánica se consignó en 62,7% del total de casos.
El análisis de subgrupos con antecedentes de cuadros leves (73,3% en COVID-19 vs 95% en no COVID-19) también arrojó diferencias en la frecuencia de síntomas de largo plazo (p< 0,05) (Tabla 2).
COVID-19 (+) | COVID-19 (-) | Valor p | |
Cuadro agudo leve | 77 (73,3) | 38 (95) | 0,001 |
Afección multiorgánica (cuadro agudo severo) | 70 (66,66) | 21 (52,5) | 0,005 |
Días. Inicio de síntomas-entrevista, | 41,7 (22) | 52,8 (30,4) | 0,000 |
Persistencia de síntomas | 69 (65,7) | 13 (30,9) | 0,001 |
Al comparar la presencia de síntomas persistentes de acuerdo al resultado del positivo y negativo, se puede observar que 65,7% de los positivos presentaron síntomas persistentes (OR:4,21), al igual que el 30,9% de los negativos (OR: 1,01) (p< 0,05). La severidad del cuadro agudo o la afección multiorgánica (determinada arbitrariamente en este estudio como aquella que afectó a tres o más sistemas) se mostraron como variables asociadas a persistencia de los síntomas (OR: 4,23) (p <0,05).
La comparación de las características: género (Masculino OR: 1,29 vs. Femenino OR:1,85), obesidad (OR:2,12), tabaquismo (OR:1,23), hipertensión arterial (OR:1,21), diabetes mellitus (OR:3,95), y asma bronquial (OR:1,51) no expusieron determinantes de los síntomas residuales aquí consignados.
Al analizar la asiduidad de estas manifestaciones según diferentes cronologías llama la atención su alta tasa de presentación: 89% en aquellos que consultaron después de 21 días del evento agudo, 78% después de 30 días, 13% después de los 60 días y 2% a más de 12 semanas. (Tabla 3).
Síntomas persistentes | OR | valor p | |
---|---|---|---|
Resultado serológico | |||
COVID-19 (+) | (65,7) | 4,21 | 0,000 |
COVID-19 (-) | (30,9) | 1,01 | 0,001 |
Tipo de presentación del cuadro clínico | |||
Cuadro leves | 42 (36,5) | 1,29 | 0,175 |
Cuadro moderado | 2 (50) | 2,31 | 0,216 |
Cuadro severo | 24 (85,71) | 4,23 | 0,000 |
Género | |||
Masculino | 10 (23,8) | 1,67 | 0,329 |
Femenino | 20 (19,4) | 1,85 | 0,203 |
Antecedentes patológicos personales | |||
Obesidad | 21 (40,3) | 2,12 | 0,102 |
Tabaquismo | 10 (40) | 1,23 | 0,084 |
Hipertensión arterial | 9 (29) | 1,01 | 0,071 |
Diabetes mellitus | 6 (54,5) | 3,95 | 0,129 |
Asma bronquial | 8 (36,3) | 1,51 | 0,295 |
Cardiopatías | 0 | - | - |
Los síntomas persistentes referidos fueron: fatiga (42%), anosmia y/o disgeusia (13,3%), tos (12%), cefalea (9,5%), palpitaciones (7%), trastornos del sueño (6%), disnea (5%), mareos ocasionales (5%), falta de concentración (8%), trastornos de la memoria (3%), mialgias, (3%), mareos posturales (3%), artralgias (2%), hormigueos (2%), dolor de espalda (2%) y opresión torácica (1%) (Gráfico 1).
DISCUSIÓN
La OMS ha emitido recientemente una alerta epidemiológica sobre las complicaciones y secuelas de la COVID-19, advirtiendo del sustancial crecimiento de síntomas reportados más allá del cuadro agudo de la virosis. La intensa respuesta inflamatoria no se limita al sistema respiratorio, sino que se registran eventos en el aparato cardiovascular, en el sistema nervioso central y periférico pudiendo verificarse huellas psicológicas y psiquiátricas 13.
Los Centros de Prevención y Control de Enfermedades (CDC) también se pronunciaron al respecto añadiendo síntomas renales y dermatológicos al espectro de este síndrome multisistémico que pudiera resultar de diferentes procesos fisiopatológicos a lo largo del espectro de la enfermedad: daño orgánico durante la fase de infección aguda, manifestación de un estado hiperinflamatorio persistente, actividad viral persistente como nichos o reservorios o una inadecuada respuesta de los anticuerpos 14.
A nuestro parecer este es el primer estudio que evalúa comparativamente la persistencia de síntomas posteriores a cuadros respiratorios entre grupos confirmados o descartados para COVID-19 (+), donde se asienta que existe mayor frecuencia de síntomas residuales entre los infectados por SARS-CoV-2, incluso ajustando la asimetría de severidad entre las muestras analizadas.
La proporción de secuelas encontradas en esta muestra es alta (65,7%), siendo hasta 85% en aquellos que tuvieron cuadro agudo moderado o severo y 58% en los que tuvieron la enfermedad leve, lo cual se encuadra dentro de cifras mencionadas en recientes publicaciones y que van desde 35% a 87,4% 6,15-18.
El grupo de comparación que hemos estudiado aquí (RT-PCR y anticuerpos anti-SARS-CoV-2 negativos) da una fortaleza diferenciada a los hallazgos, no obstante se debe mencionar que 30,9% de estos individuos también refirieron síntomas secuelares. Esto contrasta notoriamente con otros modelos clásicos de enfermedades agudas, como por ejemplo la influenza, en la cual se reporta que el 90% recupera el estado basal dentro de las dos semanas 19. Claro está que el análisis hecho en periodo pandémico, ante la notable contagiosidad del nuevo coronavirus y la incertidumbre en los desenlaces de esta enfermedad condiciona a la población a un estado afectivo con umbral diferenciado, del cual podrían inferirse apreciaciones no tan neutrales 8,20. Eurich et al demostraron mediante un estudio de cohorte que la neumonía adquirida en la comunidad confiere mayor riesgo de mortalidad a largo plazo 21, mientras que Chen et al. encontraron discapacidad respiratoria y deterioro psicológico dos años después de constatar mejoría en las imágenes y funciones pulmonares de pacientes que padecieron influenza A (H7N9) 22. Una de las primeras hipótesis que apaciguan las tensiones sería apuntar a las comorbilidades subyacentes o a la severidad de las mismas como explicadores de la cronicidad.
Claramente la COVID-19 es una enfermedad multiorgánica compleja que no se restringe solo al sistema cardiopulmonar y esto se manifiesta no solo en la fase aguda, sino también en la fase de recuperación pos-aguda. No siendo una enfermedad lineal a veces desconcierta con fases cíclicas, migrando de diferentes sistemas y hasta fluctuando en severidad. Los términos “COVID prolongado” o “Portador prolongado de COVID” son utilizados de manera errática ante la falta de consenso y caracterización definitiva de esta condición que podría ser subyacente a situaciones clínicas: Síndrome de Fatiga Post-viral, Síndrome de COVID Prolongado o Síndrome Post-cuidados intensivos 23. Greenhalgh et al proponen definir a los síntomas que se extienden más allá de la tercera semana desde el inicio de los síntomas como COVID-19 pos-agudo y a aquellos que se extienden más allá de 12 semanas como COVID-19 crónico 24. En base a esto, en la muestra aquí estudiada constatamos 89% de COVID pos-agudo y 2% que se presentaron como COVID crónico.
Según el “COVID Symptom Study app” analizado y publicado en un artículo de pre impresión, el COVID prolongado se da con mayor probabilidad en los adultos mayores, en los obesos y en el sexo femenino 25. Al igual que otros estudios, la muestra en este estudio incluyó mayoritariamente a mujeres, pero la variable sexo no fue asociada significativamente con la persistencia de síntomas 7,26.
La gran mayoría de los individuos que formaron parte de nuestro trabajo refirieron síntomas leves. Aunque los grupos comparados tuvieron diferentes proporciones de severidad del cuadro agudo, un subanálisis entre aquellos que refirieron síntomas leves sostuvo la diferencia significativa. Otra variable estadísticamente destacable fue la afección multiorgánica durante el estadio inicial de la COVID. El grupo de Stavem y cols halló que las comorbilidades y la intensidad de los síntomas agudos guardaban relación con las secuelas 17, pero Townsend et al. no encontraron asociación entre la severidad de la enfermedad y la persistencia de los síntomas 15.
La gama más frecuente de síntomas encontrada en nuestro trabajo comparada a otros estudios se muestra en la Tabla 4, donde se observa diferentes órdenes de prelación clínica, así como distintos tiempos de evaluación.
La fatiga, citada como el síntoma más frecuente, podría deberse a varias causas: a) problema pulmonar, ya que el parénquima pertenece a la categoría de tejido de cicatrización intermedia y la resolución clínica e histopatológica requiere tiempo, a más de eso se ha demostrado que incluso en los asintomáticos COVID-19 pueden constatarse opacidades en las tomografías 27 y función pulmonar queda objetivamente limitada en hasta 39% de los casos 28 b) problema cardiológico, debido a que puede existir miocarditis subclínica como lo demostraron Puntmann et al, al realizar resonancia magnética cardiovascular en una cohorte prospectiva donde 67% pertenecían a la categoría de enfermedad leve 29, c) problema miopático, pues en un tercio de los infectados por SARS-CoV-2 se comprueban mialgias y elevación de la creatin-kinasa, desconociendo aún si esto es efecto directo de la infección al músculo o por efectos tóxicos de la citokinas 30, d) problema neuropsiquiátrico, porque a más del impacto social e individual de la pandemia per se, otras teorías del campo de la psiconeuroinmunología apuntan a disfunciones neuromusculares, procesos desmielinizantes, psicosis, cambios de humor y otros eventos (31, e) Síndrome de fatiga crónica / encefalomielitis miálgica, caracterizada por fatiga, mialgia difusa, síntomas depresivos y sueño no reparador 32.
Otros síntomas encontrados en este estudio fueron: trastornos del sueño, disnea, mareos ocasionales, falta de concentración, trastornos de la memoria, mialgias, mareos posturales, artralgias, hormigueos, dolor de espalda y opresión torácica. Es interesante puntualizar que arbitrariamente hemos diferenciado “mareos posturales” de “mareos ocasionales”, ya que con el primer término quisimos significar al menos uno de los componentes del síndrome de tolerancia ortostática que incluye a la hipotensión ortostática, al síncope vasovagal y al síndrome de taquicardia ortostática postural y que requieren de pruebas objetivas para el diagnóstico 33.
Una de las principales limitaciones del estudio se centra que provino de un muestreo no probabilístico, por lo que no se podrá generalizar los resultados, a su vez la predominancia del sexo femenino, la escasa inclusión de adultos mayores y de pacientes severos o críticos y hasta la exclusión de asintomáticos pueden dificultar la generalización de la interpretación de los hallazgos.
CONCLUSIÓN
A lo largo de estos meses de pandemia, la COVID-19 se ha mostrado como una enfermedad multisistémica y muchas veces impredecible. Nos ha señalado que su expresión clínica va más allá de un modelo agudo y que la persistencia de algunos síntomas viene siendo testimoniada por publicaciones crecientes. Aún existen indefiniciones sobre la terminología a ser utilizada para este conglomerado de afecciones.
En este estudio se ha encontrado una alta proporción de pacientes que se mantienen sintomáticos más allá de tres semanas desde inicio de la enfermedad, siendo la fatiga la queja más frecuente.
La constatación de otras manifestaciones y el dibujo de todo un espectro clínico en el periodo que sigue al episodio agudo de la infección por SARS-CoV-2 es una exhortación para los médicos de atención primaria, clínicos y especialistas a estar alertas para el correcto manejo de la situación.