INTRODUCCIÓN
El colgajo radial fue realizado por primera vez el 29 de marzo de 1979 como colgajo libre para cobertura de mano, en el Departamento de Cirugía del Hospital General de Shenyang en China. La primera publicación acerca de este colgajo apareció en el “National Medical Journal of China” en 1981.
Hecho que lo mantuvo aislado del mundo occidental durante casi 16 años en que recién se logra publicar “traducido” en el British Journal of Plastic Surgery del año 19971; a partir de ese momento se da a conocer a nivel mundial con una rápida aceptación, convirtiéndose en el “caballito de batalla” utilizado por distintos especialistas para la reconstrucción de múltiples y variados defectos. En la actualidad es ampliamente conocido como “colgajo chino”. Claramente podemos ver que, desde su introducción, el colgajo radial ha demostrado ser una herramienta tremendamente versátil, que nos permite incorporar piel, huesos, tendones, nervio y músculo para reparar lesiones complejas, con flujo directo, retrógrado o en forma libre dependiendo del defecto a cubrir, permitiéndonos así una amplia gama de alternativas en reconstrucción.
OBJETIVO
Ilustrar con un caso clínico el aporte del colgajo radial a pedículo distal en cirugía de reconstrucción de mano.
MATERIALES Y MÉTODOS
Paciente de sexo masculino de 24 años de edad, que consultó en el Centro Nacional de Quemados y Cirugías Reconstructivas en diciembre del 2018 con diagnóstico de pérdida de sustancia en mano derecha posterior a explosión por pirotecnia.
REPORTE DE CASO
Paciente ingresa por la Urgencias con antecedente de lesión por estallido en cara palmar y dorsal del dedo pulgar posterior a manipulación de pirotecnia. Al examen físico, presentaba una pérdida de sustancia de 10x 5 cm de diámetro, fractura diafisaria de la segunda falange del pulgar y sección del tendón flexor propio del pulgar.
Técnica quirúrgica: la cirugía fue realizada bajo anestesia general, y con torniquete neumático, se realizó la reducción abierta y fijación de la fractura con clavos de Kirshner, tenorrafia del flexor propio del pulgar, y para la cobertura del defecto se procedió a un colgajo radial a pedículo distal, se diseñó el colgajo de 10 x 5 cm, incisión en piel y tejido celular subcutáneo teniendo atención con los vasos perforantes y la rama sensitiva del nervio radial, identificación de la arteria radial y la vena cefálica acompañante, se individualizó el pedículo con la isla cutánea hasta el punto de pivote (apófisis estiloides), se retiró el torniquete y se realizó hemostasia adecuada, colocación del colgajo en la zona receptora y cierre con injerto de piel parcial en la zona donante.
Evolución: el paciente presenta buena evolución y es dado de alta al 2° DPO.
DISCUSIÓN
El colgajo radial ha sido desde su aparición una gran herramienta de ayuda en la cirugía reconstructiva, ha logrado mantener su validez a lo largo del tiempo y después de 30 años de su creación, sigue siendo una de las alternativas de cobertura más multifacéticas disponibles. Hemos podido aprender de sus fortalezas y mejorar sus debilidades; destacando entre las ventajas más importantes el hecho de que nos permite utilizar piel, músculos, tendones, tejido adiposo, hueso y nervio según necesidad2, aportando piel fina, sin pelo, de color y textura similares a la piel de la cara y el cuello3. El componente cutáneo del colgajo es ideal para la cobertura de mucosas, ya que con el tiempo termina modificando su epitelio hasta convertirse en mucosa oral y/o nasal4-7, se caracteriza también por ser maleable, flexible y resistente en el tiempo5, no tiene contraindicaciones de edad o patologías asociadas 6 y la zona dadora mantiene su funcionalidad con un acotado compromiso estético y de baja morbilidad. La toma del colgajo es una técnica relativamente simple, se obtiene un “largo” pedículo vascular, de buen diámetro, que permite transferir tejidos a mayor distancia de la zona dadora, sin necesidad de microcirugía2.
Como estudio preoperatorio de factibilidad sólo se utiliza el Test de Allen2, que es un examen clínico realizable al pie de la cama del paciente; consiste en
realizar una isquemia de la extremidad a ser estudiada y así evaluar la perfusión de la mano por sus distintos afluentes en forma separada: con el brazo en alto se debe cerrar y abrir la mano para disminuir el retorno venoso, luego se comprime a nivel de la muñeca el trayecto de las arterias radial y cubital, nuevamente se realiza el cierre y apertura repetido de la mano hasta que se torne pálida y entonces se descomprime el trayecto de la arteria cubital y se evalúa el tiempo en que se logra un adecuado llene capilar de la palma de la mano; si éste es menor a 7 segundos el Test de Allen es positivo (indicando que la perfusión de la mano sí es la adecuada sólo con el flujo de la arteria cubital); si el tiempo de llenado es entre 7-10 segundos, el resultado es dudoso, y si el tiempo supera los 10 segundos, el resultado es negativo (indica que no se logra una adecuada perfusión distal sólo con el aporte de una de las arterias y que necesita de ambas).
Sin embargo, pese a los grandes logros obtenidos a lo largo de su historia, el colgajo radial ha presentado ciertas desventajas importantes de tener en cuenta a la hora de realizarlo, pero que siendo corregidas adecuadamente permiten que éste siga siendo una gran alternativa de reconstrucción. Uno de los principales puntos en contra son las complicaciones que afectan a la “zona dadora” como la dehiscencia de sutura, la exposición de tendón, el requerir curaciones prolongadas o el déficit estético8-9.
En algunos casos, cuando no se logra un cierre primario (lesiones > 5 cm), se debe tomar un injerto de piel para cubrir a la zona dadora o realizar colgajos
de avance, de rotación, Z plastías, en V-Y o simplemente implementar los sustitutos dérmicos. No hay que olvidar de que este tipo de colgajo debe inevitablemente sacrificar una arteria importante y que, en los casos de realizar el colgajo en un paciente con un Test de Allen no categórico, nos exponemos a una isquemia de la extremidad; el examen no es 100% específico en todos los pacientes, por lo que ante la duda se debe certificar la permeabilidad del pedículo mediante un estudio doppler de la extremidad y en casos puntuales potencialmente una arteriografía10,12.
Como hemos podido ver, los beneficios de la utilización de este tipo de colgajo, han superado con creces las dificultades de su utilización; no sólo por la plasticidad de sus tejidos, adaptables a distintas zonas receptoras, lo que le ha valido ser el colgajo de elección para la reconstrucción de cabeza, cuello y extremidad superior; sino también por la seguridad con que este procedimiento resuelve en forma definitiva las lesiones de los pacientes atendidos, manteniendo la vigencia absoluta del colgajo radial.