INTRODUCCIÓN
El cuero cabelludo está ricamente vascularizado y está constituído por múltiples capas descritas clásicamente como SCALP (S, skin; C, subcutaneous tissue; A, aponeurosis o gálea; L, loose connective tissue; P, pericranium).1
Es la barrera más externa e importante del cráneo, siendo una cobertura protectora gruesa y resistente. Esta piel es la más gruesa del cuerpo, variando entre 3 a 8 mm de espesor. Hay una extensa red de vasos colaterales en el espesor del tejido celular subcutáneo que proveen buena irrigación al cuero cabelludo. Esta disposición vascular permite el diseño de numerosos colgajos.2-3
El scalp es relativamente poco elástico comparado con el resto de los tejidos cervicofaciales. Esto es debido, en gran parte, a la unión fibrosa que forma la gálea con el músculo frontal por delante y el músculo occipital por detrás. Como consecuencia, la mayoría de los colgajos de cuero cabelludo resisten la tracción y la transposición, y a menudo requieren trazados más extensos para el cierre de defectos.4
El aporte vascular está dado por pedículos anastomosados entre sí: arteria supratroclear, arteria supraorbitaria, arteria temporalsuperficial con sus ramas frontal y parietal, arteria auricular posterior y arteriaoccipital. Esta red vascular confiere fiabilidad en el diseño de colgajos.5-11
La mayoría de las quemaduras ocasionan lesiones superficiales que acarrean pocas secuelas. Algunas sin embargo requieren tratamiento quirúrgico debido al daño tisular ocasionado. Entre estas, las que se localizan en el cuero cabelludo requieren un tratamiento particularmente especial. Para el efecto, los colgajos y la expansión cutánea con prótesis de expansión juegan un rol esencial.12-16
El objetivo del presente trabajo consiste en presentar la experiencia en reconstrucciones quirúrgicas de las heridas complejas ocasionadas por quemaduras en el cuero cabelludo.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo, observacional, retrospectivo, de casos consecutivos. Fueron incluidos pacientes con diagnóstico de quemadura, con localización específica en el cuero cabelludo (lesión principal o secundaria), atendidos en el Centro Nacional del Quemados (CENQUER) y en la Unidad de Cirugía Plástica (FCM-UNA), durante el período comprendido entre enero de 2016 y enero de 2017.
Se incluyeron pacientes que presentaron quemaduras en el cuero cabelludo, como lesión única o asociada a otras localizaciones, que requirieron hospitalización y tratamiento quirúrgico en el periodo agudo. Fueron excluidos aquellos pacientes no operados, o quienes presentaron quemaduras en otras regiones anatómicas del cuerpo, sin interesar le región cefálica mencionada. Se analizaron antecedentes tales como edad, agente etiológico, localización de las lesiones, extensión y la profundidad de las mismas, el tipo de reconstrucción quirúrgica y el resultado del tratamiento instaurado.
Las reconstrucciones fueron realizadas mediante colgajos de rotación y transposición. Fotos preoperatorias, peroperatorias y post-operatorias fueron tomadas en cada caso, a diferentes intervalos temporales.
La gestión y análisis de datos se realizó en una planilla electrónica (Excel del programa Microsoft Office 2016) y posteriormente se elaboraron tablas y gráficos con estadística descriptiva.
Este estudio no representa riesgos para la integridad física del paciente. No se actúa sobre ningún aspecto de la actividad psíquica y/o física del paciente ya que solo se revisaron los archivos en cada caso. Además, se aplicó el principio de respeto, beneficencia, y privacidad resguardando la identidad de todos los pacientes.
RESULTADOS
En el periodo mencionado, 15 pacientes presentaron lesiones en cuero cabelludo por quemaduras, requiriendo todos internación y reparación quirúrgica.
La población total fue de sexo masculino, con edades que oscilaron entre 10 y 62 años; para medir la distribución por edades se dividieron en grupos de 10 años (década), resultando el rango etario más afectado el que corresponde a la 2ª década (6 casos) (Tabla 1). La edad media fue de 35 años.
Con respecto a la etiología 11 casos (73%) fueron quemaduras eléctricas y 4 casos (27%) quemaduras ocasionadas por fuego. En cuanto a la profundidad de las lesiones, predominaron las quemaduras de tercer grado con 9 casos (60%) seguidas de quemaduras de segundo grado (9 casos). No se observaron lesiones de primer grado. La mayoría de las lesiones fueron apicales (vertex) o asentaron en la región occipital (Tabla 2).
Localización anatómica | Frecuencia | Porcentaje |
Occipital | 5 | 33% |
Apical | 5 | 33% |
Parietal | 1 | 7% |
Fronto- occipital | 1 | 7% |
Fronto-parietal | 3 | 20% |
Como técnica reconstructiva predominante 7 casos se resolvieron con colgajos de transposición (46%); 2 pacientes requirieron colgajos de rotación y otros 2 una asociación de colgajos múltiples según la técnica de Orticochea (Tabla 3). En cuanto a la evolución, 13 pacientes evolucionaron favorablemente, mientras que dos pacientes presentaron complicaciones: uno a quien se realizó un colgajo libre y otro en quien se planteó reparación, previa expansión cutánea. Ambos casos fueron resueltos con lavados quirúrgicos, curaciones especializadas y confección de colgajos locales en forma diferida. Estos últimos colgajos no fueron considerados en el presente estudio.
DISCUSIÓN
De los pacientes que consultan por quemaduras de cabeza, la mayoría presentan lesiones en la cara y cuello; en menor frecuencia las quemaduras asientan en el cuero cabelludo. Los agentes causales más frecuentes son los líquidos calientes, el fuego y la electricidad. Como en el caso de las otras localizaciones anatómicas, la mayoría de las quemaduras del cuero cabelludo son superficiales y pueden ser manejadas en forma ambulatoria. Solo las lesiones profundas justifican un manejo terapéutico con internación y cirugía, y generalmente se deben a agentes etiológico muy agresivos o si la exposición a los mismo ocurrió en forma prolongada. Esta realidad queda ilustrada en el presente trabajo, donde todos los pacientes sufrieron lesiones como respuesta a la exposición de agentes agresivos como son el fuego y la electricidad.
El rango etario más afectado fue la población joven en edad laboral. La gravedad de las lesiones denotan una llamativa exposición al peligro (incendios y electrocuciones) que tal vez justifiquen una mayor campaña de información, prevención y concientización al público general sobre los riesgos y amenazas de ciertos agentes etiológicos.
Debido a la escasa elasticidad cutánea que caracteriza al cuero cabelludo, en la localización anatómica mencionada, solo las heridas muy pequeñas puedes ser cerradas con la técnica de sutura directa. Si la herida supera 1 cm de diámetro el cierre directo es dificil; si se trata de una lesión profunda o con exposición ósea, solo la confección de uno o varios colgajos permitirá la resolución del problema. En el cuero cabelludo pueden ser trazados diversos tipos de colgajos, con sus variedades correspondientes. Los mismos son fiables debido a la riqueza vascular de la zona, permitiendo una gran superficie de cobertura, con pocos riesgos de necrosis o fracasos quirúrgicos. Las dos complicaciones mencionadas pudieron deberse a lesiones complejas de electrocución, donde la definición de la integridad vascular de los tejidos afectados aún pudo estar incompleta, en pacientes que requirieron un cierre quirúrgico en situación de urgencia.
El manejo terapéutico de estos casos complejos siempre se verá beneficiado con la participación de profesionales especializados y calificados, en el marco de un tratamiento pluridisciplinario.
CONCLUSION
Aunque la mayoría de las quemaduras en el cuero cabelludo sean superficiales y puedan ser manejadas en forma ambulatoria, las lesiones produndas requieren tratamiento quirúrgico. Estas heridas heridas complejas pueden beneficiarse con las técnicas de colgajos; considerando la distribución vascular en el cuero cabelludo, el diseño correcto de los mismos les constituye un rol dominante en el aresenal terapéutico para este tipo de lesiones.