INTRODUCCIÓN
La chía, Salvia hispanica L., perteneciente a la familia Lamiaceae, es una planta arbustiva anual que puede alcanzar hasta 2 metros de altura. Sus frutos se presentan en grupos de cuatro clusas monospérmicas ovales con una longitud de 1,5 a 2,0 mm y un diámetro de 1,0 a 1,2 mm. Sus semillas son de color pardo con manchas irregulares color castaño oscuro en su mayoría y en menor proporción blanquecinas (Busilacchi et al. 2013).
Es originaria de México, El Salvador y Guatemala, su nombre “chía o chan” es vocablo de la lengua náhuatl surgida en el siglo VII (Gutiérrez 2014) y utilizada por el imperio azteca para agrupar varias especies botánicas de los géneros Salvia, Chenopodium, Amarantus e Hyptis (Hernández Gómez et al. 2008, Ayerza 2013).
Fue considerada un alimento básico en México y América central durante la época de las colonias, donde su consumo e importancia económica lo ubicaron en tercer lugar, siendo superado solo por el poroto (Phaseolus vulgaris) y el maíz (Zea mays). Posteriormente los cereales que fueron introducidos por los colonizadores españoles desplazaron su cultivo hasta prácticamente su desaparición, su producción resurge muchos años después siendo en la actualidad México, Colombia y Argentina sus principales productores a nivel mundial (Rovati et al. 2012).
Las plantas de chía destacan por su capacidad de adaptación a ambientes áridos y además por el buen valor nutricional de sus semillas porque aportan a la dieta cantidades significativas de lípidos, proteínas, carbohidratos y fibra alimentaria superiores incluso a los aportados por otros cereales como el arroz, trigo y maíz. Presentan además buen contenido de minerales, vitaminas, antioxidantes, y su fracción proteica no contiene gluten por lo que la Asociación Celiaca Argentina recomienda su uso en pacientes celíacos. Poseen además bajas concentraciones de sodio, por lo que puede ser utilizado en dietas para personas hipertensas que requieran una baja ingesta de sodio (Norlaily et al. 2012, Busilacchi et al. 2013).
Entre sus componentes funcionales destacan los lípidos ricos en ácido alfa linolénico, mucílagos, tocoferoles, esteroles y antioxidantes (Muñoz et al. 2013, Jiménez et al. 2013).
Por otro lado, gracias a su elevado contenido de fibra alimentaria, el consumo de suplementos a base de semillas de chía es utilizado en dietas para el tratamiento del síndrome de colon irritable y mejoramiento del tránsito intestinal. Se la utiliza también en dietas para pérdida de peso ya que estudios clínicos realizados con dieta suplementada con su harina, sugieren que consumir 35 g de harina de chía al día produce una importante reducción del peso corporal (Vázquez et al. 2010, Tavares et al. 2015) prolongando la sensación de saciedad y produciendo además reducción de la glucosa post prandial (Vuksan et al. 2010).
La presente investigación tuvo como objetivo determinar el contenido de macronutrientes, fibra alimentaria, humedad y minerales en semillas de chía.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se analizaron semillas de Salvia hispanica L. cosechadas en el año 2014 mediante un muestreo por conveniencia, realizado en el Departamento de San Pedro de la Región Oriental del Paraguay. Se enviaron tres kilos de semillas al Departamento de Bioquímica de Alimentos de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Asunción donde se procesaron los análisis por triplicado.
La determinación de humedad se realizó en estufa convencional a 105ºC hasta peso constante, los lípidos totales fueron determinados por soxhlet utilizando éter de petróleo como solvente de extracción, las proteínas por kjeldahl utilizando factor de conversión 6,25. La fibra alimentaria se determinó por el método enzimático gravimétrico de la AOAC (Horwitz 2000), el contenido de carbohidratos totales según el método colorimétrico manual antrona de Clegg (Osborne y Voogt 1986) y cenizas por el método gravimétrico AOAC (Horwitz 2000).
El valor calórico se determinó por cálculo según el método de Atwater and Bryant (FAO 1997) utilizando factores de conversión de proteínas (4 kcal/g), carbohidratos (4 kcal/g) y lípidos (9 kcal/g) y los minerales por espectrofotometría de absorción atómica AOAC (Horwitz 2000).
Los datos fueron registrados en una planilla Excel ® 2007 (USA) y los resultados se expresaron como el promedio de tres réplicas analíticas con sus correspondientes desviaciones estándares (DE) sobre la muestra tal cual.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En la Tabla 1 se observa la composición centesimal de semillas de chía expresada en g/100 g y el valor calórico en kcal/100 g. En relación a su composición centesimal, las fracciones mayoritarias fueron fibra alimentaria, lípidos totales y proteínas, siendo los carbohidratos totales la fracción minoritaria.
Las semillas analizadas presentaron contenidos de humedad y fibra alimentaria superiores a los reportados por Jiménez et al. (2013) en semillas de chía comercializadas en Santiago de Chile (6,2 g/100 g y 33,0 g/100 g respectivamente). Por otro lado, las concentraciones de lípidos y proteínas fueron inferiores a las reportadas por el mismo autor (27,9 g/100 g y 19,9 g/100 g respectivamente), sin embargo, se observaron valores similares en el contenido de carbohidratos totales (8,6 g/100 g). Con respecto al contenido de cenizas, este fue similar al reportado por Porras et al. (2014) en semillas de chía cosechadas en México cuyo valor fue de 4,55 g/100 g.
Las semillas de chía constituyen buena fuente de fibra alimentaria pues una porción de 25 g aporta alrededor del 40% de la cantidad diaria recomendada (MERCOSUR 2006, Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, 2006).
En la Tabla 2 se presentan los contenidos de minerales expresados en mg/100 g destacando como mayoritarios el potasio, calcio, magnesio, hierro y en menor concentración sodio y cinc.
Según el Reglamento Técnico del Mercosur (2006) son buena fuente de potasio, hierro, cinc y calcio debido a que aportan alrededor del 15% de la ingesta diaria recomendada para estos minerales. Los minerales obtenidos en semillas de chía presentan un contenido superior de calcio, pero inferior de potasio, magnesio, hierro, sodio y cinc al ser comparados con valores reportados en Venezuela por Cuevas y Sangonis (2012) en semillas de Linum usitatissinum L., “lino” donde las concentraciones obtenidas fueron calcio 240 mg/100 g, potasio 2.040 mg/100 g, magnesio 384 mg/100 g, hierro 14,5 mg/100 g, sodio 45,8 mg/100 g y cinc 7,59 mg/100 g.
En el Paraguay, la información acerca del contenido de minerales en semillas de chía es limitada, y debido a esto, el conocimiento de su aporte en la nutrición constituye un tema de elevada importancia a fin de potenciar su aprovechamiento.
CONCLUSIÓN
Las semillas de chía analizadas constituyen un alimento de elevado valor nutricional debido al alto contenido de lípidos, proteínas y fibra alimentaria, esta última sugiere que estas semillas poseen excelente potencial como alimento funcional.
Además, son buena fuente de potasio, calcio y magnesio. El bajo contenido de sodio lo hace recomendable para dietas con baja ingesta de sodio.