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Revista del Instituto de Medicina Tropical

Print version ISSN 1996-3696

Rev. Inst. Med. Trop. vol.17 no.1 Asunción June 2022

https://doi.org/10.18004/imt.2022.17.1.1 

Editorial

Solo un hombre bueno puede ser un buen médico". Homenaje póstumo al Prof. Dr. Antonio Heriberto Arbo Sosa

Only a good man can be good physician. Posthumous tribute to Prof. Dr. Antonio Heriberto Arbo Sosa

Gustavo Cuellar1 

Celia Martínez de Cuellar1  2 

1. Universidad Nacional de Asunción, Facultad de Ciencias Médicas. San Lorenzo, Paraguay.

2. Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, Instituto de Medicina Tropical. Asunción, Paraguay.


Solo un hombre bueno puede ser un buen médico"

No se puede parafrasear lo que es textualmente muy claro y expresivo, la frase acuñada por Nothnagel, hoy la aplicamos en homenaje a un hombre bueno y, por ende, un buen médico, un profesor con todas las letras, un gran maestro.

Eran principios de los años '90 cuando llegó él a nuestro pequeño hospital, con sus treinta y pocos años. Desde un principio supimos que llegó para cambiar, literalmente revolucionar nuestro hospital .… y los cambios comenzaron inmediatamente. Así modificamos nuestro concepto de humanidad, de trabajo, de liderazgo, compromiso, de práctica de la medicina e incorporamos la investigación.

Realizó con éxito la separación del ala pediátrica del ala de adultos, formando el exclusivo pabellón Pediátrico, donde con 21 camas iniciamos la práctica de la pediatría y de la infectología pediátrica. Aprendimos a manejar los cuadros infecciosos más severos con innovadores protocolos de atención que incorporaban los adelantos científicos utilizados en el primer mundo.

Cada paciente, era un desafío, nos enseñó la importancia de amanecer al lado del lecho del enfermo y con sutil exigencia, como gesto mas bien humano que médico, nos obligaba a no abandonar al paciente hasta su resolución completa, bajo su estricta supervisión, con recorridas aun en horas de la madrugada.

Sus anecdóticas reprimendas al no haber estudiado, tales como, “te voy a enviar becado a Siberia, sin pasaje de retorno” o a la falta de información bibliográfica, “Eso habrás leído del último número de la revista Ocára Poty kuemi”, también quedaron en nuestra memoria, impulsándonos cada día a buscar la perfección.

Los desafíos médicos de época eran el tétanos neonatal, la meningitis bacteriana aguda por Haemophillus influenza tipo B, los accidentes ofídicos, entre otras patologías que incrementaban las estadísticas nacionales de mortalidad neonatal e infantil. Es así que nos guío por el camino de la investigación, incentivando a la revisión bibliográfica, al análisis de la validez de los artículos, a la búsqueda de opciones terapéuticas. Entonces los desafíos de la época se convirtieron en líneas de investigación y nos asignó protocolos de investigación. El tema asignado, debía ser revisado exhaustivamente, es decir debíamos convertirnos expertos en el tema. Cuando ocasionalmente venían extranjeros de visita a nuestro hospital, nos presentaba como expertos en la línea de investigación designada, lo cual nos llenaba de orgullo; era y sigue siendo un orgullo ser discípulo del Profe. Arbo y haber sido y ser residente del Instituto de Medicina Tropical. Y los protocolos aplicados dieron sus primeros resultados, surgiendo la necesidad de presentarlos en congresos, y luego de publicarlos; y así en su haber existen más de 300 artículos de su autoría, publicados en revistas nacionales e internacionales, en algunas de las cuales somos autores principales o co-autores, donde quedaron plasmadas las experiencias en el manejo de las meningitis bacterianas agudas (1, 2, 3), del dengue (4, 5, 6, 7), de las neumonías (8,9) y otra patologías prevalentes.

Sembró en cada uno de nosotros, el deseo de perfeccionarnos, así nos alentó e incluso promovió becas para enviarnos a la Argentina, Brasil, Chile, México, España, entre otros países, y a nuestro regreso nos recibió con los brazos abiertos como parte de su equipo, asignándonos tareas y responsabilidades.

Una de sus metas fue el de formar líderes, lo cual se ha cumplido a cabalidad; en los 32 años que estuvo al frente del Servicio de Pediatría del Instituto de Medicina Tropical, egresaron 42 pediatras infectólogos con una gran capacidad tanto a nivel académico como en el área de la salud pública, a nivel nacional e internacional; como lo demuestran los cargos ocupados a nivel nacional e internacional, entre ellos ministros, vice-ministros, directores generales del MSPyBS, directores de programas de salud, directores regionales, directores de hospitales, técnicos de los programas nacionales, así como también presidentes, vice-presidentes y miembros de los consejos directivos de las sociedades científicas. A nivel internacional delegados de sociedades científicas, miembros de equipos de investigación, consultores internacionales, asesores de grupos técnicos de la OPS/OMS.

Pero quedaban aún tareas pendientes, así en el año 2006, junto con el Dr. Oscar Merlo crean la Revista del Instituto de Medicina Tropical, hoy día indexada a SciELO, espacio científico donde podemos encontrar publicaciones de nuestro hospital y de otras instituciones. En el año 2011, estableció el primer pos-grado de infectología pediátrica del país, dependiente de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción.

Sus enseñanzas atravesaron las fronteras nacionales, no solo a través de sus publicaciones, a través de la presidencia de los congresos nacionales e internacionales sino que también a través de formación de infectólogos pediatras de América Latina y el mundo entero, durante su desempeño como Jefe de Infectología Pediátrica del Hospital Infantil de México, durante los años 2005 al 2007.

Su enorme capacidad de trabajar en equipo, su capacidad técnica, su liderazgo, su visión de la salud pública, su honestidad y amor a la patria, lo demostró cuando en el año 2012, lo llamaron a ejercer el cargo de Ministro de Salud, donde en tan solo 14 meses de gobierno, en un hecho histórico nunca visto en la historia del país, introdujo 4 nuevas vacunas al calendario vacunal, situándolo entre uno de los pocos países de América Latina con el calendario más completo.

Además, en esos 14 meses, por citar algunos de los numerosos avances realizados, inauguró el Instituto Nacional de Cardiología, “Prof. Dr. Juan Adolfo Cattoni”, a través de un convenio con el Ministerio de Defensa, el cual cuenta con tecnología de primera ofreciendo servicios de consultorio, métodos auxiliares de diagnóstico, laboratorio, internaciones y terapia intensiva para adultos, donde también se efectuarían cirugías generales y trasplantes cardíacos, este hospital se convertía así en una nueva esperanza para las personas de escasos recursos con enfermedades cardiovasculares, una de las principales causas de muerte en el país. También, fortaleció los hospitales regionales con equipamientos, camas hospitalarias y más de 700 camas de terapia intensiva. Su amor por la patria y bienestar por la población paraguaya hizo que en los 14 meses de su gestión se instalaran 218 pozos para permitir el acceso al agua potable, 327 sistemas de agua y 12 mil sistemas sanitarios de alcantarillados.

En agosto del año 2013, ya de regreso a su querido Instituto de Medicina Tropical, prosiguió con su tarea docente y de investigación, formando profesionales bajo su tutela… hasta un 5 de agosto de 2022, día en que su voz se apagó. Se fue el maestro, nuestro maestro, se llevó consigo la satisfacción del deber cumplido a cabalidad, como esposo, padre, amigo y maestro.

Hoy es difícil aceptar y acostumbrarnos a una ausencia muy marcada, pero no importa cuánto ha caminado, importan las huellas dejadas.

Querido Profesor Dr. Antonio Arbo, solo nos resta decir, de corazón... Gracias gracias gracias querido maestro, tu legado quedará por siempre en nuestros corazones, en lo más profundo de nuestro ser, en la medicina paraguaya, en la medicina de América Latina y en la del mundo entero!

Referencias bibliográficas

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