Dentro de las fronteras del Paraguay habitan mas de 100000 personas (112.848 según el censo del 2012) que pertenecen a los pueblos originarios1. Estas personas pertenecen a 19 etnias, agrupadas en cinco familias linguisticas2. Todas ellas. A pesar de la riqueza de sus culturas, lenguas e historias siguen estando entre los grupos de población más vulnerables3.
El estado de salud de los pueblos indígenas es muy diferente del de las poblaciones no indígenas en diferentes países, pero de manera particular en nuestro país. En este sentido, mientras la mortalidad global en el Paraguay es de 5.6 por 1000 habitantes4, en población indígena esta figura es de 16.9 por 10005. Esta diferencia se magnifica al considerar la población infantil. Asi mientras que en la población total del país por cada mil niños nacidos vivos la cantidad de defunciones es alrededor de 17 por 1000, para la población indígena esta proporción alcanza a 109 por 1000 mil, alcanzando en algunas comunidades hasta la cifra de 400 por 10005.
En el presente número de la revista Helman V y col analizan un aspecto sanitario de una población originaria, presentando los resultados de un estudio de la prevalencia de parasitosis en la comunidad indígena. En los países de Latinoamérica, se estima que una de cada tres personas está infectada por geohelmintos y cerca 46 millones de niños entre 1 y 14 años están en riesgo de infectarse por estos parásitos6. En el estudio realizado en la comunidad de los Ache, que están ubicados en el distrito de Naranjal, Departamento de Alto Paraná, se encontró que el 85% de los niños estudiados estaban parasitados, siendo el 61% de los casos poliparasitosis. Al analizar la representación de parásitos,Giardia lambliarepresentó el 46.4% de los parásitos, siendo el mas frecuente, seguido porAscaris lumbricoides(43%),Trichuris trichuria ( 31%) yStrongyloides estercoralis(26%). Todos estos parásitos comparten el mismo ciclo de transmisión que implica la ingesta de agua o alimentos contaminados, o penetración a través de la piel (Strongyloides) (Geohelmintiasis).
Esta elevada cifra de parasitación no es sino el reflejo de las precarias condiciones en que las comunidades indígenas se desenvuelven, ya que no cuentan con red de aguas, ni lugares adecuados para el depósito de las excretas y basura, lo cual, aunado a los escasos recursos económicos, y alfabetización (el 76% no leen ni escriben) reuniendo así todos los componentes que condicionan el desarrollo de diversas enfermedades, en especial las enteroparasitosis5.
Es sabido las consecuencias negativas de la parasitosis como: anemia, retardo de crecimiento, desnutrición, trastornos del desarrollo, retraso en el desempeño cognitivo, pérdida de memoria, problemas de lenguaje y motricidad, lo que a su vez ocasiona alteraciones en el desempeño educativo, ausentismo y deserción escolar, fatiga crónica7. Esto hace a las parasitosis un retroalimentador de las paupérrimas condiciones de la población indígena.
Aunque el tratamiento antiparasitario puede ayudar momentáneamente a mitigar las consecuencias inmediatas de la parasitosis, mientras no mejoren los determinantes sociales de las comunidades originarias toda mejoría será transitoria.