INTRODUCCION
La transición nutricional, fenómeno global caracterizado por un alto consumo de alimentos de origen animal, hidratos de carbono de absorción rápida y grasas vegetales 1, direcciona la necesidad de analizar la calidad de la dieta, ya que esta repercute directamente en el estado nutricional y calidad de vida de una persona, independiente de la etapa del curso de la vida en que se encuentre 2.
En personas mayores, la calidad dietaria condiciona la aparición de enfermedades, en especial, aquellas de tipo crónicas 3, sin embargo, también se reconoce que la alimentación supedita la salud mental 4, así como el desarrollo de enfermedades neurológicas degenerativas crónicas, como la esclerosis lateral amiatrófica o la demencia, entre otras 5 o la presencia de trastornos afectivos, como la depresión, en el que algunos nutrientes condicionan la aparición y también la evolución de sus síntomas, resaltado los carbohidratos de absorción rápida y las grasas saturadas 6.
El cerebro modula distintos sistemas del organismo, como el gastrointestinal, desde las relaciones del eje Sistema Nervioso Central-Tubo Digestivo 7. Para su función, el tracto digestivo requiere de subsistemas como glándulas, circulación linfática y sanguínea, además de un epitelio mucoso y una red neuronal con centros en la pared del tubo digestivo (inervación intrínseca) que esté comunicado con el sistema nervioso central (inervación extrínseca), lo que mantiene la actividad integrada de todos los subcomponentes, incluyendo el sistema endocrino y el sistema inmunológico 8.
El intestino, como parte del tracto gastrointestinal, es reconocido como un “segundo cerebro”, el que se conecta directamente por el nervio vago a través de hormonas y neurotransmisores; estos últimos pueden ser afectados por microorganismos (MO), lo que conllevaría la presencia de distintas enfermedades, incluyendo algunas que afectan la salud mental 9. El intestino se presenta como el mayor reservorio de MO y es dependiente de la alimentación que presenta una persona, al igual que otros factores genéticos o la edad 10. Este conjunto de MO que conviven en simbiosis construye un ecosistema en el tracto intestinal es reconocido como microbiota intestinal 11.
La relevancia que presenta la microbiota en el equilibrio entre la salud y la enfermedad en todas las etapas de las trayectorias de vida, pero en especial, en la adultez mayor, es la base de esta revisión, que tiene como objetivo el desarrollar una búsqueda en diversas fuentes de información sobre la relevancia que presenta la alimentación y nutrición para la mantención y equilibrio de la microbiota en personas mayores.
Estrategia de búsqueda
La investigación responde a una revisión descriptiva de información, ya que entrega una actualización sobre microbiota intestinal, referido al rol que ejerce la alimentación y nutrición en su equilibrio y su importancia en una etapa clave del curso de la vida: las personas mayores. El plan de estrategia de búsqueda se inicia con el reconocieron las palabras clave que permitirán el inicio de la revisión. Estas correspondieron a “microbiota”, “microbiota intestinal”, “persona mayor”, “alimentación” y “nutrición”. De manera posterior, se reconocen las bases de datos en donde se realizará la búsqueda; estas fueron Wos, Pubmed, Scopus, Scielo, Bireme, EBSCO, Dialnet y Google Aadémico. La búsqueda se realizó usando las palabras claves de manera aislada o una combinación entre ellas, en idiomas inglés o castellano. De los artículos y páginas Web reconocidas, solo se mantuvieron los que respondían a las metas de la búsqueda de información, presentando un total seleccionado de 60 artículos, entre originales o revisiones que profundizaban o entretejían las temáticas estudiadas.
Microbiota intestinal: conceptos generales
La microbiota intestinal (MI) se desarrolla en el ser humano, desde el momento en que se tiene contacto con la flora bacteriana fecal de la madre y el paso por el canal vaginal durante el parto 12. Luego se adquiere de otros humanos y del ambiente después de nacer, aunque estudios incipientes en el que utilizan técnicas moleculares, están reconociendo comunidades de MO en la placenta, líquido amniótico, cordón umbilical y meconio de fetos en embarazos sanos 13.
Entre sus funciones, la MI estaría presente en el crecimiento corporal (función trófica), el desarrollo de la inmunidad (función de protección) y la nutrición de las personas (función de nutrición y metabolismo); en esta última función, participa en la regulación del metabolismo energético del organismo, a través del rescate colónico de energía desde la fibra dietaria y la regulación del almacenamiento de grasa por parte de las células adiposas, además de estar presente en la síntesis de vitamina K, aminoácidos o ácidos grasos de cadena corta 14-16. En la actualidad, se describen cuatro divisiones (phylum) como constituyentes de la MI: Bacteroidetes (gram negativo), Actinobacterias (gram positivo), Protobacterias (gram negativo) y Firmicutes (gram positivos), estos último que pueden llegar a representar hasta el 99% del MI 17.
La MI si bien, tiende a mantenerse estable, varía de una persona a otra o incluso, en la misma persona en distintas etapas del curso vital, situación que también se replica en población de distintos países en función de sus patrones alimentarios 18. Las alteraciones ambientales, la alimentación o el estrés, entre otros factores, potencian la modificación de la MI, aunque se reconoce que el uso regular de algunos fármacos afecta aún más su estabilidad, favoreciendo el desequilibrio en el tipo de MO, con un aumento de la flora patógena 19. Estas alteraciones en la MI, conocida como disbiosis, se relacionan a la aparición de distintas enfermedades que incluyen entre otras, el asma, obesidad, enfermedad celiaca, cáncer o síndrome de intestino irritable 20,21, aunque también se asocia a alteraciones del desarrollo mental, como el trastorno del espectro autista o enfermedades neurodegenerativas, como la demencia tipo Alzheimer 22,23. La comunicación entre el MI y el cerebro se realiza a través del eje microbiota-intestino-cerebro, que permite la conexión entre el sistema nervioso central y entérico, además del sistema autónomo, neuroinmune y neuroendocrino, mediante neurotransmisores, hormonas y citoquinas, lo que permite revalorar la MI en diversas funciones fisiológicas, conductuales y también cognitivas 24.
Microbiota, nutrición y alimentación
La diversidad de MI está condicionada a los estilos de vida que presente una persona, en especial, las conductas alimentarias adquiridas en el tiempo 25. Una MI saludable es la consecuencia de un equilibrio en la diversidad de MO, por lo mismo, una alimentación que permita un adecuado equilibrio y suficiencia dietaria, será la base para mantener la MI 26. Sin embargo, la transición alimentaria ha favorecido el consumo de alimentos de alta densidad energética en desmedro de la ingesta de frutas y verduras, alimentos que aportan nutrientes que permiten un mejor equilibrio de la MI 27. El consumo excesivo de alimentos ricos en carbohidratos, grasas saturadas y ácidos grasos trans, además de ser bajos en fibra dietaria, están asociados a una MI poco saludable y favorable a una disbiosis en un ambiente inflamatorio 28,29. Los carbohidratos son identificados como uno de los macronutrientes con mayor influencia en la MI, específicamente, los de absorción rápida como la glucosa, fructuosa y sacarosa 30. Por otra parte, los micronutrientes actúan como sustratos y cofactores de los MO para numerosas actividades, como síntesis y reparación del ADN o trasferencia de electrones, entre otras funciones 31.
Como prevención y parte del tratamiento no invasivo en la mantención de la MI, se debe incrementar el consumo de fibra dietaria y antioxidantes 32 junto a alimentos funcionales, específicamente, prebióticos (ingredientes fermentados que condicionan la actividad de la flora gastrointestinal estimulando el crecimiento y actividad de MO), probióticos (MO vivos con efectos beneficiosos para el huésped) y simbióticos, una mezcla que comprende MO vivos y sustratos, los que son utilizados selectivamente por MO huésped y otorgan beneficios para la salud del anfitrión 33,34. Estos alimentos funcionales permiten restaurar o mantener la MI y a la vez, aumentar su diversidad y de esta manera, ser capaz de prevenir una serie de enfermedades y también, mantener el estado de salud y calidad de vida de las personas, independiente del momento del curso de vida en que se encuentran 35-37. A lo anterior y desde la dietética, es importante incrementar el consumo de frutas y verduras, alimentos integrales, pescados, lácteos y carnes bajas en grasas, además de reducir la ingesta de alimentos altos en azúcar o ultraprocesados, que aportan los nutrientes que alteran la MI 38.
Microbiota en el curso de la vida: ¿qué ocurre con las personas mayores?
En las personas mayores se reconoce que la MI se modifica de manera fisiológica como parte del proceso de envejecer; en esta etapa de vida, aumenta la permeabilidad intestinal y la traslocación bacteriana, lo que frente a una disbiosis, la reducción en la motilidad intestinal y de la secreción gastrointestinal, permiten la modificación de células endocrinas repercutiendo de esta manera en la liberación de neurotransmisores y la presentación de inflamación crónica de bajo grado lo que favorece la aparición de patologías neurodegenerativas 39,40. También se presenta como parte del envejecimiento, una reducción en la diversidad y una alteración en la inmunidad inmediata, que favorece las modificaciones de la flora intestinal y el desequilibrio de la MI, lo que podría complicar la calidad de vida de una persona mayor, además de favorecer la aparición de sarcopenia y una posible alteración en la función cognitiva que conlleve a la presentación de fragilidad en este grupo de personas 41-43. Es trascendente la presencia de una MI diversa en todo el curso vital, ya que este escenario intestinal, es garante de una serie de beneficios en salud, en especial en personas mayores; sin embargo, se reconoce que esta necesidad de variedad no necesariamente se presenta en este grupo de personas 44.
Una manera de potenciar la necesitada diversidad de la MI es a través del consumo de una alimentación variada, suficiente y equilibrada 45. Para su logro, se requiere recibir una educación alimentaria, que se base en la inclusión de contenidos sobre MI y alimentación saludable, mediante el uso de sesiones o charlas como estrategias metodológicas de comunicación sanitaria, ya que esto permitirá fortalecer los conceptos e importancia de su regulación en las personas mayores 46, además de regular el consumo de los carbohidratos, en especial los de absorción rápida, las proteínas y los lípidos, ya que estos nutrientes influyen en la MI y la generación de metabolitos que pueden condicionar el funcionamiento de células inmunitarias 47. Se recomienda de manera ideal, el mantener una dieta Mediterránea como estilo de vida 48, además de un especial cuidado de la salud bucal, esencial en la composición de la MI 49. A lo anterior, se debe regular el consumo de drogas estimulantes y alcohol ya que incrementan la permeabilidad intestinal, lo que favorece la disbiosis; por otra parte, el abandono del tabaco incrementa la diversidad de los MO a nivel intestinal 50. También en los estilos de vida saludables, el desarrollo de ejercicio en personas mayores tendría un efecto positivo en la MI, mejorando la calidad de vida y el desarrollo de actividades de la vida diaria, además de beneficios en la salud mental de personas mayores 51,52. Una nutrición suficiente y equilibrada, en el que se destaque, por ejemplo, la entrega de ácidos grados poliinsaturados, compuestos bioactivos o antioxidantes, vitaminas como el ácido fólico, vitamina C o minerales como hierro o selenio, aportan los sustratos necesarios para una adecuada función cerebral, lo que permite manifestaciones conductuales y cognitivas saludables 53.
El rol de los comportamientos alimentarios en la mantención de la MI, permite resaltar la importancia que los ambientes alimentarios presentan, estos últimos, comprendidos como los entornos del quehacer diario y que condicionan las decisiones alimentarias, en construcción con aspectos culturales, sociales políticos y económicos y que permiten direccionar los estilos de vida de una persona y su contexto 54. En los ambientes alimentarios domésticos, emergen las preferencias alimentarias primarias y también, es el espacio en donde se replican las prácticas, técnicas y saberes alimentarios 55, por lo mismo, se visualizan como una extensión para mantener una alimentación más saludable y que a la vez, proteja la MI.
Resultados de recientes investigaciones reconocen que una modificación en la composición de la MI puede mejorar la neuroquímica cerebral, sugiriendo la necesidad de comprender y valorar el rol del papel que ejerce el eje intestino-cerebro en la etiología de enfermedades como Parkinson, trastornos del ánimo, regulación del apetito y osteoporosis, además de comprender el rol y el uso de probióticos, prebióticos, antibióticos y trasplante fecal en la prevención y tratamiento de estas enfermedades o trastornos 56-59. La necesidad de seguir investigando en este tema se identifica en un estudio realizado en Japón en personas mayores de sexo masculino que realizaron ejercicios de resistencia a corto plazo por cinco semanas y en el que se midió la composición y diversidad de la MI; entre sus resultados, se reconoce que el desarrollo de ejercicios de resistencia tiene efectos mínimos sobre la diversidad y composición de la MI, sin embargo, estos cambios durante la intervención se asociaron a riesgos cardiometabólicos 60.
CONCLUSION
En personas mayores, al igual que todas las trayectorias del curso de la vida, la mantención y equilibrio de la microbiota es relevante para la conservación de una adecuada calidad de salud. Apropiadas conductas y hábitos alimentarios garantizarán una nutrición que preserve en calidad y cantidad a la MI.
Como reflexión, la MI es la resultante de los estilos de vida, que repercuten en el estado de salud de una persona mayor; desde una mirada biopsicosocial y desde la convicción de que una alimentación saludable y una estabilidad en la salud mental, van a permitir un equilibrio en la MI, es necesario el fomento a nivel comunitario y de equipos de salud, de diversos programas o acciones educativas que centren esfuerzos en la mantención y valoración de la MI en la promoción de estilos de vida saludables.
Agradecimiento: al programa de Doctorado de Investigación Gerontológica de la Univesidad Maimónides, en especial, a las Dras. Graciela Zaresbki y Alicia Kabanchik, por direccionar la realización del artículo.