INTRODUCCIÓN
Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el aborto se define como la interrupción de la gestación, ya sea de manera espontánea o provocada. Se estima que entre 48 y 186 millones de personas sufren trastornos reproductivos, entre los que se incluye el embarazo anembrionario como una de las causas principales1. El aborto espontáneo, que implica la pérdida no intencionada del embarazo, es un evento común que puede tener un alto impacto emocional en las parejas fértiles. Se estima que ocurre en aproximadamente el 15% de las gestaciones, con una frecuencia del 1% entre parejas fértiles2. Las causas comunes incluyen anomalías cromosómicas incompatibles con la vida y fallas en la implantación, particularmente durante el primer trimestre de la gestación3. El principal factor detrás del embarazo anembrionario es la alteración en el número de cromosomas en el óvulo o el espermatozoide. Tras la fecundación, el embrión no logra desarrollarse ni diferenciarse completamente, deteniéndose la división celular4. En estudios similares se han identificado diversos factores teratogénicos, físicos, químicos e infecciosos que pueden interrumpir la división celular y están implicados en la patogénesis del embarazo anembrionario5. Aunque en muchos casos no se identifica una causa específica para el desarrollo de esta condición6. El diagnóstico se realiza principalmente mediante la ecografía uterina, que revela un saco embrionario vacío, siendo este significativamente más pequeño que en los embarazos normales7. Se han observado asociaciones significativas entre los niveles de hormona coriónica gonadotropina (HCG), estradiol y progesterona a partir de las semanas 6 a 8 de gestación. Esto sugiere que, en ausencia de un embrión, la HCG podría ser el principal estímulo para la síntesis de esteroides por el cuerpo lúteo8. Sin embargo, las mediciones de estas hormonas en sangre no son útiles para el diagnóstico del saco anembrionario8. El diagnóstico definitivo se basa en criterios ecográficos específicos, como un saco embrionario con diámetro menor de 12 mm y sin aumento significativo en su tamaño tras dos semanas, o un saco de más de 12 mm sin signos de actividad cardíaca fetal siete días después del primer ultrasonido, ambos con alta especificidad9. El tratamiento puede ser médico o quirúrgico. En el manejo médico se utilizan fármacos como el misoprostol solo o combinado con metotrexato, sin que haya diferencias significativas en las tasas de éxito entre ambas opciones10. Por otro lado, el manejo quirúrgico mediante legrado es el enfoque más común, siendo rápido, de bajo riesgo y eficaz para reducir el tiempo de sangrado11.
PRESENTACIÓN DEL CASO:
El caso clínico describe a una paciente de 30 años, que está experimentando su primer embarazo de 5,6 semanas con 1 consulta prenatal previa, y sin historial médico previo de abortos ni antecedentes familiares o personales relevantes. Consulto en el servicio debido a la expulsión espontánea del saco embrionario. La paciente relata haber tenido un sangrado vaginal abundante durante las últimas 12 horas, con presencia de coágulos, acompañado de dolor tipo cólico en la parte baja del abdomen que se irradia hacia la región lumbar, además de mareos. A su ingreso, presenta signos vitales estables. Los resultados del hemograma muestran valores dentro de los límites normales, mientras que el nivel de beta-HCG es de 300 mUL/ml, inferior a los valores esperados en un embarazo normal. Durante el examen físico, se observa un sangrado activo con coágulos y el cuello uterino está abierto. La ecografía transvaginal revela la presencia de un saco gestacional con contenido anecoico de 5,6 semanas (Figura 1), en la cual no se detecta embrión ni latido fetal, con lo que se realizó diagnóstico de embarazo anembrionario. Durante la evaluación, se diagnosticó un embarazo anembrionario al no observarse embrión ni latido fetal. La paciente experimentó la expulsión espontánea del saco gestacional sin necesidad de medicación. (Figura 2) Su recuperación fue sin complicaciones y fue dada de alta en estado clínico favorable.
El medico sugirió a la paciente realizar algunos estudios adicionales para analizar el material a fin de conocer si presentaba anomalías genéticas o problemas médicos relacionados al aborto espontaneo, además el medico sugirió a la paciente realizarse análisis clínicos para conocer la salud del endometrio y la presencia o no de infecciones vaginales que pudieran influir en el aborto espontaneo.
En relación al estudio genético acerca del material abortado, la paciente afirmo que iría a una consulta con algún especialista genético para descartar cualquier anomalía que puedan influir en el embarazo anembrionado para futuras gestaciones.
El profesional médico además sugirió a los familiares de la paciente, buscar apoyo psicológico y emocional, el embarazo anembrionado o el aborto espontaneo podría ser una experiencia muy difícil para la paciente y sus familiares.
DISCUSIÓN
El embarazo anembrionario es una variante de aborto espontáneo asociada a factores genéticos y cambios típicos en lípidos, homocisteína y hormonas esteroides como la progesterona durante la gestación normal12. Aunque la paciente proviene de una familia con antecedentes de diabetes, ella misma afirmó ser diabética, lo que algunos estudios vinculan con el embarazo anembrionario13. La paciente reportó sangrado, un síntoma común de aborto, frecuentemente asociado con esta condición12. En este caso clínico, la paciente no tenía antecedentes médicos relevantes aparte de la diabetes. El diagnóstico fue confirmado por medio de la ecografía, que mostró un saco gestacional vacío y ausencia de latido fetal, el saco gestacional sin embrión ni latido fetal ni vesícula vitelina presentaba una medición de 12,9 x 14,8 x 18,4 mm, compatible con una gestación de 5,6 semanas, con desarrollo de la placenta; la vesícula vitelina es característica de las primeras semanas de desarrollo, el hallazgo confirma que la gestación no esta en su desarrollo normal y que no sería viable, La rápida intervención del especialista fue crucial para diferenciar esta condición de otros tipos de embarazo como mola gestacional, embarazo ectópico, o embarazo no viable temprano, casos de aborto con embrión presente dentro del saco gestacional , permitiendo un manejo adecuado13. La paciente no requirió tratamiento médico o quirúrgico ya que expulsó el saco embrionario espontáneamente, evitando así el uso de medicación como el misoprostol y se procedió a una limpieza uterina general. En otras circunstancias, el manejo del embarazo anembrionario puede incluir opciones médicas como el uso de misoprostol, solo o combinado con metotrexato, aunque no hay diferencia evidente en la tasa de éxito entre ambos tratamientos. Se sugiere que el misoprostol es más efectivo por vía vaginal14. Después de la expulsión del saco gestacional, se realiza una limpieza de la cavidad uterina, un enfoque que algunos expertos consideran más efectivo que el tratamiento médico15. Después de controlar los signos vitales y observar a la paciente durante 24 horas, fue dada de alta sin complicaciones.
CONCLUSIÓN
El embarazo anembrionario plantea importantes desafíos emocionales y diagnósticos para las mujeres embarazadas. Este estudio de caso resalta la crítica importancia de realizar evaluaciones médicas rápidas mediante ecografías tempranas para confirmar diagnósticos y ofrecer el apoyo necesario. La intervención oportuna del médico es fundamental para asegurar el bienestar emocional y físico de la paciente. Además, es crucial continuar desarrollando e investigando nuevos métodos de detección para mejorar los resultados obstétricos.
El embarazo anembrionario, conocido como embarazo de saco vacío debido a la ausencia de latido embrionario, es una forma temprana de aborto. Después del tratamiento, las pacientes suelen poder concebir nuevamente sin complicaciones. En casos de abortos únicos o recurrentes, se recomienda realizar pruebas de cariotipo materno para detectar posibles anomalías cromosómicas que puedan estar contribuyendo a estas pérdidas.
Las limitaciones pueden incluir la variabilidad en la presentación clínica y los síntomas, lo cual dificulta la estandarización en el diagnóstico. Además, la disponibilidad y precisión de las pruebas diagnósticas como la ecografía pueden influir en la detección temprana y la confirmación certera de la condición. La recopilación de datos retrospectivos también puede ser limitada por la falta de información detallada o registros incompletos, afectando la profundidad del análisis y la generalización de los resultados.