INTRODUCCIÓN
La familia, núcleo de la sociedad, cubre las necesidades físicas de seguridad, de procreación, enseña destrezas socioculturales y fomenta propósitos para la vida a sus miembros, con el control de su ambiente y aceptación colectiva1,2.
El grado de salud familiar (organización, dinámica, funcionamiento) se determina mediante: a) el crecimiento familiar (morfogénesis); b) la estabilidad familiar (homeostasis); y c) la cohesión comportamental; representando ajustes y cambios requeridos en su organización y trayectoria de valores3,4.
El riesgo familiar es la probabilidad de consecuencias adversas individuales o familiares, de tipos biológico-demográficos, físico-ambientales, socioeconómicos, psicoafectivos, trayectoria familiar, prácticas de salud y servicios de salud5. En función del riesgo la estructura familiar se describe según: tipología (familia: nuclear6, nuclear modificada, nuclear reconstruida, extensa, extensa modificada, atípica); ciclo vital familiar; composición (número de personas, promedio de edad, sexo)3.
El APGAR familiar (elaborado por Smilkstein, 1978)7, contiene cinco enunciados que aluden a la familia funcional: Adaptación (A): Resolver problemas que amenazan el equilibrio familiar. Participación (P): Compartir la toma de decisiones y responsabilidades. Crecimiento (G - Growth): Madurez emocional, física y de autorrealización de los miembros con el soporte y guía mutua. Afecto (A): Relación de amor y atención mutua. Resolución (R): Compartir los recursos de espacio, tiempo y dinero8.
Al evaluar la disfunción familiar que afecta a los miembros de la familia9, el divorcio es un agravante para la pareja y los hijos. Al formar una etapa más del ciclo vital, se tiende a proteger a los hijos aun ante la desdicha10. El infortunio del divorcio para los hijos durante la infancia puede acarrear consecuencias en la salud mental en la adolescencia: déficit del rendimiento escolar y/o deserción, y violencia11. Deberían planificarse programas de contención y prevención para este tipo de población12,13.
El embarazo en la adolescencia, es otro problema álgido a la fecha con un aumento sostenido en su incidencia y requiere de estrategias vitales para prevenirlo14.
Luego está el fenómeno de transición demográfica (padres de familia que migran por plazas laborales y un mejor ingreso, aumenta el número de hogares monoparentales, y madres de familia que ingresan en la fuerza laboral) que torna endeble el núcleo protector del adolescente15. Y la transición epidemiológica (conductas de riesgo de los mismos adolescentes: abuso de sustancias, actividad sexual precoz, etc.) acarrea enfermedades de transmisión sexual, accidentes de tránsito, depresión y suicidio5.
Además, por la disgregación familiar u otros factores socioeconómicos, los hijos adolescentes se han visto impelidos a trabajar para salir adelante, inclusive abandonando los estudios, complicando aún más la realidad socioeconómica y cultural del individuo, de la familia y la sociedad16.
Las Unidades de Salud Familiar, en nuestro medio, procuran un mejor enfoque integral de los riesgos biopsicosociales del individuo, de la familia, y de la comunidad17,18.
Partiendo de estos conceptos, en la Unidad de Salud Familiar Virgen de Guadalupe, en el Barrio de Rosa Mística, Distrito de Mariano Roque Alonso, se quiso caracterizar el riesgo y el grado de salud de un grupo de adolescentes que conforman familias con cierto grado de disfunción familiar, buscando generar y plantear acciones preventivas de salud pública, en vista que no se han conocido estudios previos realizados en Paraguay que aborden la dimensión de dicha problemática desde Atención Primaria19.
Los objetivos del trabajo fueron determinar la frecuencia y caracterizar la disfunción familiar en los adolescentes como grupo vulnerable en el seno familiar, del Barrio de Rosa Mística, Mariano Roque Alonso - 2012.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se diseñó un estudio observacional descriptivo, transverso y retrospectivo, validado por el Comité de Ética en la Investigación de la Dirección General de Atención Primaria de la Salud. La unidad de muestreo y análisis fueron los adolescentes en 148 familias, de 10 a 18 años de ambos sexos, que habitan el Barrio Rosa Mística del Distrito de Mariano Roque Alonso, que acudieron al servicio en compañía de sus padres y que luego de ser atendidos en el consultorio médico accedieron a la entrevista, previo consentimiento informado de los padres de familia y de sus hijos adolescentes, respetándose los principios éticos de privacidad, intimidad, confidencialidad y anonimato. Cada uno de los encuestadores fue capacitado en la forma de instruir al encuestado ante las posibles eventuales solicitudes de aclaración por parte de los sujetos de estudio, utilizando el mismo patrón de cuestionarios. Se utilizó el censo poblacional que desarrolló la Unidad de Salud, identificándose los posibles riesgos biopsicosociales y familiares de la comunidad (información sobre vivienda, su ubicación y el número de personas que la conforman). En segundo lugar la historia clínica y el APGAR familiar según la técnica de Smilkstein7 donde se considera cada uno de los cinco enunciados del instrumento en una escala de tres opciones: Siempre = 2; Algunas veces = 1; y Nunca = 0, obteniéndose una puntuación del 0 al 10, y así evaluar el posible grado de funcionamiento familiar (Buena función familiar: 8 - 10 puntos; Disfunción familiar leve a moderada: 4 - 7 puntos; y Disfunción familiar severa: 3 puntos o menos), lo cual se indagó durante las consultas médicas en el período de abril a septiembre de 2012.
Las variables incluidas fueron: demográficas, constitución y funcionamiento familiar, conductas de riesgo (violencia física o emocional), antecedentes personales de salud de los adolescentes, salud reproductiva, hábitos personales y familiares (alcoholismo y tabaquismo, consumo de sustancias), situación escolar de los adolescentes y situación laboral de los padres y de los adolescentes. Se interrogó por consumo de sustancias, conductas sexuales, síntomas emocionales y dinámica de comunicación familiar.
Los datos registrados fueron tabulados en una base diseñada en hoja electrónica Excel de Microsoft Corporation™ versión 2007. Las variables cualitativas se resumieron en frecuencias absolutas y porcentuales y se presentaron en tablas o gráficos, las cuantitativas en medidas de tendencia central y de dispersión. A pesar que el instrumento original (APGAR Familiar) puede ser aplicado a varios miembros de la familia, en este estudio se aplicó solamente a los adolescentes y se asoció la percepción de los mismos acerca de diversas dimensiones de la vida familiar, tales como funcionamiento, comunicación, cohesión, dinámica familiar: ausencia de tiempo para compartir en familia, ausencia de recursos o fuentes de apoyo ante la presencia de dificultades y una mala organización familiar20, y las variables dependientes (con excepción de variables del grupo “dinámicas de comunicación familiar”) mediante la prueba de chi cuadrado de Pearson, expresándose la magnitud del riesgo en términos de odds ratio (OR).
RESULTADOS
Fueron evaluados 148 adolescentes, el 35,2% del sexo masculino, el 64,8 % de sexo femenino; el promedio de edad fue de 14,2 años; el 3,4% No Escolarizado y el 24,8% Escolaridad No acorde a la edad; el 64,8 % con Tipología de Familia Nuclear (Tabla 1).
La frecuencia de disfunción familiar severa fue de 2,0% (APGAR familiar <3). La disfunción familiar leve a moderada (APGAR familiar 4-7) se observó en el 57,0% de los casos (Figura 1).
Uno de los posibles factores de riesgo familiar y social es el tipo de relación de los padres de familia (status matrimonial); en tal sentido se determinó que 103 adolescentes provenían de matrimonios estables (69,6%), 9 de uniones estables (6,0%), 26 convivían en con padres en proceso de separación (17,6%), 2 en situación de divorcio (1,4%). (Figura 2).
La convivencia del adolescente con sus progenitores u otros familiares fue también evaluada. Se observó que 90 (60,8%) vivían con ambos progenitores, 22 (14,8%) sólo con uno de ellos, prevaleciendo la convivencia con sus madres. Además de convivir con la madre, 5 (3,4%) también compartían con sus abuelas maternas, 10 (6,8%) con el padrastro. Además, 13 (8,9%) residían con otros familiares (abuelas, hermana, tíos, primos, y 6 (4,0%) con su pareja sentimental (Figura 3).
Nueve de las 102 adolescentes presentaban embarazos o ya tenían hijos, correspondiendo al 9,0% del total de adolescentes mujeres. Lo cual no representaba una asociación directa con las familias disfuncionales (OR=1,23; IC=95%).
Del total de adolescentes encuestados el 2,0% consumía sustancias tóxicas (alcohol y cigarrillo). En cuanto a la repercusión del consumo de sustancias por parte de los padres, no se encontró asociación con una mayor tendencia a consumir sustancias por parte de los hijos (OR=0,39; IC=95%).
Finalmente, la deserción escolar representó el 3,4% del total de adolescentes encuestados y los que trabajaban representaron el 5,4% del total de adolescentes encuestados (el 2,7% trabajaban y estudiaban, y el 2,7% dejaron de estudiar ante la necesidad de trabajar) (Figura 4). Se observó que la deserción escolar podría darse en relación a las familias disfuncionales (OR=2,12; IC=95%).
DISCUSIÓN
Según el estudio realizado a un grupo de 815 adolescentes provenientes de tres establecimientos educacionales de la Ciudad de Santiago de Chile, en junio del 2006, respondieron a un cuestionario validado por la OPS donde se exploró su percepción acerca funcionalidad y la dinámica familiar. Y se obtuvo que el 66,5% de los escolares percibía que sus familias eran disfuncionales.
Llama la atención que de todos los escolares chilenos integrantes de hogares percibidos por los estudiantes como disfuncionales resaltaba el hecho que presentaban un riesgo significativamente mayor del consumo de tabaco, marihuana, tranquilizantes, alcohol y cocaína. Por otro lado, menos del 50% de los adolescentes señalaba no tener una comunicación adecuada con sus progenitores. El 43,5% de los adolescentes declaró haber tenido relaciones sexuales, siendo la prevalencia significativamente mayor en hombres que en mujeres.
El riesgo de presentar la totalidad de las condiciones descritas anteriormente fue significativamente mayor en adolescentes que percibían sus hogares como disfuncionales en comparación a hogares percibidos como funcionales11.
Otro estudio realizado en Cartagena, Colombia que se llevó a cabo el 2011 a un grupo de 1730 estudiantes entre hombres y mujeres de 13 y 17 años de edad que aceptaron participar, se identificó disfunción familiar mediante el APGAR familiar en un grupo de 896 estudiantes (51,8%). Fueron predictores de disfunción familiar: síntomas depresivos con importancia clínica, baja religiosidad, familia no nuclear21, consumo de alguna sustancia en la vida, residente en estrato bajo y mal rendimiento académico22.
De esta manera, se puede visualizar que los factores de riesgo identificados y analizados en el presente trabajo afectan la dinámica y funcionalidad familiar y la salud del adolescente, aunque en menor escala en comparación al estudio obtenido en Santiago de Chile. Y el estudio de Cartagena se logró realizar a un grupo mayor de encuestados.
Existe disfunción familiar en este grupo de familias (APGAR familiar leve a severo), ya que los factores de riesgo identificados y analizados en el presente trabajo afectan la dinámica y funcionalidad familiar y la salud del adolescente. Resulta imprescindible que se cuente con el apoyo de un equipo multidisciplinario que trabaje en esta comunidad, brindando una atención diferenciada al adolescente23. Desde el punto de vista de prevención y promoción de la salud, incidir en la realización de charlas sobre salud sexual y reproductiva24, consumo de sustancias25. Y apoyo psicológico con un enfoque de rehabilitación. Involucrar a las instituciones educativas del medio, gobierno local y nacional (por citar, a través de la Secretaría de la Niñez y Adolescencia, de la Dirección de Salud Integral de la Niñez y la Adolescencia, y el Ministerio de Educación y Cultura), a la búsqueda de soluciones a corto y mediano plazo de los problemas identificados como factores de riesgo de la disfunción familiar de la comunidad.
Se recomienda efectuar otros estudios similares en las otras USF del territorio nacional con diferentes perfiles poblacionales a fin de poder establecer cuál es la situación general del país26, pudiendo abordarse, además, distintas problemáticas de salud que afecten al adolescente y que repercutan en la familia, a citar: abuso de sustancias25; relación sexual precoz que conlleven a embarazo en la adolescencia y/o infecciones de transmisión sexual27,28, patología cervical29; depresión y riesgo de suicidio30; bajo rendimiento escolar o deserción escolar31, entre otras.