INTRODUCCIÓN
El consumo de drogas constituye un problema de salud pública cuyos efectos sobre el desarrollo y la seguridad son graves(1-3), motivo por el cual es considerado de gran trascendencia social, ya que abarca dimensiones muy amplias y complejas e impacta desfavorablemente en la salud y la calidad de vida(4,5).
Es considerado un factor de riesgo para la salud en todo el mundo, ya que provoca un mayor riesgo de contraer enfermedades, y muerte por suicidio o sobredosis(2,6), además de altas probabilidades de desarrollo de todo tipo de desórdenes mentales. Sus consecuencias van mucho más allá del usuario, afectando a su familia y a otras relaciones personales(1).
El Informe Mundial de Drogas del 2016, realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito, calcula que alrededor de 250 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron por lo menos una droga ilegal en el 2014(2). En Paraguay, según datos proveídos por el Observatorio Paraguayo de Drogas de la Secretaría Nacional Antidrogas, el 10,3% de los jóvenes escolarizados ha consumido alguna droga ilícita al menos una vez en su vida(5).
Existe suficiente información epidemiológica para sostener que los púberes y adolescentes son los más vulnerables al consumo de sustancias ilegales(3,5,7) dado que su identidad se encuentra en un estadio de formación, además de la marcada fluctuación de estados de ánimo que los sensibiliza al uso experimental y recreativo. Además, cuanto más precoz sea el inicio del consumo en la adolescencia temprana, más perjudiciales serán los efectos respecto a un inicio tardío(8). La experimentación temprana con drogas (antes de los 15 años) se asocia a prevalencias más elevadas de consumo diario de tabaco, alcohol y a policonsumo regular o consumo concurrente de 2 o más drogas en el último mes(9).
Los problemas causados por la dependencia a drogas, cuando se la identifica tempranamente, son prevenibles y tratables mediante evaluaciones de salud e intervenciones breves(1). El estudio sobre el conocimiento de adolescentes en este tema es de importancia fundamental(10) para ejecutar acciones específicas a las demandas de este grupo, sobretodo en el nivel de prevención y promoción a la salud en el que el personal de enfermería se presenta como actor estratégico en las acciones direccionadas para este tema al buscar abordajes que amplíen la visión y las posibilidades de intervención(3). Esto responde a la necesidad de ver el problema de las drogas desde un punto de vista de salud pública, centrándose en la persona y su derecho a la salud(11).
Para los fines de este estudio se considera que el conocimiento es el resultado de un proceso a través de cual un individuo se hace consciente de su realidad y se presenta como un conjunto de representaciones sobre las cuales no existe duda de su veracidad(12) y el consumo se define como la autoadministración de una sustancia psicoactiva(13).
Este trabajo se llevó a cabo en estudiantes del Bachillerato Humanístico y Técnico de un colegio público de la ciudad de San Lorenzo con el objetivo de determinar la asociación entre el conocimiento y el consumo de drogas ilegales con el fin de contribuir al conocimiento de esta problemática en población escolar.
MATERIALES Y MÉTODOS
Estudio de diseño observacional, descriptivo de corte transversal, con un componente analítico cuya población estuvo constituida por 222 estudiantes de 6 cursos del Nivel Medio del Bachillerato Técnico y Científico de un colegio público de la ciudad de San Lorenzo, seleccionados por medio del muestreo no probabilístico por conveniencia según criterios de inclusión y exclusión previamente establecidos.
Los datos fueron recabados a través de un instrumento estandarizado del Sistema Interamericano de Datos Uniformes sobre Drogas (SIDUC), utilizado por primera vez en Paraguay en el 2005 por la Secretaría Nacional Antidrogas. El mismo consiste en un formulario impreso con 27 preguntas estructuradas en 3 aspectos: datos sociodemográficos, conocimiento sobre drogas ilegales y consumo de drogas ilegales. Se entregó a cada estudiante el cuestionario semiestructurado, que fue llenado en forma anónima y voluntaria. Para validar el instrumento se aplicó una prueba piloto a treinta y seis estudiantes seleccionados por muestreo por conveniencia en un colegio de características similares, que no formaron parte de la muestra final. El presente estudio fue realizado con el permiso correspondiente de las autoridades de la institución educativa y fue aprobado por el Comité de Ética del Instituto Dr. Andrés Barbero.
Para evaluar el conocimiento se estableció una escala del 60% para afirmar si conocían o no el tema de estudio. Un resultado de un porcentaje menor al 60% significó el desconocimiento.
La tabulación se realizó en una planilla electrónica utilizando el software Microsoft Excel y para el análisis de los datos se utilizó el programa SPSS 20. Los resultados se presentaron en tablas y gráficos de frecuencia y porcentaje utilizando estadística descriptiva e inferencial. La significancia de la asociación se estableció con estadística inferencial chi cuadrado a un valor de p<0,05.
RESULTADOS
Participaron 222 estudiantes, de los cuales el 55,4% (123) era del sexo femenino. La edad estuvo comprendida entre 14 y 19 años con una media de 17 años. El 87,8% (195) dijo pertenecer a la religión católica y el 94,6% (210) era de nacionalidad paraguaya. En cuanto a la composición familiar el 55,4% (123) de los estudiantes respondió que sus padres eran casados. Con respecto a las personas con la que convivían en sus hogares, 58,1% (129) afirmó convivir con ambos progenitores (padre y madre), mientras que el 20,3% (45) vivía solo con la madre. El 83,8% (186) de los estudiantes respondió que no tenía historial familiar con respecto a drogas ilegales en su familia y un 58,10% (129) refirió no tener amigos que consumían drogas ilegales.
Con respecto al conocimiento sobre drogas ilegales, el 68,5% (152) de los estudiantes tenía conocimientos sobre el consumo de drogas ilegales, mientras que un 31,5% (70) no. (Figura 1).
Los ítems correspondientes a “existencia de tratamiento”, “consecuencia fatal de la adicción” y “posibilidad de rehabilitación” corresponden a aquellos con mayor porcentaje de respuestas correctas. Por otro lado, “la droga de mayor consumo”, “mayor demanda” y “las que generan mayor dependencia” son los ítems que corresponden a mayor porcentaje de respuestas incorrectas (Tabla 1).
Items | % Respuestas correctas | % Respuestas incorrectas |
---|---|---|
1. Existencia de tratamiento | 98,6% | 1,4 % |
2. Consecuencia fatal de la adicción | 98,6% | 1,4 % |
3. Posibilidad de rehabilitación | 90,5% | 9,5 % |
4. Instituciones involucradas | 85,1% | 14,9 % |
5. Concepto de drogas ilegales | 83,8% | 16,2 % |
6. Causas de consumo de drogas ilegales | 70,3% | 29,7 % |
7. Efectos de consumo de drogas ilegales | 68% | 32% |
8. Principal órgano afectado por la adicción | 55,4% | 44,6% |
9. Existencia de leyes relacionadas a drogas ilegales | 55,4% | 44,6% |
10. Droga ilegal de mayor consumo | 47,3% | 52,7% |
11. Droga ilegal de mayor demanda | 45,9% | 54,1% |
12. Drogas ilegales que generan mayor dependencia | 31,1% | 68,9% |
En relación a la práctica del consumo de drogas ilegales, el 5% (12) de los estudiantes ha consumido alguna vez alguna droga ilegal. Dentro de este grupo de estudiantes la droga más consumida fue la marihuana con un 83% (10), la edad de inicio del 50% (6) fue a los 15 años (Figura 2).
Con respecto a la asociación entre conocimiento y consumo de drogas ilegales, el valor de chi cuadrado es de 11,103 con un valor de p: 0,001 y un gl de 1. El valor de p es menor que 0,05 por lo tanto se concluye que en el grupo evaluado existe asociación entre las variables (Tabla 2).
DISCUSIÓN
Con respecto a las características sociodemográficas de la población estudiada se encuentra similitud con los datos recabados por la SENAD en Paraguay(5) ya que la mayoría de las participantes fueron mujeres (54,7%) y también la mayoría vivía con ambos progenitores (madre y padre) (66,1%).
En cuanto al conocimiento de los estudiantes sobre drogas ilegales se observa un resultado similar al de un estudio realizado en Guatemala(14) en el cual una amplia mayoría de los estudiantes encuestados reconocieron tener conocimiento sobre las drogas legales e ilegales. En Ecuador(15) otro estudio evidenció que los estudiantes ignoraban los efectos de las drogas ilegales, lo que no coincide con lo registrado en el presente estudio, en el que hubo un porcentaje considerable de respuestas correctas en ese ítem (68%). Esto podría deberse a que el estudio realizado en Ecuador fue en una institución donde ingresan niños y adolescentes infractores, con un nivel educativo más bajo que los estudiantes que siguen un plan académico regular, como los del presente estudio. Otro estudio(16) dejó de manifiesto que la cultura ha dotado a los estudiantes de secundaria de conocimientos sobre las drogas, lo que coincide con el presente estudio. La alta cantidad de respuestas incorrectas en los ítems relacionados a drogas ilegales de mayor demanda (52,7%), de mayor consumo (54,1%) y que generan más dependencia (69%) podría explicarse por el hecho de que la mayoría de los estudiantes manifestó nunca haber consumido una droga ilegal (95%).
En relación al consumo, la última encuesta realizada por el Observatorio Paraguayo de Drogas(5) reflejó una situación similar a los resultados encontrados en el presente estudio ya que el 5,7% de los estudiantes admitió haber consumido marihuana alguna vez en su vida, y 3,7% al menos una vez en el último año. Se ha encontrado gran similitud con estudios realizados en Brasil(17,18) en los que la marihuana también fue considerada la droga de mayor consumo. En Argentina se encontró una prevalencia de uso de esta misma droga (14%) en escuelas de nivel medio y (10%) en escuelas de bajo nivel(19), valores mucho más altos que en nuestro país y Brasil. Un informe subregional(20) ubica a Chile (22,7%) y Uruguay (18,3%) con las prevalencias más altas en consumo de marihuana en población escolar, mientras que en Perú, Bolivia, y Ecuador se obtienen prevalencias mucho menores que oscilan entre el 4 y el 7%.
Con respecto a la edad de consumo, la edad de inicio registrada en otros países de América(21) fue 13 años, sin embargo, en el presente estudio el porcentaje mayor corresponde a 15 años, lo que puede deberse a que la edad mínima en este estudio fue de 14 años. No se visualizaron estudios que asocien conocimientos con consumo en población escolar.
En conclusión, teniendo en cuenta los ítems con mayor porcentaje de respuestas incorrectas, se recomienda que los programas de educación preventiva hagan énfasis en una clasificación de drogas según el nivel de dependencia que puede generar en el individuo así como en los efectos negativos que podría producir a largo plazo la marihuana, ya que es la de mayor consumo. Esto último, se cree que tiene relación con la baja percepción de riesgo de la marihuana(7), su disponibilidad en el mercado, su precio y su nivel de aceptación social(21). Todos estos factores deben ser estudiados en futuras investigaciones para ejecutar acciones específicas en las instituciones educativas. Con respecto a la edad de consumo, a pesar de la diferencia encontrada en este estudio (14 - 15 años) con respecto a otros, el rango de edad entre 13 y 15 años corresponde a la adolescencia temprana en la que se inician profundos cambios psicológicos y físicos por lo que las políticas y el desarrollo de los programas de educación preventiva deberían estar enfocados en ese rango de edad.
Teniendo en cuenta que existe relación significativa entre conocimiento y consumo, en posteriores estudios debería investigarse cuál es el sentido de esa relación, es decir, de un sentido preventivo o hacia la estimulación al consumo de drogas(16).
Conviene subrayar que aunque el porcentaje de estudiantes que manifestaron consumir drogas ilegales fue mínimo (5%), es una problemática real que debe ser abordada por las instituciones correspondientes. Esto teniendo en cuenta el artículo 71 de la Constitución Nacional que dice que se deben establecer programas de educación preventiva en materia de drogas ilegales(22), lo que en nuestro país sigue pendiente de cumplimiento según el último informe realizado por la Organización de Estados Americanos(23).