La enfermedad de Sjögren es una enfermedad autoinmune sistémica cuyo elemento cardinal es el síndrome seco, acompañado frecuentemente de agrandamiento de glándulas exocrinas y potencialmente compromiso extraglandular, configurando subtipos diferentes con pronósticos y tratamientos diversos(1). Además, existe una asociación importante con el linfoma no Hodgkin y con tumores de cabeza y cuello(2).
Lo deseable es poder determinar en primer lugar un diagnóstico preciso, temprano y el subtipo con el que lidiamos cuanto antes, de modo a configurar monitoreos más ajustados y de mayor rendimiento, así como tratamientos precoces ante la afectación extraglandular.
Históricamente, la enfermedad de Sjögren primaria o secundaria (asociada a otras enfermedades autoinmunes como el Lupus y la Artritis Reumatoide) puede dividirse en 3 subtipos en orden creciente de severidad > Síndrome seco sin compromiso extraglandular y sin agrandamiento de glándulas; Síndrome seco con agrandamiento glandular y síntomas sistémicos leves (fatiga, artralgias, hipergamaglobulinemia); o finalmente, Síndrome seco con compromiso extraglandular sistémico severo (artritis, rash, ulceras, vasculitis, neuropatías, neumonitis, nefropatía, etc). Solo poco menos del 20% no presenta actividad sistémica ni crecimiento glandular, en tanto la severidad y frecuencia de signos y síntomas tienen una fuerte influencia étnica(3).
Es en este contexto, donde los dos trabajos presentados en esta edición de la revista adquieren una relevancia significativa y un valor práctico. Por un lado, la ecografía de glándulas salivales con su progreso y estandarización ha demostrado una excelente correlación con anticuerpos clásicamente vinculados a la enfermedad (anti-Ro y anti-La) y con biopsias de glándulas salivares menores labiales(4). En un metaanálisis, la sensibilidad fue del 80% y la especificidad del 90%(5). Por otro lado, la identificación y descripción cada vez más elegante y detallada de diversas moléculas y vías involucradas en la fisiopatología de la enfermedad podrían ofrecer biomarcadores y nuevos blancos terapéuticos en la condición, llevando a un manejo más eficiente de la enfermedad.
El escenario ideal es, parafraseando a la clásica película hollywoodense, encontrar e identificar rápidamente al Sjögren bueno, al feo y al malo, cuando aún no parece lo que son ni saben en qué resultarán. Estas herramientas nos convertirán en mejores alguaciles.