Sr. Editor:
Primeramente quisiera celebrar y felicitar su labor en lo que respecta a la divulgación de la producción científica en el Paraguay, deseo éxitos siempre para usted y sus colaboradores.
Requiere relevancia, según parecer mío, traer sobre el escenario de discusión, un tema en auge de la vida social, visto por las personas de cualquier ámbito y que es un cuestionamiento cada vez más frecuente en la entrevista con el paciente, el “vapeo” o consumo de “cigarrillo electrónico”1.
En el país así como en muchos otros el debate ha sido instaurado y cada vez son más los pronunciamientos al respecto del tema, cabe destacar que este tipo de opciones en el mercado no se encuentran reguladas específicamente y son de venta y utilización libre en Paraguay1,2.
Los cigarrillos electrónicos o vapeadores, más comúnmente conocidos, desde su lanzamiento en el año 2009 hasta la actualidad han ido teniendo un aumento en cuanto a su consumo de una manera dramática. Estos dispositivos generan vapor a partir de sustancias especiales de contenido principalmente de propilenglicol, glicerina vegetal y, en la mayoría de los casos, nicotina. Si bien estas dos primeras sustancias mencionadas poseen aprobación para su consumo por la vía oral, por vía inhalatoria no existe dicha experiencia. Estos artefactos han sido presentados en el mercado como alternativa al consumo de los cigarrillos de tabaco por no contener aparentemente tantas sustancias nocivas para el organismo, pero no se ha demostrado realmente, con evidencia científica de alto poder, que sea una mejor opción a las otras alternativas al tabaco e inclusive se plantean efectos deletéreos en el cuerpo humano como los irritativos inmediatos y aumentos en cuanto a la resistencia e impedancia de las vías aéreas a corto plazo2-4.
Es poco aun lo que se conoce sobre los efectos reales a largo plazo de esta alternativa que se ofrece en el mercadoy seguramente pasara un buen tiempo para que podamos conocer en profundidad los mismos.Considero que nos deberíamos plantear como profesionales de la salud si realmente recomendaríamos su uso como reducción del daño del tabacofrente a la pregunta en una consulta y si, como comunidad científica, no deberíamos acaso plantear normativas al respecto en los cuerpos legislativos correspondientes.
El futuro es incierto y es nuestro deber avanzar en el estudio de las nuevas amenazas a la salud pública para de esta manera evitar consecuencias no deseadas e inesperadas. Es deseo de esta intervención impulsar sobre la realización de experiencias en territorio nacional ya que no se registra alguna.
Atentamente