La noción del paradigma y su relación con la epistemología en las ciencias
En primer lugar, es prudente realizar una aproximación a la noción de paradigma, entendiendo que el paradigma, según lo planteado por Maruyama (1974, citado en Morin, 2006), determina la epistemología que a su vez determinará el desarrollo teórico. Y a la vez, el paradigma es en sí mismo recursivo, por cuanto alimenta la teoría que lo valida y en ese sentido, el paradigma se legitima a través del desarrollo de las formas particulares en la que el paradigma ha indicado cómo hacer ciencia (Morin, 2006)
En ese sentido, Khun (2006), sugiere que el paradigma define el tipo de problemas a investigar y los métodos de investigación, así como contiene las teorías desarrolladas en investigaciones que si bien no necesariamente resuelven los problemas que plantea, si reúne una cierta cantidad de adeptos que avalan dichas formas de hacer ciencia y concebir el conocimiento.
Para Khun (2006), el paradigma, se puede decir que parte del desarrollo de lo que él denomina ciencia normal, la cual “significa la investigación basada firmemente en uno o más logros científicos pasados, logros que una comunidad científica particular reconoce durante algún tiempo como el fundamento de su práctica ulterior” (p. 38). Es decir que el paradigma toma fuerza una vez que logra aceptación por parte de la comunidad científica que reconoce los productos investigativos que además orientarán la práctica investigativa que va creando una tradición.
Sin embargo, los fenómenos naturales y sociales son dinámicos, por lo tanto, la ciencia también debe ser dinámica. Es aquí donde nace la necesidad de un cambio en la ciencia, lo que para Khun (2006), será la revolución científica, la cual surge de la crisis de del paradigma, abriendo el camino al establecimiento de nuevos planteamientos teóricos, esto no significa que el paradigma en crisis se elimine, de hecho surge una división entre los científicos que siguen defendiendo el paradigma y los que avalarán el nuevo paradigma, de lo cual se puede decir además que el conocimiento no es acumulable, sino que se transforma y sus formas de hacer ciencia también (Khun, 1976 citado en Irías, 2009)
Por otro lado, Popper establece que la ciencia debe ser cambiante, lo que sugiere que su evolución surge como una suerte de selección natural científica, en la cual las teorías se van desechando de acuerdo a su pertinencia en la explicación del mundo contemporáneo (Morin, 1984). Es así como Popper (1980), establece como propuesta metodológica la falsabilidad para distinguir cuando un sistema teórico pertenece a la ciencia empírica o hace parte de lo que él llama el convencionalismo en la ciencia.
En este sentido, Popper (1980), propone que, para el convencionalismo, “la ciencia natural teórica no es una imagen de la naturaleza, sino una mera construcción lógica” (p. 76) al referirse al idealismo de Kant, para quien el intelecto es el que permite la comprensión de la naturaleza.
Para Popper (1980), los teóricos convencionalistas o lo que él llama la filosofía del convencionalismo, ha permitido comprender la relación entre la teoría y la experiencia a partir del razonamiento deductivo, sin embargo establece apoyar en la razón el fin último del sistema de conocimientos (conocimientos que no reflejan la imagen de la naturaleza), y esto va en contravía de su planteamiento principal de la falseabilidad de los experimentos en la ciencias como forma de elegir aquellos sistemas teóricos más pertinentes para la evolución del conocimiento. Pues no hay certidumbre en el conocimiento y es así como un sistema teórico entra en crisis, lo que permite dar paso a nuevos sistemas teóricos y renovar la ciencia.
Hasta el momento, hemos abordado la noción del paradigma y hemos identificado el punto de crisis en el cual un paradigma puede ser reemplazado por otro. Ahora bien, retomando a Habermas (1986), la investigación tradicional plantea unos intereses propios de conocimiento ya sea un interés cognoscitivo técnico o un interés práctico, entendido como formas de mediación en el conocimiento que guían la acción instrumental y la interacción simbólica en la investigación, lo que permitirá otorgar un sentido de validez en los resultados.
En este sentido, Habermas (1986), establece que la ciencia debe partir de una reflexión crítica que responda a diversos intereses sociales en las ciencias, así como a las diversas realidades humanas, rescatando el valor de la objetividad y de la intersubjetividad.
Y es sobre el planteamiento de Habermas, muy prudente para comprender la diversidad investigativa en la forma como se construye el conocimiento y por ende evoluciona la ciencia, el interés técnico que hace parte de las ciencias empírico analíticas, el interés práctico en las ciencias histórico-hermenéuticas y el interés emancipatorio en las ciencias críticas-sociales cuya base parte de la autorreflexión (Habermas, 1986) y que podríamos articular en sintonía con la propuesta del paradigma de la complejidad.
A continuación, se encuentran dichos intereses de acuerdo con las tres concepciones paradigmáticas de la psicología y de las ciencias sociales. Y que es preciso estudiar con detenimiento dado que la investigación cuantitativa y cualitativa responden a un interés particular, a consideración de las inquietudes epistemológicas y disciplinares del investigador en el marco de un fenómeno a estudiar.
Paradigma Tradicional: Investigación de orden Objetivista del método científico
Cuando hablamos del paradigma tradicional, se puede identificar ciertas características del paradigma de occidente el cual nace de las formas de hacer ciencia planteadas desde el paradigma cartesiano se caracteriza por la separación del sujeto del objeto, del alma del cuerpo, cayendo así en una cisión dicotomizada de la naturaleza (Morin, 2006), puesta bajo los ojos del observador en opuestos irreconciliables, disyuntivos, que establecen una guía para el investigador sobre lo que es pertinente o no estudiar en la ciencia.
Por ejemplo, Delgado (2011), habla sobre cómo en el desarrollo de la cultura occidental se ha generado una exclusión de saberes en donde se separa la discusión entre el conocimiento y la moral, por lo tanto, se considera que la razón es la única forma de llegar al conocimiento, pero la razón tiene límites y es preciso trazarlos de tal manera que determine que el objeto de la ciencia debe caracterizarse por la idea de pasividad del objeto, la generación de leyes que parten de una concepción mecanicista de la naturaleza para ser condensada en leyes, y especialmente la noción del mundo como ya dado, ya predeterminado, externo al observador y por tanto esto nos llevaría a la concepción de la certidumbre en el conocimiento.
Estas son las discusiones de la filosofía de la ciencia encontradas en el paradigma tradicional, las concepciones de orden positivista que obedecen, según Bernal (2006), a la ciencia como explicación causal y cuyo sustento epistemológico , según Pérez, Gutiérrez, García y Gómez (2005), parte del Empirismo, el materialismo, el Monismo y el Realismo.
Para comprender en qué consisten dichas raíces epistemológicas, es preciso mencionar que el Empirismo es la escuela filosófica que plantea que la experiencia es la única fuente del conocimiento, el Materialismo Mecanicista, considera la realidad tangible como única fuente del conocimiento, el Monismo, se relaciona con el materialismo dado que concibe la substancia como un único principio de la realidad y el Realismo opuesto al idealismo, en donde la realidad se concibe fuera del pensamiento, del espíritu (Hessen. J, 2005)
Este paradigma tradicional en las ciencias se desarrolla a partir de los planteamientos de Descartes con el racionalismo cartesiano cuyo sustento ontológico principal es la razón como vía para conocer el mundo, esto es, la duda metódica en la que la verdad absoluta debe ser corroborada por la evidencia.
Y aquí es preciso hacer una salvedad y es que Descartes plantea que el sujeto puede sesgar sus observaciones por medio de los sentidos, pero la razón que es la capacidad de dudar de, debe llevar al sujeto a plantear un problema, descomponerlo y partir de la investigación exhaustiva y posterior corroboración para llegar a la verdad (Hernández y Salgado, 2011)
Al respecto, Descartes (2003), expone 4 supuestos que encierran la lógica para desarrollar la ciencia:
Poner en duda, lo que implica no asumir las cosas como verdad hasta que no sean comprobadas en la evidencia
Dividir los problemas o “dificultades, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución “(p. 28).
Partir del conocimiento de lo más simple a lo más compuesto o complejo de conocer
No excluir ningún elemento que haga parte del estudio del fenómeno a conocer, lo que implica revisar todas las variables a tener en cuenta.
De aquí se desliga la apropiación del método científico en las ciencias, pero el desarrollo del método debe ser pertinente a parir de la distinción entre las ciencias fácticas y las formales, pues según Bunge (1972), esta distinción es precisa hacerlo por cuanto las ciencias fácticas requieren una revisión especial al ser ciencias de la naturaleza y de la sociedad, cuyo rasgo característico, según él es la racionalidad y la objetividad.
Bunge (1972), describe que el conocimiento racional se constituye en conceptos, raciocinios e ideas, las cuales deben constituir reglas lógicas (deducciones) organizadas en sistemas teóricos. Por otro lado, el conocimiento objetivo implica, buscar la verdad fáctica y debe verificar la coherencia entre las ideas o raciocinios y los hechos a partir de la observación y el experimento.
Así mimo, Bunge (1972), propone que la ciencia fáctica ya sea natural (física, química, biología y las que conciernen al individuo) o la ciencia cultural (historia, economía y sociología), al ser analítica porque descompone sus componentes en parte para la comprensión del fenómeno científico, es a la vez especializada. Y si bien puede haber diversidad de técnicas en el método, se debe guardar una unidad metodológica y esto implica comprender que las ciencias fácticas son a la vez empíricas y racionales, inductivas y deductivas, entonces se debe procurar que el método científico encierre estas concepciones en donde se permite flexibilizar las técnicas, pero sr fiel a los propósitos de medición, control y verificación de los datos.
Así pues, no podemos desconocer los aportes de Descartes, quien pone al sujeto a pensarse en términos de su inteligibilidad para llegar al conocimiento y comprender la naturaleza, de hecho el salto paradigmático aquí propuesto no puede partir de una idea pretenciosa y a una contradicción paradigmática partiendo de una forma de reduccionismo bajo la relativización de todo y la negación de la ciencia, pues la discusión planteada desde la complejidad y desde Habermas no es el desconocimiento de las diversas formas de hacer ciencia, sino sobre la necesidad de construir una ciencia reflexiva y podríamos decir ético-política.
Antes de pasar a los abordajes metodológicos, es importante señalar que, en el paradigma tradicional, la relación ontológica es una relación de Sujeto-----|Objeto, lo cual quiere decir que la relación es unidireccional entre el Sujeto que investiga y el Objeto investigado, así pues, hablamos de relaciones objetivas en la cual debe mantenerse una asepsia científica que impida la contaminación de las variables a estudiar.
Según Vasco (1990), el sujeto investigador es quien conoce y elabora el conocimiento, mientras que el objeto investigado es quien permite que se dé el conocimiento, pero aparece como un actor pasivo.
En este sentido, el positivismo contempla dos abordajes metodológicos , el empírico analítico y el hipotético deductivo, los cuales se relacionarán con la manera en la que la ciencia valide el conocimiento en la práctica investigativa.
Como el paradigma tradicional hace referencia a la similitud con las ciencias naturales con respecto a la forma de validación del conocimiento, el interés metodológico empírico analítico surge del método científico, en el cual el conocimiento validado por la experiencia se configura a través de un análisis de resultados que parte de una experimentación. Mientras que el interés hipotético deductivo parte de validar o falsear hipótesis y así aportar evidencia para apoyar una teoría (Hernández, Fernández y Baptista, 2006).
De manera que dentro de los enfoques disciplinares de la psicología que se configuran con una base paradigmática desde el positivismo, encontramos las diferentes clases de conductismo que se clasifican en conductismo de primera generación (centrado en la conducta como único objeto de estudio), de segunda (centrado en la cognición como objeto de estudio y su relación con la modificación del comportamiento) o de tercera generación (centrado en la relación entre la conducta y su moldeamiento en distintos marcos contextuales). Dichos enfoques, responden a dos miradas distintas de acceder a la realidad, pero conservando el principio positivista de que la realidad a estudiar debe ser, según Hernández, Fernández y Baptista (2006) medible, cuantificable, observable y modificable.
En este orden de ideas, se puede identificar un interés técnico , en las ciencias empírico-analíticas, según lo plantea Habermas (1986), dirigido a predecir y controlar para poder establecer relaciones causales o en palabras de Hernández, Fernández y Baptista (2005), el propósito de la investigación cuantitativa será la de generalizar los resultados, predecir, replicar y controlar los fenómenos, a partir de los diferentes alcances de la investigación: explorar, describir, correlacionar o explicar. Así con base en ello el investigador decidirá el tipo de diseño a realizar, ya sea experimental o no experimental.
Como es de notar, dichas formas de investigación y de acceder a la realidad proponen una relación específica entre el investigador y el objeto, así como un método vigente y del cual en respuesta a la pregunta sobre ¿cuál sería el aporte del método científico?, se puede destacar la rigurosidad en el planteamiento de un problema así como la descomposición del mismo para analizarlo en sus múltiples dimensiones, a lo que podríamos añadir desde la complejidad, la necesidad de que dichas dimensiones estén comprendidas desde la interacción e interrelación de las mismas, de manera que a partir de la observación de los fenómenos y de un abordaje inductivo, se llegue a generar un conocimiento que sea mas comprehensivo de las realidades y no mecanicista y reduccionista frente al objeto de estudio.
Paradigma Transicional: la investigación de corte intersubjetivo.
Llamaremos paradigma transicional al paso de la relación ontológica Sujeto----|objeto del paradigma anterior, a la relación sujeto|-----|objeto subjetivado en la cual, según Freud (2000), el sujeto que conoce se involucra con el conocimiento por medio de la co-transferencia y el sujeto conocido es afectado por el sujeto conocedor a partir de la trasferencia, entonces la relación es bidireccional.
Dicha transformación de la relación entre el sujeto que conoce y el objeto subjetivado, en ciencias sociales y humanas, implica un salto paradigmático a partir del reconocimiento de la intersubjetividad. Sin embargo, este tipo de relación también se genera desde una dinámica jerárquica del investigador como experto y un objeto subjetivado que parece desligado de sus relaciones contextuales quien todavía continúa en un rol pasivo frente al conocimiento.
Para tales efectos, el sustento epistemológico es la fenomenología, entendida según Husserl como la comprensión de los fenómenos a partir aprehensión del sentido de las cosas, lo que subyace a ellas y no responde a un orden causal (Portois y Desment, 1992). En este sentido, la fenomenología permite la conexión entre la experiencia y el pensamiento a partir de un ejercicio reflexivo interpretativo sobre los fenómenos de la vida.
Lo anterior da paso al interés práctico en las ciencias histórico-hermenéuticas, en donde se visibiliza las formas de interrelación, organización y realización de los seres humanos a partir del lenguaje (Habermas, 1986).
Lo anterior, consiste en la interpretación de los fenómenos para comprender y reconstruir la historia, según (Vasco, 1990) y que Valencia (1998) ha llamado el círculo hermenéutico, el cual consiste en el develar la esencia de los fenómenos en una relación que involucra diferentes conexiones entre sí.
De modo que los enfoques disciplinares psicológicos encontramos el psicodinámico cuya raíz teórica parte del psicoanálisis como método clínico de investigación no experimental, motivo por el cual dicha perspectiva que podemos anclar en la hermenéutica y la fenomenología ha tenido críticos positivistas que parten de la acusación sobre las formas de investigación psicoanalíticas en donde no se pretende generalizar resultados (UNED, 2014).
Así, la perspectiva de Habermas y de Ricoeur ha sido de bastante influencia para el desarrollo del psicoanálisis contemporáneo pues permitió encontrar en la filosofía de estos dos autores una coherencia significativa con los planteamientos metodológicos del enfoque psicodinámico cuyo objeto de estudio será las teorías de las pulsiones, las relaciones de trasferencia y las defensas del yo (UNED, 2014).
Ahora bien, se hace necesaria la perspectiva fenomenológica e interpretativa como mecanismo movilizador del conocimiento en la práctica investigativa desde una mirada cualitativa, pues el método inductivo, permite a partir de la experiencia subjetiva, analizar interpretativamente la realidad para dar paso a la creación de conocimiento, cuyo propósito no es la generalización o el control de las variables, sino la comprensión del fenómeno.
Sin embargo, en este tránsito paradigmático es relevante citar el trabajo de Kant, el cual podríamos decir que permite la articulación entre Descartes y la nueva forma de concebir el conocimiento a partir de su obra sobre la crítica de la razón pura y la crítica de la razón práctica. Pues es Kant quien reconoce la “herencia del racionalismo y del empirismo que, por diversos caminos y con matices diferentes se centraron en la idea como representación de la realidad” (Fernández, 1990, p. 273).
De esta forma, Kant (2003), establece que el conocimiento se da a través de la razón, el entendimiento y el mundo sensible, comprendiendo que el sujeto que conoce parte de ideas innatas que se conectan con la experiencia del cual emerge el conocimiento nuevo. Así se trazará el mapa en las tres formas de la cognición que nos llevan a conocer el mundo, poniendo el eje central en la capacidad de duda y raciocinio respecto a lo que conocemos e incluso frente a las teorías o ideas (unidades) que ya están dadas previamente.
La Crisis paradigmática y la emergencia de nuevas formas de pensar y hacer ciencia
Para empezar, es preciso decir que esta sectorización del conocimiento, como plantea Morin (1984), se origina en la división del trabajo y a partir de la fragmentación del saber, dada la tendencia a la especialización del conocimiento.
Y es que en la educación, por ejemplo, hemos podido ser testigos de cómo se fracciona el conocimiento, pues aunque hoy en día ya se están implementando proyectos transversales en los diferentes núcleos temáticos, tanto docentes como profesores siguen teniendo una mirada individualizada del ser humano y de las cosas del mundo, y como resultado de ello encontramos proyectos en los que se estudia un fenómeno de forma separada o tomando la forma de la adición de conocimiento en donde las matemáticas pareciera que nada tiene que ver con las artes o con la clase de idiomas.
Como diría Morin (1984) se constituyó una disyunción entre las ciencias, lo que a su vez lleva a generar conceptos molares sobre la naturaleza humana. En este sentido es muy apropiado el término que plantea Morin (1984) sobre el nuevo oscurantismo, ocurrido a partir de separar el conocimiento y además clasificarlo entre lo que merece obtener el estatus científico y lo que no.
Otro ejemplo de lo anterior, lo encontramos en el ejercicio psicológico, pues cada vez más las especializaciones académicas llevan al profesional a ser experto solo en su tema, cualquier otra mirada diferente les es ajena, extraña, en muchos casos es sentenciada porque no cumple los estándares de la “cientificidad”. Llevando al profesional de las ciencias sociales y humanas a saber en demasía de un tema específico, pero nada sobre la vida.
Es por esto que la transición de lo dicotómico a lo dialógico se hace necesaria para comprender nuestras realidades sociales las cuales son ajenas a nosotros como profesionales, quienes, en nuestro afán de posicionar la psicología como ciencia, dejamos de lado la humanización del conocimiento y el propósito primordial de la investigación, cuya función debe ser emancipadora para guiar el avance del país.
Un avance que requiere de un salto paradigmático en el cual, el conocimiento y la praxis encuentren un sentido social y ético que posibilite la conexión de los saberes a nivel interdisciplinar y transdisciplinar, y que supere a su vez, las barreras del academicismo para responder a las necesidades de la colectividad del pueblo colombiano y Latinoamericano.
Dicho salto paradigmático, debe superar las réplicas investigativas de países ajenos a nuestra cultura, cuyas pretensiones solo se han quedado en la modificación de baremos y estandarizaciones para la homogenización de la identidad cultural y la saturación de nuestra identidad colombiana, a partir de discursos dominantes que favorecen a las industrias farmacéuticas y perpetúan identidades rígidas y enfermas.
Y en este punto, me parece relevante citar nuevamente a Morin en su tratado ciencia con conciencia de 1984, cuando analiza cómo la ciencia no es ajena a los poderes políticos, económicos y estatales al generarse una relación inter-retroactiva entre la ciencia, la técnica, la sociedad y el estado.
Pues la ciencia tiene una responsabilidad ética y política en cuanto a las implicaciones, impactos y consecuencias de sus avances, los cuales como plantea Morin (1984) se dan a la par que los retrocesos, podríamos decir casi que en una danza interminable progreso-retroceso, antinomia que es inherente de la naturaleza humana, pero que requiere de un proceso de reflexividad constante, de lo contrario, hacer ciencia sería irresponsable.
Sin embargo, el salto paradigmático, entiéndase bien, no debe comprenderse como el señalamiento a las metodologías de corte positivista. Pues la diversidad epistemológica de la psicología y de las ciencias humanas y sociales comprende diferentes formas de concebir la realidad y por tanto el modo como se concibe la misma.
De hecho, la mirada desde la complejidad propone la circularidad en la forma como observamos y comprendemos los fenómenos, partiendo de una linealidad pero que deja de ser neta y simplistamente lineal, para convertirse en una linealidad circular e interconectiva.
El salto paradigmático hace referencia a una complejización del saber para la humanización de la práctica investigativa que debe surgir en el marco de una ética de la acción, independientemente del enfoque psicológico y por ende de sus perspectivas epistemológicas. De lo contrario, mi posición sería anti paradigmática, sencillamente la investigación cuantitativa y cualitativa debe ser un mecanismo de cambio social que debe invitar a cuestionar (no juzgar), las prácticas sociales, explorar y comprender cómo se construyen los fenómenos y se crean los cambios y además debe crear conocimiento novedoso con responsabilidad social.
Lo anterior quiere decir que no se plantea la complejidad como la panacea del conocimiento sino como una mirada más integradora del conocimiento, pues de lo contrario caeríamos en una contradicción epistemológica al concebir sólo una forma de hacer ciencia y es importante señalar que gracias al auge de la ciencia y a los planteamientos de descartes, la humanidad gira la mirada hacia el conocimiento y la curiosidad por el mismo.
En este orden de ideas, el problema de la ciencia tradicional ha sido en primer lugar concebir al sujeto separado del objeto, en segundo lugar, llevar el conocimiento a desempeñar el rol de dogma, lo que nos lleva al tercer lugar y es que, al posicionarse como dogma, la ciencia es una ciencia con ausencia de reflexividad y auto crítica (Morin, 1984).
En este sentido, es necesario aclarar que la transición que surge de lo dicotómico a lo dialógico debe partir de un entendimiento claro de las bases epistemológicas sobre las cuales se han cimentado los paradigmas tradicional, transicional y emergente/complejo, pues el estilo investigativo comprende su metodología a través de la noción de la realidad que la comunidad científica ha concebido y el modo como se valida.
De esta forma, se revisa concretamente las cualidades de los diferentes paradigmas teniendo en cuenta su sustento ontológico, epistemológico y metodológico que se relacionan con los enfoques de la psicología. De acuerdo con Vasco (1990), los estilos y formas de trabajo en las ciencias sociales contemplan un interés extra teórico, el cual se refiere a los principios éticos, ideologías y cosmovisiones que son la base motivacional para la creación de la ciencia, pero además existe un interés intra teórico que hace referencia a un interés epistemológico, metodológico y disciplinar.
Es así como, en el desarrollo de este ensayo, la investigación funge como pretexto para discutir y analizar el modo de hacer ciencia y sus implicaciones en la configuración de la relación del investigador con lo investigado. Una de las premisas que orientan este ensayo es que el modo como hacemos ciencia es el modo como comprendemos la vida y nos relacionamos con ella, pues la ciencia ha permeado la cotidianidad de los académicos y no académicos, la ciencia moviliza el tiempo de evolución de una sociedad.
Paradigma Complejo: la Investigación desde una mirada de corte contextual y de segundo orden
Desde el paradigma complejo, el sustento epistemológico es el relativismo, el cual comprende realidades diversas y relativas dinámicas y por tanto cambiantes, lo cual nos señala la imposibilidad de la predictibilidad del comportamiento humano y nos remite a comprender otras nociones sobre la realidad que parten de otras disciplinas y saberes científicos como la biología, la cibernética, la teoría cuántica y la teoría general de los sistemas, como metáforas de comprensión para la explicación frente al surgimiento de los cambios y procesos de transformación humanos.
Lo anterior dado a partir del principio de incertidumbre propuesto por Heisenberg según el cual en el estudio de la física ocurre una indeterminación en el objeto medido, pues su medición depende de los medios de observación utilizados, no hay certeza por ejemplo de la ubicación de un electrón así se conozca la dirección de su trayectoria en relación al tiempo. Esto implica que hasta en la física no hay absolutismos en la comprensión del objeto (Moreno, 2008).
La relación ontológica del investigador con los fenómenos de estudio es una dinámica sujeto-----sujeto, pero no a nivel bidireccional, sino en una dinámica circular que involucra a otros contextos e involucra ya no una relación de jerarquía, sino una relación heterárquica en la cual el sujeto investigador promueve escenarios para que el sujeto investigado, sea agente activo en la construcción de conocimiento que se configura conjuntamente.
Al respecto, es preciso retomar el concepto de la cibernética, entendida como el estudio de los procesos de retroalimentación y comunicación en los sistemas, la cual implica estudiar las pautas de interconexión entre aquello que parece disyuntivo. Y así estudiar cómo los procesos de cambio generan pautas de estabilidad o control. Pero específicamente, la cibernética de segundo orden, en los sistemas sociales, mediados por el lenguaje, el observador o investigador, se incluye en el sistema observado a fin de favorecer una autoobservación de los procesos de organización de los sistemas sociales en un proceso llamado autorreferencia (Keeney, 1991).
Dicha noción planteada por Von Foerster (1991), establece que el método científico parte de una supuesta objetividad, luego la cibernética de segundo orden, parte de la referencia del observador como parte de lo que observa, es como si se construyera una nueva realidad a partir de la realidad “objetiva” y las autodescripciones y referentes del observador.
Lo anterior, lo podemos relacionar con el interés emancipatorio en las ciencias crítico-sociales. Al respecto, Habermas (1986, p. 324 y 325), expone sobre el interés emancipatorio que “Asegura la conexión del saber teórico con una práctica vivida, es decir con un dominio objetual que no aparece sino bajo las condiciones de comunicación sistemáticamente deformada y de una representación sólo legitimada en apariencia”.
Esto implica según Habermas (1986), develar aspectos de manipulación y alienación desde la comprensión del papel comunicativo del lenguaje y del lenguaje como constructor de realidades y formas particulares de interacción.
Entre tanto, en las anteriores perspectivas metodológicas se encontraba el abordaje deductivo e inductivo, pero en esta perspectiva para la investigación, hacemos referencia al pensamiento abductivo, el cual como plantea Bateson (1998), es la generación de conocimiento a partir de la particularización de los fenómenos desde una reflexión fenomenológica que encuentre en la capacidad creadora nuevas formas de observar la naturaleza y por ende de conectarnos con los sistemas y la naturaleza misma y a exaltar el saber cotidiano que hace parte de la sabiduría de la vida.
Así como un escritor crea un libro, se conmueve con las historias en ellos contenidas, se involucra con los protagonistas, crea mundos alternos y construye relaciones con sus lectores por medio de sus personajes, sus múltiples yo, el investigador de la complejidad crea conocimiento, se incluye en la realidad observada, utiliza la autorreferencia, acude a ordenes de recursión y establece relaciones horizontales que posibilitan el proceso de investigación cualitativa.
Y principalmente procura no limitarse, al reconocer que la realidad es dinámica y se construye en el lenguaje y en las relaciones, es caótica y sus actores danzan constantemente en lo que Cusinato (1992, p 232), menciona como “equilibrio inestable”.
Cuando digo que el investigador “procura no limitarse” me refiero a que aún tenemos una historia que nos conecta con el tradicional estilo lineal de concebir una realidad que es única y que ya está dada y por tanto nos limitamos a creer en lo que queremos creer y ver lo que queremos ver, a dar explicaciones causales y no comprensiones circulares y a dejar muchas veces de lado el ejercicio reflexivo que emerge en la complejidad de los dilemas y los actores sociales. y por eso Valencia (1998), hace referencia al “mundo limitado”, pues según él, “no lo comprendemos todo” y “la realidad que experimentamos y entendemos no es comprendida totalmente”.
Al respecto, Morin (1994), hace énfasis en que la complejidad adquiere sentido en la comprensión de la multidimensionalidad, debido a que la realidad es atravesada por otras realidades, cual si fueran un poliedro: la económica, la social, la política, la psicológica, la histórica, etc. Dichas realidades se afectan mutuamente y son vulnerables unas de las otras.
Es por lo anterior, que la investigación de segundo orden, construye lecturas complejas y crea escenarios portadores de actos que van adquiriendo significado en la medida en la cual la relación sujeto-objeto cambia en una interrelación sujeto-sujeto- otros significativos-contexto, los cuales están siendo mutuamente afectados entre sí. De manera que el sujeto investigador subjetiva al objeto investigado y se vuelve parte del contexto observado. Entonces, como dice Keeney (1991), pasamos de una cibernética de primer orden en la que el observador pretende separarse de lo observado, a una cibernética de segundo orden en la cual el observador es un sujeto autorreferencial.
El paradigma de la complejidad, al que se realiza el salto de lo dicotómico a lo dialógico implica comprender el mundo y la ciencia desde la recopilación de los siguientes principios planteados por Morin, Roger y Mota (2002):
-Principio sistémico y hologramático: el cual propone la comprensión que hay en la relación entre todos los componentes del sistema. Lo anterior implica, comprender que un elemento del sistema nos da una lectura del sistema, así como en sus formas de retroacción organizacional, el sistema nos permite comprender las partes que lo componen. Es el ejemplo del individuo en conexión con la sociedad, pero además implicaría conocer al individuo también desde sus múltiples dimensiones, la psíquica, la social, la cultural, la política, la biológica y la cognitiva.
-Principio recursivo y de retroactividad: el cual establece una noción de tejido en la comprensión de los fenómenos, partiendo de la ruptura de la linealidad, para generar comprensiones circulares que implique la ampliación de las interacciones en un bucle recursivo para favorecer los procesos de auto organización y autonomía de los sistemas. En donde se entiende que a partir de los principios equicausalidad y equifinalidad, la causa genera un efecto que retroactúa sobre la causa que lo desencadenó
-Principio de autonomía-dependencia: se trata de la generación de procesos de interdependencia para el desarrollo de la autonomía del sujeto, lo que hace referencia a una paradoja de la dependencia y la autonomía que se retroalimenta mutuamente para constituir al sujeto biológico y social.
-Principio dialógico: hasta el momento he postulado la necesidad del salto de lo dicotómico a lo dialógico, pues la comprensión de lo dialógico “nos permite mantener la dualidad en el seno de la unidad” (Morin, 1994, p 106). Es decir que más allá de las concepciones dicotómicas de la naturaleza y del ser humano, la conexión entre los opuestos nos permite comprender la dinámica entre los opuestos un ejemplo de ello es la dinámica organizativa entre el orden y el desorden (Morin, Roger y Mota, 2002).
-Principio de reintroducción del cognoscente en el conocimiento: es le reconocimiento de que el observador crea la realidad que conoce, esto implica partir de una cibernética de segundo orden como expuse anteriormente, y reconocer en el principio de incertidumbre el dinamismo del conocimiento, pues la realidad no es única ni está resuelta. El sujeto que conoce está inmerso en la observación.
Los anteriores principios nos permiten comprender el enfoque disciplinar sistémico en la psicología, el cual retomando los principios de la auto-eco-organización propuesta por Morin, estudia los procesos de relación y las pautas de interacción de los sistemas, desde dos vertientes: o bien la constructivista, del cual se deriva el estudio de los vínculos y la perspectiva eco-eto-antropológica de Jaques Miermont. O bien la construccionista que toma como objeto de estudio el lenguaje y los significados desde la perspectiva de Gergen y Michael White.
En relación con lo anterior, me parece preciso hacer referencia al bucle reflexivo como un ejercicio continuo que cuenta con un proceso autorreferencial y heterorreferencial en la construcción conjunta de una realidad que permite generar comprensiones distintas sobre los modos en los que organizamos los problemas.
De este modo, realizar el ejercicio reflexivo nos invita a tejer con el otro, posibilidades para la comprensión y el cambio, de manera que se gestione un trabajo cooperativo y solidario en un sentido ecológico, que permita a los actores sociales: exaltar los recursos, fomentar la autonomía y crear posibilidades generativas en sus procesos autopoiéticos.
Por tanto, cabe recordar que el investigador/interventor que se identifica en la complejidad no pretende ingenuamente manipular variables y afectarlas o modificar la parte, característico de un cambio tipo 1, sino que prefiere transformar contextos es decir crear cambios de tipo 2 (Watslawick citado en Winkin, Y. 2005. P. 60), lo cual implicaría también la co-construcción de realidades, de conocimiento y de saberes puestos en diálogo en una relación horizontal entre los diferentes actores de cambio: investigador/interventor-comunidad.
De acuerdo con esto, dentro de la estrategia investigativa/interventiva se pueden contemplar dos aspectos importantes: la creatividad y la crítica; es decir la necesidad de adquirir una visión totalizante del problema en el sentido de la capacidad de crítica informada, la cual implica que el investigador debe evitar imponer su conocimiento y a cambio debe llegar a diálogos sobre las diferentes miradas que se tienen acerca de una misma realidad; el enfrentamiento académico y de la experiencia, se vuelve un recurso complementario, así como el profesional se vale de recursos personales para enriquecer el proceso (Bonilla y Rodríguez, 2005).
Siguiendo con esta idea, la intervención/investigación como ejercicio complementario nos permite al investigar: comprender los fenómenos construidos a partir de un anclaje paradigmático, epistemológico, teórico y metodológico, pues la investigación sirve como guía para comprender "cómo se da ese cambio” que fue construido a partir de la intervención. Así mismo, al intervenir: ponemos en acción ese abordaje investigativo para poder “operar”, entonces, la intervención/investigación nos da la posibilidad de realizar un engranaje entre el conocimiento y la práctica del ejercicio psicológico.
Dicha práctica implica, asumir una postura de respeto, un papel co-participativo y de corresponsabilidad que permite tejer posibilidades al traer al escenario investigativo/interventivo las distintas voces periféricas y dominantes para construir un nuevo sentido de cambio favoreciendo procesos de reflexividad entre los distintos actores (Estupiñán. J, González. O & Serna. A, 2006).
Por último, me parece importante señalar que dichos procesos reflexivos necesariamente nos deben convocar a pensar en la ecología de la acción como una máxima cualidad ética que atraviesa el ejercicio investigativo/interventivo al pensar en ¿cómo hacemos parte de la definición de los problemas y la creación de las soluciones? Pues una ética puesta en marcha bajo la ecología de la acción responde no solo a una proyección social para las comunidades y las organizaciones, sino a actuar en pro de una responsabilidad social con el país y con el mundo.
Así pues, la ecología de la acción hace referencia a pensar en los impactos de nuestras acciones al reflexionar de manera recursiva en las interconexiones que establecemos al abrir paso a una acción en una relación complementaria entre las intenciones y los resultados y partiendo de la incertidumbre pensar la ecología de la acción es pensar en lo inesperado, en lo impredecible pero que no escapa de las posibilidades que se crean en el accionar (Feliú. M, s.f; Morin. E, 1994).
En conclusión, la investigación social desde la complejidad nos convoca a trabajo cooperativo entre saberes y disciplinas para la construcción de conocimiento, más no a la imposición de este o al establecimiento de verdades o falsedades. Nos convoca a generar cambios sin pretensiones experimentales y a construirnos en la complejidad del otro.