COVID-19 es una enfermedad infecciosa causada por el virus SARS-CoV-2 (coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo). En enero de 2020 la OMS declaró emergencia de salud pública de importancia internacional y el 11 de marzo del mismo año pandemia debido a este virus. A nivel mundial, COVID-19 afectó a 768 millones de personas y más de 6,9 millones han muerto. Con el fin de combatir la transmisión de esta enfermedad, la OMS recomendó ciertas precauciones, como distanciamiento social, uso de tapabocas en permanencia, higiene constante de manos, aislamiento de los enfermos, etc. Estas medidas no fueron ni son suficientes para limitar el contagio, sin embargo, las vacunas contra COVID-19 constituyen una herramienta eficaz a largo plazo para el control en la transmisión y severidad del cuadro clínico y el desenlace de la enfermedad 1-3
En plena pandemia, muchas personas esperaban ansiosas el desarrollo de una vacuna contra COVID-19. Las mismas fueron desarrolladas en tiempo récord y distribuidas gradualmente por todos los países del mundo a principios del año 2021. Todas las vacunas disponibles generan inmunogenicidad y son efectivas contra el SARS-CoV-2, además poseen pocos efectos adversos graves. A pesar de la actual evidencia sobre la eficacia de todas estas vacunas, muchos sujetos no están seguros de recibirla 4,5
Actualmente contamos con estudios que demuestran suficiente evidencia en la reducción de las hospitalizaciones por COVID-19, diminución en la severidad de las manifestaciones clínicas de la enfermedad y en el número de muertes por COVID-19 atribuibles a la inmunización 6). En el Paraguay, las vacunas estuvieron disponibles el 22 febrero 2021. Inicialmente la recibieron los grupos más vulnerables, como el personal de salud expuesto, los pacientes añosos o portadores de alguna comorbilidad y, luego de pocas semanas, la población general. Los efectos secundarios se reportaron en 60% de los vacunados y todos fueron leves 7. A pesar de la ansiedad por adquirir rápidamente algún grado de inmunización, una investigación realizada en nuestro país halló que 23,8% de los encuestados rechazaba la vacunación y 17,8% vacilaba en recibirla, aún con la evidencia en la efectividad de estas. Según esta encuesta, los efectos adversos constituyen el principal motivo por el cual las personas están en contra de la vacunación 8.
En este número es posible encontrar un artículo que determinó la evolución de los pacientes internados con COVID-19 con neumonía o con otras patologías pero que contaban con hisopado positivo para SARS-CoV-2. Sólo 65% de toda la muestra contaba con algún esquema de vacunación. Se halló que la proporción de sujetos sin vacuna fue mayor entre aquellos ingresados con neumonía (65,3%) vs aquellos que no desarrollaron neumonía (31%). La relación entre falta de inmunización y el diagnóstico de neumonía por COVID-19 fue significativa, por lo que se asume que, basados en este estudio, las complicaciones relacionadas a esta infección viral disminuyen al contar con inmunización 9.
Podemos considerarnos afortunados de acceder en nuestro país en forma universal y gratuita a las vacunas, ya que la transmisión del virus y el desarrollo de la enfermedad no conoce barreras, más allá de las herramientas con las que contamos para mitigar el contagio, las hospitalizaciones, complicaciones y los decesos. Es nuestro deber difundir información sobre la vacunación contra esta enfermedad y el beneficio protector que otorga más allá del riesgo relativo a efectos adversos.