INTRODUCCIÓN
La prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil está aumentando de manera muy rápida a nivel mundial1, así como en Latinoamérica y Paraguay. Constituye una llamada de atención clave para los pediatras ya que predispone a un número creciente de niños y adolescentes con mayor riesgo de problemas tanto médicos2,3 como sociales, tales como dislipidemias4,5, presión arterial elevada5, diabetes6, esteatohepatitis7, apnea del sueño8, trastornos ortopédicos9, aislamiento social, depresión, entre otros.
Es importante reconocer a aquellos niños que se encuentran con sobrepeso u obesidad, a fin de implementar estrategias de prevención y tratamientos adecuados desde las edades tempranas de la vida.
Estudios preliminares10,11 sobre la percepción de la madre acerca del estado nutricional de su hijo revelan la importancia de la concienciación acerca del tema y su relación directa con el éxito o fracaso de las medidas preventivas o terapéuticas a implementar.
Específicamente la madre tiene un rol primordial en la formación de los estilos de vida, ya que es ella quien representa el principal agente de cuidado y crianza de los hijos, por tanto se considera como mediadora en los esfuerzos para prevenir el sobrepeso y obesidad infantil, actuando como modeladora de los patrones de alimentación y ejercicio12,13, rol que en ciertas culturas es aún más reforzado.
Sin embargo, estudios revelan que las madres no perciben cuando su hijo presenta sobrepeso u obesidad14, y tienden a subestimarlo, incluso cuando el hijo se encuentra con peso adecuado15.
Es difícil que cualquier estrategia funcione de la manera esperada si las madres de los niños no son capaces de reconocer en sus hijos el exceso de peso y de masa grasa, así como los factores de riesgo asociados y sus consecuencias.
El objetivo de este trabajo es evaluar la concordancia entre la percepción de las madres acerca del estado nutricional de sus hijos y el estado nutricional real de los mismos.
MATERIAL Y MÉTODOS
Estudio observacional, descriptivo con componente analítico, de corte trasversal, llevado a cabo en un consultorio pediátrico privado al inicio del año escolar del año 2018.
Fueron evaluados los pacientes de ambos sexos, de 4 a 19 años edad, que acudieron a consulta de niño sano y chequeo médico previo al inicio de clases, de enero a marzo de 2018.
La percepción materna del estado nutricional de los hijos se midió a través de una encuesta con la siguiente pregunta a la madre: “En cuanto al estado nutricional de su hijo, ¿en qué categoría le parece que se encuentra? Bajo Peso/Peso Adecuado/Sobrepeso/Obesidad” (16. Se midió el peso y la talla de cada paciente con una balanza y tallímetro de precisión (SECA() y se determinó el estado nutricional real de cada niño según las tablas de Índice de Masa Corporal Z-Score (BAZ) para edad y sexo de la OMS 2007 que define en estado nutricional adecuado a aquellos pacientes con BAZ entre -1 a +1 DE, bajo peso a aquellos con BAZ menor a -1DE, sobrepeso a aquellos con BAZ entre +1 y +2 DE y obesidad a aquellos con BAZ mayor a +2DE. Además, se le preguntó a la madre su peso y altura para posteriormente calcular también su índice de masa corporal (IMC) y estado nutricional, definiendo estado nutricional adecuando al IMC entre 18,5-24,9, bajo peso al IMC menor a 18,5, sobrepeso al IMC entre 25 y 29,9 y obesidad al IMC igual o mayor a 30.
El tamaño de muestra fue calculado en base al porcentaje de obesidad en niños en Latinoamérica (2016) (17 con una proporción esperada de 17%, error de 0,05 y un intervalo de confianza de 95%, con un total de 217 pacientes.
De 891 pacientes evaluados, quedaron incluidos 636 pacientes y fueron descartados 255 debido a que no acudieron a la consulta con la madre o la ficha no se encontraba completa. Llama la atención 76 fichas donde el único dato faltante era el peso de la madre, no así su altura y la percepción de peso de su hijo.
Los datos fueron analizados utilizando Stata( v12. Los datos fueron expresados en porcentajes. La concordancia se determinó a través del coeficiente Kappa de Cohen y se consideró significativa una p(0,05. Para evaluar los factores asociados con la falla de la madre en percibir correctamente el estado nutricional de su hijo se realizó el análisis de regresión logística bivariada y luego el análisis mutivariado con los factores que resultaron estadísticamente significativos.
RESULTADOS
Fueron evaluados 636 pacientes, 54,4% de sexo masculino, con una edad promedio de 10 años, valor mínimo de 4 años, máximo de 19 años.
De ellos, se encontraban con peso adecuado el 57,23% de los pacientes, con bajo peso el 9,28%, sobrepeso 22,17% y obesidad 11,32% de ellos.
En cuanto al estado nutricional de las madres, se encontraban con peso adecuado 67,14% de ellas, con bajo peso 0,94%, sobrepeso 22,8% y obesidad 9,12%. (Tabla 1).
Al analizar el estado nutricional de los pacientes según sexo y grupos de edad (Tabla 2), se observa una disminución de los porcentajes de sobrepeso y obesidad a mayor edad, así mismo un mayor porcentaje de pacientes con peso adecuado en el rango entre 14 a 19 años de edad. En cuanto al bajo peso, a mayor edad, menor porcentaje de pacientes con bajo peso entre los varones, pero más mujeres con bajo peso en el rango de mayores de 14 años.
Al analizar los datos del estado nutricional real de la madre y el estado nutricional real del hijo, se observa un 49,69% de concordancia, con un coeficiente kappa de 0,09 (concordancia pobre) y p=0,0003. Los pacientes obesos tienen madres obesas o con sobrepeso en un 51,4% de los casos, aquellos con sobrepeso tienen madres con sobrepeso u obesidad en un 38,3% de los casos, mientras que aquellos con peso adecuado tienen madres con sobrepeso u obesidad en un 27,2% de los casos.
La comparación entre la percepción materna del estado nutricional de su hijo y el estado nutricional real se muestra en la Tabla 3.
Casi 3/5 (59,9%) de las madres clasificaron correctamente el estado nutricional de su hijo. El coeficiente de concordancia kappa fue de 0,22 (concordancia débil), con un error estándar de 0,02 y p(0,0001.
Los pacientes con bajo peso fueron clasificados correctamente por sus madres en un 32,2% de los casos; aquellos con peso adecuado fueron clasificados correctamente en un 89,3% de los casos; los que tenían sobrepeso en un 21,3% de los casos y los obesos fueron clasificados correctamente en un 9,7% de los casos.
Los pacientes clasificados incorrectamente constituyeron el 40,1% de los casos. Los pacientes con bajo peso fueron clasificados incorrectamente siempre como con “peso adecuado”. Los pacientes con peso adecuado fueron clasificados como con “bajo peso” en un 89,3% de los casos y con “sobrepeso” en el 1,4% de los casos. Por otro lado, los pacientes con sobrepeso fueron clasificados como con “peso adecuado” en un 77,3% de los casos y nunca como obesos, mientras que los obesos fueron clasificados como con “peso adecuado” en un 41,7% de los casos o con “sobrepeso” en un 45,8% de los casos.
Al analizar exclusivamente los datos discordantes, se obtuvo los siguientes resultados. Los datos discordantes corresponden en un 61,2% a pacientes de sexo masculino (p=0,005), 47% a pacientes de 4-9 años, 36% de 9-14 años y 17% de 14-19 años (p=0,005). En cuanto al estado nutricional de los pacientes, hay menor discordancia en el peso adecuado con un 15,3%, mientras que aquellos con sobrepeso representan el 43,5% y los obesos el 25,5% de los discordantes (p(0,0001).
Los odds ratio calculados del análisis de regresión logística bivariado y multivariado se muestran en la Tabla 4. Los factores asociados significativamente con la falla de la madre en percibir correctamente el estado nutricional de su hijo fueron el sexo masculino (OR 1,54), edad entre 4 a 9 años (OR 1,92), edad entre 9 a 14 años (OR 1,23) e Indice de Masa Corporal - Z score para edad y sexo (OR 2,04). El análisis multivariado muestra valores similares con p(0,001. El estado nutricional de la madre no resultó un factor predisponente significativo en ninguno de los modelos.
DISCUSIÓN
En este estudio, casi 60% de las madres clasificaron el estado nutricional de sus hijos de manera correcta. Sin embargo, sólo el 21% de ellas clasificó correctamente a su hijo con sobrepeso y menos aún, sólo el 9,7% clasificó correctamente a su hijo como obeso. Este porcentaje es similar a varios estudios publicados10,18,19, no así comparado con el estudio nacional representativo de Estados Unidos, donde, por el contrario, el 2/3 de las madres reconoció a su hijo con sobrepeso u obesidad como tal16.
El hallazgo de que a medida que aumenta el índice de masa corporal, es decir, en la medida que los hijos presenten sobrepeso u obesidad, las probabilidades de discordancia son mayores, puede reflejar la dificultad que tienen las madres para reconocer el sobrepeso de su propio hijo, una resistencia a admitir que su hijo tiene sobrepeso, o la falta de entendimiento de lo que significan tanto el sobrepeso como la obesidad. Según este estudio, algunos factores significativos que pudieren incidir en la clasificación errónea del estado nutricional de los niños por sus madres son el sexo masculino, menor edad y mayor índice de masa corporal. Un estudio realizado en Estados Unidos, de Jain y colaboradores11 provee evidencia cualitativa que aquellas madres con menores ingresos económicos se niegan a describir a su hijo pre-escolar como con sobrepeso. Estas madres manifestaron su disconformidad con las tablas de crecimiento, restándole importancia. La tendencia de estas madres a minimizar los factores de riesgo asociados con el sobrepeso podría también ser extrapoladas a otros estratos sociales y niveles educativos, sin embargo, más estudios son necesarios al respecto.
Otro aspecto que llama la atención es la mayor discordancia a menor edad de los hijos. Volviendo al estudio de Jain y colaboradores11, las madres afirman confiar en que, en la medida que su hijo crezca, va a ir ganando altura y, por tanto, volver a un índice de masa corporal adecuado. Sin embargo, también manifiestan tener en cuenta que esto puede no suceder.
Los niños con sobrepeso y obesidad sólo fueron clasificados correctamente por sus madres sólo en un 31% de los casos. Son éstos los pacientes con mayor riesgo de presentar complicaciones secundarias20,21 tales como presión arterial elevada, dislipidemias, resistencia a la insulina, diabetes, problemas ortopédicos, además de desórdenes psicológicos y emocionales. Desde el punto de vista clínico, resulta crítico reconocer este grupo de pacientes para poder ahondar en el despistaje de los factores de riesgo y tratarlos de ser necesario o derivarlos a atención especializada.
Así como las madres definen mejor el estado nutricional de sus hijos mayores de 14 años, también definen mejor el estado nutricional de sus hijas mujeres, en concordancia con varios estudios que demuestran el mayor interés de la madre en crear un ambiente de alimentación saludable y recalcar la importancia de la buena nutrición y ejercicio a sus niñas22,23,24. Por otro lado, son también las mujeres quienes sienten una mayor presión social a verse más delgadas, incluso a niveles más extremos de trastornos de la conducta alimentaria, más frecuente en mujeres.
El reconocimiento por los padres del sobrepeso y obesidad infantil es un paso fundamental tanto para la prevención como para el tratamiento del exceso de peso y sus consecuencias25. Sin embargo, los pediatras no estamos exentos de responsabilidad y debemos realizar el diagnóstico oportuno y guiar a los pacientes a un tratamiento multidisciplinario.
CONCLUSIÓN
Aproximadamente el 60% de las madres clasifican el estado nutricional de sus hijos de manera correcta. Sin embargo, los niños con sobrepeso y obesidad son reconocidos por sus madres como tales sólo en un 31% de los casos.
Se considera estos hallazgos como de gran importancia para el éxito de los programas de intervención en obesidad, ya que si las madres no reconocen el sobrepeso de sus hijos, éstos tienden a fracasar.
Los pediatras juegan un papel muy importante en determinar quiénes son las madres que no reconocen el sobrepeso de sus hijos, y por tanto, los factores de riesgo asociados, y constituyen un eslabón primordial al pesar y medir a los pacientes y concienciar a los padres sobre los beneficios de llevar una vida saludable en familia.