El dengue, enfermedad viral causada por un flavivirus-el virus del dengue que incluye cuatro serotipos, representa la arbovirosis más importante a nivel mundial, de tremendo impacto en la morbilidad y mortalidad de la población1. Casi la mitad de la población mundial que habita países situados entre 10º de latitud norte y 10º de latitud sur está en riesgo de sufrir esta infección. Se calcula que anualmente se producen alrededor de 100 millones de casos, 500.000 casos de formas severas y más de 25 000 muertes por dengue2,3. El dengue constituye una carga económica y produce una gran afectación en la economía en los países afectos 4. El resurgimiento del dengue a partir de la década del 80 en nuestro continente ha coincidido con la reintroducción del vector el Aedes aegypti, cuya expansión afecta a prácticamente todo el continente excepto los extremos geográficos más fríos 5.
Aunque la mayoría de los casos de infección sintomática son leves y no ponen en peligro la vida, en ocasiones el dengue produce cuadros que requieren hospitalización 6. En su forma más severa cursa con choque hipovolémico por extravasación de plasma, trombocitopenia moderada o intensa y hemorragias en aparato digestivo y otras localizaciones2,7,8. Un aspecto que suele pasar desapercibido es que el virus del dengue puede afectar a órganos internos, constituyendo las formas viscerales o atípicas como la encefalitis, miocarditis o hepatitis, que pueden tener un curso fatal, y que pueden presentarse en ausencia de extravasación2.
En el presente número de la revista la Dra Godoy L y col. analizaron la frecuencia de bradicardia en casos pediátricos que se hospitalizaron por dengue en un hospital de referencia del Departamento Central del país. Los autores reportan que el 6% de los pacientes presentaron bradicardia, la gran mayoría benigna que se resolvió en las siguientes dos semanas. Sin embargo en algunos casos puede ser más severa y aparecer bloqueo cardiaco completo, como traducción de una lesión más severa del nodo atroventricular como se evidenció en un caso en la serie de los autores, complicación ya reportada en la literatura9. Aunque otros cuadros infecciosos se asocian a bradicardia, como difteria, enfermedad de Chagas, o endocarditis10, la presencia de bradicardia en el contexto de un paciente febril y mialgias podría sugerir que se trataría de un caso de dengue. Estudios previos han demostrado que cuando se compraran pacientes con choque séptico bacteriano con cuadro de choque por dengue, estos últimos presentan menor frecuencia cardiaca que los casos bacterianos11.
En la última década el Paraguay ha registrado alrededor de 500.000 casos de dengue, y alrededor de 500 muertes. Si se tiene en cuenta el sub-registro de la enfermedad así como los casos asintomáticos, puede poner en perspectiva la gravedad del problema. Los cuatro serotipos ya han circulado en el país. Así el serotipo 3 en el 2007, el serotipo 2 principalmente entre el 2012 y 2013, y el serotipo 1 en los últimos 3 años, con casos ocasionales del serotipo 4. En consecuencia existe una población susceptible a los diferentes serotipos, lo que nos ubica en una situación de riesgo para epidemias de gran envergadura.
Aunque los esfuerzos deben estar dirigidos al control del vector, los resultados han sido decepcionantes. La disponibilidad de vacunas contra el dengue, una de ellas con demostrada eficacia en casos que ya han experimentado un episodio previo12, y otra en avanzada fase de desarrollo13 pueden constituir finalmente las herramientas que permitan el control de esta enfermedad.