INTRODUCCIÓN
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son un grupo de psicopatologías caracterizadas por serios disturbios en la ingesta, restricción de alimentos, episodios de apetito voraz (atracones), excesiva preocupación por la figura corporal y/o por el peso. En esencia se caracteriza por una alteración de la percepción de la imagen corporal y trastornos del estilo de vida, que lleva a los pacientes a prácticas de gran riesgo para la nutrición y para su vida1. Engloba a la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y cuadros afines no especificados. Se ha observado un aumento progresivo de su prevalencia en las sociedades desarrolladas y en vías de desarrollo, debido a la presión social sobre el aspecto físico de los adolescentes, a los que se propone patrones de modelos corporales en los que la forma corporal adquiere un valor en sí misma. Afecta sobre todo a las mujeres2,3 y se presenta por igual a todos los estratos sociales4.
En la etiopatogenia intervienen factores genéticos, psicológicos, sociales, culturales, nutricionales, neuroquímicos y hormonales, que actúan como predisponentes, desencadenantes o mantenedores de la alteración1.
Un hecho a destacar es el impacto de los medios de comunicación y sobre todo la televisión en estos trastornos del comportamiento alimentario, al servir de medio de difusión del "estereotipo social" y de conductas y hábitos de vida5,6.
El diagnóstico se basa en los criterios de la Academia Americana de Psiquiatría (APA) del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V)7 y los elaborados por la OMS (Organización Mundial de la Salud) en el libro Clasificación Internacional de Enfermedades décima revisión (CIE-10)8.
Los niños mayores y los adolescentes jóvenes pueden exhibir comportamientos que no satisfacen todos los criterios del DSM-V5, pero que merecen atención. Los dos complejos específicos del DSM-PC relacionados con los trastornos alimentarios son: comportamientos de imagen corporal/dieta y comportamientos polifágicos/de purga1
El objetivo de la presente investigación es analizar las prevalencias de los trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes escolarizados en dos periodos de tiempo (2008 y 2012) mediante una encuesta estructurada de aplicación rápida para tamizaje de padecer riesgo de trastorno de conducta alimentaria de Unikel -Santorini9.
MATERIALES Y MÉTODOS
Estudio observacional, descriptivo, retrospectivo, de corte transverso, en los años 2008 y 2012 en dos colegios del área rural y tres del área urbana en dos períodos de tiempo con un intervalo de 4 años.
Se realizó encuesta de tamizaje para riesgo de TCA en adolescentes de 12 a 17 años de edad del tercer ciclo de la educación escolar básica (EBB) y de la educación media de centros educativos del área urbana y rural, del Departamento Central y Asunción, siendo los mismos centros educativos en ambos períodos de estudio. El muestreo fue no probabilístico por conglomerados y conveniencia. Se utilizó cuestionario breve para medición de conducta alimentaria de riesgo de Unikel- Santocini9, clasificándose en pacientes de bajo riesgo (9 puntos o menos) y de alto riesgo (10 o más puntos). A la misma encuesta se agregaron preguntas que revelaban relación con pares, uso de medios escritos, televisivos, y de las redes sociales en su vida cotidiana, en relación a estereotipos de belleza.
La identidad de los individuos que participaron en el estudio se mantuvo en el más estricto anonimato. La participación al estudio fue voluntaria. Se contó con la anuencia previa de los padres y de las autoridades de los centros educativos.
RESULTADOS
Se recabaron 469 encuestas en adolescentes con edades comprendidas entre los 12 años a 17 años, en los dos períodos de estudio; en el año 2008 fueron 207 alumnos, 98 del área rural y 109 del área urbana. En el año 2012 fueron 262 encuestas, 133 del área rural y 129 del área urbana (Figura 1).
Los datos fueron analizados por sexo, prevalencia según periodo de estudio y distribución urbana o rural. Las prevalencias se mantuvieron estables en los dos periodos de estudio (Tabla 1).
Se analizó la prevalencia de TCA en los dos diferentes periodos de estudio, en cuanto al sexo y procedencia de los adolescentes encuestados, tal como puede observarse en la tabla 2.
No se encontró diferencia estadísticamente significativa a favor de ningún sexo y se observó incremento de casos en la población rural en el segundo periodo de estudio, siendo este dato estadísticamente significativo.
En el año 2008, de los 13 adolescentes en riesgo de padecer trastorno de la conducta alimentaria, el 62% reportaron que los medios de comunicación les impone un patrón estético y se sienten insatisfechos consigo mismos por verse diferentes a los patrones estereotipados de belleza. El 54% de los adolescentes desean tener figuras similares a estrellas de espectáculos o modelos con imagen corporal delgada o ultra delgada. Estos parámetros disminuyeron en el año 2012, con frecuencias de 36%, 24% y 40% para las mismas variables (Figura 2).
En el año 2008 y 2012 el 92% y 84%, respectivamente, de los adolescentes en riesgo de trastorno de la conducta alimentaria refirieron sentir presión de sus grupos de amigos si no lograban tener un patrón de belleza impuesto por la sociedad. En el 39% y 20%, respectivamente del mismo periodo sienten rechazo de sus pares por no ser delgados (Figura 3).
DISCUSIÓN
Los TCA son conocidos desde la antigüedad; sin embargo han sufrido un aparente incremento a través del tiempo, llegando a constituirse en una patología que puede causar riesgo para la vida10,11. En los primeros años en la investigación de los TCA se los consideraba como un problema de mujeres jóvenes de clase alta y casi exclusivamente de países desarrollados, sin embargo el concepto ha ido cambiando a través del tiempo, encontrándose cada vez con más frecuencia en diversos estratos sociales y en ambos sexos12,13,14.
Diferentes factores influyen en la aparición de esta patología; entre los cuales se citan los factores culturales, las influencias de los medios de comunicación, familiares, hereditarios, el acoso de sus pares, padres y hermanos, factores temporales de fracasos y conflictos personales, y los factores de vulnerabilidad personal en el que el individuo no se acepta a sí mismo como una persona diferente del resto por problemas de autoestima15,16,17,18,19,20.
Los trabajos epidemiológicos reflejan que la incidencia de TCA en las últimas décadas muestra un aumento inequívoco de los mismos, tanto en los países industrializados como en aquellos en vías de desarrollo. En México la mayor parte de estudios epidemiológicos se realizaron en poblaciones estudiantiles con prevalencias que van de 8,3 a 1,1%11. Estos trabajos se realizaron en estudiantes entre 11 y 24 años de edad, encontrándose una baja prevalencia en varones. La bulimia parece ser más baja para hombres que para mujeres (1,8%) en población mayor de 18 años de edad. Este estudio sin embargo no incluyó a adolescentes. Tanto en Colombia como en Perú, los estudios que se realizaron fueron sobre poblaciones universitarias alcanzando prevalencia sobre 38 al 51% sobre todo de mujeres21,22. Al analizar la población adolescente en los estudios regionales las prevalencias pueden ir de 8 a 20% cuando se trata de detectar conducta de riesgo de padecer TCA. En todos estos trabajos se habla de una clara predominancia en el sexo femenino23,24,25.
A nivel regional existen diferentes trabajos de Brasil y Argentina realizados con adolescentes y preadolescentes, encontrándose que los riesgos de padecer TCA en esas poblaciones van de 13 a 61%26,27,28. En nuestro país, no contamos con datos.
La mayoría de los trabajos sobre TCA se han centrado en poblaciones del área urbana, probablemente con el supuesto de que en esos lugares hay una mayor exposición a medios de comunicación que imponen patrones estereotipados de belleza. Pocos estudios incluyen a la población rural como una población que debe ser tenida en cuenta para el estudio de estos trastornos y la mayoría de los trabajos se enfocan principalmente en poblaciones universitarias detectando el problema cuando ya está totalmente desarrollado y es mucho más difícil el tratamiento y las medidas correctivas. El reconocer el subgrupo de la población en riesgo de padecer TCA nos permitiría intervenciones más tempranas y efectivas a un menor costo.
El presente trabajo se realizó en poblaciones tanto del área urbana como rural en dos periodos de tiempo, con un intervalo de 4 años entre ellos, enfocándonos directamente en adolescentes entre 12 y 17 años y de ambos sexos. Utilizando la encuesta rápida de riesgo de padecer los TCA, encontramos que la prevalencia en el año 2012 fue mayor que al año 2008; sin embargo esta diferencia no tuvo significancia estadística, lo que nos lleva a plantear el problema de si los trastornos no fueron reportados o realmente no existen.
Así mismo se notó que la prevalencia del sexo masculino aquejado por esta sicopatología igualó a la población femenina en el segundo período de estudio, fenómeno que debe ser tenido en cuenta por los pediatras a la hora de plantear medidas de intervención y de tamizaje en los consultorios.
Otro tópico interesante, es que se ha notado a través de los años un importante incremento en la población rural, ya que en últimos 4 años el riesgo de padecer TCA en este sub grupo de la población ha aumentado más de un 30% para las mujeres y un 25% para los varones. Esta ruralización de la problemática es un factor que debe ser investigado y cuya causa podría atribuirse a mayor acceso a la televisión, internet y por ende las redes sociales, los cuales podrían estar ejerciendo un factor pernicioso sobre las conductas alimentarias consideradas como sanas.
El incremento de la afectación de la población masculina es llamativo y sobrepasa por mucho el 11% reportado por trabajos regionales26,27,28.
Indudablemente los pares juegan un papel preponderante en la aparición de estos trastornos en un porcentaje que sobre pasa el 80% en los dos periodos de estudios. El temor al rechazo jugaría un papel decisivo en lo referente a alcanzar una figura ideal que conlleve finalmente a una aceptación del grupo aunque esto implique poner en riesgo la salud. Esta presión de los pares podría ser ejercida en forma personal o virtual a través de las redes sociales; explicando el aumento preocupante de la patología en las poblaciones rurales y la menor influencia encontrada de los medios de comunicación (TV, radios, revistas) en las diversas poblaciones; ya que sabemos que actualmente los adolescentes pasan muchas horas en las redes sociales5,29.
Esta investigación permitió demostrar que a través de una encuesta sencilla es posible detectar población adolescente en riesgo de padecer TCA utilizando un instrumento práctico y fácil de ser aplicado en la atención primaria, como la encuesta7 que presentamos en este trabajo, de manera a poder realizar derivación temprana y oportuna a los especialistas de salud mental.
Debilidades del estudio: no se hizo la concordancia entre los encuestados con riesgo de padecer TCA y sus índices antropométricos, así como tampoco se midió el acceso a internet y el tiempo que dedica a conectarse a las redes sociales. Esto podría afectar las conclusiones del estudio. También podemos señalar, que al ser un trastorno autoreportado, muchos encuestados podrían no responder con la verdad, debido a la vergüenza de tener que admitir trastornos que tienen relación con los aspectos conductuales.
CONCLUSIÓN
El riesgo de padecer TCA se ha mantenido constante en un periodo de 4 años, sin embargo se ha observado un incremento en afectación del sexo masculino, y la ruralización de la sicopatología.
Debería investigarse el papel que juegan las redes sociales en la aparición de este tipo de trastorno en nuestro medio.