Para el editor:

Durante la pandemia de COVID-19 (SARS-CoV-2) que está actualmente en curso, la implementación de vacunas ha sido un avance importante para la lucha contra la enfermedad, siendo estas herramientas seguras y eficaces para prevenir el COVID-19 grave, la hospitalización y la muerte en niños y adultos^1,2. Actualmente se cuenta con varias vacunas, las cuales utilizan diferentes modos de acción y están autorizadas para su uso por entes internacionales^3,4. La vacunación anticovid es un tema de interés es su uso en niños y adultos jóvenes. La vacunación de grupos de edades menores es necesaria para la recuperación de la actividad en el sistema educativo y en la contención de la pandemia⁵. Las dudas, y a veces la oposición al proceso de vacunación, son conocidas, pero se ha investigado poco sobre las percepciones particulares de los niños y adolescentes.

Pocos estudios han documentado la percepción de la juventud hacia el proceso de vacunación de COVID-19, particularmente la opinión acerca de su decisión sobre vacunarse y aminorar así el impacto de la enfermedad si llegara a darse un contagio de algún familiar o de ellos mismos⁶.

En 2021, la Secretaría de Educación de Honduras no recibió la autorización de que jóvenes en edad escolar, especialmente de los grados de séptimo hasta duodécimo grado, pudieran ser beneficiados del proceso de vacunación y acelerar así su reintegro a clases presenciales en el 2022⁷. Un obstáculo para este reintegro es el temor de los docentes de las instituciones educativas, a contagiarse por algún estudiante asintomático, dado que directores, docentes y padres de familia que conforman el triángulo educativo, han fallecido por COVID-19⁸. En este contexto, realizamos un estudio con el objetivo de describir las percepciones del proceso de vacunación contra el COVID-19 de estudiantes de zonas urbanas y periurbanas de la región norte de Honduras (departamento de Cortés), en un período de junio a septiembre de 2021, cuando la vacunación anticovid dirigida a población adolescente apenas comenzaba por parte de la Secretaría de Salud en Honduras.

Se aplicó un cuestionario cerrado de ocho preguntas a 412 estudiantes de entre 12 y 18 años de edad de centros educativos estatales del nivel básico y medio (de séptimo a duodécimo grado). El mismo fue realizado al inicio de la vacunación pediátrica. Este estudio fue autorizado por los familiares de los alumnos y por los directivos de los centros educativos. El asentimiento informado fue obtenido de todos los participantes. Los resultados mostraron que, a la fecha del estudio, los estudiantes tenían una percepción negativa acerca de la vacunación. El 78% tuvo negatividad a vacunarse en los centros de salud. Las causas fueron: los centros de salud negaron la vacunación debido a la edad (47.33%), por temor (37.14%) y porque consideraron que no era necesario (14.56%). De todos los participantes, 58% fue del sexo femenino, mientras que el 42% del sexo masculino. Se observó un mayor temor a la vacunación por parte de las mujeres (60.14%) en relación a los varones (39.86%). Además, 58.33% de las mujeres expresó que no era necesaria la aplicación de la vacuna debido a la edad que tienen.

En general, los estudiantes expresaron temor a vacunarse contra COVID-19 debido al rol que han tenido los medios de comunicación masivos, desde los que algunas veces se ha promovido la desinformación⁹. Por ejemplo, atribuyendo una conexión de la vacuna con chips o dispositivos inteligentes microscópicos que puedan ser insertados a través de esta. Otros manifestaron temor a contagiarse durante la vacunación por el riesgo de contagio por la aglomeración en centros de vacunación o por contagio por la misma vacuna, así como temor a sus efectos en el sistema inmunológico. Una minoría consideró que la vacuna no es necesaria para su edad, además de solicitar más investigación para llevar a cabo el proceso con una vacuna adecuada, asegurando que los efectos no sean adversos para su edad.

En otros aspectos, se observó que una parte de los jóvenes estudiantes optaron por un trabajo durante la pandemia. El 17% documentó estar laborando y estudiando al mismo tiempo, a pesar de que la mayoría eran menores de edad. Refirieron que necesitan tener un trabajo por los despidos masivos y suspensiones laborales de sus familiares. Cabe resaltar, que algunos estudiantes dependieron de las remesas enviadas por familiares en el extranjero.

En Honduras, al comienzo de la pandemia de COVID-19, el gobierno indicó el cierre de los centros educativos y el confinamiento debido al riesgo de contagio. Siendo así, el sistema educativo pasó a la virtualidad. En este sentido, el sistema educativo hondureño ha presentado muchas dificultades de adaptación al modo virtual bajo la cobertura del paradigma conectivista en los dos años de la pandemia. Varios estudios señalan que los jóvenes han manejado las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) de manera favorable, pero que existen inconvenientes de recursos que no permiten acceder a una calidad educativa durante la pandemia de COVID-19^10-12.

En Honduras, los elevados niveles de pobreza y la desigualdad social aumentan el difícil acceso a internet entre los estudiantes, principalmente en las comunidades rurales, que, a esta fecha no han logrado conectarse de manera permanente a sus clases virtuales. Los datos muestran que las dificultades son mayores en el área rural, donde apenas el 29% de los estudiantes ha tenido vínculos con sus maestros a través de conexiones digitales, cifra que crece hasta el 45 % en la zona urbana¹³. Las organizaciones educativas, medios de información y comunidad educativa deben establecer un plan de reintegro que promueva la confianza a estudiantes y padres de familia que no están seguros de enviar a sus hijos a los centros educativos de nuestro país. Actualmente, la vacunación está mostrando buenos resultados en la población hondureña vacunada con primera y segundas dosis.

En resumen, en nuestro estudio, la mayoría de los estudiantes que participaron expresaron tener temor y aversión al proceso de vacunación. Los jóvenes también expresaron necesitar más información de la vacunación. Se pueden aprovechar espacios curriculares, v.g., la clase de ciencias naturales, para promover el manejo de la pandemia adecuadamente. No se puede pretender parar todo un sistema educativo. Los estudiantes son pieza clave para que los procesos educativos se realicen de la mejor manera.