Introducción
Los objetivos de desarrollo sostenible son metas mundiales de desarrollo cuyo propósito es mejorar la calidad de vida para todos. Uno de estos objetivos es lograr la igualdad de género para las mujeres y niñas, que incluye el derecho al acceso universal a la atención de salud sexual y reproductiva así como el acceso a la anticoncepción moderna1. La accesibilidad de los métodos anticonceptivos (AC) modernos ha sido objeto de debates en la comunidad científica y algunas autoridades gubernamentales de países en vías de desarrollo, donde la fecundidad sigue siendo elevada2.
Entre los métodos AC más utilizados se considera a las píldoras anticonceptivas, que brindan dos beneficios principales para la salud. Por una parte, se prescriben a mujeres sanas en edad fértil para evitar un embarazo no deseado. De otro lado, se utilizan como tratamiento no anticonceptivo para la cefaleas, migrañas, dolores articulares o inflamatorios, menstruaciones irregulares y acné asociado a patologías ginecológicas3-5.
Diversas investigaciones han demostrado que existe una necesidad insatisfecha de AC en mujeres en edad fértil en las zonas rurales de los países en vías de desarrollo6,7. Aproximadamente el 41 % de las mujeres en edad fértil se enfrentan a barreras para buscar un método AC, especialmente las mujeres de escasos recursos o aquellas que residen en zonas rurales8,9. Se describen diversas barreras, como el conocimiento limitado de las mujeres sobre los efectos secundarios. Si bien la literatura brinda importantes perspectivas, tiende a atribuir la falta de uso de anticonceptivos a las propias mujeres, sin tener en cuenta los factores sociales, que constituyen y exacerban las barreras de acceso, repercutiendo en la toma de decisiones dentro del ámbito de los anticonceptivos10,11. Otra barrera identificada con frecuencia es el acceso de las mujeres a la AC, que depende de factores como la cobertura, su disponibilidad, el acceso a los servicios en los hospitales, el transporte y su costo, entre otros12.
Por otra parte, las mujeres expresan ansiedad por sus efectos secundarios, como dolor, incremento de peso, cambios de estado de ánimo, infecciones, infertilidad o cáncer13. También expresan su preocupación por la incompatibilidad de la AC con su autonomía reproductiva, ya que algunas mujeres pueden percibirlos de forma negativa; es el caso de los anticonceptivos reversibles de acción prolongada o los dispositivos intrauterinos y los implantes, porque requieren de la intervención de un médico especialista para interrumpir su uso, interfiriendo en su planificación del embarazo11. Además, el conocimiento de las mujeres sobre los anticonceptivos determina su uso, ya que las mujeres que tienen menos conocimiento de los métodos AC son menos propensas a usarlos, ocasionando un déficit en el uso de ciertos anticonceptivos durante un determinado tiempo14,15. Por otra parte, las adolescentes siguen recibiendo información errónea sobre la disponibilidad de los anticonceptivos. Aunque la mayoría de las farmacias disponen de anticonceptivos, es frecuente encontrar información inexacta sobre las restricciones de edad y/o la necesidad de su prescripción16,17.
Es importante señalar que la mayoría de las mujeres utiliza píldoras anticonceptivas con fines anticonceptivos, mientras que, aproximadamente, un 14 % lo hace por motivos no anticonceptivos18. Se han reportado similares tasas de adherencia para los tratamientos ginecológicos y anticonceptivos, con una alta tasa de abandono de 50 % de los anticonceptivos en los primeros 12 meses de inicio al tratamiento, debido a la aparición de efectos secundarios y a la falta de adherencia al tratamiento, lo que ocasiona un grave problema19,20. El incumplimiento de las pautas respecto a la medicación anticonceptiva es una de las causas que conlleva a un elevado costo económico. En los casos de embarazo no deseado, además de la probabilidad de un embarazo, las consecuencias del abandono de los anticonceptivos conllevan a una mayor tasa de abortos y a dificultades en la planificación familiar21-23.
En los casos de problemas ginecológicos, el hecho de no continuar con la AC oral podría provocar dificultades para el control de síntomas, la exacerbación de la enfermedad y una mayor angustia. Así, la prevalencia de dismenorrea es más probable en las mujeres que no utilizan anticonceptivos orales24. La principal razón para lo no adherencia es el miedo a enfermar gravemente, mientras que el uso previo de anticonceptivos y las sesiones educativas sobre los problemas del uso de anticonceptivos hormonales mejoran significativamente la tasa de continuación, previniendo los diversos problemas para los cuales fue prescrita25.
Recientes estimaciones realizadas en el Perú, sostienen que 57 % de las mujeres utilizan algún método anticonceptivo moderno. Pero esta cifra es menor al promedio de América Latina que alcanza 69,9 %; asimismo, se sostiene que su uso es más bajo en mujeres con menor nivel de instrucción, con menores ingresos o en quienes se autoidentifican como indígenas. Para el año 2021, el uso de métodos anticonceptivos modernos presentó una disminución, y en una mayor proporción en las regiones más vulnerables26. Por ello, la investigación tiene el objetivo de describir la adherencia y barreras en el uso los métodos anticonceptivos en una población de mujeres atendidas en consulta en el primer nivel de atención.
Metodología
La investigación es de enfoque cuantitativo, diseño observacional, tipo descriptivo de corte trasversal. Se incluyó a una población de mujeres mayores de 18 años que fueron atendidas en el consultorio de un establecimiento de salud de primer nivel, en el distrito de Chorrillos de Lima (Perú), en el periodo comprendido entre octubre y diciembre del año 2022. Se trabajó sobre una muestra no probabilística a quienes se les aplicó ciertos criterios de inclusión como, tener edad mínima de 18 años e interés de participar voluntariamente mediante la firma del consentimiento informado. Se excluyó a mujeres que tenían controles previos del embarazo. Para la recolección de la información se utilizó el instrumento IRB Study: Barriers to adolescent contraception adherence, diseñado por C. Clare y colaboradores27.
El instrumento contiene 26 preguntas y está conformado por dos secciones; la primera describe las características sociodemográficas, como edad, sexo, creencia religiosa y tipo de seguro de salud. La segunda sección contiene preguntas que evalúan el acceso y la preferencia de acceso a la información sobre anticoncepción. Contiene preguntas sobre preocupaciones acerca de los efectos secundarios de la anticoncepción, el aumento de peso, las hemorragias irregulares, la caída del cabello y las náuseas. Se permitieron selecciones múltiples para ciertas preguntas cuando se consideró apropiado, incluyendo fuentes de información sobre anticoncepción y preocupaciones sobre anticoncepción. El instrumento se considera aplicable al tener una buena consistencia interna mediante alfa de Cronbach, cuyo valor obtenido en el estudio previo fue 0,7927.
El análisis de los datos fue realizado utilizando tablas de distribución de frecuencia y, para establecer diferencias estadísticas en el análisis bivariado, se utilizó la prueba exacta de Fisher. Los datos se clasificaron por demografía, hábitos anticonceptivos y percepciones de las pacientes. En cuanto a la demografía, se analizaron los datos para evaluar el uso de anticonceptivos por nivel educativo, edad, situación laboral, idioma principal, tipo de seguro y embarazos previos. En cuanto a los hábitos anticonceptivos, se describieron según anticoncepción actual, anticoncepción anterior, duración del uso de anticonceptivos y constancia del uso. Por último, se evaluaron las percepciones de las pacientes, incluidas las preocupaciones sobre los efectos de las hormonas, la discreción y el deseo de embarazo.
Con respecto a los aspectos éticos, la investigación se desarrolló dentro de los estándares establecidos por la Declaración de Helsinki. Se obtuvo el consentimiento de todos los participantes informándoles que la participación era voluntaria. Se garantizó el anonimato y la confidencialidad de la información proporcionada por los participantes y esta se utilizará exclusivamente para fines de la investigación.
Resultados
En el estudio participaron un total de 353 mujeres que acudieron al consultorio de gineco obstetricia. La edad media de las mujeres fue de 24,6 ± 4,2 años, predominando el grupo de mujeres mayores de 21 años con 74,2 % (n=262). Respecto al estado civil el 65,7 % (n=232) refirió ser soltera, mientras que 58,4 % (n=206) declaró tener nivel de estudios universitario.
Cuando se indagó sobre el tipo de seguro que tenían al momento de la encuesta, el 43,9 % (n=155) pertenecían al Seguro Integral de Salud (SIS), el 24,4 % (n=86) al Seguro Social y 14,4 % (n=51) no tenían ningún seguro. En cuanto a la creencia religiosa, el 73,7 % (n=260) son de religión católica. Respecto a la práctica de relaciones sexuales, el 92,9 % (n=328) respondieron que sí tienen y el 7,1 % (n=25) que no practican. Adicionalmente, el 89,8 % (n=317) utiliza métodos anticonceptivos (Tabla 1).
Sobre el método anticonceptivo que usan, el 37,2 % (n=118) refirió usar condones, 23 % (n=73) píldoras anticonceptivas, 14,2 % (n=45) inyectable Depoprovera y 2,5% (n=8) usa otros métodos. Respecto al tiempo que vienen usando métodos anticonceptivos, el 41,8 % (n=133) dijo más de 2 años y el 17,6 % (n=56) menos de 6 meses. Cuando se les preguntó a las mujeres si utilizaron otro método, el 57,5 % dijo que no. Del grupo que sí utilizó otro método (n=138), los anticonceptivos inyectables, preservativos y anticonceptivos orales fueron los más usados con 29 % (n=40), 28,3 % (n=39) y 27,5 % (n=38), respectivamente. Al preguntarles si usaban el método según indicación médica, el 75,4% (n=266) respondió que tuvieron adherencia a la indicación. El 74,8 % (n=264) de las encuestadas refirieron que sí usan algún tipo de método anticonceptivo durante sus relaciones sexuales, mientras que el 25,2 % (n=89) no los usa. Por otra parte, se les consultó si el método anticonceptivo actual es el mejor para cada una, el 88,6 % (n=312) consideró que sí es el mejor (Tabla 2).
Acerca del conocimiento sobre el método anticonceptivo de emergencia, el 90,7 % (n=320) de las encuestadas dijeron que sí lo conocen y un 48,7 % (n=172) que no lo han utilizado. Ante la pregunta de cuántas veces han usado este método de emergencia, respondieron 181 mujeres, de las cuales el 36,5 % (n=66) reportó haber usado 2 veces, el 23,8 % usó solo 1 vez; mientras que el 10,5 % (n=19) y 1,7 % (n=3) lo utilizó 5 y 8 veces, respectivamente. Se indagó acerca de la preocupación por los efectos secundarios de los anticonceptivos, donde el 66,2 % (n=230) se siente preocupada y al 34,8 % (n=123) no le preocupa. En este contexto, el 47,8 % (n=109) teme que los anticonceptivos generen aumento de peso, el 21,5 % (n=49) cree que los anticonceptivos producen sangrado irregular y el 13,6 % (n=31) cree que es un riesgo para la salud a largo plazo. De otro lado, el 74,6 % (n=262) de mujeres refirieron no preocuparse que sus padres u otras personas se enteren sobre la utilización de métodos anticonceptivos; igualmente, al 77,3 % (n=273) no le preocupa volver al establecimiento de salud para obtener anticonceptivos. También se les preguntó sobre la actitud que tomarían después de quedar embarazadas, el 36,8 % (n=130) dijo que continuaría con sus estudios, el 16,4 % (n=58) estaría molesta, pero tendría a su bebé, el 13,6 % (n=48) refirió que se sentiría molesta y abortaría al bebé, mientras que el 9,3 % (n=33) estaría feliz (Tabla 3).
En la Tabla 4, se observan las fuentes de obtención de información sobre los AC, antecedentes de embarazo y paridad, 51 mujeres consideraron no ideal para ellas los métodos anticonceptivos actuales; de este grupo, el 23,5% (n=12) dijo no recordar haberlo tomado, otro 23,5 % (n=12) consideró demasiado molesto tener que ir al hospital o centro de salud para su control, mientras que el 11,8 % (n=6) refirió sentir dolor al usar el método anticonceptivo. Se les preguntó si conocían todos los métodos anticonceptivos disponibles, el 62,9 % (n=222) reportó que sí, mientras que el 37,1 % (n=131) no los conoce todos. Acerca de la fuente de información sobre los métodos anticonceptivos, el 60,6 % (n=214) indicó que su médico le brindó información, el 21,6% (n=77) buscó información en internet, el 8,2 % (n=29) y 5,4% (n=19) encontró información en la universidad y amigos, respectivamente. Por otra parte, se indagó sobre el método anticonceptivo ideal para prevenir las infecciones de trasmisión sexual, el 94,6 % (n=334) sostuvo que los preservativos son más seguros para este fin. Ante la pregunta sobre embarazos previos, el 68,3 % (n=260) refirió que nunca los tuvo y el 31,7 % (n=112) respondió que al menos tuvo un embarazo en su vida. Del total de mujeres en estudio, el 26,1 % (n=92) tiene hijos y el 73,9 % (n=269) no tiene hijos.
Para el análisis bivariado se aplicó la prueba exacta de Fisher; para esto se tomó a las variables sociodemográficas en el uso de métodos AC. En el grupo de mujeres que usa métodos AC hay predominio de mayores de 21 años con 76,3 % (n=242), sobre las mujeres con edades de 18 a 21 años con 23,7 % (n=75). En el grupo de mujeres no usuarias de AC, 55,6 % son mayores de 21 años y el 44,4 % tiene edades entre 18 y 21 años. Estas diferencias que observamos tienen significancia estadística porque su valor de p = 0,007 es menor de 0,05 con un OR de 2,58 y un intervalo de confianza de 1,27 a 5,23. Por el OR podemos afirmar que hay una probabilidad de usar métodos anticonceptivos por mujeres mayores de 21 años de 2,58 veces. En cuanto al estado civil, las mujeres solteras destacan en el uso de anticonceptivos con 65,0 % (n=206), las casadas usan en un 14,3 % (n=47) y las convivientes en un 19,9 % (n=63). De otro lado, en el grupo de mujeres no usuarias de métodos anticonceptivos, el 72,2 % (n=26) son solteras. La prueba exacta de Fisher (p=0,83) evidencia que estas diferencias no tienen significancia estadística. En relación al nivel educativo, en el grupo que usa anticonceptivos, el 58,7 % (n=186) son universitarias, el 19,6 % (n=62) tienen secundaria y educación técnica por igual. Entre las que no usan métodos anticonceptivos, el 55,6 % (n=20) son universitarias, 25,0 % (n=9) tienen nivel de educación técnica y 16,7 % (n=6) tienen nivel de educación secundaria. Las diferencias encontradas resultan sin significancia estadística (p=0,72).
Con respecto a la creencia religiosa, en el grupo que usa anticonceptivos, el 74,8 % (n=237) son católicas, el 12,9 % (n=41) sin religión y el 6,3 % (n=21) practica otra religión. En el grupo que no usa anticonceptivos, el 63,9 % (n=23) son católicas, el 16,7 % (n=6) sin religión y el 11,1 % (n=4) practican otra religión. Las diferencias resultantes no guardan significancia estadística (p=0,70). Finalmente, respecto a la variable “Actualmente tiene relaciones”, en el grupo que usa anticonceptivos, el 98,7 % (n=313) tiene relaciones y el 1,3 % (n=4) no tiene relaciones. En el grupo que no usa anticonceptivos, el 58,3 % (n=21) no tiene relaciones y el 41,7 % (n=15) sí las tiene. Las diferencias tienen significancia estadística (p<0,001) (Tabla 5).
Discusión
En el presente estudio realizado en mujeres sobre adherencia y barreras en el uso de anticonceptivos, los resultados muestran la predominancia de mujeres jóvenes (21 a 30 años), siendo similares a los reportados por Mangimela-Mulundano y colaboradores28 en un estudio transversal de la autonomía de las mujeres y el uso de métodos anticonceptivos. El estudio refleja cierta preocupación de las mujeres jóvenes en el uso de métodos anticonceptivos, ello puede deberse a la promoción e implementación de nuevas políticas de anticoncepción por parte del Estado29. La educación es muy importante para la adherencia de muchas prácticas en el contexto de la salud, el resultado evidenció que la mayoría de encuestadas en el uso de AC tenía nivel universitario y secundario, hallazgo que tiene concordancia con otros estudios previos30,31.
Por otra parte, la religión es diversa y está arraigada en cualquier comunidad y puede influenciar de manera importante en el acceso y uso de la AC. Recientemente, un estudio realizado en Nigeria32 encontró que menos de un tercio de mujeres protestantes rechazaban toda forma de anticoncepción; nuestros resultados reportaron que solo entre 6 % y 13 % de mujeres profesaban otras religiones o no la tenían y la mayoría reportó ser de religión católica, lo que se asemeja a una investigación nacional realizada en 202233, donde más de la mitad de mujeres eran de religión católica; sin embargo, este resultado también es concordante con lo hallado por Kungu y colaboradores34, quienes encontraron una mayor proporción de mujeres católicas frente a las musulmanas que usaban anticonceptivos reversibles de acción prolongada.
En la investigación se pudo comprobar que más del 80 % de mujeres refirieron actividad sexual activa y la mayoría de ellas se interesan en algún método de AC, resultados que guardan consonancia con otros estudios similares35,36, donde nuestros hallazgos evidencian que mujeres jóvenes en edad reproductiva tienden más a preocuparse por alguna forma de AC. De otro lado, a pesar de que últimamente se promueven nuevos métodos AC masculinos y femeninos, el condón es el método de anticoncepción preferido por las mujeres. En este estudio, más de un tercio de las encuestadas respondieron usar el método de barrera, seguido de píldoras orales y como tercer método mencionaron los inyectables. Estos datos son similares a lo encontrado en estudios realizados en Colombia37, Corea y Camerún38,39. Sin embargo, un reciente estudio realizado en Arabia Saudita reportó que las píldoras orales son las más usadas en la AC de mujeres que acuden a centros de salud primarios40. En esta línea de indagación, tres cuartas partes de mujeres participantes en el estudio seguían las indicaciones médicas para el uso de los AC. Llama la atención que el 25 % de mujeres que practican relaciones sexuales no utilizan ningún método de anticoncepción; en parte se cree que esta actitud está relacionada al temor por los efectos secundarios de los métodos AC. Un estudio realizado en Nueva York reportó la preocupación de las usuarias sobre los efectos colaterales de anticonceptivos como aumento de peso y sangrado27.
La anticoncepción de emergencia comprende el uso de un fármaco o un dispositivo intrauterino de cobre, con el objetivo de evitar el embarazo después de haber tenido una relación sexual sin protección. En el presente estudio más del 90 % de mujeres los conocen; de este grupo, la mitad refirió haber utilizado el método de emergencia por lo menos una vez durante su actividad sexual, sin embargo, no se pudo obtener información si el AC de emergencia fue oral o dispositivo intrauterino. La tasa de uso del método de emergencia en nuestro país está por debajo de los países de Latinoamérica41, esto se debe en parte a que, anteriormente, no era considerado oficialmente como método de anticoncepción; y, por otra parte, su disponibilidad sigue siendo limitada para los usuarios. Una de las barreras relevantes que se encontró en el estudio fue la preocupación por los efectos secundarios de los AC, donde dos tercios de la población manifestó su preocupación por ellos; especialmente, reportaron sus temores por el aumento de peso y el sangrado menstrual irregular, mientras que otras los consideran un riesgo para la salud a largo plazo, datos similares encontrados en otros estudios previos27,42.
Sobre la obtención de información acerca de los métodos AC, dos terceras partes de las mujeres informaron como primera fuente al médico, seguida de internet y la universidad. Aunque un grupo importante de mujeres respondió que una barrera o limitación es tener que visitar el establecimiento de salud para la obtención de AC. Los últimos años, la masificación de las tecnologías de la comunicación e información virtual facilita absolver respuestas de cualquier consulta sobre planificación familiar, métodos AC y otros temas; sin embargo, este acceso dependerá de factores socioeconómicos y culturales de cada población, nuestro hallazgo podría estar relacionado al grado de estudios de las mujeres que usan los AC. Un estudio realizado en México durante el 202043 reportó resultados contrarios, la información que recibieron las mujeres usuarias de AC, mayormente fue a través de los profesores, seguido de sus padres y finalmente por el médico.
Cuando se analizó la adherencia comparando los dos grupos de edad en el uso de métodos AC, se encontró diferencia estadística, donde mujeres mayores de 21 años tienen 2,5 veces más posibilidades de usar los métodos AC que las mujeres más jóvenes, lo cual sugiere enfatizar los esfuerzos en la promoción de la AC desde los niveles básicos de escolaridad para la prevención de embarazos no deseados. En cuanto al estado civil y el grado de educación, no se encontró diferencia significativa. La creencia religiosa tampoco fue un factor de diferencia estadística importante. Finalmente, se analizó la pregunta “Actualmente tiene relaciones” en el grupo de mujeres usuarias de AC. Más del 98 % respondieron que sí practican relaciones y una mínima proporción que no las tiene; en tanto que en el grupo que no usa anticonceptivos, más de la mitad no tiene relaciones; el resultado estadístico sugiere en esta variable que existe diferencia significativa, lo que se traduce en mayor uso de AC por parte de mujeres con actividad sexual activa.
En cuanto a las limitaciones de la investigación, podemos señalar que el tipo de muestra no probabilística que se utilizó no permite extrapolar los resultados a la población de otras localidades que comparten similares características sociodemográficas. Igualmente, la falta de instrumentos validados para evaluar las variables fue una limitante, y por último, la coyuntura de la pandemia COVID-19 en su fase final restringió la visita de las usuarias a las consultas del establecimiento de salud, prolongando el tiempo de estudio.
Como conclusión, podemos afirmar con base en los resultados, que la mayor parte de mujeres atendidas en un establecimiento de salud de primer nivel son jóvenes y que hacen uso de los diferentes métodos anticonceptivos priorizando al condón masculino y las píldoras orales. La edad y la práctica de actividad sexual, son variables que se relacionaron a la adherencia de los métodos anticonceptivos. Las principales barreras identificadas fueron, la preocupación por los efectos secundarios de los anticonceptivos y el desplazamiento al centro de salud para obtener los anticonceptivos.