INTRODUCCIÓN
La esperanza de vida global ha aumentado significativamente, y se proyecta que la población mundial de personas mayores de 60 años se duplique para el año 2050. Este fenómeno demográfico ha sido reconocido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que han lanzado la iniciativa de la Década del Envejecimiento Saludable 2020-2030 para abordar estos cambios y promover un envejecimiento saludable y activo1.
El funcionamiento, definido como la capacidad del individuo para realizar las actividades de la vida diaria, tal como se especifica en la Clasificación Internacional del Funcionamiento de la Discapacidad y de la Salud (CIF), declina gradualmente con la edad, siendo este deterioro más notorio en mayores de 65 años. Este declive funcional tiene un impacto directo en la autonomía y calidad de vida de los adultos mayores, haciendo crucial la evaluación y el apoyo en sus actividades diarias. Los adultos mayores que viven con sus hijos adultos tienen una mayor probabilidad de recibir ayuda en sus actividades de la vida diaria, comparado con aquellos que viven solos o con otras personas. Esta situación de convivencia influye significativamente en el nivel de apoyo que reciben, siendo esencial para la preservación de su funcionalidad y bienestar2.
La atención al adulto mayor es crucial debido a que son considerados una población vulnerable, generalmente enfrentan mayores desafíos relacionados con la salud y el proceso de envejecimiento. Dicho envejecimiento, conlleva un aumento en la prevalencia de enfermedades crónicas como la obesidad, diabetes, hipertensión arterial y cardiopatías, lo que a su vez incrementa el riesgo de discapacidad en los adultos mayores3,4. La evaluación de la capacidad funcional es crucial, ya que permite determinar la habilidad de los adultos mayores para realizar actividades básicas de la vida diaria (ABVD), las cuales son esenciales para mantener la independencia y la calidad de vida5,6.
El Índice de Barthel se ha destacado como un predictor importante del deterioro funcional, el cual puede anticipar la mortalidad, el uso de servicios sanitarios y la institucionalización de los adultos mayores7. La preservación de la capacidad funcional no solo refleja el estado de salud general del individuo, sino que también es un indicador clave de su bienestar general y autonomía8.
Las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) son fundamentales para la autonomía de los adultos mayores en sus hogares. La disfunción en estas actividades puede ser un marcador de enfermedades subyacentes y ayuda en la identificación de necesidades de intervención9,10. Evaluar estas capacidades es esencial para diseñar intervenciones y políticas de salud pública que mejoren la calidad de vida de este grupo demográfico10. Ante estas particularidades, surge la necesidad de realizar una evaluación geriátrica integral que tenga en cuenta la diversidad y complejidad de variables que influyen en la salud de una población heterogénea. Esta valoración, altamente personalizada, considera una amplia gama de factores que afectan el estado de salud con el fin de obtener una visión completa del adulto mayor9.
Desde un enfoque económico, el aumento previsto de los problemas de funcionalidad y la creciente demanda de servicios de atención a largo plazo requieren la adopción de medidas preventivas o paliativas para evitar o retrasar la pérdida de capacidad funcional. Es necesario implementar acciones que den respuesta a las necesidades de la población en este sentido10.
La justificación de esta investigación radica en la necesidad de comprender a fondo la situación de los adultos mayores en sus hogares. El envejecimiento de la población es un fenómeno en constante crecimiento que demanda atención especializada y personalizada. Al enfocarse en evaluar la capacidad funcional y la dependencia en las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD), se busca generar información relevante para el diseño de intervenciones y políticas de salud efectivas que mejoren la calidad de vida de este grupo demográfico en su entorno hogareño. Este enfoque permitirá identificar áreas de mejora en la atención geriátrica y fomentar un envejecimiento activo y saludable en la población de adultos mayores.
El presente trabajo tiene por objetivo evaluar la capacidad funcional de los adultos mayores en actividades básicas de la vida diaria dentro del ámbito familiar en Asunción, durante el año 2023.
MATERIALES Y MÉTODOS
Este estudio fue observacional, descriptivo de corte transversal, con un componente analítico, realizado en noviembre del 2023, realizado a 91 adultos mayores (≥65 años) residentes en hogares familiares de Asunción y el área metropolitana, bajo el cuidado de familiares o personal contratado. Se excluyeron aquellos adultos mayores con patologías crónicas o discapacidades invalidantes. Se utilizó una técnica de muestreo no probabilístico por bola de nieve, por lo que no se calculó el tamaño de la muestra. La recolección de datos se llevó a cabo mediante encuestas aplicadas a través del formulario de Google. Para medir la capacidad funcional en la realización de Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD), se empleó el Índice de Barthel, que se considera la escala más apropiada, proporcionando una estimación cuantitativa del nivel de dependencia de la persona evaluada. Con el aumento de la edad, también se incrementa el riesgo de perder la autonomía y la independencia para realizar estas actividades cotidianas. La capacidad funcional es un indicador de salud, por lo que su mantenimiento y mejora son tan importantes como el tratamiento de una enfermedad. Las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) se refieren a las funciones más elementales, como comer, moverse, vestirse e ir al baño. En el índice de Barthel, los valores asignados a cada actividad dependen del tiempo necesario para su realización y del nivel de ayuda requerido. La puntuación total varía entre 0 y 100 puntos. Una puntuación inferior a 20 indica dependencia total, entre 21 y 60 puntos indica dependencia severa, entre 61 y 90 puntos refleja dependencia moderada, entre 91 y 99 puntos indica dependencia leve, y 100 puntos señala independencia. El abordaje estadístico se llevó a cabo utilizando el software libre Epi Info™ Versión 7.2.6.0. Alas variables se le aplicó estadística descriptiva e inferencial. Para el componente analítico, la prueba estadística inferencial utilizada fue el test ji cuadrado. Se concretó el nivel de significancia estadística para p menor o igual a 0,05. Se consideraron todos los aspectos éticos pertinentes durante el desarrollo de la investigación. Todos los participantes fueron informados en el cuestionario para su participación.
RESULTADOS
Participaron del estudio 91 adultos mayores. La edad promedio fue 79 años ± 8,2 de desviación estándar. El 62.6%% (n=57) fueron mujeres, con edad media 79,7±8,3 años. En cuanto a la distribución por edad resultó que el 42% eran del rango de 75 a 84 años (edad senil), el 33% de 65 a 74 años (edad avanzada) predominantemente, teniendo en cuenta los estándares de edad revisados de la Organización Mundial de la Salud en el 2015 y el envejecimiento saludable con el fin de fomentar y mantener la capacidad funciona, que permita el bienestar de la vejez11-13(Tabla 1).
Grupos de edad | Sexo | Totales | ||
Femenino | Masculino | n | % | |
65 a 74 años | 17 | 13 | 30 | 33,0% |
75 a 84 años | 24 | 14 | 38 | 41,8% |
85 a 89 años | 9 | 5 | 14 | 15,4% |
90 a 99 años | 7 | 2 | 9 | 9,9% |
Total | 57 | 34 | 91 | 100,0% |
% Sexo | 62,6% | 37,4% | 100,0% |
En cuanto a la situación de los adultos mayores en las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) según el Índice de Barthel, se observa que el 59,3% necesitan ayuda para cortar alimentos y 34,1% dependen de otra persona para tareas básicas de higiene personal como lavarse la cara y las manos. El 28,6% experimenta incontinencia en deposiciones y 30,8% micción. Aunque son independientes el 68,8% para usar el retrete y 67,0% para trasladarse dentro de la casa, el 46,1% necesita ayuda física (supervisión) o es dependiente de otra persona para subir y bajar escaleras (Tabla 2).
El total de puntos promedio de Barthel en la población en estudio fue 68,5 ± 33,9 que corresponde a dependencia leve (61.5%), clasificó en las ABVD. Respecto al sexo, resultaron con dependencia leve el 63,2% de las mujeres y 58,8% de los hombres, sólo el 8,8% y 5,9% respectivamente, son independientes. Realizando el mismo análisis según grupos de edad y sexo, el adulto mayor en edad avanzada y senil (65 84 años) en ambos sexos tienen entre 70 y 77% de dependencia leve, y respecto a las mujeres ≥ 90 años el 57,1% tienen una dependencia severa, en tanto que los hombres el 50% el nivel de dependencia moderada (Tabla 3).
Mediante el estadístico Chi cuadrado y a un nivel de significancia del 95%, se encontró relación entre el grado de dependencia (Barthel) respecto al sexo y grupos de edad, resultando significativo con p=0,001. Además, se buscó relación entre las variables de ABVD y las variables demográficas (grupos de edad y sexo), no encontrándose significancia estadística.
Respecto al tipo de cuidadores de los adultos mayores en el hogar, el 77% se encuentran bajo el cuidado de un familiar, el 14% por un personal doméstico o contratado, pero sin experiencia en el cuidado de estos, sólo los restantes, 9% corresponde a cuidadores formales (enfermero/a o personal calificado). Cabe mencionar que el 5,5% de los adultos mayores con algún grado de dependencia (moderada, severa y dependencia total) cuentan con cuidadores formales.
Edad y Grupos de edad | Nivel de Dependencia (Barthel*) en ABVD | % (n=91) | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Independiente | Leve | Moderada | Severa | Total | ||
Femenino | 8,8% | 63,2% | 1,8% | 14,0% | 12,3% | 100,0% |
65 a 74 | 5,9% | 76,5% | 0,0% | 5,9% | 11,8% | 100,0% |
75 a 84 | 8,3% | 70,8% | 0,0% | 8,3% | 12,5% | 100,0% |
85 a 89 | 22,2% | 44,4% | 11,1% | 11,1% | 11,1% | 100,0% |
90 a 99 | 0,0% | 28,6% | 0,0% | 57,1% | 14,3% | 100,0% |
Masculino | 5,9% | 58,8% | 8,8% | 11,8% | 14,7% | 100,0% |
65 a 74 | 7,7% | 76,9% | 0,0% | 0,0% | 15,4% | 100,0% |
75 a 84 | 7,1% | 71,4% | 0,0% | 21,4% | 0,0% | 100,0% |
85 a 89 | 0,0% | 0,0% | 40,0% | 20,0% | 40,0% | 100,0% |
90 a 99 | 0,0% | 0,0% | 50,0% | 0,0% | 50,0% | 100,0% |
Totales | 7,7% | 61,5% | 4,4% | 13,2% | 13,2% | 100,0% |
*Barthel: Independiente (100 puntos); Dependencia leve (91-99 puntos); Dependencia moderada (61-90 puntos); Dependencia severa (21-60 puntos); Dependencia total (<20 puntos).
DISCUSIÓN
La evaluación de la capacidad funcional en actividades básicas de la vida diaria (ABVD) del adulto mayor es un aspecto crucial para comprender su situación de salud y bienestar. En este estudio realizado en el hogar de Asunción, resultó que son consistentes con estudios previos sobre la situación funcional de los adultos mayores realizado en España en 202014, encontrándose que la edad avanzada y el sexo femenino son de mayor dependencia en las ABVD, medidas a través del índice de Barthel. La similitud en los hallazgos puede deberse a factores sociodemográficos y culturales comunes entre las poblaciones de los estudios comparados. En ambos contextos, las mujeres mayores suelen tener una mayor expectativa de vida, lo que incrementa las probabilidades de presentar mayores niveles de dependencia debido a la acumulación de comorbilidades y un estado de salud general más deteriorado.
Además, otro estudio de México en el 2019 reportó que la presencia de un cuidador en el hogar era común entre los adultos mayores con algún grado de dependencia15. Este hallazgo es similar al nuestro, donde se observó que el 77% de los adultos mayores dependían de familiares para su cuidado. Las diferencias en el porcentaje de cuidadores formales pueden estar influenciadas por variaciones en la disponibilidad y accesibilidad de servicios de apoyo en cada país. En México, al igual que en Paraguay, el sistema de cuidado formal aún es limitado, lo que subraya la necesidad de fortalecer las redes de apoyo informal y mejorar la capacitación de los cuidadores informales.
En el presente estudio se ha observado que la edad es un factor crucial en la valoración del nivel de dependencia física de los adultos mayores, similar a los hallazgos reportados en la investigación realizada en el Subcentro de Salud de la parroquia Octavio Cordero, Cuenca 2016, en Ecuador. En dicho estudio, los rangos de edad variaban entre 60 y más de 76 años, con un predominio de los adultos mayores de 76 años en adelante (34%). Comparativamente, en nuestro estudio, los adultos mayores de 75 a 84 años representaron el 41,8%, destacando una mayor proporción de población femenina (62,6%)16.
La capacidad funcional de los adultos mayores, evaluada mediante el índice de Barthel, muestra que el 28,57% de la población estudiada presenta dependencia en la actividad de comer, mientras que son independientes en actividades como lavarse, vestirse, arreglarse, usar el retrete, trasladarse, deambular y subir-bajar escaleras. Estos resultados son congruentes con la investigación realizada en el Hogar de Ancianos “León Ruales” de la Ciudad de Ibarra en 2011, donde se encontró que actividades como arreglarse y vestirse tenían un porcentaje aceptable de funcionalidad, mientras que bañarse, deambulación y subir gradas presentaban mayores dificultades17. Los resultados similares, pueden ser atribuidas a las condiciones de vida comunes y el acceso a servicios de médicos en estas comunidades.
En cuanto al nivel de dependencia general según el sexo, se observó que el 63% de la población femenina y el 59% de la masculina son dependientes leves. Además, el 77% de los adultos mayores maduros y el 71% de los adultos mayores presentan dependencia leve. Estos hallazgos son consistentes con la investigación realizada en el hogar geriátrico Santa Sofía de Tenjo, Dulce Atardecer y Renacer de Bogotá en 2015, donde se encontró que la dependencia leve era el grado de capacidad funcional predominante, con una menor proporción de dependencia total18.
Las similitudes encontradas entre los estudios podrían atribuirse a factores sociodemográficos y culturales comunes en la región, así como a las metodologías empleadas para la evaluación de la dependencia funcional. Sin embargo, es importante considerar que las diferencias en los porcentajes de dependencia en actividades específicas pueden estar influenciadas por variaciones en las condiciones de salud y los servicios de apoyo disponibles.
CONCLUSIONES
El Índice de Barthel se ha destacado como un predictor importante del deterioro funcional, que puede anticipar la mortalidad, el uso de servicios sanitarios y la institucionalización de los adultos mayores. La preservación de la capacidad funcional no solo refleja el estado de salud general del individuo, sino que también es un indicador clave de su bienestar general y autonomía.
Los hallazgos destacan que un alto porcentaje de los adultos mayores presentan algún grado de dependencia, especialmente en actividades como cortar alimentos y realizar tareas de higiene personal, lo que subraya la necesidad de apoyo en estas áreas. La edad avanzada y el sexo femenino se asociaron con mayores niveles de dependencia, alineándose con estudios previos.
La mayoría de los adultos mayores dependen de familiares para su cuidado, con una mínima proporción atendida por cuidadores formales, lo que resalta la importancia de fortalecer las redes de apoyo y capacitar adecuadamente a los cuidadores informales. La implementación de políticas y programas dirigidos a mejorar la capacidad funcional y la calidad de vida de los adultos mayores es esencial para enfrentar los desafíos del envejecimiento poblacional.
En resumen, la población estudiada muestra un nivel de funcionalidad en ABVD con una dependencia leve, subrayando la relevancia del apoyo familiar en el cuidado de los adultos mayores.
Este estudio pone de manifiesto la necesidad de intervenciones efectivas y políticas públicas que promuevan un envejecimiento saludable, garantizando así un mejor bienestar para los adultos mayores en su entorno familiar y comunitario.