INTRODUCCIÓN
Desde el surgimiento de la pandemia de COVID-19, las agencias de salud y las asociaciones científicas internacionales de salud mental han hecho notar su preocupación en cuanto a que si bien los países se encontraban trabajando a contrarreloj para proteger a sus ciudadanos de la infección, no se debía olvidar otras aristas de la pandemia, en especial las relativas a las medidas de aislamiento social y sus repercusiones a nivel de la salud mental de las personas1,2.
Conforme la pandemia se fue desarrollando, se han aplicado medidas innovadoras que van desde la utilización de teleconsultas de Psiquiatría y Psicología hasta recomendaciones generales orientadas al ciudadano común, con foco específico en el cuidado de la salud mental3,4. Sin embargo, la excesiva cantidad de información que hoy en día se tiene a disposición a través de internet, casi sin limitaciones, y la importancia que han cobrado las redes sociales en el mundo actual nos han llevado a tener noticias en forma continua acerca de la pandemia, tanto positivas como negativas, y eso ha empezado a causar alteraciones en la forma en que las personas afrontan esta situación5,6.
Se han producido exacerbaciones de cuadros psiquiátricos en algunas personas, mientras que han surgido nuevos cuadros en personas previamente sanas, lo que ha generado que los servicios de salud mental tengan que realizar innovaciones con el fin de cumplir con la demanda7-9. Entre los cuadros mencionados, los trastornos de ansiedad representaban, ya antes de la pandemia, patologías bastante comunes entre las consultas de salud mental10, pero que con el advenimiento de la pandemia, se han presentado como una de las principales razones de consulta.
En esta investigación se buscó determinar la presencia de síntomas de ansiedad y de depresión y su relación con las noticias e información sobre el COVID-19 en personas pertenecientes a la población general, con el fin de comprender mejor este fenómeno y las implicaciones que tiene para los servicios de salud mental y los profesionales sanitarios que manejan este tipo de cuadros.
METODOLOGÍA
Este fue un estudio observacional, descriptivo de asociación cruzada, de corte transversal y temporalmente prospectivo.
El muestreo fue no probabilístico, de casos consecutivos. Una encuesta en línea fue diseñada en Google Forms, y difundida a nivel nacional a través de redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram) y aplicaciones de mensajería (Whatsapp, Telegram), durante todo el mes de noviembre de 2020. Todos los participantes recibieron información completa sobre el propósito del estudio, privacidad y utilización de datos. Adicionalmente, se les proveyó de información relativa a la salud mental y de datos de contacto de la Cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción para consultas específicas. Al inicio de la encuesta en línea, a los participantes se les pidió que confirmen que eran mayores de edad y que voluntariamente aceptaban participar de la investigación.
Es de destacar que existe evidencia que demuestra que las investigaciones realizadas a través de encuestas en línea pueden proveer resultados similares a las reportadas por muestras “en persona” 11
El instrumento en línea constaba de las siguientes partes:
1. Datos sociodemográficos: se solicitó a los participantes que aporten información sobre sexo (masculino, femenino, prefiero no decirlo), edad (en años cumplidos), estado civil (soltero, casado, unión libre, viudo, divorciado), lugar de residencia (Ciudad de Asunción o Departamentos de Alto Paraguay, Alto Paraná, Amambay, Boquerón, Caaguazú, Caazapá, Canindeyú, Central, Concepción, Cordillera, Guairá, Itapúa, Misiones, Ñeembucú, Paraguarí, Presidente Hayes, San Pedro), con quien viven (solos, con pareja/familia, con amigos), nivel educativo (sin educación formal, educación primaria, educación secundaria, educación terciaria/universitaria), situación laboral (si posee o no trabajo actualmente), ingresos mensuales promedios (sin ingresos fijos, menos, igual o más que el sueldo mínimo).
2. Datos relativos a información/noticias sobre la pandemia de COVID-19: los participantes respondieron si ellos fueron diagnosticados con COVID-19 o si estuvieron en contacto con una persona con diagnóstico positivo de COVID-19 (sí, no, no sé). Se les preguntó cuántas horas habían pensado, visto o escuchado información sobre COVID-19 en las últimas dos semanas (entre 1-3 horas, 3-5 horas, 5-7 horas, más de 7 horas), su principal fuente de información sobre COVID-19 (diversas redes sociales, radio, televisión, revistas/artículos científicos) y de dónde procedía esa información (familia, amigos, compañeros de trabajo, organismos sanitarios).
3. Estado de salud mental: los participantes respondieron si habían sido o no diagnosticados previamente con ansiedad o depresión.
4. Coronavirus Anxiety Scale (CAS): desarrollado originalmente en inglés por Lee 12, el CAS está conformado por cinco ítems que permiten determinar la frecuencia de síntomas fisiológicos generados por los pensamientos y la información/noticias relacionadas con el COVID-19 durante las últimas dos semanas (por ejemplo, “Sentí náuseas o problemas estomacales cuando pensaba o estaba expuesto a información sobre el COVID-19”). La frecuencia de dichos síntomas se midió a través de una escala tipo Likert de cinco puntos, con respuestas que iban desde “De ninguna manera” (0 puntos) hasta “Casi todos los días” (4 puntos). El puntaje del CAS varía de 0 a 20, donde un mayor valor expresa una mayor frecuencia de síntomas de ansiedad por el COVID-19. La confiabilidad de la versión original en inglés del CAS tuvo un valor α de Cronbach de 0,93, que se considera excelente 13. En esta investigación se utilizó la versión validada en español por Caycho-Rodríguez y colaboradores 14, que ha demostrado poseer robustas propiedades psicométricas y un valor α de Cronbach de 0,89 (considerado como confiable) 13.
4. Patient Health Questionnaire-2 (PHQ-2): desarrollado originalmente en inglés por Kroenke, Spitzer y Williams 15, el PHQ-2 contiene los dos primeros ítems del Patient Health Questionnaire de nueve ítems (PHQ-9) 16 que evalúan la presencia de ánimo deprimido y anhedonia durante las dos últimas semanas y que considerados síntomas nucleares de los trastornos depresivos. Estos ítems son: 1) Sentirse desanimado/a, deprimido/a o sin esperanzas y 2) Poco interés o placer en hacer las cosas. Dichos síntomas se midieron a través de una escala tipo Likert de 4 puntos, con las siguientes posibles respuestas: 0 = para nada, 1 = varios días, 2 = más de la mitad los días y 3 = casi todos los días. El puntaje del PHQ-2 varía de 0 a 6. Un puntaje ≥3 es indicativo de depresión, con sensibilidad del 83 % y una especificidad del 92 % para la depresión mayor 15. En esta investigación se utilizó la versión en español de Caycho-Rodríguez y colaboradores 14, que ha demostrado adecuada confiabilidad (α de Cronbach = 0,72) 13.
El tamaño de muestra fue calculado usando el paquete epidemiológico Epidat (Organización Panamericana de la Salud, Junta de Salud de Galicia y Universidad CES de Colombia). Asumiendo una frecuencia esperada de ansiedad del 14,25% 17, un nivel de confianza del 95 % y una precisión del 2,1 %, la muestra mínima quedó establecida en 1065 participantes 18. Finalmente, la muestra incluyó a 1108 personas.
Los datos fueron cargados en una planilla de cálculo, para luego ser procesados con el paquete estadístico RStudio, versión 1.2.5033. Se utilizó estadística descriptiva para todas las variables: resumiendo las variables categóricas con frecuencias y porcentajes, y las numéricas con medidas de tendencia central y de dispersión. Para buscar asociaciones entre variables numéricas se utilizaron la prueba T de Student y ANOVA, según sea apropiado. Además, se utilizó la prueba post hoc de Tukey. La significancia estadística se estableció para un valor de p<0,05.
El estudio se enmarcó en la línea de investigación “Epidemiología y psicopatología de los trastornos mentales” (instalada por Resolución D. N° 1950/2017 del Decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción) y fue aprobado por el Comité de Ética de la Investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Caaguazú. Se respetaron los principios de ética aplicados a la investigación y la participación fue libre y voluntaria. Se respetaron los principios de autonomía, beneficencia y no maleficencia y de justicia, de acuerdo a la Declaración de Helsinki. En todo momento se respetó el anonimato de los participantes, pues no se recabaron datos que pudieran permitir la identificación de los mismos.
RESULTADOS
De esta investigación participaron 1108 personas, con una media de edad de 35 ± 13 y edades comprendidas entre los 18 y 84 años. El 75 % eran mujeres, el 56 % solteros, el 43,4 % provenía del Departamento Central y el 91,9 % vivía con familia o pareja. El 89,3 % reportó poseer educación terciaria o universitaria, el 69,7 % trabajaba y el 51,4 % manifestó poseer un ingreso mensual mayor al salario mínimo legal vigente en el país. El resto de las variables sociodemográficas se puede consultar en detalle en la Tabla 1.
Variable | n | % |
Sexo Mujer Hombre Prefiero no decirlo Estado civil Soltero Casado Unión Libre Divorciado Viudo Residencia Central Asunción Resto del país Con quién vive Con pareja/familia Solo Con amigos Nivel educativo Primario Secundario Universitario Ninguno Trabaja Sí No Ingresos mensuales Mayor al sueldo mínimo Menor al Sueldo mínimo Sin ingresos fijos Sueldo mínimo | 831 270 7 620 337 85 50 16 481 456 171 1018 76 14 9 108 989 2 772 336 569 100 318 121 | 75,0 24,4 0,6 56,0 30,4 7,7 4,5 1,4 43,4 41,2 15,4 91,9 6,9 1,3 0,8 9,7 89,3 0,2 69,7 30,3 51,4 9,0 28,7 10,9 |
En cuanto a su experiencia respecto al COVID-19, el 69,9 % mencionó no haber tenido la enfermedad y el 42,5 % dijo no haber estado en contacto con una persona con COVID-19. En las últimas dos semanas, los participantes reportaron que han pensado, visto o escuchado información sobre el COVID-19 entre 1 a 3 horas, en el 53,5 % de los casos.
Su principal fuente de información resultó ser la red social Twitter (37,5 % de los casos), seguida de la televisión (27,4 % de los encuestados). En el 88,4 % de los participantes, esta información provenía del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social o agencias de salud (por ejemplo, la OMS). El detalle de estos datos puede leerse en la Tabla 2.
Variable | n | % | |
¿Tuvo COVID-19? | |||
No | 775 | 69,9 | |
No sé | 236 | 21,3 | |
Sí | 97 | 8,8 | |
¿Tuvo contacto con una persona COVID-19 positiva? | |||
No | 471 | 42,5 | |
No sé | 250 | 22,6 | |
Sí | 387 | 34,9 | |
En las últimas dos semanas, ¿Cuántas horas ha pensado, visto o escuchado información sobre COVID - 19? | |||
1 a 3 horas | 593 | 53,5 | |
3 a 5 horas | 180 | 16,2 | |
5 a 7 horas | 110 | 9,9 | |
Más de 7 horas | 225 | 20,3 | |
Principal fuente de información sobre COVID-19 | |||
416 | 37,5 | ||
Televisión | 304 | 27,4 | |
143 | 12,9 | ||
Artículos/Revistas científicas | 77 | 6,9 | |
Periódicos/Diarios | 75 | 6,8 | |
Otras redes sociales | 93 | 8,5 | |
Sobre la procedencia de la información | |||
Amigos | 44 | 4,0 | |
Compañeros de trabajo | 25 | 2,3 | |
Familia | 59 | 5,3 | |
MSPyBS / Agencias de salud (OMS/OPS) | 980 | 88,4 |
Sobre su salud mental, el 18,2 % reportó haber sido diagnosticado previamente con un trastorno de ansiedad, el 12,6 % dijo lo mismo sobre depresión. En cuanto al puntaje en el CAS, el 67,9 % de la muestra obtuvo al menos 1 punto en dicha escala (rango de 0 a 20 puntos), con una media de 2,89 ± 3,4. El alfa de Cronbach fue de 0,851. El puntaje en la PHQ-2 varió entre 0 a 6 puntos, con una media de 1,9 ± 1,8. El alfa de Cronbach fue de 0,833. Según los puntos de corte del PHQ-2 (15), el 26,1 % de la muestra calificó como depresión.
El puntaje del CAS se correlacionó con la edad de forma inversa y baja (r= -0,071, p<0,05), lo que representa que los jóvenes tienen puntuaciones más altas en el CAS y, por lo tanto, mayor ansiedad. El CAS también se asoció con el sexo, observándose que las mujeres puntuaron más alto que los hombres (p=0,002). La puntuación del CAS también se relacionó con el estado civil, puesto que los solteros (p<0,0001) y los viudos (p=0,019) puntuaron más que los casados.
Los participantes que vivían con amigos puntuaron más alto que aquellos que viven con pareja o con familia (p=0,032). Los participantes que dijeron no saber si tuvieron COVID-19 tenían puntuaciones más altas en el CAS que aquellos que dijeron no haber tenido COVID-19 (p<0,0001); asimismo, aquellos que afirmaron haber tenido COVID-19 puntuaron mayor que los que dijeron no haber tenido la enfermedad (p=0,030). Aquellas personas que pasaron entre 5 a 7 horas pensando, viendo o escuchando información sobre el COVID-19 puntuaron más alto que las que pasaron entre 1 a 3 horas (p<0,004) o entre 3 a 5 horas (p=0,049). Los que pasaron más de 7 horas puntuaron mayor que los que pasaron entre 1 a 3 horas (p<0,001).
Aquellos que mencionan tener un diagnóstico de ansiedad, obtuvieron una media significativamente mayor en el CAS que los que reportaron no tener dicho diagnóstico (4,5 ± 4,4 vs 2,53 ± 3,1) (p<0,0001). Lo mismo ocurre con los que reportaron tener un diagnóstico de depresión (media de puntaje en el CAS: 3,73 ± 4,3) en comparación a los que no poseían dicho diagnóstico (media de puntaje en el CAS: 2,77 ± 4,3) (p=0,012). El puntaje del CAS se correlacionó con el puntaje del PHQ-2 de forma directa, aunque no tan fuerte (r=0,447, p<0,01).
DISCUSIÓN
La media de edad del estudio refleja el acceso a una población que consistió principalmente en sujetos jóvenes, de nivel educativo elevado y con buenos ingresos económicos, quienes coinciden con el perfil de los mayores usuarios de redes sociales y con acceso a los medios que se requerían para completar el instrumento en línea. Esto se asemeja a lo encontrado en otros estudios19, que utilizaron medios digitales como vías de difusión de instrumentos de medición. Sin embargo, esto también coincide con el perfil poblacional de sujetos más expuestos a flujos continuos de noticias20.
Sobre los antecedentes de infección por COVID-19, ya sea en los sujetos participantes como en personas cercanas, la mayoría de la muestra respondió en forma negativa, lo cual es esperable en un país como Paraguay, en donde se tomaron medidas de confinamiento en forma temprana y se limitó la transmisión a un sistema más escalonado, lo que ha evitado hasta el momento altas cifras de infección21.
La exposición a noticias de COVID-19 fue principalmente a través de redes sociales. El hecho de que Twitter haya sido la red social catalogada por los sujetos como fuente principal de información sobre la pandemia coincide con los detallado por González-Padilla y colaboradores22, quienes encontraron que esta red social es una de las principales fuentes para recibir o compartir información y noticias referentes a COVID-19. Ahmed y colaboradores23 utilizaron Twitter para estudiar los patrones de distribución de información en redes sociales referentes a la pandemia y cómo esta red social es utilizada más que nada como medio de difusión de teorías conspiratorias. Es también importante notar la alta frecuencia que presentó el MSP y BS como fuente de información según los sujetos, lo que indica que por lo menos la muestra sigue teniendo a entidades gubernamentales (por encima de amigos o familiares) como parámetro a la hora de recibir información, al menos durante la pandemia. Esto no coincide con lo que se describió en otros países de la región, donde se desconfía más de la información gubernamental24. Es de destacar que, si bien los sujetos han catalogado a una red social como su primera fuente de información, le sigue en segundo lugar la televisión, por lo que los medios de información tradicionales continúan teniendo una importancia como fuente de datos, por lo menos para los sujetos de la muestra.
Los porcentajes de sujetos con diagnósticos previos de trastornos de ansiedad y depresión coinciden con estudios de prevalencia en la región y en Paraguay25,26. Casi el 70% de los encuestados obtuvo al menos un punto en el CAS, y los valores más elevados de la escala se relacionaron con una menor edad, lo que ya se había propuesto en estudios previos relacionados al aumento de los síntomas de ansiedad entre las personas jóvenes1,27. El hecho de que las mujeres puntuaron más alto que los hombres coincide con otros estudios que indican que el impacto de la pandemia en cuanto a salud mental tiene diferencias por género28,29, lo que debe orientar a mejorar los servicios de salud mental disponibles para mujeres más aún durante la pandemia. Otros estudios también han notado el mayor impacto en los síntomas ansiosos y depresivos en sujetos solteros y viudos30-32; estos estudios también indicaban que el vivir con la familia o con la pareja podrían llevar a menos síntomas ansiosos. La incertidumbre acerca de haber padecido la enfermedad dio cifras más elevadas de síntomas ansiosos, lo cual fue propuesto ya en estudios previos1,2.
En este estudio se encontró que pasar entre 5 a 7 horas o más expuesto a noticias sobre el COVID-19 trajo consigo un aumento de los síntomas de ansiedad. Si bien se ha recomendado tener poca exposición, salvo en momentos específicos y con fines claros33, existen estudios que proponían tener flujos constantes de información como medida para reducir la ansiedad34. Para algunos autores, esto llevó a difundir más desinformación, lo que produjo un empeoramiento de los síntomas ansiosos22. Tener una alteración psicopatológica previa (ansiedad o depresión, por ejemplo) ha traído consigo que los sujetos tengan valores más elevados de ansiedad, lo que coincide con el hecho de que la pandemia ha empeorado los cuadros de pacientes que antes acudían a centros de salud mental y que por la situación epidemiológica han visto reducida su capacidad de respuesta. Esto ha sido descrito en otros estudios en diferentes poblaciones35-37.
Este estudio provee una primera aproximación a la importancia que tiene la exposición constante a noticias e información relacionada al COVID-19 en nuestro país. Los resultados indican que la población está atenta a las informaciones del MSP y BS, por lo que debería aprovecharse esta confianza para realizar campañas de concienciación inteligente que busquen no saturar con información, sino brindar información práctica que pueda ponerse en uso rápidamente. Futuras investigaciones también deberían certificar las elevadas cifras encontradas de depresión (26,1 %).
Sin embargo, al observar los datos sociodemográficos de la muestra, demostró ser principalmente del sexo femenino, solteros, focalizada en el departamento Central, universitaria y con salarios superiores al mínimo, lo que podría no coincidir con las características generales de la población paraguaya. Además, si bien los análisis de datos que provienen de instrumentos digitales han sido una de las principales herramientas para seguir investigando durante la pandemia, el acceso a estos medios sigue siendo una deficiencia notable en nuestro país.
Como conclusión, en esta investigación se ha observado como la exposición constante a información referente al COVID-19 puede resultar en mayores niveles de ansiedad, pero así también diferentes factores hacen a parte de la población más susceptible a presentar estos niveles elevados.