INTRODUCCIÓN
El turismo puede impulsar múltiples beneficios a las comunidades receptoras, aunque también tiene el potencial de deteriorar los recursos y atractivos que son la base de la actividad. Al respecto, varios autores coinciden en que el turismo puede representar una amenaza para las etnias y sus respectivas culturas, por la banalización o cosificación asociada a la comercialización masiva (McIntosh et al., 2002; Medina, 2003; Santana, 2003). En la contraparte, además del empoderamiento económico que genera, puede ser útil para preservar las costumbres y tradiciones, que otorgan autenticidad al promover las diferencias culturales y reafirmar la identidad local (Henderson, 2003).
Todos los grupos étnicos tienen características diferenciadas, con una historia, cultura, idioma, religión y forma de vida que los distinguen del entorno (Yang et al., 2008), ya sea que presenten situaciones de convivencia o aislamiento social, en condiciones de abundancia o carencias sociales. En este último caso, se pueden impulsar estrategias económicas para el desarrollo, entre las cuales se encuentra el turismo, como sucede en las colonias menonitas de Filadelfia, ubicada en el Chaco paraguayo.
Los menonitas -grupo étnico religioso- arribaron a Paraguay en la primera mitad del Siglo XX, en migraciones sucesivas, e impulsaron un modelo económico de trabajo cooperativo entre sus miembros, logrando un importante crecimiento en la producción ganadera, con la industrialización de la leche y cárnicos vacunos, otorgando oportunidades laborales a los aborígenes de la región. Con el desarrollo socioeconómico logrado, se ampliaron las oportunidades de intercambio comercial y el interés por observar la cotidianidad de estas comunidades y el entorno natural, conocer las etnias y culturas de la zona, en razón del éxito y la consolidación económica logrados en circunstancias desfavorables, aunque también existen contradicciones sociales importantes (Peris, 2020).
El modelo cooperativo y el desarrollo económico obtenido, han estimulado el crecimiento urbano y la integración de la población indígena [etnias Nivaclé, Enhlet, Ayoreo, Angaité, Manjui, Guaraní Ñandéva y Guaraní Occidental] en las colonias de Loma Plata, Filadelfia y Neuland (SE- NATUR, 2019). A finales del 2018, se estimaba que, de los aproximadamente 18.000 habitantes, el 50% estaba constituido por estas poblaciones aborígenes, que se han integrado a las actividades económicas y sociales propias de Filadelfia. Las lenguas utilizadas son el 1) alemán, 2) plautdietsch, 3) guaraní, 4) español, 5) enlhet, 6) nivacle, 7) ayoreo, 8) angaité, 9) manjui (Dueck, 2020), aunque en la zona urbana son más comunes las primeras cuatro, representativos de dos grupos étnicos dominantes.
El sector agropecuario está industrializado, con una especialización hacia los productos lácteos y los frigoríficos de carne vacuna, que representan el 70% de la economía de la región (CEMP, 2019). El sector servicios presenta una tendencia hacia la diversificación y el crecimiento; de cuatro hoteles en 2002, se observaron ocho en 2012; había dos heladerías en 2002, mientras en 2012 fueron siete (Goetz et al., 2018). Al año 2020 la zona tiene una oferta de siete museos y todas las fábricas de lácteos ofrecen recorridos guiados para estudiantes o visitantes a la región. Aunque originalmente las colonias menonitas eligieron la zona por el aislamiento social que implicaban las notorias condiciones ecológicas adversas imperantes, con el desarrollo económico que lograron también se impulsó la migración interna de paraguayos, fortaleciendo el multiculturalismo, las actividades comerciales, la diversificación económica (Csapo, 2012) y la tendencia hacia el turismo, que han impulsado una oferta de alojamientos, sitios naturales y culturales, incluso un “Centro de Artesanías del Chaco” y un “Centro de Interpretación Ambiental del Gran Chaco Americano”.
La puesta en valor turística multiétnica puede presentar opiniones y actitudes diferenciadas, alegando que se podrían introducir prácticas o ejemplos inadecuados para los valores y filosofía de vida, o para la preservación de tradiciones y costumbres de la comunidad. En la contraparte, los intentos por restringir estas iniciativas, podrían conducir a la marginación social y empobrecimiento cultural (Yang et al., 2008), así como impedir mejoras en la calidad de vida de algunos sectores de la población local.
En Paraguay, los estudios acerca de las comunidades étnicas rurales son muy escasos y enfocados a los aspectos de marginalización o despojo del territorio, mientras que el turismo no se ha considerado como un factor importante, aunque puede traer beneficios, especialmente de las comunidades locales. Por lo tanto, este documento contribuye al conocimiento del tema. La pregunta de investigación fue cuáles son los desafíos y oportunidades para la puesta en valor turística de la cultura multiétnica de la ciudad de Filadelfia en el Chaco paraguayo.
El objetivo general fue examinar los desafíos y oportunidades para la puesta en valor turística de la cultura multiétnica de Filadelfia, Chaco paraguayo. La combinación única de naturaleza y múltiples grupos sociales con sus lenguas y culturas propias, por motivos migratorios o como etnias originarias, ha creado una concentración multicultural que tiene el potencial de ser atractivo turístico y favorecer en aspectos socioeconómicos a las comunidades locales con mayor grado de marginación, que son ricas en tradiciones, historia, manualidades y gastronomía, pero que presentan pobreza, vulnerabilidad, falta de apoyo estatal y deterioro comunal, por las condicio nes asociadas o injusticias históricas.
Multietnicidad y turismo
El carácter multiétnico de una región puede constituirse por una variedad de motivos: geográficos, históricos, sociales, económicos o migratorios, que permiten crear concentraciones de grupos humanos con culturas y características propias, como resultados de procesos discriminatorios (separación o asimilación de minorías) o integradores, como parte de una estrategia social, para afianzar el territorio, proveer servicios o fortalecer la presencia social, consolidar la cultura y valores, entre otros aspectos (Forrest y Dunn, 2007).
Aunque la multietnicidad es una ideología dominante en Occidente, históricamente sólo se ha utilizado para la asimilación de los grupos étnicos minoritarios. Sin embargo, los nuevos paradigmas del siglo XXI han otorgado valor intrínseco a la diversidad y actualmente se considera un mérito destacable el presentar distintos grupos sociales en convivencia común (Ertl, 2011), fenómeno que incluso se ha constituido en atractivo turístico en múltiples sitios alrededor del mundo (Fagence, 2000; Gilli y Ferrari, 2017; Henderson, 2003; Morais et al., 2006; Pereiro, 2013).
Según Ertl (2011) el multietnicismo es subjetivo, porque está en función de grupos sociales y del reconocimiento externo e interno que se otorgan como tales. Además, puede implicar conceptos ideológicos cuando se pretende el cambio social relacionado a las políticas públicas o como base de la autoridad moral, cuando es impulsado para unificar tradiciones, lenguas, culturas y otras actividades previamente definidas por los grupos sociales, que podrían conllevar la asimi lación de los grupos minoritarios por los dominantes.
Para Tiryakian (2003) la multietnicidad es una condición social con dos o más grupos étnicos, con una cultura propia o vinculada a la otra, pero suficientemente diferenciada para constituir comunidades e identidades propias, que cohabitan un territorio determinado en armonía o ausencia de conflictos, en una relación de largo plazo, pero con ciertas características particulares, entre las que destacan (Fagence, 2000): 1) ubicación geográfica, 2) organización comunal, 3) ves- timenta, 4) costumbres, tradiciones y estilo de vida, 5) separación del grupo social dominante,
6) lengua, 7) artesanías, aptitudes, entre otros aspectos que son indicadores de diferenciación entre el visitante y el anfitrión, y que se constituyen en atracción.
El turismo étnico se ha analizado desde múltiple enfoques: identidad (Hunter, 2011; Jamison, 1999; McIntosh et al., 2002; Vidal, 2008; Yang, 2013), cultura (Loukaitou-Sideris y Soureli, 2012; Pritchard y Morgan, 2001; Yang, 2011a), patrimonio (Henderson, 2003; Lev y Mittelberg, 2008; Oehmichen y La Maza, 2019), minorías (Fagence, 2000; Yang, 2011b, 2013), enclaves urbanos (Yeoh y Kong, 2012) y multiculturalismo (Gilli y Ferrari, 2017; Josefová y Štýrský, 2016; Liro et al., 2017; Rodzoś y Szczęsna, 2012; Sunny et al., 2012).
Como actividad, el turismo étnico presenta distintas conceptualizaciones (Hiwasaki, 2000; Morais et al., 2006; Yang, 2013) aunque existe consenso en que la motivación principal es realizar una interacción limitada con grupos sociales en condición minoritaria o diferenciada, así como la búsqueda de observar aspectos o situaciones diferenciadas, así como experiencias vinculadas a la gastronomía, vestimenta, música, danzas, artesanías, entre otros, en los cuales el atractivo principal está relacionado con la diferenciación cultural étnica. Según Fagence (2000) la definición más adecuada para esta forma de turismo considera la motivación por observar o contactar de forma directa y auténtica a personas o grupos cuyas etnias o culturas son diferentes a las del turista.
Los impactos turísticos hacia las comunidades étnicas receptoras se consideran positivos y negativos, entre los primeros se argumentan el fortalecimiento de la identidad local, por medio de la promoción de sus tradiciones y costumbres, así como de la cohesión grupal, aunque la profundidad estará determinada por la cultura, lengua, poder dominante y la percepción de amenazas exteriores (Jamison, 1999). En el aspecto económico, cuando los emprendimientos o inversiones surgen de la propia comunidad, los beneficios son múltiples y de largo plazo, aunque el nivel de capacitación e involucramiento local son determinantes. Por otra parte, los paisajes naturales y culturales que están vinculados a las etnias anfitrionas, podrán mantener su identidad visual debido al atractivo turístico que les otorgará un valor económico (Yeoh y Kong, 2012).
Por otra parte, las distorsiones y modificaciones que produce la influencia social y cultural de los visitantes, podrían afectar las tradiciones, costumbres e identidad cultural, perturbar a las comunidades receptoras, por la presencia de extraños en espacios públicos comunales, generar conflictos locales por la distribución de los beneficios e impulsar la homogeneización cultural (Gilli y Ferrari, 2017), pero en la contraparte también se puede consolidar el orgullo local al pro- mocionar las celebraciones, festivales y ceremonias tradicionales, pero con el riesgo de que los estereotipos dominantes redefinan los factores artístico culturales de las etnias, por la influencia socioeconómica de los turistas (Yang, 2013), como podría suceder en los enclaves étnicos multiculturales, donde el consumismo puede ser el ejemplo dominante (Yeoh y Kong, 2012).
Al introducir el turismo como un nuevo modo de producción a un grupo o varios grupos étnicos, las estructuras locales del poder se modifican y las relaciones sociales internas se redefinen, así como las representaciones simbólicas del entorno, que adquieren o agregan un valor económico para la nueva actividad que se comercializa, impulsando un proceso de transformación que podría deteriorar el patrimonio local cuando no se acompaña de la participación activa de las partes involucradas, especialmente en espacios multiétnicos.
Como fuerza socioeconómica, el turismo contribuye a la diversificación e interacción social a través del comercio, la influencia cultural, las interrelaciones personales, y puede apoyar la cohesión grupal entre distintas etnias ante las amenazas comunes que se perciban desde el exterior, aunque esto es más difícil cuando existe un grupo étnico dominante, mientras que en los casos multiétnicos los impactos pueden ser ambivalentes, neutrales, benéficos para algunos grupos y perjudiciales para otros, o combinados (Jamison, 1999).
La asimiliación étnica o cultural podría suceder cuando una o múltiples etnias de minorías se incorporan a la economía, a otras lenguas dominantes, o acceden a oportunidades de empleos, como sucede con las actividades turísticas. En la contraparte, las mismas actividades e intenciones también podrían estar motivadas por la igualdad de derechos, acceso a oportunidades equitativas, cambios en las políticas nacionales o internacionales hacia ideales comunes (Ertl, 2011), que permitan la dignidad y el acceso a la equidad e igualdad social imperantes (Josefová y Štýrský, 2016), o por las propias demandas sociales de las comunidades con marginación o dependencia.
En el aspecto político, la estrategia nacional es determinante para estimular el turismo étnico, ya que la consolidación de la nación tiene como uno de sus fundamentos la estrategia identitaria común, pero simultáneamente también se debe otorgar apoyo a los grupos étnicos, para promo- ver y valorizar sus propias identidades, culturas y tradiciones (Yeoh y Kong, 2012) en un marco de integración nacional y fomento a las actividades socioeconómicas.
MATERIALES Y MÉTODOS
Este estudio es exploratorio, basado en datos recolectados de las colonias de Filadelfia y aldeas de la zona central del Chaco paraguayo, respecto a las etnias y culturas, con sus productos y servicios turísticos. El territorio está ubicado a 470 kilómetros de Asunción -capital del país-, administrado por la ciudad de Filadelfia, que es el centro urbano, administrativo y económico de la región y del conglomerado multiétnico, cuyas actividades están organizadas principalmente en torno a las cooperativas menonitas. Esta zona fue seleccionada por presentar el conjunto multiétnico más grande e importante del Paraguay, históricamente fue la principal zona receptora de migrantes menonitas del país, y ha contribuido ampliamente al desarrollo socioeconómico de la región occidental y del país.
Creada y consolidada a partir de migraciones menonitas, Filadelfia presenta una población es- timada en 19.927 habitantes (INE, 2015). Otras comunidades importantes son las colonias de Loma Plata, que presenta una población de 17.745 habitantes (INE, 2015); y la colonia Neuland con 5.000 personas (La Nación, 15 de octubre de 2016). La población perteneciente a los pueblos indígenas se presenta en la tabla 1. En esta región, el factor más importante que caracteriza a las etnias es su lengua, no sus vestimentas o costumbres.
Comunidad aborigen | Población |
Angaité | 5.992 |
Ayoreo | 2.461 |
Enlhet Norte | 8.167 |
Guaraní Ñandéva | 2.470 |
Guaraní Occidental | 3,587 |
Manjui | 582 |
Nivaclé | 14.768 |
Fuente: Elaboración propia con base en datos de la Dirección General de Encuesta, Estadísticas y Censos (2015).
La diversidad étnica y cultural también se observa en los medios de comunicación audiovisuales, ya que la empresa de televisión local transmite programas en lengua plautdietsch, mientras que en las emisoras radiales es común escuchar transmisiones en alemán, español, plautdietsch, guaraní, y en menor medida las lenguas enlhet y ayoreo. Sin embargo, en el aspecto de la señalética visual y anuncios publicitarios informativos, la gran mayoría de los anuncios y avisos están escritos en alemán y español.
El trabajo de campo se realizó entre julio y septiembre 2021, con una triangulación de entrevistas, observaciones in situ y revisión de datos secundarios. Se hicieron once entrevistas y comunicaciones personales, con personas en contacto directo con los turistas, sin limitación por etnia, situación laboral o negocio formal, en Filadelfia, Loma Plata y Neuland y en dos aldeas (Cacique Mayeto y Uj’e Lhavos). Se consideró al personal de hoteles y restaurantes, jornaleros, vende- doras de artesanías, guías y otros prestadores de servicios turísticos. También se mantuvieron conversaciones informales individuales con residentes (varones y mujeres), para conocer sus perspectivas sobre el turismo y las etnias.
Debido a las limitaciones en el uso de las lenguas locales, las entrevistas se realizaron exclusivamente con aquellas personas que hablaban español o guaraní. Todas entrevistas se consideraron como comunicaciones personales y los nombres se codificaron para garantizar el anonimato correspondiente. No se realizó ninguna pregunta o comentario que pudiera implicar alguna situación moral o ética de carácter incómodo, agresivo u ofensivo.
La muestra se obtuvo inicialmente a través de Internet y una vez en el campo por medio de la técnica bola de nieve, útil para evaluar la colaboración interétnica. Es importante mencionar que en ninguna ocasión se hizo referencia a cualquier condición étnica, durante todo el proceso de recolección de datos con los informantes. Se realizó observación de actividades turísticas con registro fotográfico.
Se utilizó un guion de entrevista semiestructurado con categorías sobre la sociedad (etnias, cultura e identidad), turismo (atractivos, visitación, impactos, empresas turísticas locales), oportunidades y desafíos (beneficios, limitaciones, afectaciones, emprendimientos), que luego se jerarquizaron según aspectos positivos y negativos más importantes. También se realizó un análisis de contenido a los documentos oficiales, periódicos locales y materiales promocionales de páginas web y folletos impresos vinculados al turismo, para comprender mejor la conceptualización del turismo étnico en la región.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La ciudad de Filadelfia es el principal centro urbano de la región del Chaco paraguayo, destacan su limpieza, tranquilidad y seguridad, sí como su población pluriétnica, ya que está conformada por menonitas y siete grupos aborígenes con lenguas propias. La Cooperativa Fernheim (menonita) es la principal administradora de las actividades económicas, que se ha constituido en un modelo de negocios de éxito y una forma particular de organizar el territorio. La economía está basada en el procesamiento de lácteos, cárnicos y la producción agropecuaria (maní y sésamo), que motivan la visitación, especialmente para negocios y comercio, aunque los atractivos y re- cursos disponibles también atraen a estudiantes y familias. La religión es un aspecto importante en la comunidad y existen tres corrientes doctrinarias: 1) la iglesia Menonita, 2) la iglesia de los Hermanos Menonitas y 3) la iglesia de los Hermanos Evangélicos Menonitas, que están presentes en la ciudad.
En Filadelfia, la multietnicidad y multiculturalidad están integradas a la vida cotidiana, fenómeno que se observa no sólo en los grupos sociales sino también en la gastronomía. Las etnias presentes en Filadelfia son Enlhet (Cacique Mayeto), Nivaclé (Uj’e Lhavos), Guaraní Ñandeva y Occidental (Yvopey Renda) y Ayoreo (Guida Ichai), que no están involucradas en actividades turísticas, mientras que en los alrededores de la región además se encuentran aldeas de fa- milias lingüísticas Guarani Ñandeva, Guarani Occidental, Manjui, Angaité, que realizan trabajos eventuales relacionados a la ganadería o mano de obra ocasional en los centros urbanos. En las aldeas predomina una calidad de vida baja, imperan condiciones negativas para un desarrollo humano adecuado, aunque existe presencia estatal por medio de instituciones educativas que enseñan en el idioma natal correspondiente a cada etnia y también en español.
Aunque Filadelfia se considera un ejemplo de innovación y competitividad industrial, la presencia de visitantes ha causado algunos conflictos e inconformidades entre la población menonita, ya que consideran que los extraños perturban la paz y tranquilidad local, además de que traen ejemplos y costumbres inapropiados hacia la comunidad, especialmente hacia los jóvenes, fundamentados en el consumismo y estilos de vida distintos.
En la categoría del turismo, son los habitantes quienes impulsan la puesta en valor de sus tradiciones, significados y prácticas culturales, desde la década de 1990. La representatividad e identidad del destino, de sus conexiones culturales e históricas, se define sin la motivación comercial de productos y servicios turísticos que generen demanda. En la imagen del destino, la esencia del atractivo principal es la cultura e identidad menonita, mientras los demás grupos étnicos son complementarios o no están presentes.
Al contrario de otros destinos, los hoteles y alojamientos comerciales de la región menonita se establecieron luego del arribo de visitantes a la zona, ya que originalmente las casas particulares y granjas eran los sitios de estancia disponibles. Los emprendimientos turísticos comenzaron con pequeños hoteles, restaurantes, quioscos de artesanías (productos con madera, hilos y bordados, semillas, frutos secos), aunque casi simultáneamente la comunidad menonita impulsó la creación de diversos museos históricos y culturales que asentaron las bases del turismo en la región.
La zona de Filadelfia cuenta con siete museos: 1) Casa de la Colonia (objetos antiguos, guerra del Chaco, foto galería), 2) Museo Científico Jakob Unger (naturaleza: animales y plantas), 3) Museo del encuentro intercultural, 4) el Museo de la historia menonita, 5) Museo Industrial, 6) Museo del Hospital, y 7) Museo Escolar. Además, se puede visitar la Casa Knelsen (una vivienda de época antigua) y el Parque de “Ruedas Pioneras” (la movilidad durante los inicios de las colonias). Los museos constituyen parte de los atractivos principales, representan la identidad, cultura, usos y costumbres e historia de los menonitas, pero sus horarios de atención están adaptados a las prácticas locales, sin atención a visitantes los fines de semana.
Los museos y espacios interpretativos están administrados por la comunidad menonita, por intermedio de la Cooperativa Fernheim, mientras que el Centro de Artesanías y el Centro de Interpretación Ambiental del Gran Chaco Americano presentan administración pública gubernamental. Otros atractivos son la “Ruta de la leche”, los vestigios de la guerra del Chaco, Existen cuatro hoteles (de categoría dos y tres estrellas), también hay servicios de ecoturismo para la observación de aves (lagunas saladas) y especies endémicas como la tagua (Catagonus wagneri) (tabla 2).
Recursos | Atractivos |
Comunidades aborígenes | Museos menonitas |
Comunidad menonita | Centro de Artesanías del Chaco |
Lagunas saladas | Ruta de la leche |
Proyecto Tagua | Centro de Interpretación Ambiental del Gran Chaco Americano |
Observación de fauna | |
Festivales y eventos étnicos |
Fuente: elaboración propia con base al trabajo de campo realizado para esta investigación (2021).
En la percepción de los entrevistados, existe un flujo turístico constante de tres segmentos sin carácter masivo, aunque claramente diferenciados. El primer segmento son los estudiantes nacionales de nivel primario y universitario, que visitan la zona durante el día por motivos de historia, cultura y atractivo del destino, viajan en carácter de excursionistas y no generan una derrama económica importante; el segundo segmento son los familiares y amigos de los menonitas (nacionales o extranjeros), que acostumbran alojarse en las casas locales, que permanecen varios días o incluso semanas, por motivos de comercio y negocios, aunque también brindan oportunidades económicas por la interacción resultante con la comunidad; el tercer segmento está compuesto por turistas internacionales, que arriban en grupos pequeños (dos a cuatro personas) y permanecen de dos a tres días, con un impacto económico medio. Prácticamente todos los viajeros llegan por la vía terrestre, ruta TransChaco, ya sea en automóviles o autobuses públicos y privados.
En la categoría del patrimonio multiétnico y multicultural intangible, destaca el “Arete guasu” (Fiesta grande, en guaraní), festival y ritual indígena celebrado anualmente por los guaraníes y nivaclés del Chaco (Domínguez, 2020), durante el mes de febrero, de forma previa a la época del carnaval. Es una celebración sagrada en la cual los participantes reciben a los espíritus de sus antepasados con música, baile, representaciones teatrales, consumo de chicha, donde también participan etnias guaraníes de Bolivia y Argentina. Otro evento importante es la “Fiesta de las Tradiciones”, realizada entre junio y julio, y denominada así para integrar los ámbitos étnicos, culturales y religiosos de la zona, donde se reúnen presentaciones artísticas, juegos típicos, gastronomía originaria, entre otras actividades. El desfile de la “Paz del Chaco”, en junio, como re cordatorio histórico, incluye la participación de todas las aldeas y colonias de la región.
Como patrimonio tangible, el Centro de Artesanías del Chaco reúne la producción de las etnias Ayoreo, Nivaclé, Enhlet, Guaraní Occidental, Angaité, Manjui, Guaraní Ñandéva. En la elaboración de artesanías destaca la participación de las mujeres aborígenes, con productos en fibra de karaguatá (Bromelia hieronymi) y karandilla (Trithrinax schizophylla) o karanda’y (Copernicia alba), karaguata’i (Deinacanthon urbanianum) y semillas de leucaena (Leucaena leicocephala), para la elaboración de tapices, cestas, bolsones, bolsos, aros, pulseras, collares. Los varones hacen tallados en madera samu’u (Ceiba chodatii) y palo santo (Bulnesia sarmientoi). No todos los productos y artesanías se exhiben en el Centro artesanal, sino que se mantienen en las aldeas. Por otra parte, también se observan artesanías de otras etnias, no originarias en la región. Se pudo notar que el uso de las lenguas aborígenes y vestimentas tradicionales no se identificaron como distintivos o símbolos étnicos.
Para la categoría oportunidades y desafíos, las comunidades aborígenes se han beneficiado con la presencia de los menonitas de diversas formas, especialmente con el empleo agrícola, ganadero e industrial, mientras que el turismo se presenta como una oportunidad de emprendimientos para las mujeres, aunque se percibe como limitado, debido a la falta de atractivos, la lejanía de la capital (470 km), la infraestructura vial deficiente y cierto antagonismo de la comunidad anfitriona hacia los visitantes. La falta de guías o prestadores de servicios turísticos locales también es notoria.
Como desafíos, Filadelfia presenta caminos de terracería que dificultan el acceso a las aldeas y recursos naturales, como por ejemplo las lagunas saladas o el Parque Nacional Defensores del Chaco. La oferta de alojamiento y restaurantes es adecuada para la demanda vigente de pernocta, pero no existen actividades para los visitantes en fines de semana. La señalización vial requiere ampliarse y adecuarse al turismo, mientras que el transporte público está limitado a la movilidad urbana.
La mayoría de los entrevistados tiene percepciones favorables del turismo multiétnico y sus perspectivas económicas, aunque tanto una parte de los inmigrantes menonitas como algunos miembros de aldeas locales rechazan a los visitantes, por causas de conductas inapropiadas, estereotipos raciales, aculturación, o preocupación por la seguridad.
Existen algunas normas culturales que limitan las actividades y los espacios sociales de convivencia; por ejemplo, la prohibición de consumir alcohol en los eventos y festivales públicos; el estereotipo negativo hacia las comunidades aborígenes, que históricamente han sido ignoradas por las políticas gubernamentales. Otro aspecto importante a considerar es que los turistas tienen sus propios horarios de convivencia y socialización, distintos a los usos y costumbres locales, situación que causa conflictos en el horario nocturno y los fines de semana, porque la comunidad local prefiere retirarse a sus casas con la puesta del sol y los fines de semana descansan desde sábados al mediodía.
El agua también se ha presentado como un factor de objeción hacia la presencia de turistas, ya que se debe compartir el recurso, que es bastante limitado y causa de preocupación constante para Filadelfia. Por ello, cada residencia tiene aljibes o cisternas para acopiar el agua de lluvia. Además, la ciudad cuenta con unos veinte reservorios de agua o tajamares, y con la finalización del acueducto del Chaco, la escasez de agua se podrá mitigar durante todo el año (MITIC, 2021). Finalmente, con la conclusión del corredor vial bioceánico, Filadelfia potenciará ampliamente el tránsito terrestre, aumentando las oportunidades comerciales y la visitación durante todo el año.
El resultado de once entrevistas y comunicaciones personales, la revisión de documentos institucionales y la observación de campo, permiten establecer que la ciudad de Filadelfia se constituye como un atractivo turístico debido a su condición única de diversidad cultural y étnica, así como diferentes usos y costumbres religiosos, económicos y sociales. Sin embargo, el turismo no se considera una estrategia económica importante, debido a la especialización agrícola y ganadera, así como a la percepción social imperante.
La ciudad de Filadelfia y la región requieren inversión en infraestructura pública de vialidades urbanas y rurales, accesibilidad y señalización, para los recursos y atractivos turísticos, tanto en la temporada seca como de lluvias (por ejemplo, observatorio de aves en las lagunas saladas, senderos interpretativos, señalización en carreteras), aunque cualquier proyecto debe presentar énfasis en aspectos sociales vinculados a los grupos aborígenes, que históricamente han sido marginados por el gobierno central. Idealmente, un proyecto turístico debería atender de forma prioritaria la participación de las mujeres.
El proyecto del corredor bioceánico, carretera transnacional que impulsará el comercio entre Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, fortalecerá el crecimiento turístico de Filadelfia, pero es necesario un plan de desarrollo sustentable que combine la industria y la ganadería con el turismo, para mejorar la calidad de vida de los grupos desfavorecidos de la zona, otorgando oportunidades de participación por medio de la capacitación y concienciación turística.
Para los menonitas, la razón principal para relacionarse a las actividades turísticas es cultural, para comunicar y consolidar una identidad propia, mientas que para las etnias aborígenes es económica, aunque existen riesgos negativos de cosificación cultural, pero también positivos de consolidar las identidades y culturas étnicas. Se debe encontrar el balance entre los miembros de las comunidades menonitas y aborígenes para beneficiar a los grupos desfavorecidos con una estrategia amplia, sensible y tolerante a las costumbres e idiosincrasia local.
Existe coincidencia con Gilli y Ferrari (2017) acerca del riesgo de estereotipar a los grupos étnicos minoritarios desde el enfoque turístico, especialmente para el diseño de políticas públicas al nivel local y las estrategias promocionales, para la inclusión de aspectos culturales y étnicos no explícitos, ya que los beneficios podrían llevar a la especialización y la competencia, aunque la complementariedad debe ser el escenario ideal, porque la coexistencia e integración entre etnias y culturas es el concepto básico del atractivo turístico. El respeto al estilo de vida y tranquilidad de las comunidades locales será determinante para el impulso del turismo.
A medida que el turismo se incremente y surjan nuevas actividades “no tradicionales” que serán un desafío para los límites étnicos, culturales y sociales dominantes en la región, las transformaciones sociales ejercerán presión sobre la cultura y tradiciones locales, especialmente en las comunidades minoritarias. Por tanto, se requieren investigaciones sobre la promoción turística con criterios étnicos y los impactos hacia los grupos sociales, También hay implicaciones prácticas de los resultados, para la promoción turística, ya que las distintas culturas étnicas están ausentes de imágenes o símbolos en folletos impresos o páginas web, tampoco existe un museo multiétnico para complementar los museos menonitas de la región, los centros interpretativos y los eventos culturales, que son atractivos turísticos.
Como limitaciones al estudio, hubiera sido deseable entrevistar a grupos representativos de cada aldea de la zona; sin embargo, las dificultades de acceso y situaciones culturales propias de la región no facilitaron esta situación. En la contraparte, como fortalezas, se realizaron múltiples recorridos de campo y visitas a los recursos y atractivos turísticos, también se obtuvo información de los actores turísticos destacados de la región y se revisaron los documentos públicos que presentan relación con el turismo en la región.
El abastecimiento de agua es un factor muy importante en toda la zona y constituye una limita- ción notoria para el aprovechamiento turístico, situación que debe ser considerada por medio de estudios de capacidad de carga. Igualmente, la actividad turística pudiera ocasionar algún tipo de inconformidad o perturbación social en las comunidades receptoras, tanto en la ciudad de Filadelfia como las aldeas, escenarios que deben ser analizados. En este sentido, el contexto cultural y social podría ser distinto al descrito por Henderson, J. (2003) en su estudio de multietnicidad y multiculturalismo, que se consideró positivo para la promoción turística.
En cualquier tipo de aprovechamiento turístico será importante respetar los espacios, usos y costumbres que los distintos grupos sociales consideran como propios, sin fomentar la sepa- ración o la exclusión grupal, ya que la influencia turística puede promover cambios sociales, competencias y tensiones por los beneficios económicos, que podrían emerger de forma rápida con el crecimiento de la actividad, idealmente se deberá propiciar la cooperación y participación social con un proceso de planificación, acompañamiento y apoyo estatal, para que la puesta en valor de las comunidades étnicas no se dirija sólo a las tendencias del mercado, sino también a políticas públicas de conservación de la cultura y de mejoramiento de la calidad de vida de estos grupos sociales.
CONCLUSIONES
Esta investigación examinó las oportunidades y desafíos que implica el turismo étnico en el Chaco paraguayo y se identificaron grupos sociales menonitas y aborígenes, que han coexistido durante más de cincuenta años, con base en relaciones de agricultura y ganadería, que presentan distintos criterios con respecto al aprovechamiento turístico en la zona, que se realiza para con- solidar la identidad y cultura de los grupos dominantes, no por motivos económicos.
Hasta finales de 2020, la actividad turística en toda la región es modesta, con pocas empresas que operan en la región, que se puede explicar por la ausencia de planes de desarrollo turístico, difícil acceso por carreteras terrestres, limitaciones de acceso al agua. Es significativa la omisión de políticas de promoción turística multiétnica y multicultural para el turismo en la región, que podría constituirse en parte de la estrategia de desarrollo local para reducir la pobreza de los grupos minoritarios.
El desarrollo económico de Filadelfia ha sido notable, aunque como parte de su estrategia de diferenciación cultural, el turismo se ha integrado como una actividad económica que pretende consolidar y transmitir los símbolos diferenciadores del grupo étnico. Para la ciudad, los beneficios son la distinción y reconocimiento favorable, que se puede transformar en apoyo estatal y consolidación territorial, mientras que individualmente, el contacto con personas externas les permite desarrollar habilidades para un desempeño adecuado fuera de su comunidad.
Los recursos naturales, tradiciones, costumbres y características culturales de las etnias presentes en la región son múltiples y pueden ser la base de una oferta interesante para los visitantes. Además de los museos menonitas, la historia, la fauna y flora, existen manifestaciones y combinaciones étnico-culturales únicas de los grupos aborígenes, como el “Arete guasu”, evento multicultural en todos sus aspectos, que es una oportunidad para promover turísticamente toda la región.
Como cualquier actividad innovadora, se podrán diseñar e implementar estrategias para impulsar el aprovechamiento turístico de la multietnicidad de la región, que permitan satisfacer las expectativas de los visitantes, con respecto y reconocimiento de la diversidad sociocultural, el entorno, estilo de vida, religión, costumbres y tradiciones de la comunidad receptora. Al respecto, el turismo multiétnico debe ser implementado con participación y apoyo de las comunidades locales, respeto a las culturas, valores, costumbres, tradiciones e idiosincrasia local, junto con una distribución equitativa de los beneficios, Es una oportunidad y un desafío para apoyar a grupos marginados económica y socialmente.