INTRODUCCIÓN
En la etapa previa a la pandemia por SARS CoV-2, la cifra global de acceso y uso de internet era del 68,5% mientras que esta cifra mostró un incremento al 76,4% para la población de 10 años en adelante, en el año 2022, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas1.
Se asume que aumentó el uso de redes sociales afectando a importante proporción de jóvenes y adolescentes2, pues el confinamiento por la pandemia ha obligado a cambios drásticos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, rotando de la modalidad presencial a la virtual lo que favoreció el uso de las nuevas tecnologías incluidas las redes sociales para establecer vínculos comunicativos y pedagógicos entre alumnos y docentes3.
Algunos estudios señalan que el tiempo de permanencia en conexión a las redes sociales es mayor al deseable entre los estudiantes del nivel medio y básico y esta situación se asocia a un menor rendimiento académico4. Aunque durante la pandemia en otros ámbitos se observaron asociaciones que podrían considerarse positivas, excepto en aquellos casos en que se detecta adicción a las redes5.
Como escenario subyacente, es posible que el tiempo prolongado en las redes sociales predisponga a menor cantidad de horas destinadas para el descanso desencadenando fatiga menta6 o estrés7.
Es probable que también interactúen otros factores tales como la falta de otras actividades recreativas y además podrían estar involucrados aspectos relacionados con el estrés8 así como la situación económica familiar9 que obliga al estudiante a realizar trabajos remunerados, o quizás el acceso limitado a alimentación básica o a materiales didácticos. En este sentido, los estilos de vida saludable favorecen al mejor rendimiento académico10.
La Convención sobre los Derechos del niño11, la Constitución Naciona 12, así como la Ley Nº 1680 Código de la niñez y la adolescencia13; el Decreto N° 7052 relacionado a la ciberseguridad14, establecen el marco legal sobre uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). Sin embargo, poco se sabe del cumplimiento de estas disposiciones y menos aún en el ámbito educativo.
Las tecnologías de la información y comunicación (TIC) incluye la informática, la microelectrónica y las telecomunicaciones, que funcionan de manera interactiva, lo cual permite nuevos escenarios comunicativos. Las mismas se emplean para almacenar, procesar, recuperar y comunicar información, valiéndose de variados aparatos electrónicos, tales como: teléfonos móviles, televisiones, ordenadores, conectados a internet permiten acceder a informaciones o publicarlas, interactuar en diferentes plataformas digitales, y cada vez va ejerciendo mayor influencia en todos los ámbitos de la sociedad15.
Con este artículo, se plantea evaluar la asociación con el rendimiento académico en la disciplina de Lengua Castellana y Literatura de factores como el uso y tiempo de permanencia en redes sociales, acceso a recursos didácticos, convivencia familiar, tiempo de actividades no académicas, prácticas alimentarias, motivación personal, fatiga en un grupo de estudiantes del nivel medio durante la primera etapa del año 2023.
MATERIALES Y MÉTODOS
Estudio no experimental, transversal de alcance correlacional y descriptivo realizado durante el primer semestre del año 2023 con estudiantes de ambos sexos, sin patología psicomotora conocida, matriculados en 1°, 2° y 3° curso del nivel medio (Bachillerato Científico con énfasis en Ciencias Sociales, Bachillerato Científico con énfasis Ciencias Básicas, Bachillerato Técnico con énfasis en Informática, Bachillerato Técnico con énfasis en Contabilidad) de los turnos mañana y tarde del Colegio Defensores del Chaco de Luque (departamento Central).
El muestreo fue probabilístico aleatorio simple. El tamaño muestral fue estimado con una proporción del 75% (Muñoz y cols. 2023) 16, con un nivel de confianza del 95% y error del 5% de forma que la muestra esperada fue de 175 estudiantes.
Para recolección de datos se utilizó un cuestionario semiestructurado digital (Google Forms?) previamente validado y posteriormente auto aplicado por los estudiantes.
Fueron estudiadas variables sociodemográficas, uso de redes sociales, acceso a recursos didácticos, realización de actividades no académicas, cantidad de comidas realizadas, motivación, presencia de fatiga. Para el rendimiento académico se utilizaron los valores de las calificaciones del primer semestre del año.
Para el análisis y procesamiento se utilizó el paquete estadístico IBM SPSS v20.
Los datos cualitativos se muestran en frecuencia absoluta y relativa. Los datos cuantitativos se presentan como promedios y desvío estándar o medianas y cuartiles según normalidad. Para comparación de variables cuantitativas se utilizó T de Student y Kruskall Wallis o ANOVA según homogeneidad de varianzas. Para variables categóricas se aplicó Chi Cuadrado. Se consideró valor p<0,05 para significancia estadística.
Se respetaron principios éticos (autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia) 17. Se resguardó la confidencialidad de los participantes y ninguno pasó por situaciones de peligro.
Los padres o tutores aceptaron la participación de los estudiantes a través de consentimiento informado por medio de un formulario digital o en versión impresa cuando no contaban con los medios necesarios y los estudiantes dieron su asentimiento antes de su inclusión en el estudio.
RESULTADOS
De 193 estudiantes elegibles, fueron eliminados los casos repetidos (estudiantes que completaron más de una vez el formulario), aquellos que no correspondieron al proceso de selección aleatoria y los cuestionarios con campos incompletos de tal forma que fueron incluidos 175 estudiantes con edad promedio de 16?0,9 años (14 a 18 años). Fueron mujeres el 47,4% (n=83) y el 52,6% (n=92) eran del turno tarde.
El 67,4% (n=118) de los estudiantes vivían con ambos padres (Tabla 1). El 88% (n=154) no realizaba trabajo remunerado (Gráfico 1).
El 98,9% (n=173) respondió que sí utiliza las redes sociales y solo 2 estudiantes refirieron no usarlas (1,1%). El 40,6% (n=71) accede a redes sociales entre 1-3 horas/día, seguido por un 26,3% (n=46) durante 4-6 horas/día (Tabla 2). En este sentido, se pudo ver que 54,3% (52/92) de las mujeres accedía durante 4 horas o más a las redes sociales versus 38,6% (32/83) de los varones (Chi cuadrado, p=0,02). El 64,6% (n=113) ingresa fuera del horario escolar, el resto tanto dentro como fuera de dicho horario.
Las redes sociales Instagram (72%) y WhatsApp (71,4%) son las más utilizadas (Gráfico 2). El 82,3% (n=144) refirió usar el WiFi ilimitado del hogar para acceder a redes sociales (Gráfico 3).
En la Tabla 3 se puede observar que el 100% utiliza el teléfono móvil como instrumento para acceder a las redes sociales, seguido por ordenadores o tableta en menor medida.
Sobre el acceso a recursos didácticos, en la Tabla 4 se puede ver que el 53,1% (n=93) tiene acceso a dispositivo electrónico para disponer de información formativa, seguido por materiales impresos en un 33,1% (n=58).
Con respecto a las actividades que realizan los estudiantes fuera de lo académico además de la interacción en redes sociales (98,9%) se resalta que el 43,4% (n=76) realizaba actividades del hogar, el 20% (n=70) mencionó realizar actividad física (gimnasio o deportes) y solo 1 estudiante refirió la lectura de libros.
En relación con los hábitos alimentarios se consideró “adecuado” cuando realizaban de 4 a 5 comidas/día según normas nacionales18 y “no adecuado” cuando fue de 3 o menos comidas o más de 6 comidas/día y se observó que el 64% (n=112) no cumplía lo recomendado y 36% (n=63) si lo hacía.
Se consultó cuál era la motivación principal para tratar de concluir el bachillerato y el 44,6% (n=78) respondió que desea seguir una carrera universitaria o terciaria (Tabla 5).
El 41,7% (n=73) conversa cuando siente fatiga o hartazgo en aula, el 29,1%(n=51) bosteza, 2 (1,1%) refirieron no estar fatigados (Gráfico 4).
En el rendimiento académico, el promedio de calificaciones fue de 3,6?1,3 (1 -5). El 34,9% (n=61) obtuvo calificación 5 en Lengua y Literatura, seguido por 24% (n=42) con calificación 2 (Gráfico 5).
Según permanencia en redes sociales, se observó una mediana de calificación de 3 en el grupo con <1 hora/día mientras que en los otros grupos fue 4 (Kruskall-Wallis; p=0,64) como se puede ver en el (Gráfico 6). No hubo diferencias de promedios de calificaciones entre quienes accedían a redes sociales fuera del horario de clases y quienes lo hacían tanto durante como fuera del horario escolar (3,6?1,4 vs 3,5?1,3 DE, Prueba T Student p=0,933).
El promedio fue de 3,2?1,3 DE para los varones y de 3,9?1,3 DE para las mujeres (T Student p=0,002). Quienes no trabajan tuvieron promedio de calificaciones de 3,6?1,3 DE y 3,1?1,4 DE quiénes sí lo hacen, la diferencia no fue significativa. Estos datos se muestran en la Tabla 6.
No se encontró diferencias en los promedios de calificaciones entre quienes refieren estar motivados por que “desean desempeñarse adecuadamente en lo profesional” o “desean seguir una carrera terciaria o universitaria” o “superarse en lo personal y en lo social” (ANOVA p=0,112) tampoco cuando la frecuencia de alimentación no fue adecuada (p=0,05).
Se agrupó a los estudiantes que realizan actividad física ya sea deportiva o recreativa y se analizaron las medias de calificaciones cuyos valores se pueden ver en la Tabla 6 y no se halló diferencias significativas (p=0,42).
n | % | |
Vivo con papá y mamá | 118 | 67,4 |
Vivo sólo con mamá | 25 | 14,3 |
Vivo con un familiar o familiares | 17 | 9,7 |
Vivo sólo con papá | 5 | 2,9 |
Vivo con mi pareja | 2 | 1,1 |
Otros | 8 | 4,6 |
Total | 175 | 100 |
n | % | |
Menos de 1 hora | 22 | 12,6 |
1 a 3 horas | 71 | 40,6 |
4 a 6 horas | 46 | 26,3 |
7 o más horas | 36 | 20,6 |
Total | 175 | 100 |
Tipo de aparato | n | % |
---|---|---|
Celular (teléfono móvil) | 175 | 100,0 |
Ordenador de mesa o portátil | 13 | 7,4 |
Tableta | 4 | 2,3 |
Tipo de apoyo didáctico | n | % |
---|---|---|
Tecnológicos (computadora, laptop, dispositivo móvil (celular) | 93 | 53,1 |
Materiales impresos (libros, revistas, cuadernillos de trabajo) | 58 | 33,1 |
Materiales digitalizados (libros, revistas, cuadernillos de trabajo) | 22 | 12,6 |
Otros | 2 | 1,1 |
n | % | |
---|---|---|
Deseo seguir una carrera terciaria o universitaria. | 78 | 44,6 |
Deseo desempeñarme adecuadamente en lo profesional. | 51 | 29,1 |
Deseo superarme en lo personal y en lo social. | 46 | 26,3 |
Total | 175 | 100 |
Variable | Promedio/DE | Valor p | |
---|---|---|---|
Sexo | Masculino | 3,2?1,3 | 0,002 |
Femenino | 3,9?1,3 | ||
Factor laboral | No trabaja | 3,6±1,33 | 0,05 |
Si trabaja | 3,1±1,37 | ||
Motivación | Deseo desempeñarme adecuadamente en lo profesional. | 3,8±1,31 | 0,22 |
Deseo seguir una carrera terciaria o universitaria. | 3,8±1,31 | ||
Deseo superarme en lo personal y en lo social. | 3,4±1,33 | ||
Frecuencia de comidas en el día | Adecuada | 3,4±1,38 | 0,05 |
No adecuada | 3,8±1,26 | ||
Actividad física recreativa o deportiva | Si | 3,6±1,29 | 0,42 |
No | 3,5±1,39 |
DISCUSIÓN
Este trabajo muestra datos sobre el análisis del uso de redes sociales y otros factores con rendimiento académico en estudiantes de nivel medio.
En lo sociológico, la mayor parte de los estudiantes estudiados vive con sus familiares y si bien no se evaluaron las relaciones interpersonales, según Peña19 el ambiente familiar tiene influencia principalmente de los niños constituyéndose ciertamente en un medio educativo pudiendo por este motivo afectar el rendimiento escolar. Así mismo, Alarcón Lucuy, M. del C., & Coca Lopez, I. C. (2022) encontraron en su estudio evidencias de que el entorno familiar influye en el rendimiento escolar de los estudiantes tanto de manera positiva o negativa9.
Al evaluar el tipo de redes sociales utilizadas por los estudiantes, se pudo observar que los más usados son el Instagram y WhatsApp, estos datos se condicen con lo publicado por el INE1 y con lo hallado por Martínez Sala 20.
Barreto-Osama y Salazar-Blanco21) mencionan que la sensación de agotamiento es generada habitualmente por compromisos académicos, llevando en consecuencia actitudes negativas. Lamentablemente la naturaleza de este estudio no permite valorar los desencadenantes o factores asociados al hecho de que sólo el 1% de los estudiantes menciona no padecer de fatiga.
En nuestro trabajo, las adolescentes mujeres accedían más tiempo a las redes, sin embargo, no se pudo consignar si lo hacían para obtener información o para distracción, sin embargo, su desempeño académico fue mejor que las de los varones. Cervini et al.22) analizaron datos multicéntricos de varios países de Latinoamérica de estudiantes del 6° grado de la educación primaria y observaron que las niñas se desenvolvían mejor en lectura lo cual coincide con nuestros datos, aunque es de destacar que corresponden a niveles escolares diferentes. Unos años antes, Gomes y Soares23) con una población de estudiantes de 10 a 14 años, encontraron resultados similares a lo mostrado en el presente trabajo en los que no hubo diferencias significativas en el rendimiento académico entre niños y niñas.
No encontramos diferencias con respecto a las calificaciones considerando actividad laboral de los estudiantes. Estos hallazgos son similares al estudio realizado por Peña24 en el que se halló una influencia poco significativa del factor laboral en el rendimiento académico de una población de estudiantes del nivel escolar básico.
La motivación tampoco fue un factor que se asocia con un mejor rendimiento académico. En esta línea, el estudio llevado a cabo por Soledispa Rivera, et al.25 con estudiantes de la educación básica superior menciona que: “los resultados de los instrumentos demostraron que a los estudiantes les falta determinar sus intereses y necesidades, no se han fijado metas, ni proyectos de vida.” Por lo tanto, sugieren que debe darse un fuerte acompañamiento del plantel docente y del ámbito familiar para encaminarlos hacia horizontes más definidos.
Aunque no se valoró la calidad de la alimentación, llamó la atención que la mayor parte de los estudiantes en nuestro estudio no cumple la frecuencia de alimentación diaria, lo cual es una situación no menor, pues Ibarra et al.26) en su estudio con adolescentes escolarizados mostraron que quienes tienen hábitos alimentarios adecuados evidencian un mejor rendimiento escolar.
Igualmente, en seguimiento de la línea anterior, el sedentarismo y la inactividad física constituyen factores de riesgo para la salud, pero también se relaciona con mayor frecuencia de fatiga y al mismo tiempo podría favorecer el pobre desempeño académico. En nuestro trabajo solo un de cada 5 estudiantes realizaba actividad física deportiva o recreativa. Cabe señalar que en este estudio estas actividades son referidas al ámbito extraescolar por lo que sería importante determinar cuánto colabora la institución educativa para lograr objetivos mejores respecto a la actividad física ya que Ávila Manríquez et al.27 en su trabajo realizado en Chile refiere que las horas destinadas a la práctica de la actividad física en las escuelas son insuficientes y que el rendimiento académico en las instituciones de nivel básico presenta atrasos educativos que deben ser atendidos de manera íntegra.. En la revisión sistemática realizada por Chacón-Cuberos et al.28 habla de la necesidad de prescribir actividad física de manera adecuada, pues si es insuficiente no se relaciona con el rendimiento académico y/o cognitivo; y que las tareas de motricidad gruesa y los deportes en equipo resultan más eficaces al implicar mayores demandas cognitivas.
Este trabajo evalúa un primer corte del rendimiento académico correspondiente al primer semestre del año escolar por lo tanto se sugiere evaluar al finalizar el año académico a fin de valorar un periodo de tiempo mayor.
Como otras limitaciones se menciona que sería importante incorporar otras variables y profundizar en las ya estudiadas, así como también controlar posibles sesgos de respuestas considerando que en esta oportunidad el cuestionario fue auto aplicado por los alumnos. Una de las variables que debiera ser incorporada es la percepción de estrés, así como también el tiempo destinado al descanso o sueño nocturno.
Es fundamental también realizar un análisis exhaustivo sobre el tipo de información que el estudiante absorbe desde las redes sociales, elemento el cual no fue posible recabar en el presente trabajo. Tampoco fueron valorados el desempeño docente, las técnicas de enseñanza ni las actividades áulicas para estimular el mayor interés por parte del estudiantado. Obviamente se debería incorporar también la evaluación de las técnicas de aprendizaje.
Son necesarios más estudios con enfoque holístico en nuestro país para intentar dimensionar los aspectos que hacen a un rendimiento adecuado o excelente por parte de los estudiantes.
Por último, la tecnología se encuentra disponible en muchos formatos y con una amplia variedad de opciones por lo que la accesibilidad a las redes sociales y a la información digital carece de un filtro para proteger a la población menor de edad ante las amenazas de entrega de contenido peligroso. Pero, por otra parte, también implica la posibilidad de disminuir la inequidad poniendo al alcance de toda la misma información que en principio debiera ser positiva y enriquecedora.
Todo esto obliga a reencausar la manera de llegar a los niños, adolescentes y jóvenes utilizando nuevas herramientas para la enseñanza y para el aprendizaje desde los entes normativos y técnicos del país en el tema educativo en todos sus diferentes niveles.
CONCLUSIONES
No hubo diferencias en el rendimiento académico según duración del tiempo de acceso a redes sociales.
Las mujeres mostraron más tiempo en redes sociales, pero también tuvieron mejor rendimiento académico que los varones.
El factor laboral, la motivación para finalizar el nivel escolar medio, la frecuencia de comidas ingeridas en el día o la práctica de actividad física deportiva o recreativa no inciden en un mejor o peor promedio académico.